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Capítulo IV

Capítulo IV:

Las calles de Atenas brillaban por la presencia de civiles y turistas. Un conjunto de múltiples lenguas provenientes de varias partes del Mundo surcaban lo que antiguamente fue una de las mayores civilizaciones de la Edad Antigua. Tierra de Héroes, Dioses, Mitología, Reyes poderosos como Agamenón de Micenas, Menelao de Esparta, Odiseo de Ítaca, Aquiles, Áyax, entre otros. Líderes y Tiranos, las "Guerras Médicas" y la del "Peloponeso", las Polis y la llegada de Macedonia con el Rey Filipo II y luego su hijo, Alejandro Magno, quien llegaría hasta La India con sus tropas. De ahí vendrían las luchas por el poder entre sus Generales y los Diádocos hasta la llegada de Roma, el Imperio y el avance del Cristianismo sobre la misma. De Zeus al Dios Judeo-Cristiano, aunque desde la rama del Ortodoxo como ocurrió en Bizancio y en la Europa del Este. 

Dimitri iba con Tintin, Haddock y el perrito Milú recorriendo la zona Céntrica de Atenas, buscando el nombre de la tienda de Midas Pappos, sin embargo, el griego no era el fuerte de aquellos dos extranjeros provenientes de Bélgica. La buena suerte es que contaban con el Oficial Imperial, ya que él sí sabía esa lengua, entre otras, por lo que localizó un negocio, el cual estaba escrito en inglés y con ello pudieron entrar.

Por su parte, Caster y Souichirou iban por otro lado de la ciudad, disfrutando de su paseo al aire libre, sintiendo el fresco del mar, el bullicio entremezclado con la tranquilidad que ofrecía el ambiente, así como también la vida misma que se abría camino entre ellos. De golpe, la joven se detuvo al notar a alguien cerca de una cabina telefónica.

- Un momento, pero si ese es Attila.- Lo reconoció su marido.- ¿Qué está haciendo allí?.

- Deberíamos advertirles a Tintin y Haddock. Esto no me gusta en lo absoluto.- Dijo su esposa.

- Estoy contigo, andando.- Ordenó y fueron para la tienda de Midas Pappos para avisarles de lo ocurrido. 

El local de Pappos era uno bastante tranquilo, de una rica arquitectura tradicional helénica y con su letrero en inglés y griego para que los turistas pudieran seguirlo y así entrar para comprar unas buenas alfombras y llevarlas a sus hogares de regreso. Tanto Tintin como Haddock, Milú y Dimitri ingresaron y allí fueron recibidos por un muchacho que trabajaba allí.

- Disculpe, buscamos al Señor Midas Pappos, ¿se encuentra aquí?.- Preguntó el periodista al recepcionista.

- Sí, está aquí. Enseguida lo traigo.- Respondió éste, en un perfecto acento belga y con ello fue a buscarlo.

No tardó ni un segundo. Enseguida llegó acompañado de un hombre semi-calvo pero que aún conservaba sus cabellos negros, además de un bigote, estaba algo gordo pero normal. Vestía una camisa amarilla con pantalones caqui y zapatos del mismo color.

- Bienvenidos a mi tienda, adelante, adelante, no sean tímidos.- Les invitaba aquel hombre con cortesía.- 

- Mucho gusto, somos amigos del Comandante Themistocles Paparanic y trajimos un camión cargado con alfombras para usted, Señor Pappos.- Se presentó Tintin y de ahí notó una emoción en el rostro de aquel sujeto.

- ¡Themistocles!. Hace tanto que no tengo novedades de él. ¿Cómo está ese viejo bribón del mar?.- Preguntó Midas, casi lanzando un suspiro al oír ese nombre. Sin embargo, para su mala suerte, Haddock se quitó su gorra de plato Oficial.

- Lamento informarle esto, Señor Pappos: El Comandante Themistocles Paparanic ha muerto hace poco.- Dio aquella triste noticia y el pobre griego casi se se desmayaba del asombro.

