Narra Ava

intrigada por la inesperada ida de Jack, decidí no quedarme de brazos cruzados.

Cogí las llaves del coche y me dirigí a la carretera, decidida a encontrar a Jack y descubrir qué estaba pasando.

Mi mente estaba llena de preguntas y posibles escenarios, pero estaba decidida a obtener respuestas.

Mientras conducía por la ciudad, un destello en el horizonte llamó mi atención. Una extraña luz brillaba en la distancia, y mi instinto me decía que tenía que seguir ese camino.

Sin pensarlo dos veces, giré el volante y me dirigí hacia la misteriosa luz, con la esperanza de que pudiera llevarme a Jack y revelar la verdad detrás de su partida inesperada.

A medida que me adentraba en la ciudad, mi mente se mantenía alerta, explorando cada posibilidad de lo que podría haber llevado a Jack a irse de esa manera tan abrupta.

Repasaba mentalmente nuestras últimas conversaciones, tratando de encontrar algún indicio de lo que podría estar pasando en su vida. Mientras tanto, seguía revisando mi teléfono en busca de mensajes o llamadas perdidas de él, pero no había nada.

Después de recorrer varias calles, recordé que Jack tenía un amigo cercano que vivía en las afueras de la ciudad. Decidí dirigirme hacia allí, pensando que tal vez podría obtener más información sobre su paradero. Mientras conducía, mi mente estaba llena de preocupación y preguntas sin respuesta.

Finalmente llegué a casa de su amigo y toqué el timbre con nerviosismo. Cuando la puerta se abrió, una sensación de alivio me invadió al ver a alguien familiar.

Le expliqué la situación y él compartió que Jack había estado actuando de manera extraña últimamente, pero no sabía exactamente qué estaba pasando.

Con esa información, decidí regresar a casa y esperar a que Jack se pusiera en contacto conmigo.

Mientras tanto, estaría preparada para apoyarlo en cualquier situación que estuviera enfrentando.

Al regresar a casa, mi teléfono sonó, y al contestar, una voz familiar y enfadada resonó al otro lado de la línea.

Era Jack, y podía sentir la ira en sus palabras mientras me culpaba por algo que no entendía completamente.

Traté de calmarlo, pero sus palabras cortantes y su tono lleno de frustración me hirieron profundamente.

Durante unos minutos, la conversación fue tensa y llena de reproches.

Sin embargo, a medida que hablábamos, su ira pareció disminuir lentamente, dando paso a un tono más calmado y reflexivo. Finalmente, Jack dejó escapar un suspiro y me confesó que había tenido que irse a Nueva Orleans por una pelea que necesitaba ganar.

Intrigada por su repentino cambio de actitud y sus palabras enigmáticas, le pedí que me contara más sobre lo que había pasado.

Poco a poco, mientras compartíamos nuestras experiencias y emociones, Jack comenzó a abrirse, revelando que había enfrentado situaciones extrañas y peligrosas en su viaje a Nueva Orleans.

Entre sus relatos de encuentros con extraños y enfrentamientos con fuerzas desconocidas, comenzó a surgir una historia fascinante y llena de misterio.

A medida que Jack se abría más y más, la tensión entre nosotros se disipaba, reemplazada por una conexión más profunda y un entendimiento mutuo de lo que habíamos pasado juntos.