Cap. 1: Juntas de la mano
Era muy temprano, la brisa circulaba con fuerza dentro de la camioneta en movimiento, erizándome la piel; el ambiente estaba algo tenso y extremadamente silencioso. Creí que luego de esa noche, al día siguiente tendría a Henri todo emocionado contando anécdotas sobre la cena y lo que disfrutó y no, haría comentarios de la comida y presumiría de sus habilidades culinarias.
Pero no, en su lugar el joven asistente se levantó con peor cara que con la que se acostó luego de desaparecer de la cena. Se mantuvo callado luego de decirme los buenos días al encontrarnos en el pasillo esa mañana, seco y cortante, de manera que entendiera que no quería hablar de nada.
Resoplé recostando mi cabeza de la mano, que estaba apoyada del marco de la puerta. Sentí como Henri activó el seguro, sobra decir que total en silencio, y continuó con su tarea de conducir hasta Houston.
—Es increíble —murmuré sin despegar la mirada del camino.
—¿Qué cosa? —preguntó desganado.
—Lo inmaduro que puedes ser a veces.
Sus labios se contrajeron, tragándose un gruñido.
—No es que sea inmaduro. Solamente no estoy de humor, Lop —Reconoció tratando de mantenerse calmado.
—De eso ya me di cuenta —Sonreí sin ganas.
—¿Podemos regresar al silencio de antes? —Suspiró—. Te lo agradecería de sobremanera.
—Es que no veo el motivo de tu enfado.
—Oh, eso se nota —Rió sarcástico—. Tú sí que te la pasaste bien.
Su tono era tan contradictorio, confuso y exasperante como su declaración inconclusa.
—¿Qué tan malo fue que ellos vinieran?
—No es eso —Me miró por un segundo de reojo, regresando su vista al camino—. Me agradan los Larbi si es lo que quieres saber.
—¿Entonces por qué estabas de tan mal humor anoche? ¿Por qué te molesta tanto ahora? —Apretó sus labios, confirmándome que tenía sus razones—. ¿Henri?
—¿Puedes dejarlo estar? —pidió molesto, echando la palanca hacia atrás y posicionando el auto en el estacionamiento del plantel. Habíamos llegado—. Yo, cuando estás molesta y no quieres hablar, lo respeto.
—No —Río con ironía y me siento de lado hacia él, corrigiéndolo—. Insistes hasta que me molesto más y luego lo respetas.
—Lop —Me advirtió con la mirada, apoyando su brazo izquierdo sobre el volante.
—Está bien, no tienes que decírmelo. Te conozco lo suficiente para saber que tienes peor genio que una cabra y, generalmente, por las razones más estúpidas.
Rodó los ojos y con ello me logró hartar lo que faltaba como para hacerme tomar mis cosas y salir de la camioneta. Dos pasos después, él me siguió y corrió hasta alcanzarme.
—Solo creo que fue demasiado lejos, ¿está bien? —dijo por lo alto, intentando detener mi paso—. Es decir, por favor, por un simple "antojo", se le dio en gana unirse a una cena ajena. Las cosas no se hacen así: me avisó cuando ya estaban en camino y, a los cinco minutos, se apareció frente a mi casa.
"Con que eso fue lo veía en su teléfono". Pensé, abriendo un poco los ojos. Viéndolo desde este punto de pista se oía hasta molesto.
—¿Es por eso? —pregunté incrédula.
—¡¿Qué si es por...?! —Me miró como si estuviera loca.
Claro que él no lo entendía, ni lo veía desde el mismo punto que yo, porque no conocía tan bien a Félix y aún no le había contado lo que pasó en el cementerio. Y, ciertamente, tampoco tenía planes de hacerlo, no ese día al menos. Tal vez debí, para evitar un problema, pero no podía. Simplemente no podía pensar en mi discurso sin que se me cerrara la garganta, sentía que era un momento demasiado intimo que, por los momentos, solo podía pensar compartirlo con Félix, ya que estuvo presente.
Así que, por los momentos, Henri en su ignorancia, respiró hondo.
—O sea, ¿cómo quieres que te lo diga? No me agradó lo que hizo. Ricitos de oro me parece un pesado.
—Pensé que luego del viaje se llevaban bien —Intento persuadirlo de la idea.
