Guardián de los secretos
Sebastián Pierce.
La biblioteca esta casi vacía a esta hora de la noche y más silenciosa de lo normal. Su cabello rojo es lo primero que veo y después a Rafael y Nicolás. Los tres están sentados en una mesa con un montón de libros estudiando para la semana de exámenes.
-¿Dónde esta Henry?-les pregunto.
-Con una rubia.-me responde Rafael.
-Espero que la rubia pagué sus estudios si pierde la beca.
Si hay algo que todos tenemos en común es que somos becados. Rafael no lo necesita porque sus padres pueden pagar sus estudios pero él no quiere utilizar el dinero de sus padres.
-Esta mal.-le dice Amelia a Nicolás.
Y veo como Rafael también se inclina sobre los apuntes de Amelia para poder copiarlos. Amelia se da cuenta y golpea su brazo pero extiende su cuaderno hacía él.
-Somos un equipo.-le dice ella.-Y nos vamos a graduar juntos.
Veo como Rafael le da un beso en su cabello rojo y empieza a copiar sus apuntes. Nicolás envuelve en sus brazos a Amelia y ella le sonríe con complicidad. Cuando empezaron a salir creí que no durarían ni un mes, ambos tienen carácter fuerte y estaban discutiendo casi todo el tiempo pero aquí están en su último año en la escuela de derecho y siguen juntos, motivándose mutuamente e impulsando al otro hacerlo mejor. Son un equipo. Pero no los entiendo, no entiendo como pueden estar seguros que van a durar por siempre, como pueden sentarse ahí y creer que su amor es lo más fuerte que hay. Jamás entendido la necesidad que tienen las personas de amar y ser amados, la necesidad que tienen de buscar amor como si no existiera nada más. No creo que sea algo que yo pueda llegar a sentir.
-Espero que siempre estemos para apoyarnos, que si llamamos a uno de nosotros a las tres de la mañana estemos seguros que van a contestar.-dice Rafael.
¿Cuántas tazas de café a tomado?
-Si me llamas a las tres de la mañana por supuesto que voy a contestar, para mandarte a la mierda, claro esta. Ahora deja el sentimentalismo y sigue estudiando.-le dice Amelia.
Todos nos reímos.
-Estoy seguro que mi hermosa novia será la mejor estudiante de nuestra promoción.
-Eso puedes apostarlo.-le dice ella.
-Yo ya estoy planeando la gran fiesta que vamos a tener después de estos exámenes.-nos dice Rafael.
Amelia empuja sin mucho disimulo un libro abierto hacia mí y me da una de sus famosas miradas que suelen helar tu sangre.
-Ya puedo oler el éxito.-nos dice Rafael.- Yo huelo a éxito. Yo soy éxito.
Leo la página una y otra vez pero me cuesta concentrarme en lo que dice.
-¿Qué te tiene tan distraído?-me pregunta Amelia.- Acaso alguna mujer a robado tu frío y duro corazón.
-Por supuesto que no, Amy, mi corazón esta a salvo.
-Sucederá, en algún momento alguien va a robar tu corazón y tendrás que invitarme una copa para hablar sobre tus problemas sentimentales. Y tiene que ser una copa de un wiski muy caro.
-¿Cómo sabes que tendré problemas?
-Yo lo sé todo y además, eres tú, es obvio que tendrás problemas.
Nicolás y Rafael están sumergidos en gruesos libros y no están prestando atención a nuestra conversación.
-Gracias por ser siempre tan optimista.
-Es una de mis mejores cualidades.
Me dice ella con una enorme sonrisa.
-No todos estamos buscando el amor, Amelia.
-El amor no se busca, simplemente llega. Con fuerza y sin avisar, te golpea y no hay nada que puedas hacer para evitar la caída.
Ella inclina un poco su cabeza y sus ojos verde azulados me miran como si pudiera leer mi alma, si es que tengo una.
-Y te van a romper el corazón.
-¿Porqué me dices eso?
-Porque piensas que no mereces amor y por ese estúpido pensamiento no te atreves a luchar por lo que amas. Si amas a alguien se lo dices, no te callas, le dices aunque su respuesta te lastime. Si amas alguien te arriesgas. Y tú mi amigo no lo vas hacer, por eso van a romper tu corazón.
