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Capítulo III

Capítulo III:

Estaba acorralado, el sudor le caía a chorros por su frente y quedaba perlada hasta el punto en el que parecía un vidrio de alguna ventana recién golpeada por los rayos del Sol que salía en una ciudad. Tragó saliva, podía oír los pasos de los que aún estaban en las murallas, bajando las escaleras. Los sicarios que iban con él salieron corriendo y se estaban perdiendo en la lejanía, huyendo despavoridos al recibir ese mensaje que era falso, de que la Policía había sido alertada y que estaba en camino. El plan de Malik o de quién fuera el que se lo entregó, había fracasado y cuando notó que el Capitán Haddock era el primero en salir, éste dirigió su mirada hacia los atacantes armados que huían despavoridos.

- ¡Eso, huyan, rata! ¡Cobardes! ¡Atacan a uno por la espalda y no de frente!.- Les gritaba, agitando el puño en el aire, sintiendo furia al no haber podido tener unos pocos segundos para darles su merecido escarmiento por el intento de atentado contra su vida y la de sus amigos. 

Se calmó y con ello fue caminando hasta donde se encontraba Malik, quien era detenido por Tintin, dejándole sin vía de escape y más de que Milú se sumó, gruñendo hacia aquel hombre.

- Déjenme a ese tipo a mí. Lo voy a matar.- Pedía la peli lila, mientras que caminaba con paso rápido y listo para ejecutarlo.

- Espere, Señorita Elena.- Le detuvo Tintin.- Sé que está molesta y lo quieren ver muerto pero eso no nos llevará a ninguna parte.- Dijo y puso calma a las aguas.

Dimitri fue el último en salir del recinto, aún portando su Pistola Parabellum en la mano, mientras que encaraba a Malik.

- Bueno, bueno, pero si aquí hay gato encerrado, ¿no lo crees, "amigo"?.- Preguntó, con tono serio y el hombre tuvo que ceder.

- Escuchen, puedo explicarlo.- Dijo y con temor en los ojos, rogaba por su vida.

- Pues entonces habla antes de que te enviemos con la Policía.- Le advirtió Haddock y con ello fue bajando sus brazos hasta devolverlos a su posición habitual.

- Ok, ok, solo...Solo...- Pidió Malik y con ello fue buscando algo en sus bolsillos. Souichirou y Dimitri lo mantuvieron bajo vigilancia, siendo el segundo quien no se despegaba de su Parabellum, cuyo seguro estaba quitado y listo para disparar. De sus bolsillos extrajo un papel, el cual se lo pasó a Tintin.- Todo está aquí. Solo sé que me ofrecieron una cifra de 4000 Libras Turcas por guiarlos a ustedes hasta este sitio.- Les explicó.- Yo no soy un asesino, soy una víctima más, me engañaron, además de que no he visto el dinero o tal vez me lo hayan pagado de otra forma pero...

- Vaya a contarle ese cuento a su abuela, Señor. Usted es cómplice de un posible homicidio.- Intervino Dimitri, hablando con aquel tono jurídico en su voz.- 

- No, no, se los juro, nunca me dijeron quién era el que me pidió que los llevara por este tour. Solo me dijo eso, de que me pagarían esa suma de dinero pero jamás de que habría un asesinato.- Se defendió el turco pero el castaño lo miró con suspicacia y dudas.

- Culpable o inocente. Autor o cómplice, usted es una basura que puso en peligro la vida de mi esposa y la mía. Debería darle una paliza pero sería no quedar satisfecho. Lo mejor que puede hacer es no volver a aparecer por aquí, porque, de lo contrario, no seré piadoso con usted.- Le espetó Souichirou y al ver esos ojos negros, gélidos como el propio Invierno, Malik volvió a tragar saliva. Tintin, por su parte, le mostraba el recorrido que había en el papel que le entregó aquel guía turístico y con ello, aprovechando de que estaban distraídos, el hombre de traje blanco comenzó a correr cuesta abajo.

- ¡Oiga!.- Corrió Elena tras él.

- ¡Maldito!.- Bramó Dimitri pero fue tarde, éste ya se había escapado y estaba a una buena distancia.

- Déjenlo, lo importante es que nos salvamos de un intento de atentado.- Les dijo Haddock con calma, mientras que pensaba en otra cosa.- Bueno, ahora que todo concuerda con nuestro chico proveniente del "Imperio del Este" y esta noble pareja que nos ayudó, les hago esta pregunta: ¿Quieren venir con nosotros hasta el "Toisón de Oro"?.- Les hizo esa oferta.

- ¿Un viaje en barco?.- Preguntó la peli lila y miró a su marido a los ojos. Éste permaneció pensativo unos momentos.- ¿Podemos ir, cariño?. Por favor.- Aquellas tiernas y dulces palabras que empleaba le causaban un ligero sonrojo en las mejillas del segundo.

- Hmmm, no veo por qué no. ¿Cómo es?.- Aceptó el hombre y luego preguntó.

- No es el "Titanic" pero pienso darle una mano de limpieza, un poco de pintura y lo botaremos al Estrecho del Bósforo para mañana mismo.- Juró Haddock, dándoles su palabra.

- ¡Genial!.- Exclamó Elena con emoción.

- Entonces vamos, no hay problema.- Se unió el nipón.

- Cuenten conmigo. Además, no les vendrá mal un poco de Seguridad a su barco, Capitán Haddock.- Añadió Dimitri, dando un paso al frente y quedando cara a cara con él. Éste puso una de sus manos sobre el hombro derecho.

- Chico, dudé de ti pero tienes convicción y determinación a la hora de enfrentar al peligro. Me recuerdas mucho a mí cuando navegaba, incluso en las peores tempestades.- Sostuvo éste, dándole una sonrisa y con ello emprendían el regreso a los Puertos.