- No...No...¿Por qué a él?. Era uno de los mejores amigos que pude tener...- Dijo y con lágrimas en los ojos los invitó a tomar asiento en la parte trasera de su tienda. Se las secó y de ahí pasó a invitarles a tomar un poco de Whisky y té helado.- Ohhh, no me lo puedo creer.

- Ni tampoco nosotros.- Alegó Tintin.- Y todo comenzó con su carta que le informaba al Capitán de la muerte de su amigo.

- Por favor, antes que nada, ¿quieren beber algo?. Usted, jovencito.- Miró el griego a Dimitri.

- Teniente Coronel Dimitri Sasha Ginovaef-Yoshikage, Oficial Imperial.- Se presentó con educación y estrechando su mano con la del otro.- Un poco de té helado me vendría bien. Hace un poco de calor.- Sostuvo y se quitó su gorra de plato, abanicándose con la misma para secarse el sudor de la frente.

- Con placer y un gusto en conocerlo. Lo mismo a ustedes, amigos. Por favor, si quieren hablar de Paparanic, adelante, yo, además de formar de su tripulación, también salvamos a esa pobre República de América del Sur de las manos Comunistas.- Relató y eso lo tomó por adelantado a Tintin, quien sacó el recorte del periódico en donde estaba aquella foto.

- ¿Es usted el de aquí?.- Preguntó y se la pasó a Midas, quien servía las bebidas en unos vasos y luego la tomó, examinándola y de ahí notaban una sonrisa de nostalgia en su rostro.

- Olvidarla, imposible.- Objetó con calma.- Aquí estamos yo, Paparanic, Karabine y los otros dos.- Al dar ese tercer apellido, Tintin se acercó para interrogar un poco más.

- ¿Karabine? ¿Anton Karabine?.- Lanzó esa nueva interrogante.

- ¿Lo conocen?.- Midas detuvo su acción en servirles las bebidas, casi derramaba el contenido de uno de los vasos por lo que alejó su mano de allí y la volvió hacia donde estaba Tintin. Dimitri tomó el suyo y esperó a que los otros pudieran tener la oportunidad de beber algo, refrescar la garganta tras semejante momento de tensión. Por su parte, el griego había lanzado su pregunta acerca de aquel colega de la foto.

En el exterior de la tienda de Pappos, Caster y su marido habían llegado. Entraron y de ahí pidieron por el propietario, identificándose como amigos de los que estaban con éste. En un momento dado, aquel hombre empezó a relatarles sobre su llegada a la República de Tetaragua, en donde el país estaba inmerso en una terrible crisis y ellos se hicieron cargo del gobierno.

- Siete días llegamos a gobernar. Sí. Parecía una locura pero no, incluso yo estaba sorprendido, ya que era el Ministro de Economía y Finanzas.- El relato de Midas era seguido por tintes cómicos, de risa, aquel hombre que sí había disfrutado de esa aventura.- Sin embargo, al poco tiempo llegaron las Fuerzas Armadas y tuvimos que irnos de allí con, bueno...algo en nuestras manos.- Contó y eso llamó su atención.

- ¿Qué cosa?.- Preguntó Tintin y justo vieron que las cortinas eran corridas, dándoles vía libre a Caster y Souichirou.- ¿Eh?. Amigos, ¿qué tal? ¿Pasó algo?.

- Veo que trajeron a más invitados. Por favor, tomen asiento.- Les invitaba el peli negro griego. Sin embargo, en esos momentos, desde una pequeña ventanilla que daba al exterior.- ¿Algo para tomar?.

- Sí, té helado, por favor.- Pidió Caster y se giró hacia los dos amigos.- Tenemos problemas.

- ¿Qué pasó?.- Quiso saber Haddock.- 

- Attila.- Dio a conocer el nombre de aquel marino.- Salió del barco y fue a una cabina telefónica. De ahí lo seguimos pero perdimos su rastro.- Develó esa información.- ¿Creen que haya sido él quien liberó a Angorapoulos?.- Lanzó esa interrogante pero Tintin estaba pensativo, suspicaz ante esa teoría.