18 de Mayo del 2019
Es fácil para mi distinguir su cabello rojo en medio de la multitud. Su elegancia choca con la informalidad del bar y la hace sobresalir pero eso es normal en ella, Amelia siempre sobresale. Mientras camino hacía la barra donde ella está sentada un hombre toca el hombro de ella.
-¿Este asiento esta vacío?-le pregunta el hombre con una sonrisa que ella no llega a ver porque no se gira para mirarlo.
-Sí y este también lo estará si te sientas.
No puedo evitar reírme y preguntarme como hace Nicolás para manejar ese carácter.
-Lamento llegar tarde.-le digo.
El hombre se aleja sin decir nada y yo me siento a lado de Amelia. Pido una cerveza y conduzco Amelia hacía una de las mesas alejadas para poder conversar. El suave sonido de sus tacones golpeando contra el piso del bar es tan característico de ella. Uno sabe que Amelia se acerca por el sonido de sus tacones.
-¿Porqué estoy aquí?-me pregunta ella cuando nos sentamos.
No es una mujer que se ande por las ramas.
-Estas aquí para disfrutar un trago conmigo. ¿Es eso un crimen?
Ella me mira con una ceja enarcada y le da un sorbo a su wiski.
-Sabes que siempre disfruto beber un trago con un amigo, incluso si ese amigo eres tú. Pero ambos sabemos que no estoy aquí solo por eso, así que te vuelvo a preguntar ¿Porqué estoy aquí?
Choco mi botella de cerveza con su vaso de wiski. Ella se sienta con un brazo sobre el respaldo de la silla de madera y me lanza esa mirada que utiliza cuando uno de sus clientes esta omitiendo algo y ella lo sabe porque ella siempre lo sabe todo. Es esencial con este trabajo saber las cosas que los demás tratan de ocultar.
-¿Cómo esta Nicolás? ¿Cómo van las cosas en tu matrimonio?
Siempre me llevé mejor con ella, Nicolás también es mi amigo pero siempre tuve debilidad por Amelia.
-Hace dos noches llegó a casa y dijo que quería que lo intentemos.
-No sabía que estaban separados.
-No lo estábamos pero era como si lo estuviéramos. Pero ahora quiere intentar que las cosas sean como antes.
-¿Tú que quieres?
Ella me sonríe.
-Lo que todos queremos, viejo amigo, ser feliz.
Ella levanta el vaso y mueve el contenido sin apartar su mirada de mí.
-¿Crees que te está engañando?
Ella mueve la cabeza.
-No, lo conozco, él no sería capaz de eso y si lo hiciera yo me daría cuenta. Lo conozco desde hace doce años, Sebastián, fue mi amigo antes que mi esposo. Pero a veces las cosas cambian, él ha cambiado y yo también lo hecho y esos cambios han afectado nuestro matrimonio. Pero el amor sigue ahí o ese es mi consuelo cuando él llega tarde o en los días que no lo veo.
Ella habla de forma tranquila, tratando de no poner demasiada emoción en lo que dice. Puedo ver que parte del problema es el trabajo, ambos son algo obsesivos con el trabajo pero Amelia lo puede controlar, Nicolás se deja llevar.
-Lo van a solucionar, son Amelia y Nicolás, pueden con eso y más.
Ella asiente lentamente meditando lo que acabo de decir y tal vez pensando en aquello que él le dijo hace dos noches.
-¿Porqué yo? No me malinterpretes, me halaga que pienses en mí y me invites un trago para hablar de tus problemas pero ¿Porqué yo? De todos tus amigos me elegiste a mí, debe haber una razón y me gustaría saberla.
Cuando la invite esta tarde a beber una copa después del trabajo y ella aceptó sin hacer más preguntas supe que no la tendría tan fácil en la noche. Pero es ella porque lo supo incluso antes que yo, ella predijo la tragedia. Si debía hablar con alguien sobre esto tenía que ser ella.
-Porque tú no me vas a juzgar por lo que te voy a decir.
-Por supuesto que te voy a juzgar, para eso estamos los amigos.
-Los amigos no se juzgan.
-¿Quién te dijo eso?
Ella levanta su vaso vacío en mi dirección y yo tomo su vaso para llenarlo con más wiski.
-Te llame porque no eres amiga de Jaime, porque no vas a juzgar lo que hecho basado en lo que sabes de él.
