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15

—¡Llegamos, llegamos! —chillaron ambos niños levantándose de su lugar, listos para recorrer todo el zoológico.

—Sí, sí, Grace vienes conmigo —ordenó Jason tomando su mano y alejándola de Harry—. No creas que no me di cuenta de tu comportamiento, señorita.

—¿Y qué fue lo que hice? —cuestionó con el ceño fruncido.

—Me desobedeciste todo el tiempo, solo estabas detrás de Henry.

—Harry, se llama Harry.

—Ay, sí, como sea —susurró rodando los ojos—. Harry esto, Harry aquello... ¿sabes que Harry no es el único niño del mundo?

—Lo sé, pero es mi amigo.

—Señor Todd —llamó la mamá del niño acercándose a ellos—. ¿Puedo encargarle a Harry? Necesito ir al baño.

Jason miró al menor de arriba a abajo. Estuvo a punto de decir que no, pero su plan malévolo sería más fácil con eso. Sonrió y asintió.

—Gracias —le dijo para después voltear a ver a su hijo—. Cariño, obedece al señor, ¿de acuerdo?

—Sí mamá —respondió soltando su mano y corriendo hacia el lado de la pelirroja.

—De este lado —exclamó con tono autoritario el petirrojo, señaló su lado izquierdo para que él se pusiera ahí.

Empezaron a caminar junto al resto del grupo. La maestra daba instrucciones sobre que no se alejaran de sus padres y las reglas del zoológico. Todos los niños estaban emocionados por iniciar con el recorrido, en especial el par de amigos que ansiaban encontrar osos (los animales favoritos de ella) y pingüinos (favoritos de él).

—¡Mira, Grace, un tigre! A mí también me gustan los tigres —exclamó feliz el de ojos color miel.

—¿Ah sí? ¿Te gustaría entrar a la jaula de los tigres? —propuso el mayor viéndolo con atención.

—Uhm... no —susurró con algo de temor.

—Bueno, tú te lo pierdes.

Después de unos segundos, el de mechón blanco soltó la mano del niño para "hacer que se perdiera". Pero él fue más listo y de inmediato volvió a tomar su mano. Intentó hacerlo de nuevo, pero obtuvo el mismo resultado.

—Muchas gracias por cuidarlo señor Todd —llamó la mamá del niño. El chico sonrió falsamente y le entregó al menor.

Gruñó frustrado porque su plan había fracasado. Pero ya encontraría otra manera. Debía hacerlo.

Llegaron hasta donde estaban los osos, Grace corrió emocionada a acercarse lo más que pudo para apreciar a esos lindos animales. Jason suspiró cansado (esa niña sí que tenía mucha energía), se quedó detrás esperando el momento en que ella decidiese volver.

—¿Y dónde está tu mamá, niña Todd? —preguntó la dichosa Lyra en un tono burlón, mientras se acercaba a la mencionada—. ¿O acaso estás sola?

—Vine con mi papá.

—¿Ah sí? Pues yo no lo veo.

—Voltea —habló el chico en un tono serio. Ambas niñas voltearon al escuchar su voz—. Ya lo viste.

Grace sonrió y corrió hasta quedar frente a él. Tiró de su mano para llevarlo más cerca del lugar en donde estaban los osos.

—Presiento que es ella quien te causó el moretón... ¿estoy en lo correcto?

—Mira, ese oso es muy pequeño —comentó señalando hacia enfrente, ignorando por completo lo que había dicho su papá.

—Grace —llamó en un modo un poco molesto. Ella volteó a verlo, sabía que tenía que responder a su pregunta.

—Sí, es ella.

—Ya veo —murmuró.

Dejaría el tema por la paz, pero si nuevamente ocurría algo parecido a lo de ese día, defendería a su hija como le fuese posible.


—————***—————


El viaje había salido bien, sin contar el hecho de que Harry había tomado la mano de Grace siete veces (porque sí, había contado las veces). Ella se había divertido mucho, no paraba de hablar sobre lo maravilloso que había sido ver a los osos de cerca y no en televisión como siempre. También le había sorprendido lo enorme que eran los elefantes. De hecho, gracias a ese viaje decidió que de grande sería veterinaria porque amaba los animales.