- De eso lo aprendí de mi "Hermano Mayor", del "Emperador del Este".- Dio a conocer ese nombre tan importante y que conocían muy bien acerca de dicha persona.

- Oh, ¿así que conoce al famoso "Emperador del Este"?.- Se acercó Tintin para averiguar más.- ¿Cómo está?.

- Se encuentra bien, como siempre, ocupado con su esposa, pero siempre tienen tiempo para todo, incluso con sus hijos.- Respondió el castaño, mientras que iban caminando hacia el navío.

- Suena interesante. Por cierto, Señorita Elena, Señor Souichirou, ¿ustedes cómo se conocieron?.- Deseó saber el periodista.- Si no es mucha molestia.

- En lo absoluto.- Habló el peli negro.- La conocí durante un viaje a Grecia, cerca de Atenas. Allí fue donde empezó todo y cuando vino a Japón, se quedó conmigo un tiempo, mientras que íbamos progresando en nuestra relación hasta casarnos.- 

- Owwww, qué tierno.- Le felicitó Haddock y lo rodeó con su brazo sobre el cuello.- Amigo mío, es usted todo un Caballero: Te has ganado mis respetos.

A pesar de esas palabras de apoyo, el rostro del nipón no parecía cambiar, en lo absoluto, de esa mirada fría y sin emoción alguna. Una que podía penetrar hasta el alma del más valiente, dejarlo temblando del miedo como una hoja ante el inclemente azote del viento gélido del Invierno. 

La tarde fue cediendo, poco a poco, a la noche y una vez que arribaron, justo cuando los últimos rayos del Sol ya se habían ocultado en el Mar Mediterráneo, descendieron a los Puertos y de ahí a las playas, en donde se hallaba anclado el "Toisón de Oro". Elena lo contempló y en especial por el estado en el que se hallaba.

- Lamento mucho de que no esté en buenas condiciones, amigos.- Se dirigió Tintin a ellos pero notó que el peli negro alzaba una mano, silencioso, en el aire, mientras que se la tomaba a su esposa e iban subiendo sin ningún problema.- Wow, ¿vio eso, Capitán?. No tienen problema.

- Los japoneses son gente muy tranquila, Señor Tintin y eso lo he visto, ya que mi familia adoptiva es de allí.- Respondió Dimitri y caminó por la rampa de abordaje. A su vez, el matrimonio ya estaba en la cubierta cuando notaron la dulce música que provenía de una armónica que tocaba el único marino a cargo del navío. Éste dejó lo que estaba haciendo y dejó la misma en sus bolsillos y poniéndose de pie para ver a los recién llegados.

- Tranquilo, venimos con ellos.- Le habló la peli lila.- Un gusto, mi nombre es Elena.

- Souichirou Kuzuki.- Añadió el otro, dándole la mano.

- Un gusto, soy Clodión, estoy a cargo del navío. ¿Y ese Oficial del Imperio?.- Preguntó el moreno, tras presentarse y señalar al castaño.

- También viene con nosotros.- Respondió Elena y de ahí lo vieron descender, casi tropezando por el peso de la rampa y sus botas de montar largas y negras.

- Ufff, casi.- Suspiró del alivio.

- Bienvenidos a bordo del "Toisón de Oro", amigos.- Les dio la bienvenida el moreno.- Comandante, buenas noches.

- Buenas noches, Clodión, ¿alguna novedad?.- Preguntó y justo el otro comenzó a buscar algo en sus bolsillos.-

- Sí, justo tenía esta noticia para usted: Llegó esta misma tarde.- Respondió y le entregó una carta.

- ¿Otra más?. Qué raro, ¿qué será ahora?.- Quiso saber y al abrirla casi se le iba el alma del cuerpo.- ¡No lo puedo creer! ¡Aumentaron la oferta por este barco!.- Exclamó, entre asombrado e indignado.

- Otro misterioso comprador y encima no dice nada de quién lo envío. Todo esto me suena a un engaño.- Señaló Tintin, suspicaz y viendo todos los antecedentes previos.

- Sin ninguna duda pero aquí no hay nada importante. En la bodega hay alfombras sin valor, a menos de que se las enviemos a los responsables.- Comentó Haddock esa noticia.

- Pero piense esto, Capitán: El que quiera comprar el "Toisón de Oro" es alguien que no conoce los límites. Yo propongo de que juguemos nuestra "partida" en todo este "Juego". Ellos quieren comprarlo sin decir nada, bueno, mi plan es el siguiente: Volver a ponerlo en marcha.

- ¿Sabes, Tintin?. Sonará una locura lo que dices...pero es cierto, chico. ¡Mañana mismo reuniré a la tripulación, Themistocles!.- Juró y lanzó un grito por su difunto amigo, ganándose los aplausos de los demás.

- Y espero de que tengan hambre. La cena está casi lista. Espero que les guste.- Añadió Clodión y les invitó a ir hasta el "Camarote del Comandante", en donde tomaron asiento. Dimitri dejó su gorra de plato Oficial sobre un perchero junto a su gabardina "Trench Coat" y de ahí vio llegar al moreno de África con una enorme cacerola, la cual humeaba un delicioso aroma.-

En ella podía verse una serie de pimientos rellenos con una mezcla de arroz, carne picada y salsa de tomate, además de que, al parecer, estaba muy bien condimentada.

- Ohhh, tenía un hambre impresionante.- Habló el muchacho de Rusia y Japón, mientras que les iban sirviente.

- Espero que les guste: "Töltött Paprika", el favorito del Comandante Paparanic.- Dio a conocer Clodión ese plato tan delicioso. El primero en probarlo fue Souichirou, quien, al principio, sintió una profunda quemazón en su boca pero se fue acostumbrando.-

- Jajajaja, cariño, tu rostro, estás igual a un tomate.- Río Elena, mostrándole un pequeño espejo en donde se veía su reflejo pero eso no le importó y, por primera vez, tras tragar aquel bocado y limpiarse la boca con una servilleta de seda blanca, lanzó una carcajada que impresionó a todos.