Cuando la conocí su inteligencia llamo mi atención, no vi primero sus ojos verde azulados o sus piernas, fue su inteligencia lo que me atrajo de ella. No voy a negar que ella me gustaba pero siempre fue algo platónico. Jamás he pensado en ella de otra forma y dudo que ella piense en alguien más que no sea Nicolás. Amelia es una persona inteligente y sé que ella me va a poder ayudar.
-Fiat iustitia ruat caelum.
Cuando ella dice eso es fácil para mi volver a la época de la Universidad donde todo era más sencillo y nuestra mayor preocupación eran los exámenes y elegir en que rama del derecho nos queríamos especializar. Cuando creía que jamás me iba a enamorar y mi corazón estaba a salvo.
-No necesito un consejo, Amelia, solo quiero que me escuches. Necesito que alguien lo haga.
-Te escucho, Sebastián, siempre te escucho.
-Lo sé.
Sé que debe ser difícil para ella no decir nada ante esta situación, ella esta casada y sé que aunque trate de evitarlo mientras yo le cuento lo que ha estado pasando ella no puede evitar ponerse en los zapatos de Jaime. Pero ella no dice nada y solo se dedica a escuchar. Cuando termino de hablar ella da un sorbo a su tercer vaso de wiski.
-¿En que momento de la historia sale el hada madrina y transforma su vestido en uno de novia? Sé realista Sebastián, esta es la vida real no un cuento de hadas. Aquí solo eres el hombre que se acuesta con la esposa del hermano y ella es una adúltera egoísta. Si quieres suavizar la historia poniendo el amor sobre la mesa, bien, puedes hacerlo pero eso no cambia los hechos.
-Se objetiva, Amelia, no quiero la charla del mal hombre que soy.
-¿Qué es lo que quieres? Y estoy siendo objetiva, en los casos de divorcios pocas veces he visto que las mujeres pidan el divorcio y escojan a su sucio amante en lugar de su esposo. La única forma de divorcio que veo aquí es que tu hermano se enteré de la verdad ¿Pero esa es la clase de hombre que quieres ser? ¿Esa es la clase de hombre que ella se merece? No conozco a Jaime y lamento que estés enamorado de la esposa de tu hermano. Pero invierte los papeles, cambia los roles e imagina que tú eres el esposo y ella te engaña con tu hermano, no es una imagen agradable ¿Verdad? Bueno, sucio amante, multiplica eso por diez y así es como se va a sentir tu hermano porque él también la ama.
Ella esta claramente molesta y yo también lo estoy, sabia que ella no me iba a decir exactamente lo que yo quería escuchar pero tampoco esperaba tanta franqueza en sus palabras pero es Amelia. De todas formas me siento mejor después de haber hablado con alguien sobre lo que está pasando, alguien que no tenga que ver a diario, alguien que no va juzgar cada palabra o cada movimiento. Alguien que me va a escuchar y al salir de este bar hará como si nada paso. Rafael no me diría nada por un momento y después probablemente me diría que debo parar y que piense en Jaime. Mila me mataría antes de dejarme terminar y no puedo hablar con Henry sobre esto. Amelia es la única amiga que me queda para hablar sobre mis problemas. La única que me dijo hace años que debía hacer para evitar estar en esta situación. Si tan solo la hubiera escuchado. Si tan solo hubiera dicho te amo a tiempo.
-Si hay algo más fuerte que el amor que sientes es la culpa que ella esta sintiendo. Ella no va a dejar a tu hermano, se quedará a su lado y tratará de compensar todo el daño que le esta haciendo con su traición.
-¿Cómo lo sabes?
Ella me da una misteriosa sonrisa.
-Porque si en sus planes estaría dejarlo lo hubiera hecho hace cuatro meses, hace tres o hace dos meses. Pero no habla sobre eso porque no lo va hacer.
Ella bebe todo el contenido de su vaso y se levanta, la veo colocarse su abrigo negro y extiende su mano hacía mí. Tomo su mano y me lleva fuera del bar. Nos recostamos en la pared mirando hacia la fila de autos.
-Lamento reventar tu burbuja de felicidad.-me dice ella con sinceridad.- ¿Quieres que te lleve a casa?
-Vives al otro lado de la ciudad.