—Y así era —Resopló y alzó sus brazos para limitar su sacudida de cabeza hacia los lados—. Pero ha cruzado los límites. Lo intenté porque se lleva bien contigo (y eso es un logro), pero me irrita —Gruñó cansado—. Es decir, ¿cómo alguien puede llegar a esos extremos? Obviamente tiene otras intenciones.
—¿De qué hablas?
—Por favor, Lop. No eres así ingenua —sosegó doblando la esquina de su labio hacia abajo en una mueca.
—Sinceramente no te entiendo. Félix es incapaz de decir una sola mentira. El pobre es tan nervioso que se le nota con la mirada. ¿Qué intenciones podría tener?
—Precisamente por eso. Es tan... malditamente espontaneo que se le nota de lejos que está sintiendo algo por... —Terminó la oración señalándome.
No podía creerlo. Con que de eso se trataba.
—¿Mí? —Asintió apretando sus labios entre si y solo pude rodar los ojos—. ¿De verdad, Henri? ¿En serio me estás haciendo una escena de celos por Félix?
—No es una escena de celos, es la jodida realidad —Renegó rodando los ojos—. Veo cómo te mira, Lop. Si se lo pregunto te apuesto que es incapaz de negarlo.
—En serio, que patético —Lo detuve, mirándolo seriamente—. Dos cosas: uno, he sido clara contigo —Se le va todos los ánimos del cuerpo y me mira completamente enfadado—. Y dos, para futuras y reales —remarqué— relaciones, procura ser menos inseguro y confiar en tu pareja.
—Confío en ti, pero él...
—No eso —Ahora yo gruñí—. No tenemos nada. Nada, Henri.
—¿Ah sí? —Rió suavemente en mi cara—. Pues no es lo que vi anoche, apenas me fui empezaron a hablar.
—Eres imposible: solo hablábamos. ¿No es lo que los amigos hacen?
—¿Pero de qué? —insistió y yo resoplé, rodando los ojos—. Ahí está, no puedes decirme.
—No es nada de lo que piensas, te aseguro —dije lenta y pausadamente, empezaba a molestarme en serio.
—¡Demuéstramelo! —Alzó sus manos—. A ver, mírame Lop. Mírame a la cara y dime que no ha ocurrido nada entre ustedes —Le advertí silenciosamente que parara—. Nada.
—Nada, Henri —dije directamente y sin desviar la mirada me reajusté el morral en el hombro—. Adiós.
Me di la vuelta para irme y oí como palmeó los lados de su pantalón, como solía hacer cuando se cabreaba. Luego seguro se tomó la frente y miró al cielo, pidiendo paciencia o lo que sea que se le cruzara por la cabeza.
—¡No eres nada honesta! ¿¡Sabías!? —gritó cuando ya llevaba un buen trayecto, pero no le di importancia y seguí caminando—. ¡Lop, vuelve acá!
—¡Tú eres muy molesto! ¡Hablamos de tus inseguridades cuando te tranquilices! ¿¡Quieres!? ¡Adiós!
Era consciente de que estaba mintiendo, de que había pasado alguna que otra cosa un poco —muy—, fuerte entre el rulos y yo, pero ¿qué derecho tenía él de exigirme explicaciones de mi vida?
Exacto, ninguno.
Nada.
Aquí no pasaba nada.
—Nada, ¿no es cierto? —Me planteé deteniéndome al recordar fugazmente aquel beso robado en Los Ángeles, haciéndome enrojecer—. No, nada...
Y retomé mi paso.
. . .
A pesar del que el resto del día pasó sin contratiempos, su conclusión fue inusual.
Como tenía establecido y acordado con el director, tres veces a la semana, al finalizar mis clases tenía una tarea pendiente. Al menos hasta el final del ciclo escolar, que ya no faltaba mucho. Así que, con la mejor de las certezas de donde la encontraría, fui a la escalera de la procreación en búsqueda de Chris, para llevarla a alguno de los clubes y supervisar otra tarde de su castigo.
Aunque, a decir verdad, más que un castigo, notaba que ella empezaba a gustarle ir a esas actividades. Ya no se quejaba, no mucho. Luego de escuchar la opinión de Ana el otro día en la biblioteca, creo que Chris podría empezar a cambiar para bien.
O solamente se resignó a solo hacer lo que se le pide y salir cuanto antes de aquel castigo.
No quería admitirlo, pero esperaba que fuera la primera opción.