- Pero si él estaba en la cubierta junto a Yefima y Clodión. Sé que éste último no nos haría ningún daño y lo demostró bien. No, aquí hay algo que no cierra.- Rememoró sobre lo ocurrido.

- Para usted, Caballero y la Señorita.- Les ofreció Midas el té helado.- Bueno, veo de que estaba contándoles acerca de mi aventura en Tetaragua.-

- ¿Estuvo allí?.- Le miró Souichirou y éste asintió.- Ya veo.- Miró la foto que sostenía aquel hombre.- Hmmm, por lo que escuché, dijo que usted fue Ministro de Economía y Finanzas. Pero mi pregunta es por qué abandonaron el país.

- Bueno, fuimos ovacionados como Libertadores pero el Ejército, una parte muy importante, no estaba con nosotros y querían eliminar tanto los últimos vestigios Comunistas como también la intervención de países extranjeros, así que nos tuvimos que ir. Imagínense eso: Éramos nosotros y una pequeña Fuerza de Combate ante los militares. Ellos tenían de todo: Armas, municiones, pertrechos, tanques, aviones, Logística. Nosotros éramos como los "300 Espartanos del Rey Leónidas I".- Relató y de ahí se río.- Sin embargo, cuando llegó la noche del séptimo día, los militares que avanzaban hacia la Capital y demás, nosotros nos llevamos un pequeño "tesoro" de ese país. Es algo que me repugna y mucho por lo que hice, pero era eso o volver con las manos vacías.- Dijo Midas, mientras que los demás probaban aquella bebida refrescante.

- ¿Y qué fue, Señor Pappos?.- Deseó saber Caster, dejando el vaso sobre la mesa.

- Se los diré y también les contaré quiénes son los otros de la foto: Aquí estamos el Comandante Paparanic, Scoubidouvitch, A...- En aquel momento, los ojos de Dimitri y Caster se volvieron enormes, casi saliéndose de sus cuencas.

Como impulsado desde dentro, el joven vio que alguien estaba apuntando con una Pistola Luger hacia el griego que hablaba. Intentó gritar, se movió para quitarlo de su sitio pero el tirador fue más rápido. Un tiro, una bala dio en Midas Pappos, el cual cayó al suelo, producto del impacto contra su cuerpo y el shock que le hizo perder la consciencia.

- ¡Hijo de puta!.- Gritó el marido de Caster, mientras que ellos iban a por el tirador. 

- ¡Esperen!.- Corrió Dimitri tras ellos, desenfundando su Pistola Parabellum.- ¡Llamen a un médico, de prisa!.- Pidió éste a Tintin y en medio de la conmoción, el atacante dejó caer su arma en el interior del salón. 

- ¡Santo Dios, Midas, resiste!.- Pidió Haddock y mientras que su amigo tomaba la Pistola Luger, entró el recepcionista, quien se horrorizó al ver esa escena y salió al exterior, volviendo con dos policías y los civiles que entraron para ver qué había ocurrido.- Menos mal que llegaron. De prisa, este hombre está herido, traigan a un médico.- Les dijo el Capitán.

- ¡Rápido!.- Les ordenó Tintin pero al ver esa escena y con el arma en su poder, ellos fueron puestos bajo arresto, mientras que una ambulancia iba llegando para llevarse a Midas Pappos al Hospital Central de Atenas.

Souichirou y Dimitri corrían por aquellos callejones de blanco, identificando al tirador. Caster iba con ellos y logró tenerlo en la mira.

- ¡Que no escape! ¡Hay que cerrarle el paso!.- Pidió ella y se adelantó, estando a pocos metros de distancia pero aquel hombre, el cual iba vestido completamente de blanco y con sombrero, era mucho más rápido que ellos tres. En un momento dado, tiró unos botes de basura vacíos, haciendo que rodaran. La chica fue saltándolos, uno por uno hasta que volvió a quedar atrás del oponente.- ¡Qué infeliz, ahora verás!.- Exclamó pero el fugitivo se internó en una calle repleta de gente, por lo que ella no pudo disparar, ya que eso llamaría la atención de los civiles y podrían resultar heridos.

