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28

—¿Papá? ¿Ya estás aquí? —habló Grace sonriente, mientras llegaba a la cueva. Miró como todos rodeaban a una persona y parecían alterados, así que se puso de puntitas para intentar ver mejor. Antes de que Dick se atravesara, alcanzó a visualizar como su papá estaba en una camilla—. ¿Papá?

—Princesa, ¿qué haces aquí? Es hora de dormir —dijo Dick parándose frente a ella—. Vamos, te llevo a tu habitación.

—No quiero, déjame ver a mi papá —respondió haciéndose a un lado.

—Vamos pequeña —insistió el chico tomándola entre sus brazos, a lo que ella empezó a gritar pidiendo que la bajaran.

—¡Déjame! ¡Quiero ver a mi papá! ¡Deja que me quede aquí! —chilló al ver como Jason parecía estar herido—. ¡¿Qué le pasó a mi papá?! ¡Quiero verlo! ¡Papá! —empezó a patalear, pues estaba necia con querer ver a su padre, pero Dick no se lo permitió ya que la llevó hasta la sala de la mansión.

—¿Quieres comer galletas? —cuestionó ignorando el momento anterior.

—¿Qué le pasó a mi papá? —dijo más calmada pero con sus ojitos llorosos—. ¿Está bien? ¿Por qué no me dejas verlo?

—Princesa... —susurró al verla triste y preocupada, lo que le pareció un poco enternecedor pues nunca había visto a alguien que se preocupara tanto por Jason como ella—. Solo está un poco enfermo.

—No es cierto... yo lo vi —murmuró frunciendo los labios—. Dime la verdad.

—Ya te lo dije princesa, solo está enfermo.

—Entonces déjame ir con él. Mi papá nunca me deja sola cuando estoy enferma, yo tampoco lo quiero dejar.

Dick abrazó a su sobrina y besó su cabeza. Se sintió muy mal por ella y por su hermano.

Habían planeado por semanas la forma en cómo iban a atacar a Joker para encerrarlo, Jason debía hacerlo para mantener más protegida a su hija. No entendía que había salido mal, en qué momento el plan había fallado y el porqué precisamente tuvo todo el efecto en Jason. Cuando lo vio así de herido, solo pudo pensar en las lágrimas de Grace, porque ella amaba mucho a su papá y sufriría si lo llegase a perder. Todos olvidaron el hecho de que tenían cerca al criminal y fueron a ayudar al segundo petirrojo, pues sus heridas parecían ser muy graves.

—¿Dónde está? —escucharon la voz de Amber, que parecía estar preocupada.

—¡Mamá! —chilló la pelirroja corriendo al encuentro de la castaña, que la envolvió en sus brazos al verla.

—Cariño —susurró la chica besando su mejilla.

—Mi papá está muy enfermo, tienes que ayudarlo.

—Eso haré, quédate con el tío Dick, ¿sí?

No muy satisfecha, asintió y se acercó nuevamente al mayor. Amber se encaminó a la cueva para ver en qué podía ayudar.

—Va a estar bien, ¿verdad?

—Por supuesto que sí, tu papá es muy fuerte y te ama tanto que se recuperará pronto.



—————***—————



La noche fue larga para todos. Afortunadamente Amber y Alfred pudieron atender las heridas de Jason, no fue necesaria una intervención hospitalaria, aunque nadie pudo dormir, incluso Grace se mantuvo despierta mucho tiempo pues algo en su instinto le decía que su papá estaba mal.

—Esta vez si te dieron la paliza de tu vida —se burló Amber, en un intento de calmar mejor su preocupación—. Es la última vez que me haces llorar —dijo en un susurro besando su frente dulcemente.

La castaña acarició los cabellos del chico, contemplando como dormía tal cual un pequeño bebé. Sonrió levemente al saber que estaría bien y que solo se había tratado de un tremendo susto. Tomó su mano y la acarició con suavidad, estuvo así por un tiempo hasta que Jason empezó a abrir los ojos lentamente.

—Jay —habló alegremente.

—Amber —respondió mirándola con una pizca de felicidad—. ¿Dónde está Gracie?

—Ella está arriba, en la sala, tiene muchas ganas de verte.

—¿Ella me vió así? —preguntó sentándose en la camilla.

—No por completo, Dick intentó entretenerla pero ya sabes que nuestra niña es muy astuta y necia.

La castaña lo observó atentamente, agradecía mucho el haberlo conocido, pues vivió muchas cosas lindas a su lado y fruto de esos momentos lindos era Grace. Jason tomó la mano de la chica y la acarició suavemente, lo que hizo que ella se sorprendiera. Se miraron fijamente a los ojos sonriendo levemente, en silencio, hasta que la chica decidió hablar:

—Me asusté mucho cuando te vi así, creí que nos dejabas.

—No podría hacerlo por segunda vez... menos sabiendo que tengo dos motivos para continuar.