Sonreí de lado ante la idea y seguir de largo hasta casi doblar la esquina, donde me detengo al oír unas voces discutir. Asomándome un poco, la vi sentada con las rodillas flexionadas y la cabeza apoyada en ellas sobre sus manos, su miraba reflejaba una furia contenida. Parecía una reina poderosa a punto de dar la orden de decapitar a alguien.
No comprendí que le pasaba hasta que me asomé otro poco más, y con cuidado, y desde atrás de la pared comprobé que no estaba sola. Peor aún, con la persona que con seguridad menos quería ver.
—¿Y bien? ¿qué tal le va a Chriscienta?
—Por favor —Fingió una risa, mostrándole todos sus perfectos dientes y su orgullo inquebrantable—. Pensé que habiendo sido "amiga" mía sabrías como insultar decentemente.
—Afortunadamente nunca dependí de ti o tus enseñanzas —Sonrió hipócritamente—. Al menos ahora no estoy limpiando el suelo por los demás.
—Paula querida, ¿vas con el suficiente cuidado? Que no pueda meterme en problema no me impide ir de cacería cuando no me ven, tengo un gusto actual por las perras —Le lanzó una mirada desafiante, señalándola sutilmente de arriba a abajo.
—¿Cacería? Es un buen chiste considerando que no puedes mantener ni a una presa entre tus manos, por muy zorra que seas. O dime, ¿has sabido de George? —Logró hacerla morderse el labio, conteniendo su rabia—. Eso pensé, lo vi hace unos días con una tal Jolly.
Le molestó escuchar el nombre, y ¿cómo no reconocerlo? Ella tenía muy presente, aunque se negara a creer, que su amorcito no era ningún santo. Sobre todo, después de que yo se lo restregué tras implantarle el castigo.
—Es bien bonita la chiquilla —agregó con malicia—. Ha sabido consolar al pobre después de que lo suspendieran.
—Suspendido... —susurró desconcertada, al parecer no se había percatado y me dio algo de pena la forma en que dio el espacio para tomarla desprevenida.
Después de todo si sentía algo especial por ese maldito. Paula abrió la boca y rió a más no poder. Estaba gozando su logro.
—No sé cómo me sorprende —Se arrimó el dorso de su mano a la frente, mirando hilarante el rostro consternado Chris—. Eres tan incompetente que no sabías que el muchacho por el que te mojas, intentó abusar de la bruja que te castigó y lo suspendieron.
Apreté débilmente mi puño y me eché completamente sobre la pared, escondiéndome de su vista, pero sin perder las de ellas. No sé qué me daba más asco, que la discusión girara en torno a un imbécil, la inexistente sororidad de Paula o la enorme deslealtad a los sentimientos de su ex amiga. La forma tan bruta y ácida de decirle las cosas no dejaba ápice de lo que en algún momento parecían ser: inseparables.
¿Y todo por qué? ¿Por qué ya no la creía a su altura? Esa chica tenía serios problemas de narcisismo.
La negatividad en el rostro de Chris no podía ser más absorta, miraba a Paula tratando de mantener la firmeza mientras se autoconvencía de que posiblemente eran mentiras, pero, por como obviamente la miraba, queriendo asesinar a su némesis, no me costó entender que se estaba tragando el cuento completito. Cuando creí que se desmoñaría, me sorprende al reírse con fuerza. La miró, relamiéndose los labios.
—No has aprendido nada —Le plantó en cara, haciéndole alzar una de sus definidas cejas oscuras—. Cuando pensé que estabas agarrando fuerza me decepcionas, ¿acostarse con esa rara? Te creería con Jolly, pero has cagado tu única oportunidad, que desilusión. Nos vemos cuando seas capaz de atacar a una liebre al menos, Paula.
No sé qué tenía con los insultos con animales, pero sonrió segura de sí misma y se alzó de la escalera, aplaudiendo el intento de amedrentarla, lista para irse y dejarla con la palabra en la boca; sin embargo, eso tendría que esperar un poco más, ya que de repente su acompañante de reparto le siguió el juego y comenzó a reír secamente, admirando sus técnicas de evasión.
—Hay un solo defecto en lo asumes: ni tú eres tan astuta como dices ni yo tan leal cómo quisieras. Explícame, ¿por qué habría de mentirte? Ambas sabemos que el equipo de George es público o, ¿en serio crees que te ama? Por favor, hizo un trío con las dos un día y al siguiente buscó otro par de piernas. Si se ha quedado contigo es porque sigues esperándolo. Te encanta recibir maltrato, masoquista.
Chris intentó reírse de nuevo.
