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PERDER PARA GANAR


"Mi alma ha sido tuya desde la primera vez, sólo qué no lo supe hasta qué te perdí de vista... Creyendo que seria para siempre."

Kouki no había dormido bien en esos últimos días, tanto así que había considera pedir un descanso en la editorial.

Mientras dejaba que Akashi hablase con su hijo en su habitación, no pudo evitar rememorar el último día en el que estuvieron juntos en el hospital, un día antes de que dieran de alta a Enji.

Estaba tomando una enorme vaso de un café que sabía horrible en la cafetería. Enji estaba bien, siendo llenado de vitaminas y electrolitos, descansando como el médico le había indicado.

Enviaría una plegaria a los dioses en el templo en cuanto tuviera la primera oportunidad, agradecido de que no fuera nada grave.

Lo sintió antes de verlo, incluso el aroma de su perfume llegó a sus fosas nasales antes que otra cosa.

Era Akashi y venía en su dirección. Nunca supo el porque y ya se había cansado de preguntárselo, pero ni podía sacarlo de su corazón.

Bajo la mirada a su olvidado y ya frío café, cuando el pelirrojo sin preguntar se sentó a su lado.

-¿Podríamos hablar en un lugar más... Íntimo?-

Kouki volteo a mirarlo y no pudo evitar querer tocar su rostro, sentir la suavidad de su piel blanca y pasar sus dedos por las pestañas de un color un poco más claro que su cabello.

Pero se contuvo.

-Esta bien...-

Akashi suspiró y sentándose en la silla disponible levantando su heterocromatica mirada ante su hijo.

-Me preguntaste porque los había abandonado a ti y tu madre, porque no luche más... -

Enji no dejaba de mirarlo expectante, nervioso y con ansias de saber más.

-Es porque no era una buena persona, no iba a ser un buen padre. Mi papá tenía una frase, "Se como una roca y nunca llores, que nadie vea debilidad" incluso cuando murió mi madre, no se me permitió llorar y llegué a un punto donde, ni siquiera lo hacía en la intimidad de mi recámara y eso me hizo más fuerte algo que no siempre es bueno-

Enji lo veía con los ojos llenos de lágrimas y Akashi sentía que en ese aspecto era igual que Kouki.
Lleno de empatía emitiendo lágrimas en su nombre.

-Me pase la vida detrás de un muro lo que significaba que Kouki debía de vivir con ese muro y el lo hizo, me demostró cuanto me quería por sobre todas las cosas, Kouki cambio tanto en mi que cuando mi padre lo noto y me lo dijo, ese otro aspecto de mi se reveló y cuando nos separamos sabiendo ya que venías al mundo me sentí un fracasado, alejarme me ayudó a ocultarme de eso, a mentirme a mí mismo diciendo que era lo correcto, que tú madre me hacía débil y lo escuchaba, todavía oigo la voz de mi padre en mi cabeza diciendo esa frase, pero trabajaré para hacer que se aleje... Yo te amo Enji, pero debes de saber que no se cómo demostrarlo-

Akashi sintió los brazos pequeños y cálidos de su hijo pasear arriba y abajo en su espalda y el quería; de verdad quería corresponder a su llamado, poco a poco sus acartonado brazos rodearon el cuerpo pequeño y al sentir las tibias lágrimas de su primogénito, supo que solo tenía que luchar para poder ser perdonado.


Enji podo ver cómo la tez blanquecina de su padre palideció un poco con cada palabra, sus ojos expertos; herencia dada por el pelirrojo, le mostraron cuan difícil era decirle todo aquello y tal vez la ganas que sentían su cuerpo de derramar lágrimas sin poder hacerlo.

Lágrimas propias caían por sus mejillas y en cuanto su padre cesó palabras, sin meditarlo salió de la cama y le abrazo con fuerza.

-Lo lograrás, se por Tío Kuroko que una vez lo hiciste. Perdiste para vencer y ahora creo que perder tu orgullo, es ganar-

Akashi esbozó una sonrisa o al menos esa línea en su rostro era lo que pretendía. Enji esperaba que ningún niño que no fuera el le viera, porque en definitiva se asustarian.