-Gracias por decir lo obvio, si vivo al otro lado pero no soy yo quien acaba de descubrir que su cuento de hadas podría no tener un final feliz.
-Estaré bien.
-Y yo soy Peter Pan.
Le doy un beso en su mejilla.
-Vamos, déjame llevarte a casa y así me quedo más tranquila.
Ella me jala hasta su Mercedes negro e incluso me deja escoger la música.
-Es una buena persona, no la conozco pero por lo que me has contado puedo ver que es una buena persona. Sé el hombre que ella se merece, sé el hombre que sé que eres. Debes hacer lo correcto.
Hazel es mi mejor amiga, en otras circunstancias seria ella con quien estaría hablando, ella me conoce mejor que nadie y ella siempre sabe que decir para hacerme sentir bien. Pero no puedo hablar con Hazel ahora.
-Buenas noches, viejo amigo.
-Buenas noches, Amelia, gracias por hacer tiempo para mí.- le doy un beso en la mejilla y abro la puerta del auto.- Amelia, si amas a alguien se lo dices, incluso aunque ese alguien sea tu esposo. Tal vez todo lo que ustedes necesitan es recordar cuanto se aman.
Ella se recuesta en el asiento con una enorme sonrisa.
-Y aqui estoy, recibiendo consejos de amor de Sebastián Pierce ¿Quién te cambio así? Hazel debe ser aún mejor de lo que yo creía. Tomaré en cuenta tu consejo y tú recuerda el mío. Eres un gran hombre que merece a alguien que lo ame todo el tiempo y no solo por momentos. No te conformes con menos.
Me bajo del auto y camino hasta mi casa, cuando entro las luces están encendidas y veo a Hazel de pie mirando hacia el jardín. Al mirarla me doy cuenta que Amelia tiene razón, ella no va a dejar a mi hermano. ¿Porqué siempre tiene que ser él?
-Hazel.-la llamo y ella se gira despacio y sus redondos ojos avellana me miran.
Ella no va a dejar a Jaime y yo siempre seré el sucio amante, ella no me va a elegir sobre mi hermano. Siempre pondrá los sentimientos del buen Jaime antes que los míos. Siempre seré su sucio secreto.
La ilusión nunca se convirtió en algo real.
-Sebastián.-me dice ella imitando mi tono de voz.
-Quiero que dejes a Jaime.
Lo dije, he puesto las cartas sobre la mesa y ahora ella sabe mis intenciones. Sabe que la quiero a ella, no por horas o a escondidas. La quiero todo el tiempo y sin secretos.
-¿Y después qué?-me pregunta ella.
Se detiene en medio de la sala y pasa con nerviosismo una mano por su cabello.
-Después tú y yo, eso es lo que pasará.
Veo como su dedo acaricia la argolla matrimonial y veo la duda en sus ojos, veo dolor y culpa.
-Debiste decir eso antes, cuando tú y yo estábamos juntos y no ahora.
-Aún no es tarde.
-Lo es, hay demasiado en juego.
-Jaime.
Ella asiente con la cabeza.
-¿Ahora recuerdas que él es tu esposo? Parece que solo lo recuerdas cuando te conviene porque todas las noches cuando vienes a mi casa y te metes en mi cama no parece que recuerdes que estás casada. ¿También lo recuerdas mientras gritas mi nombre cuando llegas al orgasmo? ¿Pensabas en el anoche mientras estabas encima de mí gritando que eras mía? ¡Vamos, Hazel! Responde.
No puedo evitar acercarse a ella y tomarla entre mis brazos.
-Tienes razón, eres un tornado. Destruyes todo a tu paso, a mí por ejemplo. Y también tienes razón en otra cosa, yo también soy caos y soy la razón por la cual tú eres un huracán.
Acaricio su mejilla. Paso con cuidado un dedo por todo el contorno de su rostro.
-Te culpo, te culpo por esta situación, te culpo por ser cobarde y no luchar por nosotros. Te pedí que me amaras, te pedí que nos des una oportunidad y me dijiste que no. Me dijiste que consiguiera alguien que me ame y cuando lo hice vienes y... te culpo por todo esto, por hacer que te ame y por no poder dejar de amarte.
-¿Me amas?
-Si, te amo.
No pude evitar pensar en Hazel y Sebastián cuando vi esta imagen
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