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43

—¡¡¡Vamos a morir!!! —se escuchó que gritaron todos al mismo tiempo, excepto por Bruce, Alfred y Grace, quienes eran los únicos que mantenían la calma en ese momento.

—¡¿Y en dónde diablos está el piloto que no hace nada?! —exclamó Jason aferrado a su silla mientras respiraba agitadamente.

—¡Jason, nuestros hijos son muy jóvenes! —chilló en respuesta Amber—. ¡Deben vivir!

—Vivirán Amber, vivirán —le tranquilizó apretando su mano en un intento de calmarse también—. Pero yo... yo no creo...

—¡No Jason, si tú mueres yo también lo haré!

—¡¿Qué dices?! ¡¿Y entonces quién cuidará de ellos?!

—¡Jason, ya no importa, todos moriremos! —le interrumpió Maryam alterada, luego fijó su vista en Roy con arrepentimiento—. Harper, podrás ser un idiota bueno para nada, pero creo que este es el momento perfecto para decir que me gustas un poquito y que me hubiese gustado que en la cita pasada en vez de golpearte la mejilla te hubiese dado un beso... pero bueno, nos vamos a morir, así que ya ni modo.

—¡Pero puedes hacerlo ahora!

—¡No, Roy, ya está escrito el destino así!

Luego siguió Dick para dar el discurso de despedida a su familia.

—Antes que nada, Mary, perdón por no haber entendido a Dora cuando dijo que debían encontrar al Mapa —le habló a su pequeña, para mirar a su esposa con dulzura—. No lavé los trastes hoy, perdón —y después a su familia—. ¡Los quiero tanto!

—Drake —llamó Damian al tercer chico maravilla—. Lamento haber sido grosero contigo, no tanto pero como nos vamos a morir, debo decir algo conmovedor... lo lamento, herm... her... hermano —soltó por fin olvidando el orgullo pues después de todo ya iban a morir.

—¡Yo también te quiero, hermano! —le contestó Tim aterrado y aferrado a su asiento—. ¡Cuando dije que estaba harto de la vida no me refería a esto! —exclamó mirando hacia el techo del avión.

—¡Amber, tengo que decirte algo! —exclamó aún alterado Jason—. Uno de los niños se me cayó.

—¡¿QUÉ?! ¡¿Brad o Peter?!

—¡No recuerdo cuál, es que son tan iguales!

—¡Voy a asesinarte!

—¡¿Y cómo lo harás Lawrence si ya estaremos muertos?! —ironizó Damian rodando los ojos.

—¡Pero primero lo mato yo! —replicó quitándose el cinturón, pero de inmediato volvió a ponérselo cuando sintió que el avión se elevaba—. ¿Qué está... ?

—Estimados pasajeros —se escuchó la voz de la pequeña Todd por los altavoces—. Les informamos que el nuevo piloto a cargo es, ¡Bat...! ¡Bruce Wayne, Bruce Wayne, eso quise decir! —rió con nerviosismo—. El otro sufrió un... ¿un qué abuelo? —le susurró a su abuelo, quien le contestó en un mismo tono—. Un infarto. Continuaremos con nuestra ruta hasta encontrar el arepuerto... aepuer... no... eropuer... puertoareo... ¡eso! El más cercano —volvió a reír con nervios por no saber pronunciar la palabra correcta—. Disfruten su viaje.

El resto hizo la expresión más confundida que encontraron en su interior, no sabían que mientras daban sus palabras de despedida Grace junto a Alfred y Bruce iban a revisar la cabina para saber que andaba mal, descubriendo que el piloto esta tendido en el suelo inconsciente. Así que la solución fácil era que otro tomara el mando del avión o de lo contrario morirían de verdad.

—Pues yo no tenía tanto miedo, eh —comentó Dick como si nada—. Después de todo, nuestro buen amigo Aquaman vive en el mar... así que...

—Y su esposa es Starfire —completó Alfred haciendo que se diera un golpe mental—. Fácilmente su habilidad para volar habría ayudado en la situación.

—Por supuesto, porque yo no olvidé que tenía poderes —continuó Kory avergonzada.

—Drake, solo quiero que sepas que aún en la otra vida seguiré atormentándote —señaló Damian cruzado de brazos, mientras desviaba la mirada por tremenda vergüenza que había pasado—. Lo de hace rato fue algo sin importancia.

—¿Sin importancia, dices? —replicó riendo, pues ya tenía con qué molestarlo—. Me llamaste hermano. Her-ma-no.

—¡Tú también me llamaste así!

—Sí, pero tu orgullo está más destruido que el mío.

—Cállate ahora mismo, de lo contrario cometeré homicidio.

—Oh no, Damian —se interpuso Amber poniéndose de pie de un modo amenazante—. Primero yo cometeré homicidio —dijo mirando directo a los ojos de su esposo—. ¡JASON PETER TODD! ¡¿Cómo se te ocurre dejar caer a uno de los niños?!