Su esposo y el Oficial Imperial llegaron justo a tiempo.

- ¿Está bien?.- Preguntó el segundo, mientras que ella recuperaba el aliento.

- Sí, pero ese desgraciado se escapó. Entre que era más rápido y tiró esos botes de basura, lo hizo para ganar unos segundos de más.- Respondió con tono serio, buscándolo con la mirada.- 

- Debemos volver de inmediato. Miren.- Apuntó Kuzuki hacia una ambulancia que iba llegando y tras arribar al negocio de Pappos, notaron de que estaba lleno de policías y se llevaban a Tintin, Haddock y Milú en calidad de detenidos.-

- Iré a hablar.- Dijo Dimitri y de ahí fue abriéndose paso hasta llegar a los Oficiales.- ¡Esperen, son amigos míos, no hicieron nada! ¡¿Adónde los llevan?!.- Preguntaba y de ahí mostró sus credenciales del "Imperio del Este". Aquellos lo reconocieron.

- Irán a la Central, ya avisamos a la "Interpol" para que vengan aquí. Llegarán mañana, así que deberá esperar mientras tanto, Teniente Coronel. Lo lamento pero son las órdenes.- Dijo el Oficial al mando.

- ¿Podemos ir a verlos?.- Se acercó Caster.

- Sí, no hay problema con ello. Los dejo, tengo que atender este asunto. Buenas tardes.- Finalizó y partió para cumplir con sus otras obligaciones.

- Mañana llegan esos de la "Interpol", ¿qué haremos mientras tanto?.- Se preguntó Kuzuki.- El tirador desapareció, no tenemos ninguna novedad acerca de qué clase de enemigos nos estamos enfrentando y para colmo debemos esperar hasta el otro día. Esto no me gusta para nada.-

- Lo mismo digo, pero crucemos los dedos. Puede que nuestra suerte cambie.- Le tranquilizó Caster y justo en aquel momento partieron de allí. 

Mañana iba a ser el gran día.

Los dos amigos pasaron la noche en la celda, mientras que Tintin iba haciendo un "croquis" de lo ocurrido hasta ahora: Faltaban dos hombres por revelarse de la foto. Tenían a Karabine, el difunto Comandante Paparanic y Midas Pappos. No conocían lo que se llevaron desde Tetaragua, así que, una vez que fueran liberados, podrían poner manos a la obra cuanto antes. 

Esperaban ser liberados, mientras que Milú estaba con ellos en la celda, Haddock sentía que todo eso había sido en vano y que nadie los liberaría de su prisión. Sin embargo, para alivio de ellos, mientras que dormían, a la mañana siguiente, un Oficial abrió la puerta con llave e ingresó a la misma.

- Señores Tintin y Archibald Haddock.- Les llamó con sus documentos en mano.- Por favor, pónganse de pie y síganme: Serán liberados.- Informó y eso era como una brisa refrescante que expulsa al calor.

- ¿Cómo?.- Preguntó el periodista.- ¿Quiénes fueron? ¿Y cómo está el Señor Pappos?.- Se acercó al mencionado agente.

- Unos amigos suyos han demostrado la veracidad de sus palabras, por lo que son liberados de aquí y sobre su pregunta por Midas Pappos, él se encuentra bien, nada grave. Recibirá el alta dentro de poco.- Respondió con tranquilidad y le siguieron el paso hasta la Oficina del Comisario. 

Algunos ven de que, cuando sus vidas están en riesgo, siempre está ese refrán que dice "Dios cierra una puerta pero abre una ventana". En efecto, mientras que ellos iban hacia la Oficina del Comisario, en uno de los sectores de aquel edificio se hallaba Attila, quien testificaba a favor de ellos, demostrando su inocencia pero también querían conocer a los que les habían quitado de la celda. 

