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32

Grace miró a todas las niñas alrededor del salón, todas acompañadas de sus padres, o tal vez era algún tío suyo o hermano, no lo sabía, y tampoco le interesaba, solo podía pensar en su tristeza por no tener a su padre consigo. Iba acompañada de los chicos Wayne, quienes se negaron a dejarla sola, mientras Jason no estuviese ellos se encargarían de ser como los padres de la pequeña pelirroja.

No estaba segura de si podía soportar tanto tiempo sin poder ver a su padre o hablar con él, sentía un enorme vacío y gran miedo. Desde el primer momento ellos habían conectado, Jason había encontrado a luz de sus ojos y ella a su príncipe azul. Eran como mejores amigos al momento de jugar, en un principio resultó difícil para el petirrojo el poder acoplarse a cuidar de una menor, pero cuando la escuchó reír... esas risitas se volvieron como la energía que necesitaba, en ese momento supo que haría lo que fuese con tal de seguir viéndola así: feliz.

—¿Quieres bailar?

Negó con la cabeza mientras abrazaba a su osito de peluche. Ted Hood era lo único que le recordaba a su padre, ¿sería mucho tiempo así? ¿Lo volvería a ver? ¿O se había ido para no regresar?

Las lágrimas recorrieron sus mejillas, las limpió de inmediato al pensar que algún niño podría verla y burlarse. De hecho Lyra y otras niñas ya habían ido a preguntar en donde estaba su padre, pretendían reírse por llegar sola, pero los chicos aparecieron detrás dejándolas en silencio, sin embargo no fue suficiente para ella, quería a Jason, solo a él.

—Me quiero ir —pidió a punto de soltarse a llorar.

—Princesa, pero acabamos de llegar —replicó Dick acariciando su mejilla—. ¿Estás segura?

—No me siento bien —insistió apretando al pequeño oso de peluche—. T-tengo miedo... mucho miedo.

—¿Miedo? ¿A qué? —preguntó con preocupación Tim.

—No sé, solo me quiero ir.

Siguió mirando a su alrededor, la mayoría de las niñas reía mientras sus padres les daban vueltas o entre ellas presumían que tenían al mejor papá del mundo. Se sentía sola, Jason no había hablado más con ella por semanas, no sabía nada de él y al parecer nadie más sabía algo sobre el segundo petirrojo. Miró su vestido rosa con brillos, no quiso que le compraran otro vestido, insistió en usar el que una vez Jay le compró, igualmente se puso la pulsera que le había regalado en su cumpleaños.

—Está bien, nos vamos.

Los cinco salieron del salón, Grace lloró en silencio durante el transcurso hacia la mansión, en cuanto llegó ahí corrió a encerrarse a su habitación, Bruce le preguntó sobre lo que le sucedía pero ella no habló.



—————***—————



La pelirroja estaba acostada en su cama cubierta con sus mantas color rosa, abrazaba con fuerza el oso intentando calmar el sentimiento de tristeza que sentía en su corazón.

La puerta se abrió con sumo cuidado, ya estaba a punto de cerrar los ojos para dormir pero el ruido la despertó, todo estaba oscuro así que se asustó un poco. Se sentó en la cama tomando las mantas como su posible protección en caso de que se tratase de un zombie.

—Me dijeron que un dulce angelito me estaba esperando.

La pelirroja abrió los ojos ampliamente, los talló pensando que se trataba de un sueño.

—¿No me vas a saludar?

—¡Papá! —chilló sintiendo que la alegría volvía a su ser, que toda la felicidad regresaba al hogar y los colores volvían—. ¡Papá!

Grace corrió hacia él y lo abrazó con miedo a soltarlo, Jason sonrió y la levantó para cargarla, besó muchas veces su frente disfrutando del cariño que le ofrecía su pequeña princesa.

—Mi luz —dijo besando nuevamente su frente—. Te extrañé tanto, me estaba muriendo sin ti.

—Yo también te extrañé mucho papá, estaba muy triste porque no estabas a mi lado —habló acariciando su mejilla—. Escúchame bien, nunca te vuelvas a ir o ahora sí me enojaré demasiado.

—¿Te enojaste conmigo?

—Poquito —respondió—. Pero era porque pensé que me habías abandonado.

—Nunca —replicó indignado—. Nunca te abandonaría... ¿cómo abandonar a una bella y dulce princesa que ilumina mis días?

—El tío grinch me dijo que habías ido a pelear con los malos, ¿es verdad?

—Es verdad —contestó en un susurro—. Aún faltan, pero no pude soportar más tiempo sin tener a mi luz conmigo —confesó con las lágrimas a punto de caer—. Te debo muchas cosas por dejarte sola y hacerte llorar, dime cariño, ¿qué puedo hacer para recompensarte?

La pequeña colocó la cabeza sobre su pecho cerrando los ojos—. Que te quedes para siempre conmigo.

—Por supuesto, no lo vuelvo hacer... no vuelvo a irme.

—¿Es una promesa? —dijo levantando el dedo meñique.

—Es una promesa —respondió uniendo su dedo con el de ella.

Grace se aferró más tiempo a él, no lo quería soltar por miedo a que se fuese otra vez, quería que todo volviera a la normalidad y que fuesen una familia feliz como la de los cuentos. Jason también quería eso... quería su final feliz.

