V - Then
Then: 16 YEARS OLD
Justin rasgaba la guitarra y el sonido discordante que producía era caótico. Aquella pertenecía a su padre, mas él nunca se había interesado en aprender a tocarla. Sin embargo, una vez al año, en una fecha particular, tomaba el instrumento y simplemente pasaba los dedos por sus cuerdas, simulando que sabía lo que hacía mientras entonaba una canción inventada por él:
"Feliz cumpleaños, Helena... — Comenzó a vociferar.
Ahora estás más vieja
Por eso te escribí esta canción
Y después tramitaremos tu jubilación
Deseo que disfrutes este día
Que lo vivas lleno de alegría
Que te den muchos regalos
Y ojalá atropellen a tu gato..."
Las carcajadas de Helena brotaban de sus labios sin que ella pudiera hacer nada para detenerlas. Su risa se propagaba por el aire, rebotando en las paredes y retumbando en la habitación de su mejor amigo mientras él continuaba vocalizando:
"Aunque eres neurótica y testaruda
No te cambiaría por ninguna
Excepto, tal vez, por Megan Fox
Pero dejemos eso para otra ocasión
Una vez quemaste mi desayuno
Y apestas jugando al UNO
Pero a pesar de todo eres mi mejor amiga
Y me quedaré a tu lado mientras viva" — Concluyó, restregando sus dedos en la guitarra unas últimas veces.
Helena limpió las lágrimas que se escapaban de sus ojos debido a la incontenible gracia que había tomado posesión de ella. Intentó calmar la risa, pues su estómago dolía por tanto contraerse. Entre carcajadas, respiró profundo varias veces antes de hablar:
—Muchas gracias, Justin. Siempre es un placer que tortures mis oídos todos mis benditos cumpleaños.
—¡Al fin! — El pequeño Jason, de cinco años de edad, apareció en la puerta, dejando caer sus manos a sus costados, que antaño protegían sus oídos del ruido que emitía su hermano mayor. —Lena, mamá dice de la fiesta — Articuló el niño, girando sobre su eje y corriendo por el pasillo, alejándose de allí.
La aludida miró la hora en su teléfono celular y se levantó de la silla donde se encontraba sentada.
—¡Oh, diablos! Debo ir a prepararme.
—Relájate. Puedes llegar tarde a tu propia fiesta, está bien hacerse rogar un poco — Bromeó su amigo, dejando la guitarra en su estuche.
—No eres el indicado para hablar sobre 'hacerse rogar', chico fácil — Se burló ella, mientras una sonrisa estiraba sus labios.
Justin intentó esbozar una expresión que denotara ofensa, pero la diversión en su semblante imposibilitó esa tarea.
—¿Qué quieres que haga? Las nenas aman este cuerpo — Mordió su labio inferior y adoptó una pose de pasarela, que provocó más risas por parte de Helena.
—Es mejor que tu madre no te escuche decir eso, no queremos más charlas incómodas sobre la adolescencia — Declaró la chica.
Ambos se señalaron uno al otro al mismo tiempo y empezaron a exclamar al unísono, imitando la voz de Pattie:
—"Las hormonas controlan a los hombres, no los hombres a las hormonas".
Explotaron en carcajadas luego de pronunciar aquello.
Esa tarde, algunos amigos y compañeros de curso arribaron a la casa de Helena para celebrar con ella su cumpleaños. Debido a la calurosa primavera que estaban disfrutando, la reunión se llevó a cabo en la piscina, donde la mayoría de los jóvenes estaban pasando el rato.
—No pensé que Sawyer tuviera tantos músculos — Observó una amiga de Helena, mientras ambas se encontraban en la cocina, buscando más bebidas para llevar al patio.
La cumpleañera, por su parte, no se sentía atraída hacia una conversación cuyo tema central fueran los músculos de un chico, así que se limitó a asentir sin prestar mayor atención mientras sacaba algunas botellas del refrigerador. El frio que éste emanaba hizo contacto con su cuerpo y se estremeció, pues llevaba tan solo la parte de arriba de su bikini y unos shorts cortos, exponiendo gran parte de su piel.
—Chicas, ¿las ayudo? — Ofreció Justin, ingresando a la cocina y acercándose a ellas.
—Ayuda a Lena con las botanas, yo llevaré esto — Indicó su compañera, tomando los envases de soda y dirigiéndose al exterior.
—Mira esto — Enseñó Helena, sacando varios paquetes de la alacena. —Mamá compró como cinco bolsas de palitos de queso solo para ti — Comentó, y sonrió ante el repentino brilló que adoptó el semblante de su amigo.
—Amo a la tía Tris — Proclamó él.
Ella se agachó para abrir el pequeño mueble debajo de la mesada y sacar algunos recipientes donde colocar las botanas. Por el rabillo del ojo, pudo detectar la mirada de Justin puesta en la parte trasera de sus shorts. Se irguió rápidamente y le dio la espalda para que él no viera el sonrojo en sus mejillas.