- ¿Quién lo diría?. Hasta las personas frías tienen su corazón.- Alegó Tintin.- Es bueno eso en medio de un misterio.

- Estoy con usted, Señor Tintin. Muy cierto.- Le respaldó Souichirou.

- Bueno y por cierto, ¿qué les trae por aquí a Estambul?.- Deseó saber Haddock, ya que desconocían la otra parte de la historia. 

- Vacaciones, más que nada.- Respondió Elena.- Souichirou se quiso tomar estas semanas para que fuéramos juntos a Estambul y por ahí seguir con nuestro viaje por Atenas.- Siguió contando la chica, mientras que Clodión tomaba asiento con ellos, sumándose a la charla y para comer.

- Ya veo, ¿y en dónde trabaja usted, Señor Kuzuki?.- Deseó saber el periodista.

- Por lo que puedo ver, de usted, Señor Tintin, es que su labor es de la prensa, un reportero. No está mal para desentrañar a la gente y confío en la información que uno le da a los otros.- Respondió con tranquilidad, alzando una mano y tomando un nuevo bocado de la comida del cocinero.- Con respecto a mi trabajo, yo soy maestro en una escuela en la Ciudad de Fuyumi, Japón, doy clases de historia y también de ética. Además de que soy uno de los más respetados y queridos en la misma.- Contó sobre su vida y labor que llevaba consigo.-

- Wow, debe sentirse muy importante dentro de esa "Escala Social".- Quedó el periodista sorprendido.-

- Es lo que uno obtiene con años de labor, sacrifico y mucho esfuerzo.- Apuntó el peli negro.

- Coincido.- Le respaldó Clodión.- Me recuerda al Comandante Paparanic, él siempre lo decía así de una: Debes ser alguien que tiene que escalar desde lo más bajo para ser lo que es. Nada de tonterías ni cosas regaladas. Lo de hoy es con sangre, sudor y lágrimas.- Y me imagino que nuestro amigo, el Oficial Imperial, también lo es.

- En efecto.- Señaló Dimitri, poniendo un brazo sobre la mesa.- Para serles sincero, mi vida estuvo cargada de tragedias desde que era niño: En 1995 perdí a mis padres en un accidente automovilístico a las afueras de Moscú. Solo recuerdo que el coche daba tumbos y giros en la carretera hasta que nos estrellamos contra una división de hormigón, provocando que ellos murieran en el acto. Yo quedé allí, entre los escombros y con la respiración entrecortada. No podía moverme, tenía heridas por todas partes y cuando escuché a los Bomberos que estaban trabajando para sacarme, solo veía un espacio en blanco. Soledad. Terminé en el Hospital y luego en la orfandad hasta ser adoptado poco tiempo después por un matrimonio de Japón. Cuando conocí al "Emperador del Este", él me vio como alguien con potencial y encima también por la tragedia. A ambos nos unía la misma: Él había perdido a toda su familia, masacrada por unos malditos Mercenarios llamados "Los Cuervos Errantes".- Iba relatando el castaño, viéndose imágenes de su Pasado y en especial de cuando lo conoció a esa persona.- Él se convirtió en mi "Hermano Mayor" y se dispuso a entrenarme. Había pasado un tiempo desde el fin de la "Guerra Nacionalista" cuando comenzó mi camino hacia lo que soy hoy en día: Me volví un Oficial Imperial, con el rango de Teniente Coronel, condecorado, con este uniforme, salí adelante, me casé y tengo cuatro hermosos hijos con la mujer que amo con todo mi corazón, además de tener nuestra casa en Tokyo, Japón.- Resaltó por sus logros.- Yo nunca busqué gloria ni poder, solo ser lo que soy, volver a hallar mí yo perdido y eso es lo que tenemos hoy, aquí, frente a ustedes.- Finalizó con calma ante los demás, mientras que volvía a probar la comida.- Mmmm, esto está delicioso, Señor Clodión, mis felicitaciones para usted.

El moreno asintió con la cabeza, mientras que Caster le acercaba el plato para pedir más.

- Si no es mucha molestia.- Dijo con un poco de timidez.

- En lo absoluto. Veo que tenían hambre. Tengan, hay suficiente.- Respondió el africano con calma y tomando la cuchara sopera para servir más.

- Ahora que lo dices, esa historia sí que es triste, Teniente Coronel.- Oyó el castaño la voz de Souichirou y el otro pudo notar que la luz daba sobre sus lentes, además de sentir ese tono tan frío y desprovisto de emociones. El peli negro alzó una mano en el aire, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para la situación.- Mi pregunta es: ¿Cómo es que consiguió escalar dentro de la "Pirámide Social Imperial?".- Preguntó con interés.

- No fue fácil: El "Emperador del Este" me entrenó por un tiempo, inculcándome en mí un sentimiento Nacionalista, de defender a la Patria y a los que amo. Me enseñó de que, a pesar de que las guerras sean crueles, también tenemos que pelear en ellas cuando los nuestros corren peligro. Mi "Bautismo de Fuego" tuvo lugar cuando atacaron unas "Futuristas" venidas de otro tiempo. Las masacramos sin piedad. Allí, él vio que yo tenía ese espíritu, igual que un "Lobo" y siempre me decía que ese animal es lo que nos distingue a nosotros: Lealtad pura, Camaradería. Todos luchamos contra aquellos que nos quieren lastimar. Fui condecorado con varias medallas y hasta me dieron el "Título" de "Hermano del Lobo".- Dimitri se detuvo un rato y pensó en su familia, sus padres, su esposa e hijos, se preguntaba qué estarían haciendo.- Hace...Hace poco, ocurrió un problema con el "Emperador": Un hijo de puta atacó a uno de sus hijos con una misteriosa bomba pero sobrevivió. Él, a pesar de ser la persona más fría, severa, autoritaria e inteligente, también es un gran padre. No quiere que nada malo le pase a los suyos, habiendo vivido lo que fue el horror de la "Guerra de los Balcanes". Aquello lo transformó en lo que es hoy en día.- Señaló y con ello volvió a probar la comida.