—¿Dos motivos?

—Sí... dos —afirmó mirando los labios de la chica—. ¿Puedo confesarte algo? —habló casi como hipnotizado por la belleza de la joven, que siempre lo hacía actuar de forma boba.

—Claro —susurró acercando su rostro.

—Mientras estaba a punto de morir... otra vez... recordé que habían muchas cosas que no he hecho—dijo mirando sus ojos para saber si ellos le podían dar permiso a lo que haría. Al verlos brillar supo que podía—. Como esto —besó sus labios de forma dulce, mientras acariciaba su mejilla, haciéndola suspirar. Amber sonrió inconscientemente siguiéndole el beso y apretando su mano.

Era su momento mágico, que sin querer había sido interrumpido por el chillido de Grace.

Los dos adultos se separaron rápidamente avergonzados, la pelirroja rió fuertemente y se acercó a ellos corriendo.

—¡Se dieron un beso! —exclamó feliz—. ¡Como en los cuentos de hadas!

—Cariño, ¿qué haces aquí? —habló Amber evadiendo el comentario anterior por la pena.

Después de parar sus risas y emoción, se acercó a su papá para abrazarlo fuertemente—. El tío Dick dijo que estabas enfermito... y no me dejó verte —frunció los labios formando un adorable puchero, sus ojos azules se llenaron de lágrimas nuevamente —. Pero no pareces enfermo... parece que te has caído de la bicicleta y que fue un golpe muy fuerte.

—Algo así —contestó riendo levemente—. Hey, ¿por qué esa carita? Todavía no me he muerto.

En el intento de sonar bromista, hizo que Grace empezará a llorar desconsoladamente. Jason se asustó, porque no entendió la razón de su llanto.

—Oye, rojita, ¿por qué lloras?

—Yo no quiero que te mueras —dijo entre lágrimas enterrando su rostro en el pecho de su padre—. No quiero que me dejes sola.

—Mi luz —susurró besando su cabeza con amor—. Yo siempre voy a estar a tu lado, ¿lo recuerdas? Siempre he prometido quedarme contigo, ¿no confías en mí?

—Y-yo escuché a m-mi abuelo y a mis tíos... dijeron que i-ibas a morir —confesó incrementando su llanto.

—Cielo, tal vez lo mal interpretaste —explicó Amber con dulzura al mismo tiempo que acariciaba su cabellera rojiza—. Tu papá nunca te va a dejar.

—¿Es una promesa? —preguntó alzando su carita para ver al chico de mechón blanco.

—Es una promesa, pequeña pitufa —afirmó besando su frente—. No me puedo ir, porque tenemos que pasar mucho tiempo juntos y porque te tengo que enseñar muchas cosas... y porque tengo que protegerte de cualquier cosa... como Harry, por ejemplo.

Los tres rieron. Grace limpió sus lágrimas y abrazó a sus papás con el inmenso cariño que su pequeño cuerpecito podía emanar.



—————***—————



—Esta es la segunda vez que se humilla en el día —comentó Damian mirando al pelirrojo ir tras su hermana.

—Yo no pienso que se esté humillando. Solo está enamorado —contesto Kory acariciando su barriga.

—¿Cómo sabes que estás enamorado? —cuestionó Grace frunciendo el ceño.

—Supongo que haces lo que mi papá —respondió Lian, dejando de colorear su dibujo.

—¿Te humillas? —cuestionó nuevamente alzando una ceja.

—Exacto.

—Cuando estás enamorado... te sientes muy feliz de estar al lado de esa persona —dijo la tamareana acariciando las cabezas de ambas pelirrojas—. Haces feliz a esa persona... cuando esa persona está triste tu también lo estás...

—¡Que ridicules! —interrumpió el de ojos esmeralda chasqueando la lengua.

—¡¿Sí te digo que sí, me dejas en paz?! —escucharon gritar a la chica Wayne.

—¡Sí!

—Entonces... ¡sí ¡sí! ¡Pero ya cállate! —Maryam tomó del cuello de la camisa al pelirrojo a la vez que lo zarandeaba—. ¡Solo será una maldita cita, así que hazlo bien o no volverás a ver mi rostro!

—Solo una cita —repitió el arquero besando las manos de ella—. Te prometo que no te arrepentirás.

—Por fin le dijo que sí —comentó Grace—. Empezaba a sentir lástima por mi tío.

—Papá, por favor hazlo bien —pidió Lian a Roy, que la miró extrañado—. Maryam es muy bonita y fuerte, me gustaría que fuese mi mamá.

—Pero si vuelve a humillarse como hoy... lo arruinará —razonó la pequeña Todd coloreando el dibujo de osito que tenía en su libro.

—¡Oye! ¿De dónde aprendes esas cosas? —replicó Roy indignado—. No son cosas que tú digas.

—De mi tío Damian.

El mencionado sonrió orgulloso. Le estaba enseñando bien a su pequeña sobrina.

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