—Lamento lo del baile —se disculpó acariciando su cabello rojizo—. Pero sé cómo arreglarlo.



—————***—————



—A mí me gustan mucho las hamburguesas... saben muy bien —comentó la pequeña pelirroja mordiendo la comida con mucho entusiasmo.

Al final resultó mejor para ella no quedarse más tiempo en el baile: estaba usando su vestido favorito, unas zapatillas muy lindas, comía una de las cosas que le gustaban, estaba lejos del ruido y lo mejor de todo, tenía a su papá con ella.

Jason la miró con una enorme sonrisa, de ahora en más se quedaría a su lado como siempre debió ser, la acompañaría en cada momento importante y la cuidaría con todo su ser. Su única labor sería solo mantenerla feliz. Era cierto que aún tenía asuntos pendientes que atender, pero entendió que no podia hacerlo si se alejaba de las personas que amaba, fue difícil poder aceptar la ayuda de su mentor y de sus hermanos, pero era lo mejor para Grace y para Amber. Cumpliría su promesa de comprar una casa en donde ellas estuvieran cómodas, para por fin formar una familia. Aunque primero debía formalizar su relación con Amber y preguntarle sí ella en verdad quería intentarlo una vez más.

—Dime, ¿aún tienes hambre?

—No, ya no.

—Uff, me sorprendería si dijeras que sí.

—¿Por qué?

—Porque te comiste dos hamburguesas, dos bolsas de papas, un cono de helado y bebiste tres vasos de jugo de naranja.

La pelirroja sonrió con diversion luego de haber abierto la boca con indignación—. Soy de buen comer... como tú.

Estaban sentados en la orilla del techo de un edificio, claro que eso sería un secreto para la castaña (si querían seguir con vida), al principio Jason creyó que era mala idea pero al parecer su hija era igual (o más) valiente que él y dijo que no le asustaba, que incluso le divertía ver la ciudad desde lo alto.

El chico se puso de pie y acomodó su chaqueta, vio que la pelirroja lo observaba con cariño, extendió su mano hasta ella y le preguntó:

—¿La princesa me concede esta pieza?

Sonrió asintiendo, tomó la mano de su padre quien tiró levemente de ella para ponerla de pie. Las risas no faltaron, pues en cuanto empezó a sonar la melodía (la cual por cierto nunca supo de donde venía) Gracie rió con fuerza de la alegría que sentía. Fueron un par de vueltas que la hicieron sentir como una verdadera princesa, pues su vestido se alzaba levemente como el de las princesas en las películas.

No iba a mentir, la primera vez que vio a su papá sintió... algo extraño, lo miró y se sorprendió de la forma en que era. Bueno, es que siempre se lo había imaginado como un hombre en saco y corbata como el padre de Hope siempre iba vestido, con cara seria pero que cambiaba a una feliz al ver a su hija... se lo imaginó siendo un hombre de negocios, tal vez un poco juguetón y enojón. Creyó que sería alto, muy alto (en eso no falló en lo absoluto), elegante y apuesto (en eso tampoco falló). Así que cuando lo miró se quedó pensando... ¿por que su papá se miraba distinto al de Hope y Freya, sus mejores amigas? ¿Por que usaba una chaqueta en lugar de un saco? No negaba que fuera apuesto, pues se parecía mucho al principe de la película que recién había visto, entendió el porque su tía Linda le decía "eres muy hermosa porque tienes padres guapos".

¡Vaya que era alto! Y fuerte, muy fuerte... y no era aburrido, porque en las juntas escolares escuchaba hablar al padre de Hope, en las fiestas de cumpleaños y otros eventos y... bueno... decía unas cosas raras, unas palabras nada entendibles... a veces la aburría, pero su papá era divertido... él y su tío Roy eran únicos, cuando hablaban decían cosas graciosas y contaban chistes, el padre de Hope nunca diría un chiste, ese señor era algo aburrido para ella... y estaba segura de que nunca se vestiría de princesa... y tampoco atraparía una rata o le contaría un cuento. No decía que el papá de Hope fuese el peor, pero definitivamente prefería al suyo, porque solo Jason la miraba con tanto amor.

—Papá —llamó mirándolo con un brillo en los ojos.

—Dime cariño.

—Eres el mejor papá del mundo... te amo mucho, mucho, mucho, pero muuuuuuuucho.

Jason sonrió ampliamente, su corazón saltó de alegría, no importaba cuantas veces escuchara a su pequeña decir que lo amaba, todas esas sentiría la calidez en su corazón.

—Yo también te amo mucho, mucho, pero mucho... demasiado, no tienes idea de cuanto.

La abrazó fuertemente con miedo a perderla, Grace por su parte sintió que era la niña mas amada de la galaxia. El uno no podría vivir sin el otro, eso estaba más que demostrado.

—¿Sabes que haría cualquier cosa por ti? Tú puedes pedirle la luna a quien quieras, pero solo yo la bajaré para ti.

La pelirroja sonrió, no imaginó como sería tener la luna en su cuarto, aunque sí sabía a lo que se refería.

—Yo solo quiero una cosa.

—¿Qué cosa?

—Un hermanito.

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