- Comprendo lo que debe sentirse una persona así: Sola, sin nadie, perder a los que amas por desgracias del destino pero siempre hay esperanza cuando uno cruza ese "Camino de Espinas" y consigue su meta. Cada quien lo hace a su manera, pero tampoco puedes depender de que las cosas, como una guerra, se solucionen con palabras.- Reconoció el marido de Caster.- Esa tontería del "Pacifismo" no lleva a nada. ¿Uno perdonaría a alguien que le mató a un ser querido?.

- Opino lo mismo, amigo.- Dijo Tintin.- Si quieres ganar una guerra, entonces tienes que prepararte. Muchos que pregonan por la paz, luego se inclinan por la guerra. Hay muchos ejemplos.

- En efecto, Tintin y lo mismo va para la gente que nos atacó esta tarde en la fortaleza. ¿Para qué querrían tanto este barco?. Aquí no guardamos armas ni nada por el estilo. Pero si tengo que pelear.- Haddock se encogió de hombros.- Estoy más que dispuesto a hacerlo y sin rechistar ni tampoco me va a temblar el pulso.

- Hablando de eso, cuando los conocimos en ese lugar que mencionaron, nosotros estábamos también de paseo pero creíamos que habría más gente. Llegamos a confundirlos como turistas.- Rememoró la peli lila en aquellos momentos, justo cuando se produjo el misterioso intento de atentado.

- Y Dimitri venía detrás de nosotros.- Añadió el periodista.- Ahora que lo recuerdo bien, Capitán, amigos, me vino a la mente haber visto a una persona que huía, cuando rodó ese barril de vino cuesta abajo.

- Yo estaba allí pero no pude detenerlo. Era un hombre calvo y de mediana edad.- Mostró Dimitri una foto que tomó con su celular.

- Qué cobarde querer atacarlos por la espalda; pero no sería raro de que también formara parte del plan del que contrató a Malik.- Teorizó Souichirou, mientras que tomaba una servilleta para limpiarse los labios.

- Puede ser. Él nos mostró este mapa donde tenía el recorrido asegurado. De seguro, tanto en esa calle como en la fortaleza, tenían montados varios "Puestos de Control", a la espera de poder entrar y así cometer un asesinato pero fallaron. Aún así, habrá que mantener un perfil bajo, evitar que nos vean y cubrir nuestras huellas.- Dejó Tintin ese plan sobre la mesa y así evitar ser detectados.

- Y por eso mismo reuniré a la tripulación para que podamos poner en marcha este barco. Además, el cargamento que llevamos de alfombras tiene un destinatario: Midas Pappos de Atenas.- Mencionó Haddock en aquellos momentos.

- ¿Atenas?. ¡Genial!.- Exclamó la esposa de Souichirou, emocionada por ver aquella urbe tan antigua pero volvió a tomar una postura seria.- Pero es verdad, esos tipos no se van a quedar cruzado de brazos, estoy segura de que deben de estar planeando alguna próxima ofensiva. Fallaron en la fortaleza, es obvio de que irán "escalando" para ir a por ustedes, pero que lo intenten. Les daremos su merecido.

- ¡Ese es el espíritu!.- Le felicitó Tintin.

Dimitri se sentía tranquilo y sereno, rodeado de aquella gente. En un momento dado tuvo un pensamiento fugaz por Alexander y los otros, se preguntaba qué estaría pasando en Sarajevo mientras que él estaba en Turquía y luego irían a Atenas. Era algo imposible de descifrar pero, al ver a esas personas, no sentía ninguna hostilidad ni peligro, aunque le llamaba la atención la energía que emanaban Souichirou y Elena. Deseaba saber si ese era su verdadero nombre o solo un "alias". No, no era el momento para eso, así que se puso de pie y tomó los platos de los demás, viendo de que ya habían terminado y los llevó hasta la cocina para lavarlos.

Luego de eso, el joven se dirigió a los demás.

- Me iré a dormir un rato. Mañana al Amanecer estaré listo para ayudar en el barco, Capitán Haddock.- Dijo y con una reverencia Oriental, éste se despidió de sus amigos.- Que descansen. Lo mismo para usted, Señor Kuzuki, Señorita Elena.

Una vez que éstos se despidieron, él partió para el camarote que compartiría con la pareja, ya que eran pocos pero no importaba. Dejó sus botas, se quitó el uniforme y pasó a ponerse una remera negra y unos pantalones del mismo color para descansar. Abrió la cama y se tapó con las sábanas, teniendo el "Ojo de Buey" abierto para que entrara una refrescante brisa desde el Mar Mediterráneo, mientras que el barco se mecía, amarrado a uno de los muelles, por el efecto de las olas de aquel sitio con calma, silencioso. Solo estaban ellos, metidos en una especie de "alianza" o más bien una lucha por saber qué era lo que ocurría y por qué habían personas tan interesadas en aquel barco.

Los siguientes que se fueron a acostar fue el matrimonio, mientras que Tintin permanecía en el "Camarote del Comandante". Allí, sentado en una silla y con las luces encendidas, estaba revisando cada documento, foto y recortes de periódicos en donde apareciera el difunto amigo de Haddock. Los examinaba uno a su vez, leía cada párrafo y letra que compusiera los artículos, además de ir uniendo las piezas con sumo cuidado. 