—¡Estábamos jugando! —se defendió también poniéndose de pie para tener tiempo de echarse a correr—. ¡Incluso cuando se cayó le dio gracia, porque en vez de llorar rió!

—¡Eso no te salvará! —lo regañó persiguiéndolo por todo el avión privado.

—Vaya... —murmuró Maryam sorprendida por como Jason se dejaba regañar como niño pequeño frente a la castaña: agachaba la cabeza y fruncía los labios en un puchero divertido. Después se dio cuenta de que Roy la miraba con cierta emoción—. ¿Y tú qué?

—No se me olvida lo que dijiste hace un rato.

—¿No se te olvida? ¿Quieres que te lo haga olvidar con un buen golpe en la cabeza?

—¿Qué tal un beso?

—Papá, deja de hacer esto —pidió Lian tirando de su sudadera—. Me haces cuestionarme sobre si tú eres el más maduro de nosotros dos.

Grace salió de la cabina de control y de inmediato comenzó a reír a carcajadas, tanto que hasta se tuvo que agarrar del estómago y limpiar las lagrimitas que le salieron, la vieron con confusión, hasta que se dio a explicar aún entre risas:

—Se vieron tan graciosos pensando que iban a morir.

—No puedo creer que la joven Todd haya sido la héroe está vez —comentó sorprendido Alfred, mostrando su admiración hacia la menor—. Ella fue quien vio primero al piloto en el suelo y tuvo la idea de que el amo Bruce tomara el control.

—Y mientras nosotros gritando y chillando como los estúpidos que somos —susurró Damian con el ceño fruncido en señal de molestia.

—Oye, Jay —le llamó Tim con interés—. Creo que Gracie tiene potencial.

—Claro que lo tiene, después de todo yo soy su papá —respondió orgulloso abrazando por un lado a su hija.

—Aunque no comprendo de quien heredé mi valentía —dudó alzando una ceja—. Si tú y mamá gritaban como locos.

—Detalles, Grace, detalles.



—————***—————



—Solo quería un flotador, no entiendo porque me han traído hasta acá —se quejó la pelirroja cruzada de brazos.

—Gracie tiene razón, demonio —apoyó Tim con un ligero enfado por haber dejado su libro en la parte más emocionante—. Incluso hemos salido del área privada.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Que hay gente extraña que puede estar aquí e intente hacerle daño a la niña.

—Como si no pudiera defenderla —chasqueó la lengua entrando a otra tienda infantil.

—En el avión...

—Cállate Grace.

—Pues a mí me gustaba el flotador de rana —volvió a quejarse cambiando el tema también.

—No era tan bonito —contradijo Damian buscando entre la tienda—. Además, si te traje aquí es para que tomes el juguete de tu preferencia y olvides el tema del avión y no se lo cuentes al odioso niño feo de Harry.

—Oh, el pequeño demonio aún sigue celoso por Harry.

—Pues Harry sí me hubiera defendido en el avión.

—¿Y acaso yo soy una maceta? También te hubiera defendido —resopló Tim indignado—. Claro que esta vez actuaste más rápido que el resto... —murmuró reflexionándolo.

—Harry sería un mejor Robin —defendió a su amigo cruzada de brazos.

—¡¿QUÉ?! —gritó alterado su tío de ojos esmeralda. Acababa de sentir el peor dolor de todos, prefería una apuñalada por la espalda antes que escuchar esas palabras.

—Que Harry sería un mejor Robin —repitió retándolo. Tal vez no compartían sangre, pero sí que eran iguales en el sentido de que les gustaba retar a los demás o hacerlos enfadar.

—¿Así quieres jugar? Bien —le susurró sonriendo con autosuficiencia—. Ya no eres mi niña favorita. Ahora lo será... Lian, la mocosa de Roy. Sí, ella es mejor sobrina que tú.

—¡¿QUÉ?! —gritó ella, esa vez—. ¡No!

—Ah, sí, yo no existo —murmuró Tim dándose cuenta de que Grace prefería al demonio de la casa.

—¡Ya no te quiero entonces! —chilló abrazando a Tim—. ¡Ahora lo quiero a él!

—¡Ah! Cuando te conviene —se indignó negando con la cabeza.

—¡¿Qué quieres decir?! ¡¿Ya no me quieres?!

—Quiero decir que llegas tarde.

—¡Ninguno me quiere!

Los compradores de la tienda, incluso los empleados, se les quedaron viendo, pensaron que se asomaba un gran berrinche y que tendrían que soportarlo. Pero Grace no era esa clase de niña, no armaba escándalos en público, ni siquiera cuando pasó por los "terribles 2". Simplemente se quejó internamente de que nadie la quería y siguió caminando por la tienda.

—Mira, Damian —le habló Tim señalándole un oso de peluche que estaba acomodado en una esquina—. Le gustará mucho a Grace.

—Sí, pero ahora la señorita está indignada y no quiere nada.