—No sé porque me sorprende tanta insistencia tuya, siempre tuviste celos de mí, y ¿cómo no estarlo? Me daba más atención a mí en un día que a ti en semanas. Debe ser una pena para ti, ¿no? —Saboreó cada trozo de ironía al verla fruncir los labios—. Pobrecita, debe sentarte fatal que nunca hubo un vosotros.
Bajé la mirada y negué para mí, sabiendo perfectamente que era todo lo contrario.
Acababa de firmar su derrota.
—¿Nunca hubo un nosotros? Nos comimos más de una vez bajo tus narices y tú ni pendiente —Sonrió tanto como ella o incluso más. La mirada de Chris titubeó—. Lo más rico del asunto es que siempre me lo decía: "eres increíble. Mucho mejor que Chris" —Rió secamente—. No sirves ni para complacer a tu supuesto hombre.
—Perra de turno —Finalmente explotó, insultándola entre dientes. Paula mostró todos los suyos, ya sabiendo que había ganado.
—Debe ser una pena para ti, ¿no? —repitió su pregunta con una asquerosa sonrisa triunfal—. Guardando las esperanzas cuando sabes que solo eres una idiota e inútil. Tú tío solo te malcría, tus hermanas te superan, sobre todo tu querida hermanastra menor, y a tu madre solo la avergüenzas —Se pegó muy cerca de ella, quien respiraba con dificultad, intentando controlarse en vano, ya que los ojos se le empezaban a aguar—. Oh si, intentas complacer a todos, pero no logras ni siquiera conquistar a quien amas y dejas que jueguen contigo, ¿qué se puede esperar de alguien así? ¡Solo lástima!
Rugió furiosamente en la última palabra y la empujó con fuerza, consiguiendo derrumbarla al perder el equilibro, gracias a las sandalias con plataforma que traía. Estaba por debajo de ella ahora, a su merced; Paula saboreaba el momento con gran ruegue y Chris la miraba con un gran y genuino odio, todo mientras era inconsciente de que había empezado a llorar.
—Desgraciada, ahora veras —Masticó amenazante, intentando ponerse de pie para echársele encima.
Pero Paula la esquivó y la dejó caer, logrando todo lo contrario mientras la abordaba la risa y se seguía burlando de ella.
—Eso es, arrástrate por el piso donde perteneces, ¿no te gusta embarrarte de la mugre de los estudiantes? ¡Pues toma!
Me sobresalté. Paula la atacó. Cuando reaccioné ya tenía su cabeza debajo de sus zapatos y la pisaba con fuerza; las mejillas, nariz y su boca, todo lo estaba restregando contra el suelo.
Sin darme cuenta había empezado a presionar mis dientes entre sí. Esto había llegado demasiado lejos. Eran horas solitarias de la tarde, solo los equipos deportivos estaban en práctica y, aún si hubiera alguien libre, era casi improbable que alguno simpatizara con Chris.
Lo que quería decir que...
Me sobresalté ante otro golpe.
—¿Cómo era? ¡Dime! ¿Qué no había nada que te molestara? ¡Te conozco! ¡Eres débil y no sirves para nada!
Apreté mis dientes y tomé con fuerza mi teléfono.
Ya era suficiente.
—La perra hablando de la cola que persigue.
Me entrometí. Tomándola por sorpresa me acerqué rápidamente y jalé con fuerzas sus extensiones hacia un lado, obligándola a separarse de Christina y crear un espacio entre ambas, en el que ahora yo estaba en medio y recibía sus miradas, completamente descolocadas de sí.
—¿Y tú que tienes que ver aquí?
—¿Qué haces...? —preguntó Chris débilmente, sentándose en el piso.
—¿No fuiste tú quien hizo que me apodaran bruja? —La miré burlonamente de reojo—. Creo que me nombraron al menos tres veces para invocarme —Ahora miré a Paula, ella no salía de su incredulidad.
Aunque no la culpaba, parecía un mal chiste.
—Esto debe ser una broma —Reí en mi interior, tenía razón—. ¿Ahora te haces la heroína?
—Al contrario, todos podemos ser villanos en el cuento del otro —Sonreí maliciosamente, cruzándome de brazos.
—¿Qué?
—¿Aun sigues aquí? —Reí en su cara y eso la cabreó más.
—Esto no es asunto tuyo. Lárgate ahora y tal vez me olvide que apareciste —Señaló el pasillo por donde aparecí.