En aquel momento, la puerta se abrió y entró Haddock, el cual estaba terminando los preparativos tras haber recibido a los miembros de la tripulación que comandarían el navío de vuelta y ponerlo en acción. El hombre deambulaba y de ahí notó que su amigo estaba concentrado en su trabajo.

- Es sorprendente.- Dijo Tintin, mientras que levantaba la mirada y se pasaba la mano por la cabeza y su rostro, habiendo estado leyendo sin parar aquellos reportes. Necesitaba un descanso, parar un momento, así que se estiró y puso de pie.

- ¿Qué cosa?.- Preguntó el peli negro y barba.

- El Comandante Themistocles Paparanic: Un hombre increíble. Condecorado varias veces por su heroísmo al rescatar a sus marineros de las tempestades, incluso ayudó a un barco de pasajeros que se hundía. Detenido una decena de veces por altercados y pleitos callejeros, así como también multas por beber demasiado y conducir bajo los efectos del alcohol.- Le contaba Tintin acerca de la historia del difunto.

- Jejeje, sí, es verdad. Themistocles era alguien que no se detenía ante nadie. Concuerda con lo que dijo Clodión: Un hombre muy querido pero temperamental. Hacerlo enojar era como provocar a Dios y no había Santo que lo parara.- Río el hombre, mientras que tomaba asiento.

- Pero hay algo más. Mire.- El joven periodista tomó un artículo de un periódico, el cual estaba en español.- Paparanic salvó a una República hace unos años atrás, en Sudamérica.- Le entregó la misma y éste la leyó, en donde podía apreciarse una enorme foto en la portada, donde se hallaban el Comandante y sus Camaradas en el Balcón del Palacio de Gobierno. 

- Ohhh, sí, sí, esa historia la recuerdo: Tetaragua. Eran tiempos turbulentos en aquel Continente y cuando llegaron, ellos tomaron el poder, salvando a la misma de caer en manos enemigas.- Añadió Haddock, mirando la fotografía.- Cuántas otras historias que habrás tenido para contarme a mí, viejo amigo. ¿Cuántas?.- Pensó y de ahí vio a Rómulo, el loro del Comandante, el cual yacía despierto hasta que se fue a dormir.

- Y todavía nos queda el asunto de Karabine: Ofrecernos 600.000 Liras Turcas por un barco que no tiene valor. Yo pienso que hay algo más oculto en todo esto pero, como dijo Elena, tenemos que tener mucho cuidado en no levantar sospecha. No me fío en ese hombre.- Recalcó Tintin, mientras que iba guardando los documentos en una caja de la biblioteca, a salvo y para que nadie la viera.

- Tú tranquilo. Los de la tripulación son de fiar, así que no nos tenemos que preocupar. Además contamos con Souichirou, Elena y el Oficial Imperial Dimitri, que intente cualquier jugada esos tipos que los mando a atar al palo mayor.- Le prometió Haddock y se puso de pie, bostezando.- Bueno, me iré a descansar. Mañana será un día largo. Ve tú también a dormir un rato, Tintin.- Le propuso y tras despedirse, apagaron las luces del barco.

Al día siguiente, el Sol comenzaba a salir, sus rayos dorados se reflejaban sobre las frías aguas del Mar Mediterráneo y éste, sin parar, continuaba con su labor en el paso de barcos y otras embarcaciones navales. En el "Toisón de Oro", el Astro Rey se había filtrado en el interior del camarote donde dormía Dimitri y éste, al sentir un ligero resplandor en sus párpados, abrió los ojos y supo de que ya era hora de levantarse. Fue hasta el baño y se lavó, tomó su uniforme y se vistió con rapidez, viendo de que Elena y Souichirou no estaban en la cama que compartían, así que salió disparado hacia el pasillo, cerró la puerta y corrió hacia el exterior, llevando su gabardina y gorra de plato Oficial en sus manos.

- ¡Wow, cuidado, amigo!.- Le detuvo Tintin, quien lo frenó a tiempo.

- ¿Llego tarde?.- Preguntó el castaño, mirando hacia afuera.

- Tranquilo, apenas están empezando. Será mejor que vengas a desayunar, todavía no hemos zarpado.- Le habló el joven periodista, mientras que lo conducía hacia la cocina. Allí estaban desayunando Clodión junto a tres hombres que conversaban en griego y turco. El Oficial Imperial fue hasta otra mesa, ante la mirada de los nuevos integrantes, mientras que Souichirou y Elena estaban afuera, tomando un café.

- Muy bien.- Oyeron la voz del Capitán Haddock.- Hora de ponerse a trabajar: Partiremos dentro de unos 30 minutos para Atenas, Grecia.- Informó éste.- Yefima, Angorapoulos y Attila, vayan a sus puestos. Ustedes limpiarán la cubierta. Dimitri, te necesito en la cabina de mando.- Impartió las órdenes.

- A sus órdenes, Comandante.- Respondió el castaño con la venia militar.

Angorapoulos era un hombre que debía de tener unos 29 a 30 años, se lo notaba en su plena juventud y de que tenía el cabello rubio, mientras que Attila rondaba la mediana edad, tal vez unos 45-50 años, al igual que Yefima, el cual provenía de Turquía, calvo, salvo por un bigote negro y era bastante obeso pero no importaba, era la tripulación que Haddock había reclutado y que sirvieron con el difunto Paparanic.

- ¿Nosotros también haremos algo, Capitán?.- Se acercó Elena.

- Mmmm, sería de muy mala educación ponerlos a trabajar a ustedes pero debe haber un equilibrio. A ver, déjenme pensar...- Pidió el hombre, ya que la vergüenza le atenazaba con hacer eso ante ellos.- ¿Alguien sabe leer mapas?.

- Yo.- Se acercó Elena, dando un paso al frente.

