22
—Así que... ¿esa cosa viene con nosotros para hacer tarea contigo?
—Papá, no es una cosa, se llama Harry.
—¿Cómo quieres que no lo insulte si trata de hacer que lleves su apellido? —se quejó el mayor cruzándose de brazos—. Ugh, como sea, ¿le dieron permiso?
—Claro, no se preocupe por eso señor Todd, mi mamá dijo que podía ir con Ada y que vendría por mí a las cinco.
Harry sonrió dulcemente. Jason rodó los ojos, a lo lejos vio a la mamá del niño que se despedía de ellos. Resignado, tomó a ambos de la mano, para evitar que estuviesen muy juntos, y claro, para cuidar de ellos como se debía.
—No iremos a casa —informó robando la atención de los pequeños—. Iremos a casa de tu abuelo —explicó viendo a la pelirroja, que sonrió de inmediato por la emoción.
Cruzaron la calle, en donde vieron un auto estacionado. Subieron ahí para dirigirse a la mansión Wayne.
—¿El auto es nuestro? —preguntó curiosa la niña observando atentamente el interior del lujoso coche.
—Por supuesto... ya sabes que tu mamá se vuelve loca si usamos la motocicleta.
—¿De dónde sacaste dinero?
—Tu abuelo es rico, eso nos hace rico a nosotros —respondió manteniendo la vista enfrente—. Realmente todo es mérito mío.
Llegaron rápidamente a la gran casa. Durante el transcurso, los dos niños no paraban de hablar sobre lo que habían hecho durante el día. Se reían muchas veces por chistes que Harry contaba; eso hacía enfadar a Jason, porque así había empezado a conquistar a Amber.
Harry se emocionó mucho por lo bonita que se veía esa casa. Entraron y fueron recibidos por Alfred, que les dijo que Bruce los esperaba en la sala.
—Abuelo —habló la pelirroja acercándose a abrazarlo—. Hace mucho que no venía a tu casa.
—Deberías decirle a tu padre que te traiga más seguido —comentó sonriéndole de forma dulce a su nieta—. ¿Amigo tuyo? —preguntó señalando al rubio de ojos color miel.
—Compañero —corrigió molesto el petirrojo—. Si dices que es su amigo, puede llegar a creérsela tanto que luego buscará cambiar el apellido de Grace.
—Claro —murmuró extrañado por su actitud, luego se dirigió al menor y siendo lo más amigable posible le dijo—: un gusto jovencito.
—El gusto es mío señor Wayne.
—¿Gracie? —se escuchó la voz de Tim, que acababa de asomarse.
—¡Tío! —chilló emocionada al verlo. Y se emocionó aún más al notar que también estaba Damian a su lado—. ¡Mira Harry! Mi tío Tim y mi tío Damian.
La niña los presentó como era debido; los dos chicos Wayne pensaron que Harry era agradable, cosa que indignó bastante al de mechón blanco.
—Bien, Jason —llamó Bruce—. Vayamos a mi oficina, que los niños se queden aquí.
—Ustedes dos —señaló a sus hermanos adoptivos—. Les encargo a mi hija... los culparé si en un futuro Grace deja de ser mi bebé.
Dio la media vuelta y acompañó a su mentor. Tim y Damian se vieron confundidos, no entendían muy bien a que se debía ese comportamiento, pero ya lo harían...
—————***—————
—¿Cuál dijiste que era tu nombre? —preguntó Damian mirando al pequeño que coloreaba el dibujo de su libreta con mucha concentración.
—Harry... Harry Irwin.
—De acuerdo, Harry Irwin, contestarás a estas preguntas con mucha honestidad.
—¿Bien? —respondió confundido.
—¿Qué le hace el tío grinch a Harry? —habló Grace mirando a Tim.
—Solo un pequeño interrogatorio, nada del otro mundo, tú tranquila.
Los dos estaban en una esquina de la habitación observando el como Damian pulía sus habilidades como detective. Podría decirse que Tim estaba orgulloso de su buen trabajo, pero jamás lo iba a admitir en voz alta. Grace no sabía que ocurría, de pronto esos dos habían empezado a actuar de forma tan extraña. Específicamente, su actitud rara había empezado desde que el niño le había dicho que la dibujaría con una corona porque era tan linda como una princesa. Y Jason aún no terminaba su reunión con Bruce, de hecho solo habían pasado cinco minutos desde que habían llegado y los dos chicos ya sabían a que iba su misión.
—¿Quiénes son tus padres?
—Mi mamá es Vania Irwin y mi papá es Josh Irwin.
—¿En qué trabajan?
—Mamá tiene una tienda de ropa y papá es un arquitecto.
—Uhm... te falta mucho para llegar a la altura de nuestra familia —comentó con egocentrismo.
—¿Te mencioné que mamá diseña la ropa de tu hermana?
—¿Ah?
—Sí, mamá dijo que Maryam Wayne es amiga suya y que siempre va seguido a su tienda para pedirle que diseñe sus vestidos de gala... ¿qué es una gala?
