
LUCHAR
Él dolor absorbe todas nuestras energías y; hasta que lo manejemos con éxito o ya no podemos soportarlo, somos capaces de andar por nuestros caminos, de volver amarnos a nosotros mismos y a los demás.
-Fuiste el amor de mi vida Seijuuro- Kouki bajo la mirada, abrazando su propio cuerpo, sintiendo el frío en ese pasillo de hospital - Supongo que pensaba que yo era el tuyo también-
A pesar del dolor que alcanzo a vislumbrar en la mirada castaña, Akashi no apartó la mirada, se sentía tan cansado.
-Lo arruine - respondió, sin alzar la voz pero con esa cadencia que resumaba una neutralidad desesperante - y lo siento, estoy parado aquí diciéndote que lo siento-
Kouki perdió por fin la calma, gritando con los ojos llenos de lágrimas, importándolos poco y mucho que su hijo se encontrara convaleciente en la habitación a su lado que gracias a Dios tenía la puerta cerrada.
-¡Estoy enojado contigo Seijuuro! ¡Me dejaste! Me dejaste cuando más lo necesitaba ¡Lo arruinaste!-
-Te necesito... Los necesito-
Kouki dio la vuelta, llevando su mano al pomo de la puerta abriéndola solo un poco, volteando a ver al pelirrojo solo unos segundos.
-Hubiera sido bueno que hubieras pensado así cuando te dije que Enji venía en camino-
El clic de esa puerta fue para oídos de Seijuuro como el tronar de una roca contra su corazón y a pesar de la madera que los separaba pudo escuchar el murmullo de Kouki claramente; aquellas palabras calando hondo en su ya cansado corazón y ese grito murmurando en su conciencia que ya dejará de una vez de luchar.
-Solo amabas lo mucho que yo te amaba a ti -
-No entiendo porque la gente ama a personas que no son buenas para ellos-
-No sé qué decirte, no elegimos de quién enamorarnos-
El castaño baja la taza aún humeante de café y la deposita con tanto cuidado en el escritorio, que Aomine piensa con cierto acierto; que esta es muy importante, aunque no sabe por qué.
-Creo que, aceptamos el amor que creemos merecer- continua diciéndole hasta que ve como Aomine se levanta del lugar en el que antes se encontrara sentado, saliendo como huracán del lugar, su intuición le dice que quiere estar en otro lugar, aunque su corazón duela de alguna manera, se está haciendo mal y lo sabe.
La lluvia cae y moja un poco su uniforme, hace algo de frío y sabe que el aire acondicionado del hospital le puede acarrear problemas médicos, algo que sabe no puede permitir, choca con alguien que sale pero no sé inmuta en disculparse, requiere estar en un lugar más importante y no desea perder el tiempo, hasta que el reflejo de un peculiar cabello rojo lo detiene, haciéndole volver sobre sus pasos.
-¡Akashi!-
El nombrado se detiene, aún en medio de la lluvia y Aomine sabe que debe estar devastado para que no le importe mojarse.
Aomine está colérico y no puede evitar sacar el vómito de palabras que había tenido todo ese tiempo en contra de él
-¡Tu no lo amas!-
-Lo amo- le responde Akashi con su habitual calma y eso solo lo hace desesperarse más
-¡Mientes! Tan solo no querías estar solo o tal vez Kouki le hacía bien a tu ego o tal vez te hacía mejor sobre tu vida miserable, pero no le amabas ¡Porque no destruyes a las personas que amas!-
Aomine respira con dificultad y la furia llena sus ojos al enfocar la mirada rubí en ambos ojos, porque sabe que solo escuchará la verdad
-Le amo y nunca quise lastimarle-
-En realidad eso no importa, porque al final le sigue doliendo igual-
Y entonces Aomine recuerda aquellas palabras que le dijera Kouki aquella vez cuando Enji nació, aquellas palabras que aún están grabadas a fuego en su memoria.
"¿Sabes que es lo que más duele de un corazón roto? No ser capaz de recordar cómo te sentías antes, intenta y atesora ese sentimiento porque si se va, nunca lo recuperarás y entonces le mientes al mundo y a todos en el"
Aomine deja que Akashi se vaya y entra al hospital, dirigiéndose a la habitación de Enji, sabe que el niño ya está bien y que no ha sido nada grave, pero el que le preocupaba era el castaño. El que intuyera que algo se había puesto en marcha sin poderlo detener.
Hablan en susurros, Enji duerme ya más repuesto de la anemia y el estrés que lo había estado aquejado todo ese tiempo, Kouki mantiene aún sus manos en su cabeza, con los brazos apoyados en sus piernas
-¿Porque no dejas de pensar en eso y sigues a tu corazón?-
Kouki levanta el rostro viendo los ojos azules de Aomine al otro lado de la habitación, los papeles que había traído de su trabajo son dejados de lado para hablarle con total atención.
-Porque el rompió mi corazón, me duele y no quiero volverme a sentir así nunca mas-
Aomine lo comprende y espera desde el fondo de su alma que esas palabras de alguna mágica manera le hagan comprender que puede enamorarse de el y no salir herido, pero si no lo dice, si no se lo expresa ¿Cómo podría?
-No creo que pueda pasar por esto otra vez, estuve actuando como si estuviera bien... pero no lo estoy -
Aomine se acerca y toma sus manos, sintiendo como estas están algo frías y tiemblan, la intuición de su formación de policía nunca antes le ha causado tal dolor como el que siente en esos momentos mientras escuchaba lo que Kouki tenía que decir
-Dicen que es un corazón roto pero; me duele todo el cuerpo ¿Y si sigo sintiendome así por siempre? ¿ Y si nunca llego a superar el amor que siento por el?-
Ninguno de los dos se ha dado cuenta de que el pequeño niño a despertado y finje dormir mientras los escucha, suspirando con tranquilidad mientras busca el significado de lo que escucha.
-Eso solo significa entonces que... Tal ves tú final feliz no incluye a un hombre maravilloso... - Aomine traga el nudo en su garganta y a pesar de ello continua hablando - Tal vez necesitas recolectar los pedazos e intentar de nuevo, a pesar del corazón roto y el dolor, tener esperanza y creer en el amor-
Entonces Aomine sabe que no podrá decirlo nunca, que el corazón del castaño siempre le pertenecerá a una egoísta persona que a pesar de todo lo que ha hecho o no ha hecho dice amarlo con una locura que no comprende y que lo debilita pero que a su vez lo hace más fuerte.
Aomine sabe que perdió siquiera antes de luchar i que quizá el miedo a romper aún más la ya notoria fragilidad del castaño lo hubiera vuelto un cobarde y ahora ya había perdido la oportunidad.
Baja la mirada a las manos que aún sostenía y da un cálido beso que le sabe a derrota, sonriendo con unas imperceptibles lágrimas en los ojos que esconde como un campeón, porque al menos sabe que si atesoro ese sentimiento cuando pudo.
-Solo tienes que luchar-
Enji sonríe entre las sábanas, sus padres se aman y solo eso necesitaba para descansar con tranquilidad, porque aunque Seijuuro no se lo haya dicho, en su miraba pudo notar el peso que cargaba en su alma.
¿Porque los adultos son tan complicados con sus sentimientos?
No lo sabe, pero lo que si sabe es que a su padre aún le falta camino para recuperar lo que en un principio no tuvo.
El amor de los dos.
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