- Yo también y también puedo emplear mis otros conocimientos en el manejo del barco.- Se unió el peli negro, mientras que Angorapoulos los miraba con desdén, retirándose para hacer su trabajo junto a los otros. 

- Perfecto, así me gusta. En marcha, amigos, que zarpamos.- Anunció Haddock.

Yefima trajo una cubeta con agua y el trapeador, iniciando su labor en la limpieza de cubierta, así como también en los bordes, quitando manchas y polvo acumulado. El Capitán, desde la cabina de mando, en compañía de Dimitri, ordenó a los otros dos tripulantes de que soltaran las amarras, haciendo sonar la chicharra que daba el aviso de zarpar. 

- ¿Cómo va el camino, Dimitri?.- Preguntó el peli negro al Oficial al mando de la radio de comunicaciones.

- Ruta despejada, Mi Comandante. Las coordenadas enviadas desde el "Puesto de Avanzada Imperial" de Estambul.- Respondió y tras copiarlas en una libreta, se la pasó a Haddock.

- Oh, perfecto: Atenas. Muy bien, chico.- Le felicitó y con un asentimiento de cabeza, el joven regresó a su estación. El otro tomó un megáfono de color dorado y lanzó una nueva orden.- ¡Todos a sus puestos, salimos con rumbo al Puerto del Pireo, en Atenas!.- Anunció a viva voz. Yefima había terminado con su labor de la limpieza y partió para efectuar otra orden, mientras que Souichirou y su esposa se encontraban en el "Camarote del Comandante" junto a Tintin y Milú.

La Sala de Máquinas estaba encendida por el turco obeso, impulsando al barco de que iniciara su marcha. Pronto, paso a paso y movido por los motores, el combustible y las olas, inició su marcha hacia su destino.

- Permítame.- Pidió el peli negro, dándole una mano para acomodar unos papeles sueltos y justo vio el periódico de "El Sol de Tetaragua".- Hmmm. No me lo esperaba.

- Tanto yo, pero se nota de que este hombre tenía aventuras muy interesantes, al igual que nosotros.- Indagó Tintin, quien estaba guardando los otros documentos en una caja de seguridad.

El marido de Caster le devolvió el papel.

- Guárdelo bien, no me fío de esa gente, sobre todo de Angorapoulos, tiene un semblante de desconfianza, como si estuviera listo para atacar en cualquier momento. ¿De dónde lo sacó el Capitán?.- Le dio éste ese consejo.

- Su "Hoja de Servicios" dice de que fue tripulante del "Toisón de Oro" cuando estaba bajo el mando de Paparanic pero hasta ahí. Nada más que eso.- Respondió el periodista.- Ahora que lo dice...- Hizo un gesto para que solo ellos lo oyeran.- Debemos seguir manteniendo todo esto en secreto, ¿quién sabe si son enviados de Karabine?.- Preguntó, casi en voz baja, llevando a que ambos asintieran.

- Estoy de acuerdo. Todo rastro de información debe quedar entre nosotros, cubrir nuestras huellas también será de suma importancia. Nadie hablo con otros. Solo los que estamos aquí.- Indagó "Elena" y de ahí sintieron el movimiento del navío que se desplazaba hacia Atenas.

Justo en ese momento, alguien llamó a la puerta y allí estaba Attila, de pie frente al umbral.

- Komutanın size ihtiyacı var Bayan Elena. [El Comandante la necesita a usted, Señorita Elena].- Les habló aquel sujeto de mediana edad en turco.

- ¿Cómo?. Yo no hablo ese idioma.- Quiso saber ella, girándose, encogida de hombros, dudosa.

- Parece que el Capitán Haddock quiere verla. La acompaño.- Se ofreció Tintin, mientras que la llevaba hasta la cabina de mando, llevando a que Attila les dejara el paso libre. Éste intercambió una mirada con Souichirou pero no dijo nada más. Se retiró hasta su "Camarote", en donde Angorapoulos le estaba esperando para jugar a las cartas. 

Desde su puesto de mando, Haddock intentaba comunicarse a través de la boquilla que tenía el navío pero éste se dañó, por lo que tuvo que buscar a alguien de que le hiciera el trabajo.

- Capitán, la Señorita Elena.- Hizo acto de presencia Tintin con la chica y su perro.

- Gracias, amigo. Te lo agradezco.- Le agradeció.- Seré rápido, Señorita: Tengo que comandar el barco y al ser tan viejo no quiero que se dañe, ¿podría trazarme en los mapas nuestra ruta de navegación y dejarlo a mi lado?.- Pidió.

- Con gusto. Déjemelo a mí.- Aceptó ella el trabajo y de ahí lo realizó en pocos segundos, dándoselo.

- Wow, qué rapidez pero mejor. Eso es todo, gracias.- Le agradeció, mientras que seguía llamando a Yefima, quien no respondía hasta que, justo cuando la peli lila bajaba las escaleras con tranquilidad, se topó con el turco obeso, casi chocando.- ¡Ahí estás! ¿Acaso tengo que enviarte una paloma mensajera?. No importa. ¿Cómo va la "Sala de Máquinas"?.- Le preguntó y comenzaron a charlar del asunto.-

- Todas las máquinas están funcionando como es debido. No hay fuga ni daños.- Informó el tripulante.

- De acuerdo. Ahora necesito que repares la boquilla de órdenes, se ha dañado.- Le encargó ese trabajo y no dijo nada, solo cumplió como debía hacer.

A su vez, Caster iba tranquila por el pasillo cuando, de golpe, ésta chocó con cierto rubio griego, el cual la miró despectivamente.

- Tenga más cuidado por donde va. Esto no es un parque.- Le aconsejó la peli lila.

- Cómo si me importara.- Respondió Angorapoulos con un tono despectivo, casi de desprecio, por lo que ella lo miró con asco.