—Tengo tanto derecho como tú de estar aquí.
—No tienes derecho ni de existir —Me analizó fríamente—. Eres tan repugnante como ella —Señaló con sus ojos a Chris, quien observaba anonada la escena desde el suelo—. No son más que unas falsas que juegan a ser fuertes.
Sonreí con ironía.
—¿Me dice falsa la que lleva tres kilos de maquillaje encima? Aunque, no, creo que eso es muy poco para ti todavía: mira solamente.
Enseñé asqueada las extensiones que le arranqué, agitándolas para que se cayeran al suelo. Paula se llevó la mano al cabello y se revisó, gritando asustada al no encontrar parte de su cabello.
—¡Maldita! —Me insultó y eso me hizo más feliz todavía.
—Tranquila, la caída de tu cabello es el menor de tus preocupaciones —dije sonoramente desviando mi mano a mi bolsillo y sacando mi celular de él.
Lo desbloqueé y tecleé un mensaje rápido. Sonó un timbre detrás de mí y vi de reojo a Chris.
—¿Lo recibiste? —pregunté y asintió sonriendo de lado.
—Eres realmente malévola, no tenía dudas. Esto le gustará a mi tío.
—¿Tú tío? —preguntó tratando de guardar el temor. Chris me siguió la corriente y ambas miramos a la perrita faldera.
—Sí, mi tío: el director —dice en total calma—. Creo que le encantará verme en este estado y preguntarme qué ha pasado —Sonrió mostrando todos los dientes. Sonreí para mí. Era toda una actriz—. Siempre te han gustado las fotos, sales bien linda en está pisándome el cabello.
—¿¡Qué!? —Abrió desmesuradamente los ojos, aterrorizada.
Esto demuestra que, no importa que tanto ladre una perra, siempre tiene una correa puesta. No es diferente de George, ni de cualquier alumno en Houston, o persona en el mundo. Quien rompe las normas y celebra sin cuidar sus pasos, no puede esperar salir impune.
Y Chris sabía perfectamente eso ahora.
—Y mi padre, abogado, también —agregó amenazante—. Me pregunto...
Hizo una pausa dramática, juntando los labios cual trompa de pato y mirando sugerentemente la pantalla de su teléfono, mientras llevaba un dedo a este. Paula emitió un gemido.
—No lo hagas...
—Por mi puedes tragarte tu propia mierda ——Ni se inmutó y siguió acercando su dedo a la pantalla.
—¡Me iré! ¡Por favor! ¡No te molestaré más, pero no envíes esa foto!
—No sé, creo que no le quedó claro —Llegó mi turno de nuevo y le hice una señal a Chris para que siguiera bajando, pero aun sin llegar al icono.
—¡Chris, por favor! —Rogó, su piel morena estaba tan roja que parecía canela en llamas.
—Muérete, perra —susurró y, con un puchero en sus labios, le dio clic al icono en el momento exacto en el que la expresión de Paula hacía el mejor de los poemas.
El flash salió y la foto se guardó. Chris emitió una risa seca.
—Te lo dije: no has aprendido nada.
—¿Qué? —preguntó desconcertada—. ¿Y la foto?
—Quedó preciosa, gracias por tu colaboración. Creo que a Chif le interesará este artículo.
—Un momento, pero...
—Iré con mi tío personalmente, esta historia es fascinante.
—Espera, yo...
—Tres segundos y enviamos la real —advirtió con la voz cargada, mirándola cortantemente—. Desaparece.
Paula no esperó, recogió sus cosas y escapó, sabiendo de lo que era capaz su loca ex amiga, no dudaría un segundo más en dejarla acabada definitivamente.
Una vez estamos completamente solas, Chris dejó de sonreír y miró la foto con asco; forzándose a sí misma a mantener la cordura, cerró la galería y apagó su teléfono, volteando a verme.
—Espero que de verdad tengas esa foto —reclamó arreglándose el cabello.
—No hay tal y no la necesitaras. Tal vez para otra sesión —Me encogí de hombros y tomé mi bolso del suelo.
—No tenías porqué meterte —susurró suave y aun así firme, muy seria.
—Puede ser, pero ya está hecho —Me colgué el morral del hombro.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó finalmente lo que tanto quería y una sonrisa débil salió de mis labios.
La observé detenidamente, es igual que entonces.
—Nos encontramos eternamente en una guerra de antagonistas por el papel protagónico.
—¿Qué?
