capítulo ocho.
Shuhua había hablado en coreano, fuerte y claro para los oídos de Soojin. Pero la mayor no debió sentirse muy ofendida, no pasaron cinco minutos de su partida que volvió. Shuhua oyó ruido de pasos y, por alguna razón desconocida, supo que era ella.
—Sal de ahí. —Le ordenó al otro lado de la puerta.
Refunfuñando, ahora sí en su idioma materno, Shuhua salió del cubículo en el que se mantenía escondida. Odiaba que le dieran ordenes y aún más seguirlas, pero se sentía un poco culpable de haberle gritado esas cosas a Soojin. El problema no era la mayor, era ella. Se había proyectado en Soojin porque era la única que estaba presente, de haber sido alguien más, habría reaccionado de la misma forma.
Al abrir la puerta, Soojin le tendió una botella de agua mineral. La mayor la inspección con la mirada, comprobando su estado.
—No estás tan mal, sólo deberías lavarte la cara.
Shuhua la fulminó con la mirada. Ella era consciente de que perdía parte de su encanto cuando lloraba con tanta fuerza; zonas de su rostro se enrojecían fácilmente y sus ojos se hinchaban un poco. Sumado que no podía evitar ser un desastre de mocos.
—Gracias, unnie. —Dijo de mala gana, aún molesta. Consigo mismo y con Soojin, que no entendía su repentina solidaridad con ella.
—¿Unnie? —Cuestionó la mayor con cierta diversión.
Shuhua se negó a decir algo más. Tomó un poco de agua y después fue a lavarse la cara; mientras lo hacía, Soojin tomó su cabello, evitando que le cayera en el rostro.
—Para. —Ordenó Shuhua una vez que terminó de lavarse. —Esto es extraño. Deberías estar molesta, te grité.
—Estabas llorando, se que no lo decías en serio. —Explicó la mayor, acto seguido sacó algunas servilletas para ofrecerselas.
Shuhua las tomó para secarse, aún con desconfianza. —Sigue siendo extraño, yo te caigo mal.
Soojin rió un poco, a la vez que asentía. —Lo haces, pero yo estaba siendo un poco idiota.
—¿Un poco? —Cuestionó Shuhua, su rostro ya seco y recuperando su aspecto habitual.
—¿Alguna vez te dijeron que suenas muy maleducada?
—Sí, pero no es mi culpa. —Las cejas de Shuhua se fruncieron un poco, viéndose molesta de nuevo. —Cualquier idioma es más sencillo en informal. Tú no tienes consideración, solo asumes cosas.
Soojin iba a discutirle, pero recordó la charla previa que tuvo con Minnie. Su desagrado por Shuhua era injustificable y hasta irracional, incluso cuando daba sus razones seguía sonando tonto.
—La tengo ahora. —Se limitó a decir.
—Y por eso es extraño. —Respondió Shuhua, luego de un segundo, preguntó: —¿Me estás teniendo lastima?
Shuhua estaba segura que sí, las personas eran fáciles de manipular con el llanto porque daba pena ver a alguien llorar. Por alguna razón los humanos eran poco observadores y con solo ver llorar a alguien asumían que esa persona la estaba pasando mal, despertando sentimientos como la culpa y la lastima.
Pero Soojin negó. —Solo tengo empatía, quise ayudar.
Shuhua la miró en silencio, buscando alguna señal de que estuviera mintiendo, pero no encontró nada. Soojin parecía sincera. Parecía. Se dijo a si misma que no debía confiarse tan fácilmente; aunque si era justa, parecía ser que de las dos, era solo ella quien estaba mintiendo.
—Gracias. —Terminó diciendo. Dio dos pasos cerca de la puerta, pero retrocedió para tomar la botella de agua. Aún estaba cargada, sólo había bebido un sorbo. —Me llevo esto. —Aclaró, como si Soojin no pudiera notarlo por si misma, y al fin se marcho sin decir nada.
Soojin la siguió con la mirada hasta que salió del baño, sintió su teléfono vibrar en su bolsillo. Sin desbloquearlo miró las notificaciones para ver de qué o quién se trataba.
No llegaba a leer bien qué decía, pero era un mensaje de SoHee. Decidió ignorarlo por el momento, volviendo a guardar el teléfono en su bolsillo.
(...)
Shuhua no volvió a su salón, en su lugar fue por Miyeon. Tuvo que soportar a la profesora de su amiga mirarla con mala cara por haber interrumpido la clase, pero no le tomó importancia.
—¿Estás bien, Shu? —Le preguntó la mayor a penas quedaron solas en el pasillo. Por las dudas susurraba, asegurándose de que nadie mas les escuchara.
Shuhua negó. —Pero no es por lo de hoy. —Se apresuró a decir.
Más temprano, cuando sucedió el incidente del almuerzo, Miyeon la había torturado con un millón de disculpas. Shuhua le decía cada vez que no tenía de qué disculparse, pero parecía ser en vano. Lo que menos quería era repetir aquella escena.