- Maleducado.- Le espetó y él la agarró del brazo.

- Tendría que tener cuidado con lo que dice y sobre todo de lo que habla con los demás.- Dejó ese mensaje pero cuando estaba por seguir hablando, notó que alguien venía.

- ¿Qué está haciendo? ¿Qué le hizo a mi esposa?.- Preguntó Souichirou. El rubio griego la empujó y ésta casi tropezaba contra el suelo pero fue agarrada por su marido. -

- Que aprenda a no abrir la boca y a no chocarse con los otros.- Respondió el otro y se fue de allí.

Ella alzó la cabeza, el semblante del peli negro estaba en un modo mucho más frío y apretaba sus puños con fuerza.

- La próxima le saco la cabeza de cuajo.- Juró pero se contuvo. No era el momento de iniciar una pelea a bordo.

- Ah, aquí están, ¿qué pasó?. Escuché una discusión.- Se acercó Tintin.

- No fue nada, solo con el idiota de ese griego.- Respondió el peli negro, mientras que iban hacia donde estaba el "Camarote del Comandante".

- Yo les dije que ese Angorapoulos no me caía bien en lo absoluto.- Apuntó Elena y cuando Tintin iba a abrir la puerta, escuchó que alguien estaba hurgando en la zona, por lo que abrió la misma y se topó con aquel mismo hombre, el cual estaba buscando información entre los documentos de Paparanic.- ¡Maldito hijo de puta!.- Exclamó ella.

- ¡¿Qué hace aquí, Angorapoulos?!.- Preguntó el pelirrojo, dando un paso al frente. El griego reaccionó y sacó una navaja, la cual estaba bien afilada y brillaba ante la luz.-

https://youtu.be/Pv3lpoT9zXo

- Estoy haciendo mi trabajo, Señor Tintin, Señorita Elena. Y si me disculpan, ya han visto demasiado.- Respondió con desafío y cargó contra ambos. La chica fue más rápida y le dirigió una patada en la costillas, sacándole el aire de sus pulmones pero no soltaba la navaja. Con una leve recuperación, el oponente regresó con su ataque. Souichirou logró contrarrestarlo con un fuerte golpe en la boca del estómago, aunque seguía ofreciendo resistencia.

La pelea se había vuelto infernal. En un momento dado, el marido de Caster y Tintin fueron a por el rival para inmovilizarlo pero éste consiguió arrojar al joven contra un escritorio, el cual se quebró a la mitad, regando sus astillas por todas partes. Pero eso no lo detuvo, mientras que el segundo contenía la embestida, Tintin consiguió tomarlo por la espalda, al igual que un jinete a un caballo salvaje, aplicando sus técnicas de "Judo". El griego seguía siendo muy feroz con su navaja, con la cual trazaba varios tajos en el aire, dispuesto a todo para cumplir con su meta. En un momento dado, Elena volvió a la carga y con ello le dirigió un último golpe, el cual, unido al "Judo" de Tintin y la fuerza de Souichirou, consiguieron doblegar a Angorapoulos, quien cayó al piso, inconsciente tras recibir un golpe que lo dejó fuera de combate.

- ¡Iré a por el Capitán!.- Dijo Souichirou y corrió hacia el exterior. Attila y Yefima vieron lo ocurrido pero no dijeron nada.

En la cabina de mando, Haddock se encontraba siguiendo la ruta trazada por Caster en el mapa, mientras que Dimitri seguía al mando de la radio de comunicaciones.

- Llegaremos al Pireo en unas horas. Espero que de que no nos toquen mareas agresivas o nos demorarán.- Sostuvo el "Viejo Lobo de Mar".-

- No se preocupe, Comandante: Confío en la información de la estación naval del "Puesto de Avanzada Imperial" en Estambul.- Le tranquilizó el castaño cuando, de golpe, oyó que alguien las escaleras metálicas con rapidez.

- Souichirou, ¿qué ocurre?.- Preguntó Haddock.

- Será...mejor que venga, Capitán y traiga una cuerda para amarrar a un prisionero: Angorapoulos...Lo encontramos revisando los documentos del Comandante Paparanic y nos atacó con una navaja pero conseguimos detenerlo. Está inconsciente, en el camarote.- Informó el peli negro, por lo que el otro sintió rabia al ver de que tenían a un posible infiltrado de los misteriosos atacantes de Estambul. 

- Descuida: Hicieron bien. Dimitri, llama a Yefima para que venga aquí y tome el mando mientras voy a encargarme de esa rata de mar.- Le encargó esa misión y siguió al otro, escaleras abajo hasta el pasillo con una soga para retenerlo y así enviarlo a las Autoridades Griegas cuando llegaran a su destino.

El turco llegó y le indicaron lo que debía hacer. Por su parte, Haddock ató al infiltrado y quedó confinado en uno de los camarotes para que no se escapara, quedando Souichirou a cargo de vigilar la puerta. 

Sobre la cubierta, Caster había salido para tomar aire y disfrutar del día. La misma estaba limpia y brillaba con los rayos del Sol, mientras que el mar los iba impulsando a su destino.

- Es una belleza vista. Nunca creí que volvería a ver algo como esto.- Decía la joven, maravillada.- Hablo del Mar Mediterráneo...Tantos recuerdos, tantas historias...tanto...que perdí.- Dijo y eso llamó la atención de Haddock y Tintin, los cuales iban charlando y la oyeron hablar.

- ¿Disculpe?.- Preguntó el periodista, tomando por sorpresa a la chica, quien se volteó, casi con un espasmo de miedo en su rostro.

- Te oímos hablar sola. ¿Pasa algo?.- Se acercó Haddock.