—En una historia, el objetivo principal de un antagonista es ser una fuerza que crea conflicto, de modo que los personajes a su alrededor crezcan, cambien o alcancen entendimiento de sí mismos y sus mundos —La miré con algo de pena y noté como sus ojos se aguaron—. Pero hasta los antagonistas tienen sus propias historias y, a mi parecer la tuya siempre estuvo muy mal contada o... solo nunca tuvo oportunidad de empezar.
—¿Qué te hace pensar eso? —Elevó el mentón y yo sonreí ante su intento de parecer digna.
—Porque los mejores personajes siempre salen luego una abundancia de dificultades y, ahora mismo, bien podrías estar pisando la línea de salida para convertirte en uno. Si así lo quieres.
—Estás loca.
—Pero es la verdad, y te afecta.
—No me afecta, no estoy llorando.
—Tienes razón: tal vez esa parte no pasó.
Volvió a mirarme confundida. Pasé de ella y me dirigí a la escalera donde antes estaba sentada. Mee agaché por su bolso, pero al ver mis intenciones, se acercó rápidamente y lo tomó en mi lugar, observándome en silencio. Inhalé aire y me enderecé.
—Imagino lo que debes pensar y... Déjame decirte una cosa: He conocido a muchas personas como tú y al final de todo lo que haces no encontraras nada —Me miró escéptica—. Chris tú sabes lo que eres y no eres solo una zorra sin sentimientos, tienes agallas y una voluntad fuerte. No necesitas astucia, de eso ya tienes. Lo que debes es dejar de depender de lo que los otros dirán.
—¿Tú que puedes saber? —Endureció su mirada de rabia—. No me conoces como dices.
—Tienes razón, no te conozco, pero te he visto: no eres feliz con la persona que eres justo ahora —Sus fuerzas flaquearon—. Amas a tu tío y no le traes más que decepciones...
—¡Eso ha sido tú culpa! Tú... —Alzó los brazos tratando de objetar, pero no me importó y proseguí.
—Actúas fingiendo que no te importa nada y dañas a las personas. Muchos alumnos se han ido gracias a ti.
—¿Y eso qué? Ellos... —Se cruzó de brazos.
—Y tienes una madre que se preocupa por ti y tú sigues metiéndote en problemas porque sientes que debes llamar su atención, solo te fijas en superar a los demás cuando deberías concentrarte en superarte a ti misma.
—Eso no... —Se agarró la cabeza, intentando taparse los ojos. Estaba llorando—. ¡Deja de llenarme de estupideces!
—Y lo peor, en donde le doy la razón a tu ex amiga —Reí secamente—. Sigues esperando a que un idiota te quiera por ti.
—¡Cállate! ¡Cállate o veras de lo que soy...! —Me agarró fuertemente de los brazos, clavándome las uñas.
Pero ni aun así me inmuté.
Sus ojos se enrojecieron, parecían vidrios de sangre, mostraba tanto dolor que el que me producía en el brazo no tenía comparación. Después de tanto tiempo llevando su castigo lo confirmé: podría intentar ser la actriz más egocéntrica de todas, pero su autoestima estaba por los suelos.
Ella nunca fue la mala del cuento, solo otra víctima.
No quiso que la viera y bajó la mirada al suelo. Podía oír sus sollozos, lloraba sin control mientras se aferraba a mis brazos, produciéndome pinchazos de dolor por sus siempre bien cuidadas uñas que se afincaban en mi carne.
No me moví, no era la mejor persona para consolarla, tampoco era muy buena en eso. Hasta me arrepentía un poco de haberla hecho llorar, pero después de unos instantes, en que la sentí bajar el ritmo de su llanto, tomé su mano y la separé lentamente de mí.
Sin soltarla me di media vuelta y empecé a caminar, haciendo que ella hiciera lo mismo sin riesgo a tropezar. Sentí su mirada en mi nuca, pero no volteé a verla, sabía que eso la molestaría más.
—¿Aún me llevaras a cumplir el castigo? —preguntó con la voz quebrada.
—Se ha hecho tarde, dejémoslo así por hoy —No tengo que mirarla para saber que entreabrió la boca—. Vamos a lavarte la cara. Ya lo dijiste: No estás llorando.
Sentí su fuerza desvanecerse y me dejó guiarla con más libertad por los pasillos. Se mantuvo en silencio, evitó mirarme cuando llegamos al baño y me hice a un lado para que se refrescara.