—¿Por qué? ¿Qué sucedió?
Shuhua iba a contestarle, pero no quería hablarlo allí. Quería estar en un sitio más cómoda, y si era del todo honesta, quería estar en cualquier otro lugar que no fuera ese.
—¿Podemos largarnos de aquí?
—Por supuesto, espera que voy por mi bolso.
Shuhua esperó a que Miyeon fuera por sus cosas, ella también debía ir a su salón a buscar las suyas, pero no tenía ganas. Más tarde le pediría a alguna compañera de confianza que le hiciera el favor de guardarlas por ella.
Ya en el auto de Miyeon, a ambas les costó iniciar una conversación. A Miyeon porque aún se sentía muy culpable por lo que había pasado en el almuerzo, y Shuhua porque aún se sentía vulnerable de haber llorado delante de alguien con quien apenas tenía trato.
—¿Entonces...? —Soltó Miyeon al fin, el temor se hacía notar en su voz.
—Yuqi tiene a alguien.
A Shuhua le encantaba hablar, rara vez decía las cosas sin dar vueltas y evitando la anécdota que había detrás de la información. Pero esta vez quería evitarse los detalles, temía volver a romperse.
—¡¿Qué?! —Miyeon cuestionó, parecía más indignada que confundida. —¡Pero te daba un montón de señales!
—Quizás se cansó de esperar. O tú la mal interpreraste...
—¡Ay, por favor! Dime la verdad. ¿Nunca sentiste que te estaba coqueteando?
—No. —Respondió Shuhua. —Por eso no quería declararme en primer lugar.
Miyeon iba a quejarse, pero entonces lo pensó mejor. Todas las veces que Yuqi le habló a Shuhua en un tono dulce, o que se acercaba de más para hablarle... Miyeon hacía todas esas cosas y más, tal vez por ver a su amiga tan entusiasmada quiso ver cosas donde no las había. Quizás Shuhua tuvo razón todo este tiempo y nunca hubo nada más que una posible amistad.
—Lo siento. —Susurró avergonzada.
Shuhua bufó, quejándose. —Deja de disculparte, maldita sea. Es irritante.
—Soojin tiene razón, de verdad tienes un muy mal tono para dirigirte a las personas.
—Mira, Soojin puede venir y... —Se detuvo, notando que efectivamente su temperamento le estaba afectado a su forma de comunicarse. —Lo siento, fue un día pesado.
—Lo sé, fue...
—¡No fue por tu culpa! —Se apresuró a interrumpirla.
—En parte sí. Tú odias mentir, si no hubiera sido por mí, no habrías mentido en primer lugar.
Shuhua quería decirle algo reconfortante, algo que le quitará a Miyeon aquella tonta culpa de la cabeza pero tristemente, estuvo de acuerdo, así que solo guardó silencio.
—Esto tiene que parar. —Susurró Miyeon, un poco para Shuhua pero más para sí misma.
—¿A qué te refieres?
—No soy tan valiente como para ir con la verdad ahora. —Aclaró. —Pero podemos dejar de mentir.
—No entiendo.
Aprovechando que se detuvieron en un semáforo, Miyeon se giró para mirar a Shuhua. La menor se veía adorable con sus cejas fruncidas, se veía como un pequeño bebé cuando veía algo que le resultaba extraño.
—No más mentiras, que ella descubra la verdad por si misma.
—Dudo que eso termine muy bien. —Le señaló la menor con cierta preocupación. Si ella había llorado tan fuerte por algo que nunca tuvo, no quería ver como estaría Miyeon si las cosas con Minnie salían mal.
Miyeon suspiró con pesadez, teniendo la misma preocupación.
—No más mentiras, Shu. Que sea lo que tenga que decir.
Miyeon no había dejado de hablarle en un tono amable y suave, pero Shuhua la conocía lo suficientemente bien como para entender cuando la mayor estaba dispuesta a discutir y cuando no.
—Está bien, pero no creo que Soojin vuelva a acudir a mí, así que puedes estar tranquila.
—¿Sucedió algo más con Soojin? —Le cuestionó con cierta diversión, arqueando una ceja y todo.
—No.
—¡Shuhua! —Chilló la mayor. —¿Qué fue lo que le hiciste a esa chica?
Shuhua la miró incrédula, dividida entre sentirse ofendida o halagada. ¿De verdad Miyeon la creía capaz de asustar a una alfa?
—¡No hice nada!
El auto que estaba detrás de ellas les tocó bocina; ambas se habían distraído en su pequeña charla que no notaron que el semáforo había cambiado al color verde. No era la primera vez que le pasaba, al contrario.
—Suena a que la amenazaste, mínimamente. —Acotó Miyeon a la vez que ponía el vehículo en marcha.
—¡Que yo no le hice nada! —Repitió, fingiendo estar más ofendida de lo que en verdad se sentía.
♡♡♡
Se viene lo interesante creo yo /guiño, guiño.
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