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21

Los chicos habían tenido una reunión en la cueva con Bruce, para hablar sobre lo recién sucedido. Querían (y en verdad necesitaban) acabar cuanto antes con Joker y todos sus aliados que intentaban hacerle daño a Grace.

Jason estaba desesperado, su preocupación aumentaba cada que recordaba el peligro que corría su hija. Nunca había pensado en su retiro, no lo había planeado... ni siquiera sabía si lo haría. Pero en ese momento estaba motivado para hacerlo y solo por una razón.

Grace.

Grace era su única razón para cambiar su vida y hacer las cosas de mejor manera; así ella no correría ningún riesgo y no tendría porque verse involucrada con ese tipo de vida. Tardaría mucho para solo arreglar sus problemas, tenía demasiados enemigos y todos lo buscaban con el propósito de darle en donde más le dolía. Tal vez alejándose de ella todo sería más fácil, es lo que su mente comenzaba a pensar como solución. No sabía si soportaría más esa preocupación... su mente le estaba jugando mal.

—Papá, ¿ya podemos ordenar?

Jason sacudió la cabeza para olvidar un rato todos sus problemas. Volteó a ver a su hija, que estaba sentada frente suyo, llevaba puesto un abrigo color blanco con un gorro color azul que hacía resaltar sus ojos. Habían ido a la cafetería, a desayunar algo. Amber había encontrado un empleo, así que se estaban turnando los días para cuidar de su hija.

—Claro —respondió mientras le hacía una seña a una de las camareras.

—¿Puedo pedir batido?

—Que no sea de fresa.

—Pero a mí me gusta porque es color rosa.

—¿Olvidaste tus alergias?

—¿Qué van a ordenar? —preguntó la chica que los atendería, interrumpiendo la pequeña discusión que se había formado entre padre e hija.

—¡Batido...! —chilló emocionada la pelirroja, obteniendo una mala mirada por parte de su padre—... de chocolate... uhm, y también quiero... ¡pastel de chocolate! Papá, a mí me hace feliz el pastel de chocolate.

—Que niña tan dulce —murmuró la chica sonriendo—. De acuerdo, pastel y batido de chocolate para la princesa —la menor sonrió por el último comentario—. ¿Y para su padre? —pero esa vez, la sonrisa que le dedicó al chico fue más coqueta.

—Lo mismo que la princesa —contestó siguiéndole el coqueteo, que ya no le empezó a gustar a la pequeña.

—Me perdí, ¿quién era la princesa?

La chica asintió y dio la media vuelta para traer sus pedidos. Grace frunció el ceño extrañada, no entendía mucho lo que acababa de suceder pero por alguna razón, no le gustaba.

Pasados los minutos, les trajeron su orden y el mismo comportamiento pasado de los mayores volvió a suceder. Estaba segura de que a su mamá no le gustaría eso... es decir, si a ella no le gustaba, a su madre tampoco. Ella creía que sus padres estarían algún día juntos, bueno, de hecho pensaba que sí era así, que solo estaban esperando a que la mudanza llevara las cosas de Amber a su departamento o algo parecido.

—Deja de verla —exclamó enfadada la pequeña, al notar como Jason no paraba de ver y sonreírle a la mujer rubia que los atendía—. ¡No la veas a ella! —chilló al ser ignorada la primera vez, mientras le lanzaba un trocito de pastel a la cara.

—Hey, ¿cuál es tu problema? —cuestionó limpiándose con una servilleta.

—Ya me quiero ir.

—Todavía no terminas tu...

—¡Dije que me quiero ir!

—Ash, bien, nos vamos —respondió para evitar que Grace armara una clase de berrinche.

La camarera volvió a acercarse para traerles la cuenta, aunque esa ocasión intercambió más de dos palabras con el chico Todd, haciendo refunfuñar más a la pelirroja.

—Es lindo ver que eres un buen padre —comentó acariciando la cabeza de la niña.

—Claro... yo siempre busco lo mejor para ella.

—Hombres así no se ven muy seguido —fue acercando su mano a la de él, acto que Gracie notó y la hizo enfurecer.

—¡Te puedo presentar a mi tío! —habló evitando que se tocaran la mano—. Es guapo y pelirrojo... también tiene una hija y es buen padre.

Los dos adultos rieron al entender lo que le estaba sucediendo.

—Bien, espero verlos nuevamente —se despidió la rubia entregándole un papel con su número telefónico a Jason.

—Yo no quiero volver aquí —se quejó en voz baja cruzando los brazos.

—Nos vemos linda —se despidió el chico.

—¡Linda mi tía! —chilló levantándose de su asiento, para correr hacia la salida.