- Señores Tintin y Haddock.- Dijo el Comisario, mientras que se ponía de pie.- Mucho gusto y espero que lamenten este malentendido. Uno de los Oficiales Imperiales que vino con ustedes ha testificado también a su favor y, con ello, tenemos a un posible sospechoso.

- No pasa nada, lo bueno es que el Señor Pappos está recuperándose del atentado pero esto no tiene fin. Ellos seguirán atacando.- Sostuvo el muchacho, quien sostenía a Milú en sus brazos.- 

El hombre asintió con un tono serio, mientras que uno de sus Subalternos le susurraba algo al oído.

- Muy bien, que pasen. Por favor, quiero que vean a sus amigos que han venido desde Bruselas para ayudarlos.- Dijo y tras abrirse la puerta, allí aparecieron dos gemelos vestidos con camisa blanca, pantalones, saco, corbata y zapatos negros con sombreros de bombín, además de llevar un bastón cada uno en sus manos.

- ¡Que me parta un rayo!.- Exclamó Haddock, asombrado.

- Muy buenos días, amigos: Hernández y Fernández han venido a rescatarlos.- Dijeron ambos hermanos a la vez.

- Y hemos demostrado su inocencia, incluso el Señor Midas Pappos ha dado su testimonio a favor de ustedes y con ello pueden ser liberados.- Les comunicó Fernández.

- Sumado de que sus amigos también lo hicieron.- Señaló Hernández a los tres que se encontraban allí.- 

- Perfecto, mientras seamos más podremos resolver este enigma. Volvamos al "Toisón de Oro".- Dijo Tintin y se encaminaron al exterior, dejando atrás la Comisaría.

Fueron recibidos por la cosmopolita Atenas y sus calles atestadas de gente de todas las partes del Mundo, naturales y turistas, quienes deambulaban y compraban recuerdos de sus viajes. Aquellas bellas estructuras que enamoraban a más de uno y en especial cuando se trataba de la Antigua Grecia, sus Polis y Héroes tanto históricos como mitológicos que se hacían cargo de proteger y hacer prosperar a la Patria. En un momento dado, Dimitri dirigió su mirada hacia un busto levantado en una calle, justo en donde podía apreciarse la bandera del "Imperio del Este" flamear allí y se quedó quieto ante ella.

- ¿Y esto?.- Preguntó Hernández.

- El "Monumento a Crisógono Paleólogo", hermano de Constantino XI Paleólogo, el último Emperador Bizantino y quien eligió irse de Constantinopla después de su caída en Mayo de 1453 D.C, llevándose las Insignias Imperiales a Rusia, acompañado de un importante grupo de refugiados. Él es que inició la Historia de la Familia Ivanisevic, quienes aparecerían en el Siglo XVIII.- Relató con respeto hacia aquella figura.- El Linaje del "Emperador del Este", quien ahora rige el Imperio para siempre y aquel al que considero como mi hermano.- Relató Dimitri y de ahí hizo la venia militar y con el "Ave Cesar".

Permanecieron un momento en ese sitio hasta que él hubo hecho su homenaje. Pronto, desde una calle aledaña, Milú gruñó y Tintin notó a cierto hombre joven, rubio y de traje con sombrero blanco quien se iba dirigiendo hacia un negocio cercano. Entraba y de ahí tomaba asiento, por lo que el periodista siguió su ruta y vio quién era.

- Angorapoulos.- Lo reconoció el chico, parapetándose tras una pared de la barbería, mientras que el encargado le iba aplicando la crema de afeitar y luego iba por la navaja para quitar el bello facial.- Milú, ve con el Capitán y los otros, yo los esperaré aquí para seguir el rastro de él.- Le encargó esa misión al perrito.

Éste, bien inteligente, fue corriendo, bajando las escaleras de un camino y de ahí se cruzaba con un grupo de niños que querían jugar con él, pero él no se iba a detener, por lo que continuó hasta dar con la posición de sus amigos.