—Sí, sí quiero —intervino mirando con emoción el enorme oso.

—Lo compraremos —dijo sonriendo con malicia—. Pero para Lian.

—Eres malo.

—Ve y dile a tu Harry que te compre uno si quieres.

—Ay, Damian, pareces un autentico papá celoso —se burló Tim.

—¿Y qué si lo parezco? —replicó con molestia—. Ese niño intenta aprovecharse de nuestra niña.

—Y nuestra niña lo prefiere a él, porque tú eres odioso con ella.

—Sí, eres malo.

—Pero nuestra niña debe acostumbrarse a mi humor.

—Damian, la niña no necesita un padre gruñón, sino uno más amable.

—Drake, lo que la niña no necesita es un padre consentidor.

—No soy consentidor, soy razonable.

La pelirroja arrugó el entrecejo confundida. Ya no entendía nada, es decir, hablaban de ella como si fueran sus padres, unos padres preocupados por no poder ponerse de acuerdo en cómo educarla. No comprendió cómo es que el rumbo de la conversación llegó hasta ahí. Además, ella ya tenía a unos padres y no quería a otros.

—¡Tú qué vas a saber sobre lo que Grace necesita! ¡Siempre estás trabajando!

—¡Y tú siempre estás gritando!

—¡Grito porque haces que pierda la paciencia!

—¡Y con eso conseguirás que Grace te tenga miedo!

—¡¿Y qué conseguirás tú si nunca estás con ella?!

—¡BASTA! —gritó la pelirroja porque toda la gente los miraba con rareza, y porque ya quería regresar con el resto al área privada.

—Sí, ya basta —intervino una mujer de edad, algo mayor—. Deben lograr ponerse de acuerdo y resolver sus diferencias, de lo contrario ¿cómo esperan cuidar bien de esta dulce niña? —apretujó suavemente las mejillas de la pequeña Todd sonriendo—. Dime cariño, ¿tus padres suelen discutir mucho?

La pelirroja se lo pensó un poco. Bueno, a veces Amber regañaba a Jason por llegar tarde a casa y con heridas, y a veces Jason le respondía diciendo que eran cosas del trabajo y que debía entenderlo. Y así empezaban una pequeña riña, así que después de unos segundos asintió para contestar a la pregunta de la dulce mujer.

—¿Y eso te molesta?

—Uhm... —ladeó la cabeza como un cachorro confundido, porque realmente le daba igual que sus padres discutieran... bueno, no eran verdaderas discusiones o eso creía ella, porque siempre terminaban riéndose y besándose—. No.

—¿Lo ven? Han hecho que a ella le parezca normal, por eso dice que no le molesta.

—Pero...

—Vamos, dejemos que tus papás resuelvan sus problemas —le dijo tomándole de la mano para llevarla a otro pasillo, pero eso confundió a Grace, quien frunció el ceño y con inocencia preguntó:

—¿Iremos a dónde ellos?

—Nos alejaremos para que hablen y su pelea no te moleste.

—¿Ellos están peleando?

—Eso es una pelea para mí —razonó intentando hacerle caminar, pero no logró que moviera ni un solo músculo—. No se preocupen, me llevaré a su hija un momento mientras ustedes hablan —esa vez se dirigió a ambos chicos Wayne, que se confundieron del mismo modo que su sobrina.

—¿Su hija? ¿De quién cree que es hija ella? —preguntó Tim alzando una ceja.

—Suya, por supuesto —le respondió y luego miró a Damian—. Y de él.

—¡¿QUÉ?!

El par de hermanos se sorprendió, y Grace sintió que era lo más ridículo que había escuchado en su vida. Incluso le parecía más razonable escuchar que el tío Roy y la tía Maryam habían contraído nupcias en el Polo Norte, siendo Santa Claus el que los unía como marido y mujer.

—Parecen ser una pareja muy dispareja, pero como padres parecen muy preocupados por la educación de su hija.

—¡¿Pareja?! ¡¿De este zoquete?! —se quejó Damian—. ¡¿Por qué creyó eso?!

—¡¿Le parece que saldría con ESTE?!

—¡Drake, bájale a tu egocentrismo! ¡El único que puede ser así SOY YO!

—Ellos no podrían ser mis padres —habló Grace arrugando la nariz—. Yo soy muy bonita.

Los dos jóvenes la vieron con indignación, ese era un golpe bajo en el orgullo de ambos.

—Bueno, ustedes hablaban de la niña como si fuera su hija y peleaban como una auténtica pareja.

—¡SE ACABÓ! —gritó el de ojos esmeralda furioso, ofendido, avergonzado, y más adjetivos que tuvieran que ver con un ataque a su orgullo—. ¡NOS VAMOS! —dio unos cuantos pasos hacia la salida, pero luego retrocedió para hablar—: y yo soy tan apuesto que sí podría ser padre de la niña.

—Y tan enano que justifica el hecho de que Gracie sea tan pequeña...

—Pero yo soy muy bonita...

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