—Nota mental, decirle a Maryam que no vuelva a esa tienda —dijo para sí mismo—. Sigamos con las preguntas, niño... ¿cuál es tu color favorito?
—El amarillo.
—¡Uh! Lástima, porque a Grace le gusta el rosa. ¿Cuándo fue la última vez que te metiste en problemas?
—Ayer.
—¿Por qué?
—Porque un niño llamó "tonta" a Ada.
El mayor gruñó, no podía anotar ese punto como algo malo, dado que eso significaba que su sobrina estaba bien protegida en la escuela.
—¿Cómo van tus calificaciones?
—Bien, tengo nueves y dieces.
—¿Sabes pelear?
—¡Damian! —regañó Dick entrando a la sala—. ¿Por qué le preguntas eso a un niño? ¿Piensas retar a alguien menor que tú?
—Claro que no, solo estábamos...
—Él estaba, yo no sé nada —se defendió Tim desde la otra esquina.
—Estábamos... —recalcó el de ojos color esmeralda—... interrogando al mocoso.
—¿Cómo si fuera un criminal? —cuestionó negando con la cabeza—. Vamos, amigo, no les hagas caso, hoy no se tomaron sus vitaminas —le hizo una seña para que se levantara de su asiento, el niño se puso de pie y Dick tomó su mano para llevarlo con la pelirroja.
—¡Intenta enamorar a Grace! —advirtió el menor de los tres hermanos presentes.
—¡¿A mi princesa?! —gritó alterado cargando al rubio con facilidad para dejarlo en el mismo lugar donde lo encontró—. Pequeño maleante, ¿así que intentando robarnos el corazón de la princesa?
—Yo no quie...
—Deja que yo haga las preguntas, little bird —exclamó Dick acomodando hacia arriba las mangas de su camisa y poniéndose en su papel de detective Grayson—. ¿A qué te dedicas?
—A estudiar.
—¿Qué haces en tus tiempos libres?
—Practico natación y juego con mi gato.
—¿Las matemáticas cómo van?
—Bien.
—¿Con qué piensas mantener a nuestra niña?
—No entiendo la pregunta.
—¡Claro! Hazte el inocente... ¿qué piensas hacer en un futuro?
—¿Trabajar?
—¿Trabajar en qué?
—En un restaurante, quiero ser chef.
—¿Sabes arreglar el fregadero de una cocina?
—No... ¿y usted?
—Yo tampoco —murmuró viendo hacia otro lado—. Como sea —retomó su postura intimidante y rodeó al menor como si se tratase de su presa—. Dime niño, ¿qué intenciones tienes con Grace?
—Uhm... —puso un dedo bajo su mentón y pensó bien su respuesta—. ¿Puede explicarme a qué se refiere?
—¡Ay sí, se hace el desentendido! —se quejó el mayor de los petirrojos.
—¡Todos son así! Cuando les haces la pregunta importante no saben que contestar —exclamó Tim negando con la cabeza.
—Como si no conociéramos esas mañas, niño —habló Damian cruzado de brazos.
—¿Ustedes las utilizan? —cuestionó inocentemente Grace.
—Princesa, no interrumpas, ¿de acuerdo? —Dick volvió a mirar a Harry, que se mantenía tranquilamente esperando a las demás preguntas—. ¿Qué tan seguro estás de poder cuidar de una princesa?
—Depende de que princesa sea... si es de una como Grace, creo que sí podré.
—¡¿Oyeron eso?! ¡Cree que puede! —soltó una risa sutil y después se puso en su modo serio—. Grace no es cualquier princesa... ¡es LA princesa! ¿Conoces a Nightwing?
—Lo he visto en la tele.
—Bien, pues Grace es la princesa de Nightwing.
—¿Lo soy?
—¡Claro! —exclamó con seguridad caminando hasta ella—. Eres su princesa—volvió a afirmar tomándola entre sus brazos y besando su mejilla.
—Y la de Robin.
—Y la de Red Robin.
—Sobretodo la de Red Hood —habló Jason apareciendo en la cómica escena de celos—. Oh, y él odia a quienes se traten de acercar a ella —la pelirroja pidió bajarse de los brazos de su tío para ir al lado de su papá.
—No me asusta —respondió con firmeza, indignando a los batboys—. Ninguno de ellos me asusta.
—Nos declaro la guerra, Jay —susurró preocupado Grayson—. Nadie lo había hecho antes... ¿qué procede ahora?
—Papá, yo amo mucho a mis tíos y a ti también, pero... creo que están locos —comentó Grace tomando la mano del niño de ojos color miel—. Si quieres vayamos a la cocina, Alfred es muy amable y no está loco, nos dejará hacer la tarea ahí.
Los dos menores tomaron sus respectivas mochilas y abandonaron la sala. Dejaron desconcertados a los aprendices de Batman, tratando de procesar lo que había sucedido.
—¿Entonces... el niño ya ganó? —preguntó Tim rompiendo el silencio.
—Aún no, no dejaremos que lo haga. Aplicaremos la técnica.
—¿Esa técnica?
—Esa técnica —afirmó Jason mirando a sus hermanos adoptivos.
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