- Sabes mucho sobre tu Emperador.- Dijo Fernández, mientras que contemplaba el monumento.- Desde el final de la "Guerra Nacionalista", esa Dinastía se ha hecho muy fuerte e incluso tiene buenos tratos con otras Potencias.-

- Sí y es que él prefiere, siempre, mantener un equilibrio entre la paz y la guerra. Recuerdo sus palabras en donde refleja sus aires por mantener la calma y el orden pero en donde no se puede permitir un libertinaje, eso afecta a la misma estabilidad de una sociedad. Llevó su tiempo construir un Imperio pero miren cómo lo logró. Y pensar que esos malditos Mercenarios quisieron matarlo durante la guerra pero no pudieron.- Respondió el castaño, girándose hacia los demás.

- Esos son cobardes, no tienen el honor para enfrentarse cara a cara con un adversario.- Sostuvo Kuzuki.

- Y es verdad. Je, debieron ver cómo terminaron esos cobardes: Todos muertos.- Río el Oficial Imperial y justo en ese momento vio una "manchita" blanca que iba hacia ellos.

- Un momento...pero si es Milú.- Reconoció Caster al perrito y éste se detuvo, ladrándoles y volviendo por el camino que tomó anteriormente.

- Quiere que lo sigamos, ¡de prisa!.- Haddock se puso de pie de un salto y fueron tras él, siguiendo su rastro hasta llegar a la posición del periodista pelirrojo. 

Dentro de la barbería, el empleado había terminado con su labor, colocando una toalla tibia sobre el rostro del griego rubio y así aplicar la última parte. Una vez concluida, Angorapoulos pagó y se fue de allí, saliendo con rumbo hacia el Este, bajando por una calle que iba en pendiente. Protegidos contra la pared, notaron que éste seguía una ruta hacia esa zona, por lo que fueron tras él, avanzando con sigilo y manteniendo las distancias.

- ¿Qué creen que estará haciendo? ¿Adónde nos lleva?.- Preguntó Haddock.

- Va hacia el Este, allí están los Puertos. Tal vez nos conduzca a las Oficinas de "Karexport".- Respondió Tintin.- Ojo, puede ser una teoría pero tengo la corazonada de que estamos cerca de dar con el paradero del próximo miembro de la tripulación.

- Si es así, deberemos ir con cuidado, no sabemos qué clase de trucos pueden contar estos desgraciados.- Aconsejó Medea.- Lo veo fácil pero, a su vez, estaría mintiéndoles si dijera de que no hay peligro: Lo hay y es mucho más peligroso ir a ciegas.

El camino de aquel griego terminó en las Oficinas de "Karexport", allí, donde en su fachada blanca podía verse la imagen del cocodrilo rojo, símbolo de la empresa, Angorapoulos entró en el edificio, perdiéndose ante ellos.

- La Oficina Central. Esto se lo debo enviar a mi Emperador.- Dijo Dimitri y comenzó a filmarla con un celular pero, de golpe, Kuzuki le detuvo. Iba a hablarle, sin embargo, el nipón señaló un coche que salía de allí, conducido por cuatro hombres y Angorapoulos en el asiento del co-piloto.

Kuzuki buscó con la mirada algún medio de transporte para seguirles el paso y justo sintió que Tintin le tomaba del brazo, señalando hacia un taxi detenido en una esquina.

- Perfecto, ¡vengan!.- Pidió y de ahí fue para hablar con el conductor.- ¿Habla mi idioma?.- Le preguntó.

- Sí, Señor.- Respondió el chófer.

- Excelente: Necesito que siga a ese auto negro de allí.- Señaló Tintin al vehículo y sin decir nada, le pagó lo que sería el precio de bajada de bandera por aquel viaje largo.- ¡Suban, amigos!.- Les llamó y rápidos pudieron acceder al interior del coche, poniendo rumbo hacia el Norte.

[Bueno, un capítulo más nos queda y ese será más largo que los anteriores. Espero que les guste, amigos.

Mando saludos y agradecimientos para Same_kichi123 y los demás seguidores.

Cuídense y buen día de mi parte, Camaradas.]. 


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