No era la primera vez que lo descubría mirándola de esa manera y eso la cohibía. No estaba acostumbrada a sentirse incómoda cerca de su mejor amigo. Tenía plena confianza con él y a su lado todo era fácil, sin embargo, en el último tiempo, existían algunos momentos así que lograban ponerla nerviosa a su alrededor.
Sabía que su cuerpo ya no era el de una niña y que transitaba el camino del desarrollo, pero Helena se sentía capaz de renunciar al propio ciclo natural del ser humano con tal de que las cosas entre Justin y ella no cambiaran de ninguna forma.
Suspirando, se giró para enfrentar al chico. Le extendió dos cuencos ya rebosando de palitos de queso y cuando él los tomó en sus manos ella aprovechó y le dio un ligero golpe en el lateral de su cabeza.
—¡Auch! ¿Y eso por qué fue? — Se quejó él.
—¡Deja de mirarme el trasero! — Espetó ella en respuesta.
—¿Qué...? Yo... Yo no... —Justin balbuceó, tratando de defenderse, pero el intenso color rojo que empezaba a pintar su rostro lo delataba.
Se miraron fijamente a los ojos unos segundos hasta sucedió lo inevitable: empezaron a reír. Estando juntos, no podían mantenerse serios por mucho tiempo, menos podían hacer durar un enojo o una pelea. Los pocos conflictos que habían tenido entre ellos los resolvían de inmediato. Para ambos, no había nada más importante que cuidar su amistad.
Esa noche, cuando los invitados se fueron, Helena continuó el festejo junto a su madre, aunque fue algo más tranquilo. Ambas cenaron juntas la comida favorita de la chica mientras conversaban. Y aún después de eso, cuando ya era lo suficientemente tarde como para no oír un solo ruido en el vecindario, ella no daba por terminado el día. Se escabulló de su casa, escaló un roble y se encontró frente al oscuro cuarto de su vecino.
—Hey, tú — La saludó él, mientras ella se colaba a través de la ventana.
—Hey, tú — Devolvió el saludo ella, cerrando los cristales y acercándose a su amigo.
Justin estaba semi-recostado en la cama, la mitad superior de su cuerpo estaba apoyada en el respaldo de la misma y tenía el portátil apoyado en sus piernas. Una vez que Helena se acostó a su lado, en la misma posición, le enseñó la pantalla del mismo.
—Te dejaré elegir la película hoy solo porque es tu cumpleaños, así que no te acostumbres — Anunció el muchacho.
La aludida sonrió y tomó la computadora, apoyándola en su estómago. Eligió un título que pronto comenzó a reproducirse. La luz del aparato era la única que brillaba en la habitación y se proyectaba en el rostro de Helena, por lo que, pocos minutos después, los ojos de Justin se deslizaron con disimulo desde el film hacia éste.
Desde que desarrolló su juicio, siempre había pensado que Helena era bonita. No había manera de negar algo evidente. No obstante, últimamente, no solo lo admitía como un hecho, sino que comenzaba a admirarlo. Se descubría a sí mismo observándola a hurtadillas, dejando su mirada vagar por los rasgos de la joven como si fuera la primera vez que los viera. Además, también halló varias curvas nuevas en el cuerpo de su amiga que acababan de nacer.
Con ese pensamiento, notando lo absorta que se encontraba Lena en la película, su vista resbaló desde su cara hacia su escote y luego paseó por su estómago, revelado gracias a que su remera se había levantado cuando apoyó allí el portátil. De repente, tomó consciencia de que su hombro estaba tocando el de ella y sintió un cálido cosquilleo allí, donde sus pieles hacían contacto. Su respiración se aceleró.
Y entonces ocurrió.
—Mierda — Murmuró por lo bajo, mientras cruzaba sus piernas con fuerza.
Al oírlo, su mejor amiga pausó la película y llevó su atención al muchacho.
—¿Qué sucede? — Inquirió, preocupada.
—Nada — Aseguró él. Saltó fuera de la cama, poniéndose de pie rápidamente. —Tengo que ir al baño — Avisó, precipitándose hacia allí.
Esa noche, mientras se metían bajo las sábanas para dormir, Helena notó que Justin se acomodaba en la otra punta, lejos de ella. Frunció el ceño en señal de desconcierto. A pesar de que la cama era de dos plazas, nunca se habían acostado en lados diferentes. Pero estaba demasiado agotada a causa del largo día, por lo que el sueño no le permitió cavilar mucho acerca de ello.
—Buenas noches, subnormal.
Justin escuchó la somnolienta voz de su amiga despidiéndose y tragó saliva antes de contestar:
—Buenas noches, boba.
Le dio la espalda y soltó un suspiro inaudible para descargar su frustración. Estaba avergonzado, pero también irritado, pues no quería sentirse diferente al lado de Lena. Ellos lo compartían todo, desde las conversaciones más absurdas hasta las más profundas, risas, momentos difíciles, miedos, éxitos, todo lo pasaban juntos. No quería que nada cambiara. Mucho menos por una condenada erección.
Deseó en ese instante que el tiempo volviera atrás, cuando las cosas eran menos complicadas... cuando aún podía abrazar a su mejor amiga durante la noche.
-TatiaBriggs-
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