Terminado tenía una pequeña porción de maquillaje alrededor de los ojos y el labial corrido, se restregó la cara con las manos para eliminar el exceso de agua y permitirse la visión para, a continuación, tomar papel de compartimiento y limpiarse los restantes. Ahora estaba una Chris completamente distinta a la que siempre veía y eso me agradó en sobremanera.
—Sinceramente te ves mejor sin maquillaje —dije y me miró tras tirar el papel manchado a la basura.
—Ni creas que te agradeceré, eres muy odiosa —aclaró, regresando a su postura de mujer indomable.
Reí suavemente y negué, separándome del muro para salir del baño.
—Por mí está bien —Le susurré y me adentré al pasillo.
Caminé tranquilamente y escuché como unos pasos se apresuraron a alcanzarme. La vi de reojo, se encontraba andando al mismo ritmo que yo, mirando hacia al frente con un dejo de molestia en su entrecejo.
—¿Qué? —Espetó cuando no soportó más mi curiosa mirada—. Yo también voy a la salida.
Apresuró su paso y caminó dos por delante de mí. Sonreí de lado y continué el trayecto hacia la entrada principal de Houston, deteniéndome en seco cuando escuché una voz alzarse por el solitario.
—¡Chris!
—¿Huh? —murmuró y paseó sus ojos por el alrededor, encontrando a una chica con uniforme académico, apoyada de la pared con la mochila en brazos, saludando aliviada de verla.
Casi me eché para atrás, pero me contuve afincando mi pie trasero y me hice a un lado para que Chris la viera mejor, haciéndola arrugar el ceño.
—Empezaba a pensar que ya te habías ido —dijo la chiquilla pasando el morral por sus brazos para colocárselo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Chris.
—¿Así es como me recibes? —Rodó los ojos y negó mirando hacia el cielo—. Papá y Crystal no podían venir por mí y Grace estudia para parciales. Me dijeron que me acercara por aquí y regresara a casa contigo.
—¿Estás en secundaria y aún no sabes tomar un bus sola?
—¿Cuál es el problema? Tengo una hermana que me adora y que me puede acompañar —Le sacó la lengua guiñándole un ojo.
—Creída —Negó resignada, mirándome de reojo—. Eres tan odiosa como ella.
—¿Eh? —Me miró y maldije en mis adentros, sin otra opción que regresarle la mirada indiferente. Sonrió alegremente y temí—. Ah, eres tú.
—¿Quién? —Me sorprendí un poco al preguntar al mismo tiempo que Chris.
—La chica que molesta a mi hermana —Rió suavemente y me relajé. Falsa alarma—. Te agradecería que lo dejaras, no ha dejado de quejarse de ti en casa y duerme a lado de mi habitación.
—Oye... —La miró molesta.
—Lo lamento —dije cortésmente con una sonrisa burlona—. Aunque para molestar a Chris no se necesita mucho esfuerzo.
—En eso tienes razón —Rió de nuevo y miró a su hermana—. Ella es genial, con razón no te agrada.
—¿¡Nos vamos o te quedas!? —gritó avergonzada, procediendo a darnos las espaldas y caminar.
—¡Ya voy! —dijo de vuelta, corriendo a su alcance mientras se despedía de mí con una mano.
Un calor invadió mi pecho y sonreí con tristeza mientras las veía alejarse, discutiendo entre risas y bromas. Sonreí y, quedándome atrás, me despedí una vez más de la pequeña.
______________
¡Holiwis, my loffies!
Wou, no me acordaba que este cap fuera tan largo :'v
Tardé más en editarlo de lo que pensé
Pero ajá, equis porque
VAYA
Vaya, vaya
Esto comenzó como que fuerte
Nos levantamos bravas
Y no sé ni por donde comenzar
Impresiones por aquí:
¿Qué discusión les impactó más?
¿Henri y Lop?
¿Paula y Chris?
¿Paula y Lop?
¿Chris y Lop?
Gente huele a guerra, no sé
Como pueden ver: este libro pondrá todo de cabeza
¿Qué cosas creen que pueden desatar estos acontecimientos?
Y tranquilxs, ya estoy viendo sus carteles de donde carajos está nuestro rulos favorito
Para su suerte y felicidad:
En el próximo capitulo iremos de fiesta con Félix
Así que nos vemos el próximo viernes
Me voy, que es tarde y me estoy muriendo de sueño XD
Se les quiereeee
ATT: Keni
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