El petirrojo rodó los ojos y fue tras su hija. La alcanzó rápidamente, así que tomó su mano para cuidarla.

—¡Suéltame! —gritó dándole un manotazo.

—Ada, ¿qué ocurre contigo? —preguntó ya empezando a perder la paciencia.

—Nada —murmuró abrazándose a sí misma.

—Ugh, sé como funciona eso, mejor dime que te ocurre antes de que mi buen humor se esfume.

No contestó a su pregunta y empezó a caminar por su cuenta, tratando de alejarse lo mejor que podía de él (aunque era imposible).

—Dijiste que soy la dueña de tu corazón —habló después de un buen rato de berrinche, ya cuando iban a llegar al departamento.

—Sí, dije eso.

—¡Entonces no le hables a las chicas!

—Aguarda, ¿mi pequeña princesa se puso celosa de verdad?

—Solo puedes hablarle a mi mamá... —empezó a enumerar con sus dedos—... a mí tía Linda, mi tía Maryam, mi tía Kory, a Lian, a la mamá de Harry... ¡y a mí!

—Oye, tranquila, será como tu digas.

Riendo abrió la puerta para que ella pasara. En cuanto entró se quitó el abrigo y el gorro, los aventó enfadada en el sillón, en donde ahí mismo se sentó con los brazos cruzados. Por su parte, Jason se quitó la chaqueta y la dejó colgada en el perchero, fue a la cocina para empezar a ordenar un poco.

Grace recordó que su papá había metido el papel de la chica en el bolso de su chaqueta. Aprovechando la oportunidad, se levantó para buscarlo. No alcanzaba bien para poder tomarla, pero sí sabía como podía hacerlo. Tomó el banquito que le habían comprado y se subió a el. Agarró la chaqueta y en cuanto tuvo el papel, sonrió

Jason estaba observando cada una de sus acciones, sabía cuales eran las intenciones de la pequeña, por eso sonreía con ternura. No pensaba detenerla, después de todo no buscaba un romance y esa chica no valía tanto la pena como tener feliz a su hija.

Destrozó el papel y lo tiró en el cesto de la basura. Satisfecha por su acción, se sentó en el sillón.



—————***—————



—La inscribí a un curso de ballet, ella quería eso desde que estábamos en Bristol.

—De acuerdo, ¿que días irá?

Amber acababa de llegar del trabajo, pasó a ver a su hija con quien había hablado por teléfono. Llevó comida china, porque la pelirroja así lo quería; entonces estaban sentados los tres en el comedor comiendo como una familia.

—Todos los sábados por la tarde.

—¡Quiero un tutu rosa con brillos! —pidió con emoción—. Y también unas zapatillas rosas... ¡con más brillos!

—Lo que diga mi princesa.

—Empieza la siguiente semana —informó la castaña sonriendo por la emoción que emanaba su hija.

—¡Sí! —dijo alegremente, levantándose de su asiento para ir hacia el sofá de la sala.

—No la dejes sola nunca —advirtió Jason una vez que la niña se alejó lo suficiente—. Estoy tratando de arreglar todo esto para que ustedes estén bien, en especial Grace, que no puede defenderse.

—Entiendo... mi papá insiste con que nos vayamos —hizo una mueca. No quería hacer eso, pues sabía que les causaría un tremendo dolor—. Pero no te preocupes... eso no sucederá —dijo sonriendo de lado a la vez que tomaba su mano.

—Gracias —susurró sonriendo de igual manera.

—Bruce te está ayudando, ¿cierto?

—Sí... todos le tomaron cariño a Grace, ¿y cómo no hacerlo si es un amor?

El timbre de la puerta los hizo interrumpir su charla, Grace corrió emocionada gritando "yo abro, yo abro". Al abrir la puerta se encontró a Dick y a Damian.

—Princesa —saludó el mayor de los dos abrazándola. La pequeña besó su mejilla y empezó a contarle sobre sus clases de ballet—. Mira lo que trae Dami para ti —señaló la caja que llevaba en manos el otro chico.

—¿Qué es? —preguntó emocionada—. ¿Y por qué se mueve?

—Ábrelo —le extendió la caja. La pelirroja le quitó la tapa, encontrando al mismo cachorro que se había encontrado en el parque.

—¡Mira eso, papá, es un lindo cachorro!

—Oye, niño, te encanta meterme en problemas —se quejó Jason mirando de mala manera a su hermano menor.

—Aunque no lo creas, el causa menos problemas que tú, idiota —contestó sonriendo de forma altanera.

—¡Gracias tío, grinch! —habló Gracie abrazando al de ojos esmeralda, después de darle un beso en la mejilla.

—Sígueme diciendo así y me llevó a la mascota.

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