-Aunque lo lamento...-

-¿Porque hijo?- hablo Akashi demostrando un poco de temor de ser rechazado

-Es que mamá no te lo dejara fácil-

-Eso lo sé...-


Realmente sabía que Kouki no deseaba pasar tiempo a solas con el.
Podía notarlo con el simple mirar de su lenguaje corporal.

Pero tenía que luchar, tenía que vencer y; esta vez, nada ni nadie ni siquiera el mismo impediría la felicidad que tanto tiempo se negaba a aceptar.

No fue difícil encontrar una habitación vacía, parecía ser una pequeña sala de conferencias, una enorme pantalla una mesa y sillas al rededor. Por supuesto estaba seguro Kouki la había elegido porque era enteramente de cristal, suponía que no deseaba estar completamente a solas con el, el problema era que todos los veían y estaba seguro que ya se había corrido la voz de que tenían un hijo en común.

Algo que claramente iba a utilizar a su favor.

-Y bien ¿De que quieres hablar conmigo?-

Seijuuro tomo el respaldo de una de las sillas jalandola e indicándole al castaño que se sentará para después tomar asiento a su lado.

-Nunca quise lastimarte-

Ve a Kouki empuñar sus manos bajo la mesa, tomando la tela de sus pantalones y su respirar volverse algo difícil, pero era mejor así, ir directo al punto de lo que necesitaba transmitir.

-Tus palabras llegan muy tarde ya... Akashi-

Seijuuro no podía dejar de mirarlo, el como la edad había asentuando su inegable belleza.

-Solo te pido que no lastimes a mi hijo-

En ese momento Kouki se levanta e intenta marcharse, Seijuuro sabe que es ahora o nunca podrá sincerarse, se levanta con rapidez y le toma del brazo para que no se marche.

-Lo siento, pero te extraño. Cada minuto de cada día y se que arruine las cosas pero también sé que no puedo estar más sin ti; sin ustedes. Te necesito, ya no quiero ser ese tonto que siempre te lástima y tú eres el único que puede hacerme una mejor persona. Alguien bueno y sincero-

El silencio les rodea como un manto pesado, su alma; la del pelirrojo se siente más ligera, libre. Pero sabe que sincerarse es solo el principio de una lucha por repara algo que está roto.
Porque si arrugas un ahora por más que intentes alizarla siempre tendrá arrugas que indiquen el daño causado.

Le ve temblar, no sabe si de ira, rabia y dolor.

-Yo no estoy aquí para arreglarte-

-Lo sé, lo sé, pero es por eso que estoy aquí; ahora, para hacer lo correcto, para hacerlo mejor, para hacerme mejor, por favor Kouki no te vayas-

-Me voy porque no te puedo ver sin que mi corazón se rompa, puedo seguir viviendo con eso, no necesito que me ames pero a alguien le tienes que abrir realmente tu corazón-

-Te amo pero no sé como más decirlo-

Entonces la furia se desata y el castaño se voltea, sacándose duramente de su agarre, su corazón late con fuerza y el dolor de su mejilla es más fuerte que el sonido del golpe que recibió.

-¡Te pedí que te quedarás! Te ame aún cuando no lo merecías, y ahora vienes a abrir la herida de nuevo ¡Diciendo lo que quise escuchar hace años! No peleas por el amor ¡Te aterroriza!-

Seijuuro ya no se contiene y le toma por el rostro, acaricia sus suaves mejillas tal y como imaginó que se sentían, limpia con sus dedos las lágrimas derramadas y le mira a los ojos con determinación.

-Estoy siendo sincero... Y si, me aterroriza-

-Tenias tanta elegancia en ese momento, que me volví a enamorar de ti-

Seijuuro sabe a lo que se refiere, a esa vez que vieran a lo lejos cuando el castaño se marchase después de decirle que estaba esperando un hijo suyo. Sus miradas lo habían dicho todo.

Y Seijuuro estaba dispuesto a aceptarlo todo, el dolor, la ira, el odio, el desprecio.
Lo tomaría todo con tal de recuperar aunque fuera un poco de su amor.

-¿Y si me lo demuestras? No te estoy alejando y no sé si estoy cometiendo un error, pero me estoy aferrando con toda mi vida ¡Pero necesito que me necesites! ¿Porque no me dejas entrar completamente?-

Y cuando Seijuuro se aferra a el como si temiera que fuera a desaparecer, solo en ese momento Kouki sabe que no va a dejar de luchar.

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