Kouki se encuentra de nuevo sentado frente a la ventana del parque, Aomine fue muy amable de consolarle y traerle de vuelta al apartamento en aquella ocasión en la que por fin colapso.
Lloro su dolor, lloro su pena y el peli azul no lo aparto. Desde entonces lo visita por lo menos una vez por semana, ahora, ahí sentado mientras acaricia su vientre de seis meses ya. Lo espera.
Sabe que pronto tocara a su puerta en compañía de Kuroko y de Kagami; que como el moreno, religiosamente le visitan semana tras semana.
En la universidad ya han accedido a que culmine el resto del año desde casa. En su trabajo le han dado también la misma opción, después de todo por regla general tanto una mujer como un doncel deben de ser estrictamente cuidadosos con su embarazo.
Además de tener listo todo para que en cuanto su embarazo termine y este recuperado, pueda mudarse tanto a la nueva universidad como a la nueva ciudad donde residirá.
Sus chequeos médicos están al día gracias a Midorima, su alimentación está a cargo de Kagami y; en algunas ocasiones Takao y Kise se quedan con él para pasar el día.
No puede evitar llorar de nuevo mientras acaricia con vehemencia su vientre, siente unas cuantas pataditas en su costado cuando los sollozos se intensifican, siente que sus bebe le dice que no llore y eso lo hace llorar aún más.
Entonces sus hombros se llenan de una calidez antes conocida, un par de fuertes manos acarician su espalda y sonríe esperando encontrarse una mirada bicolor. Pero no es asi.
Quien le apoya, quien le consuela no es el.
Ya no más.
-Me siento tan inútil- dice y lo único que siente como respuesta es un para nada doloroso golpe en la nuca.
-No digas tonterías chihuahua, estas embarazado y según Satsuki, tus hormonas te traicionan. Para mi eres alguien valiente que saldrá adelante-
El moreno le tiende la mano y le ayuda a levantarse, juntos vana a la cocina donde los demás los esperan, ni cuenta se dio en que momento llegaron. Aomine aún le sostiene de la mano soltándole solo cuando ya se encuentra sentado y sin posibilidades de tropezar con sus propios pies; puesto que ya le ha pasado y les ha sacado más de un susto a algunos.
Por primera vez en meses les regala una ligera sonrisa mientras acaricia con una de sus manos el lugar donde antes pateara su pequeño.
Incluso su bebe no nacido le dice que podrá salir adelante.
Sí; podrá hacerlo.
Los gritos de dolor eran perfectamente escuchados en el pasillo fuera de la sala de maternidad. Kuroko, Kagami y Takao, que habían sido los únicos con posibilidades de acompañarle se encontraban a escasos segundos; o más bien a un grito de perder los estribos de la preocupación.
Incluso dejando a un par ahí sin ganas de tener hijos en un largo tiempo.
Pronto, después de lo que les pareció una eternidad un sonoro chillido; catalogado por Kagami como el de un gato estrangulado, que la calma los invadió.
El pequeño retoño de lo que consideraban una inusual familia había nacido.
Después de un exhausto parto Kouki admiraba con una devoción propia de una madre, a su recién nacido hijo. El pequeño tenía apenas una perceptible pelusita castaña oscura en su pequeña cabeza. Delineo con tranquilidad y cansancio cuanto pudo de su rostro, las lágrimas se derramaron de sus ojos cuando sintió la tersa piel bajo la yema de sus dedos, obteniendo un puchero haciendo que parara asustado.
Pero incluso al parar el puchero aumento por lo que dejando de llorar continuo con las caricias, eso pareció ser de su agrado por lo que comprendió que lo que deseaba su hijo era que parara de llorar; y por poco y comienza de nuevo por ello.
Entonces sintió como le quitaban a su bebe de entre sus brazos y entro en pánico, viendo a la enfermera con recelo.
-Solo lo llevaremos al cunero- le dijo la mujer pulcramente de blanco
-No es necesario, especifique que se quedaría todo el tiempo a mi lado- respondió igualmente, pero algo molesto
-Disculpe, no estaba informada de esto-
-Pues ahora lo está...-
La mujer salió de la habitación, sintiéndose solo en ese momento un poco intranquilo por la forma en la que la trato, aunque no se arrepentía, no quería que nadie le aparatara de su hijo.
Horas más tarde, después de que alimentase a su pequeño, tocaron la puerta quedamente, esta se abrió y dio paso a una conocida cabellera peli azul.
-Tetsu me envió a ver si habías despertado, dijo que estabas gruñón de seguro y me sacrifico vilmente-
Kouki había sido trasladado a la habitación con rapidez, pero solo hasta medio día después le permitieron recibir visitas, puesto que nadie aun había venido a verlo, supuso y se dio cuenta que en efecto; le habían dado su espacio para descansar y estar a solas con su bebe.
No pudo evitar reír un poco, Kuroko no cambiaba y ni lo haría, a su peculiar manera le decía que todo estaría bien.
-No estoy arrancando cabezas ni nada por el estilo Aomine-san-
-La enfermera monstruo de allá afuera no piensa lo mismo, le escuche decir que la echaste prácticamente de la habitación-
Vio como el moreno tecleo rápidamente algo en su teléfono, su puso que le avisaría a los chicos que ya estaba disponible.
Kouki volvió a reír mientras se incorporaba para dejar a su bebe en la cuna que estaba a su lado, no fue muy difícil puesto que el moreno se había acercado a ayudarle. Lo dejo ahí después de darle una ligera caricia en la frente. Lo bueno de haber tenido un parto natural era que se recuperaría con rapidez.
-E-Eso fue p-por accidente- le dijo, ya que estaba recién aliviado y algo asustado, tenía miedo... de que su bebe llegase a desaparecer. Estaba a segundos de agregar algo al respecto, cuando la puerta se abrió dejando pasar al resto de sus amigos.
-Ahomine no murió- escucho decir a Kagami
-No te desharás de mí con facilidad Bakagami, no perderé en eso de ser el tío perfecto contra ti-
-Qué pena Aomine-kun, ese puesto ya está ocupado por mí-
El trío se acercó a la cuna, derritiéndose por el conjunto que Kise le regalase con anterioridad, su bebe vestía; según el rubio, la más alta gama en ropa de bebe, conjunto en diseño de conejo, traído especialmente desde París, donde este había desfilado en una pasarela y se volcó en una juerga de compras en ropa para su pequeño.
Tomaron un ciento de fotos a su parecer, enterneciéndose ante los pucheros que surgieron con forme las fotos aumentaron, llorando al final cuando terminaron por perturbar su sueño, abriendo los ojos con molestia, dejando de ver un una mirada muy parecida a la de su padre que bien era conocida por ellos.
Una mirada que decía "No molesten", un ojo color chocolate y otro rubí.
La mirada de Akashi Seijuuro.
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