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Capitulo 0 - Hora de un viaje

Salí de la ducha luego de horas entrenando, ser el mejor ninja de todo Japón requería esfuerzo y determinación sin mencionar muchos sacrificios.

Desde que logre escapar de china mi vida se había complicado: Predominaban los malos días y las misiones eran tan fáciles que caían en lo absurdo. Pero al menos al fin estaba a salvo. Sabía a la perfección que mientras la mafia Zhou continuara en pie la amenaza de ser nuevamente secuestrada estaría latente, para sobrevivir solo me queda permanecer en la protección del clan del pie.

Enrede una toalla en mi cuerpo mientras tomaba otra para secar mi cabello. Pare frente al armario buscando mi traje, cuando alguien toco con suavidad la puerta pasando una carta bajo ella. Sin hacer mucho caso termine de vestirme.

«Más trabajo» Pensé recogiéndola al ver el sello del clan impreso en el sobre.

Mi entera lealtad pertenecía al maestro destructor, así que, aunque realmente no deseara continuar con una vida de criminal, por él acabaría haciendo cualquier cosa. Después de todo le debía la vida, era un pago justo.

Leí el contenido omitiendo las formalidades, esbozando una divertida sonrisa en el proceso.

— Así que, "4 ninjas del clan Hamato", para que destructor me pida acabar con algo más que deudores deben ser unos buenos oponentes — «Quizá con este trabajo al fin pueda saldar mi vieja deuda, es hora de ir a New York...»

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Mi especialidad son las katanas. Solo será cortar algunos cuellos y luego, de regreso a Japón para desayunar.

Vague por la ciudad buscando una zona tranquila. Con mis armas guardadas en la maleta y portando mi usual ropa deportiva subí discreta por la oxidada escalera de incendios hasta una de las ventanas del edificio departamental. Esta no cedía, así que cubriendo mi mano con la chamarra rompí el cristal. El sonido fue mayormente amortiguado por la esponjosa alfombra blanca, la habitación estaba impecable y llena de cajas de mudanza.

«Sera perfecto si esta deshabitada» El pomo de la puerta tembló abriéndose captando toda mi atención. «Como suponía...» Adopte pose Kokutsu-dachi observando a un chico armado con un bate quien tan solo con verme cayo desmayado del susto, dejando a su novia tras él en completo pánico.

— ¿Estas p-perdida? Si necesitas a-ayuda puedo...

«No tengo tiempo para esto» Era muy débil, así que fue fácil derribarla y amarrarlos juntos para lanzarlos al armario. Atasqué la puerta y me instalé en la casa.

Vestí mi ropa de pelea y con disgusto dejé el resto de ropa apilada sobre la cómoda ahora que el armario estaba ocupado.

Hace años el maestro destructor me había entregado mi traje ninja como miembro del Clan del Pie, pero hasta que no logre saldar mi deuda con él portarlo sería deshonrar el clan.

Guarde mis sables con determinación eh inicie mi camino hasta llegar al gran edificio que señalaba la carta. No había sido sencillo, era nueva en la ciudad y más de una vez me sentí perdida.

En en proceso tuve que robar una motocicleta. Viéndolo por el lado positivo ya tenía medio de transporte, aunque no era tan linda como mi Suzuki Hayabusa que tuve que dejar en Japón. Solo se trataba de una simple Suzuki AX100, en otras palabras, la robé a un repartidor de pizzas, que para mí mala suerte seguramente regresaba a la pizzería luego de haber entregado todas las ordenes pues no encontré ni una sola.

«Haya vamos» Pensé alentándome, la verdad estaba nerviosa y la tensión parecía no desaparecer de mí cuerpo; Había pasado casi un año desde la última vez que vi al maestro, solo espero por mí bien que este de buen humor.

Atravesaba las calles como un rayo, yendo directo a la guarida de mi maestro. Los edificios rebosaban de luminosos carteles publicitarios y el silencio parecía nunca presente en algunas partes de la agitada ciudad, pues a pesar de estar muy entrada la noche, los coches y personas recorrían sin pausas los amplios caminos, todo lo contrario a mi hogar en Japón, donde los grillos eran los únicos conversadores en kilómetros.

Mi labor consistía básicamente en deshacerme de los enemigos de destructor, siendo en su mayoría asesinos a sueldo, deudores y jefes de diversos clanes; En resumen, quienes se rehusaban a trabajar para él.

No los juzgo, después de todo destructor tenía la costumbre de "deshacerse" de todo aquello que se volviera inútil, por ello debias mantenerte lejos de su ira cumpliendo sus encargos a la perfección.

Eso es algo que eh aprendido con el paso de los años, en este mundo turbio no hay lugar para cometer errores y mi piel entera grabada con cientos de cicatrices me lo recordaba. Aunque, más que símbolos de debilidad para mí eran la perfecta muestra de no rendirse en una pelea, siempre luchar hasta la victoria o la muerte.

Por supuesto, llevar una vida de asesina no es con lo que una joven normal de mi edad sueña. Pero tener una cicatriz atravesando mi ojo izquierdo, digamos que limita mis oportunidades de conseguir cualquier otro empleo, eso me marco frente a las personas como una posible delincuente más, aunque en parte es cierto.

Pare con la guarida de destructor frente a mí, apenas pise un pie en él y 4 ninjas me rodearon. En un punto del techo había una cámara que al parecer había ignorado, vaya error de principiante. Alce mi dedo índice en el aire pidiendo pausa.

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Abrí la puerta de un golpe arrastrando los cuatro cuerpos inconscientes para terminar lanzándolos al centro de la sala. Me incline con respeto.

— 我到了, 高手 驱逐舰 (He llegado, Maestro destructor)

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