Al día siguiente

Con los gemelos

—Llegaste temprano —dijo Saeyoung, mirándome desde el sillón—. ¿Pasó algo?

—No, solo quería irme lo más rápido posible de mi casa —rodé los ojos y me senté a lado de él mientras suspiraba.

—¿Qué pasó?

—Ugh, no quiero recordarlo —me crucé de brazos—. ¿Y Saeran?

—Durmiendo —abrió una bolsa de papas.

—¿Y eso? —sonreí ladinamente.

—I don't know —se encogió de hombros.

—Algo le hiciste ayer, ¿no?

—¿Tienes alguna prueba? —me miró de reojo.

—Nop, pero no tengo dudas —sonreí.

Siguió comiendo sus papas.

—¡Oh! Antes de que lo olvide —sacó su teléfono de su chamarra y me lo dió.

_¿Por qué me lo das?

—Hay más invitados~ —canturreo a modo de burla. Bufé.

—Mejor me hubiera quedado en mi casa... —desbloquee el aparato y entre a la aplicación de la RFA.

—MC —volteé y vi a Saeran recargado en el marco de la puerta, frotándose el ojo—, ¿por qué estás aquí?

—Me aburri en mi casa —conteste el primer email.

—¿Solo vienes cuando estás aburrida? —me dijo en reproche.

—Cuando vine por lo de Jaehee no fue por aburrimiento... ¡Pero la mayoría del tiempo sí! —sonreí. Frunció el ceño y volvió a entrar a su habitación.

—Uy, que mal... —lo mire.

—¿Dije algo malo?

—No, para nada —note cierto sarcasmo en su voz.

—Ustedes dos andan raros —seguí con los correos.

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«Olvidala, es todo. Nunca tendrás oportunidad...»

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Una hora después

—Saeran~ ¿no vas a comer algo?

—No —entré y lo vi hecho bolita en su cama.

—¿Te sientes mal? —me acerqué y senté en la orilla de la cama.

—Sí —contestó a secas. Me estiré y puse mi mano en su frente.

—No tienes fiebre... ¿Te duele algo?

—Nada. Déjame.

Suspire y me levante.

Salí del cuarto y me dirigí a donde estaba Saeyoung.

—No tiene hambre.

—No creí que se pondría así... —murmuró para sí mismo pero aun así lo escuche. Juntos su manos y sonrió— ¡Bien, hay que dejarlo! Comamos tú y yo, ¿te parece?

—¡Claro!

Unos minutos después

Al terminar, recogí mis trastes y los de Saeyoung y los dejé en el fregadero.

—MC, saldré un momento. ¿Puedes estar al tanto de Saeran? —asentí y él terminó de ponerse su chamarra—. No tardo.

Se alejó y a los segundos escuche la puerta cerrarse.

Lavé los trastes y los puse en su lugar.

Me seque las manos, acomodé un poco mi cabello y miré en dirección a donde estaba el cuarto de Saeran, decidí ir, tal vez esta vez no me corra.

—Saeran —solo escuche un "¿qué?" del otro lado—. ¿Puedo entrar?

El lugar quedo en silencio, a lo mejor quería estar solo. Me dí media vuelta y estaba dispuesta a irme, sin embargo, la voz de él me detuvo.

—Tú nunca pides permiso para entrar —sonrió.

—Quería darte tu "privacidad" —hice comillas y Saeran se rió.

—¿Privacidad? ¿Eso siquiera existe? —me encogí de hombros. Tenía razón, estoy hablando con un hacker, ellos invaden eso.

—Uno que intenta ser educado.

—¿Educado? ¿Tú? Si eso crees —me miró con burla.

—Ja, Ja, muy chistocito —suspiró.

—Este... Quería hablar un momento contigo, ¿puedo?

—Ya lo hacemos, genio.

—Pero algo más... Privado.

«Parece que las cosas van a dar un mal giro...»

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Marintia-chan