- No, no, no, tranquilos, estoy bien. Solo que...- El tono de voz de la joven parecía tranquilo, alegre pero, al volver la vista a Grecia, su corazón parecía que se encogía, sus manos temblaban sobre la barandilla de acero y parecía que intentaba reprimir el llanto.

- ¡Señorita Elena!.- Corrieron ambos amigos.- 

La muchacha estaba derramando lágrimas desde sus ojos, las cuales, brillantes ante el Sol, empapaban la cubierta. Aquel grito llamó la atención de Dimitri, quien salió corriendo desde la cabina de mando para ver qué ocurría.

- ¡Busca a Kuzuki, de prisa!.- Pidió Haddock.

- ¡En seguida!.- Respondió.- Mantén el rumbo del barco como te dijo el Capitán. Yo ya vuelvo.- Dijo y corrió hacia los pasillos.

Allí se encontraba el peli negro, vigilando al infiltrado cuando notó que cierto Oficial Imperial llegaba hasta él.

- ¿Qué pasó? ¿Otro traidor?.- Preguntó el nipón.

- No, es su esposa, algo le pasa.- Le contó y, por primera vez, el joven notó, en el rostro de aquel sujeto, una expresión de miedo.- No hay tiempo. Sígame.- Pidió y corrieron hasta llegar a la cubierta.

Allí, Haddock y Tintin habían ayudado a la muchacha para ponerse de pie, estando muy débil.

- ¡Elena!.- Oyó ella la voz de su marido y éste fue hasta ella. Fue corriendo hasta donde se encontraba, ella alzó la vista. Una "neblina" le cubría la misma y, por un momento, juraba haber visto a aquel guerrero y Príncipe de Tesalia, el cual había partido para buscar el "Vellocino de Oro" y salvar a su Reino del usurpador de su tío. Pudo haber sido una historia con un final feliz...pero todo acabó en tragedia. Luego llegó aquella noche de lluvia sobre Fuyumi, las escaleras, el frío, el templo, ya no tenía a nadie para que la ayudara hasta que...él llegó.

Los brazos de Souichirou la rodearon con fuerza, abrazándola y llevando a que ella pudiera quitarse ese dolor del Pasado que portaba consigo. Él pasó su mano por los cabellos de la joven, sin dejarla por ni un solo momento. 

- Los dejaremos a solas, amigos.- Les dijo Tintin y allí quedaron, en silencio, mirándose profundamente, mientras que la peli lila se quitaba las lágrimas de sus ojos.

- Lo siento, yo...yo creí que podía hacer frente a esto pero...- Se intentó disculpar pero él la detuvo.

- No hace falta que pidas perdón, ¿por qué?. Si no hiciste nada. Entiendo lo que Grecia te trae de recuerdos pero nunca más estarás sola. Yo te amo y te acepto como eres.- Le dijo y sintió la calidez de sus palabras, el apoyo que tanto necesitaba y de que era feliz al lado del hombre que amaba.

Pronto, ambos se besaron tiernamente, sintiendo el calor de sus cuerpos pero aquella alegría duró poco, ya que un alguien consiguió aprovechar esa distracción y meterse en el camarote donde estaba detenido Angorapoulos, desatarlo y con ello fue conducido hacia uno de los botes salvavidas.

- Encárgate de que no me sigan. Si intentan ir tras el Jefe, ya sabes qué hacer.- Le encomendó aquel griego a su colega.

- Descuida, lo tengo todo en la bolsa.- Respondió el otro y con ello partió hacia donde se encontraban los otros, justo cuando Haddock iba a inspeccionar al prisionero y se topaba con que éste se había fugado y aprovechando ese tiempo, el enemigo pudo descender el bote y remar lejos del "Toisón de Oro" con rumbo a Estambul.

- ¡Toda la tripulación reúnase en la cubierta!.- Llamaba el Capitán con el megáfono.- No me lo puedo creer: Alguien soltó a esa rata de Angorapoulos.- Les contó a los presentes y tras reunirlos, intentó sacarles información a Attila y Yefima pero ninguno comprendía su lengua, además de que ninguno parecía tener en cuenta de lo acontecido. 

Haddock tuvo que tomar una decisión y fue continuar con el viaje hasta Atenas. Llegaron pero el mismo no iba a estar libre de peligros. Una vez que atracaron en los Puertos del Pireo, lanzando las amarras a los cabos, ordenó descender las alfombras a un camión que los estaba esperando para llevarlas hasta una tienda en particular, cuyo propietario las estaba esperando.

- Capitán, sobre lo ocurrido conmigo, yo... Quisiera disculparme.- Oyó la voz de Elena.

- Tranquila, sé lo que se siente el perder a alguien, Señorita. Pero no fue su culpa. Alguien de mi tripulación fue el responsable pero no descansaré hasta dar con ese miserable. Se nos escapó una vez, pero la próxima no tendrá tanta suerte.- Prometió el hombre.- Ahora, disfruten de este Paraíso. Tintin y yo iremos para la tienda de un tal Midas Pappos para entregarle la mercancía y volveremos. Clodión estará a cargo e impartí la orden de que nadie baje a tierra firme.-

Ella se sintió tranquila consigo misma, mientras que los otros partían para buscar aquel negocio, ella y su marido salieron a recorrer Atenas, sin ver que Attila, de golpe, dejaba el barco y se dirigía hacia una cabina telefónica, en la cual fue para llamar a un número desconocido.

[Ufff, más de 7000 palabras, Dios, sí que estaba inspirado pero bueno, mejor así. Por otro lado, el grupo llegó a Atenas tras un par de periplos. ¿Qué les esperará allí? ¿Darán con el misterioso Midas Pappos?. Eso lo veremos en el capítulo que viene.

Cuídense, amigos. Mando saludos y agradecimientos para Same_kichi123 y los demás seguidores.

Cuídense y buen día de mi parte, Camaradas.

Hasta la próxima.].



  




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