Nuevamente la semana estaba empezando. Grace estaba en la escuela, de hecho había sido acompañada por sus padres, pues ambos tenían cosas que hablar.

—Te dije que no quería que lo supiera —exclamó Amber mirando de mala gana a su ex novio—. Pero no me escuchaste... nunca lo hiciste.

—Uff... fue un accidente, ya te lo dije... parece que la que no escucha eres tú —replicó a punto de perder la paciencia.

—Solo... solo quiero que ella esté lejos de este tipo de cosas —comentó preocupada y ya más calmada que la primera vez—. No quiero que sea como nosotros.

—No lo será —se acercó a la castaña, la tomó de los hombros suavemente—. Yo me encargaré de que nuestra hija tenga una vida mejor... así que olvidemos ese tema.

—Siempre haces que las cosas suenen tan fácil —murmuró viendo su rostro. Suspiró cerrando los ojos—. Me alegra que tú seas el padre de Grace... no me equivoqué en eso.

—Por supuesto que no —respondió sonriendo.

—Pero hay otra cosa de la que debemos hablar —volvió a abrir los ojos y puso una expresión seria. Sabía que esa noticia no le agradaría en lo absoluto al chico, pero debía decírselo—. Debo volver a Bristol y Grace vendrá conmigo.

—¿Qué estás diciendo?

—Volveremos a Bristol, y no estoy pidiendo tu opinión.

—¿Que no estás pidiendo mi opinión? ¡¿Que no estás pidiendo mi opinión?! ¡Te recuerdo que Grace es MI hija y todo lo que tenga que ver con ella me importa! —gruñó frustrado y despeinó su cabello negro con desesperación—. ¡No te la vas a llevar!

—¡Ni siquiera estás escuchándome! Deja que termine de hablar.

—¿Y qué es lo que dirás?

—Tengo un empleo en Bristol, si voy hacia allá me iré con mi hija —respondió firme ante sus palabras—. Además mi padre quiere verla.

—Deja te doy las razones por las cuales no se irá contigo —exclamó molesto, acercándose peligrosamente a la chica—. Ella tiene una escuela aquí, sus amigos están aquí, su vida ahora está aquí ¡y su padre está también aquí!

—Eres desesperante, siempre es imposible hablar contigo —tomó su bolso que estaba en el sillón, lista para marcharse.

—¡Tú eres desesperante! —gritó apuntándola con su dedo índice y la cara roja del coraje—. Siempre estás buscando la manera de alejarla de mí... la ocultas de mí y ahora intentas llevártela otra vez... ¿qué tengo que hacer para que pares?

—Jason, yo no quie... —paró de hablar cuando el celular del chico empezó a sonar.

Tomó su celular y vio que el número que marcaba era el de la escuela, así que de inmediato contestó con el temor de que algo malo le hubiese ocurrido a su hija. Amber lo miraba esperando saber que ocurría.

—Sí, yo soy su papá, ¿le pasó algo? —escuchó las palabras de la mujer que estaba del otro lado de la línea—. ¿En dirección? —cuestionó incrédulo.

—¿Quién está en dirección? ¿Le ocurrió algo? —habló preocupada la castaña. Jason le hizo una señal de que esperara.

—¿Está segura de que hablamos de la misma niña? —miró a la chica frente suyo y le volvió a hacer una seña, pero esa vez de que no entendía lo que sucedía—. Está bien, vamos hacia allá.

Finalizó la llamada y corrió a tomar su chaqueta y las llaves de su motocicleta.

—¿Ya me dirás que ocurre?

—Al parecer Grace se metió en problemas.

—¿Grace? ¿Estamos hablando de la misma Grace?

—Sí, yo tampoco lo puedo creer.

Salieron juntos del departamento. Amber seguía preguntando más de lo sucedido, porque la pelirroja nunca buscaba problemas. Tal vez se había malinterpretado todo, porque así como sonaba el problema, parecía que era una broma.

—Si iremos juntos, no creas que subiré a eso.

—¿Disculpa? Antes no solías quejarte tanto.

—Porque antes era una adolescente enamorada.

—¿Y ahora? —la miró de forma divertida, por lo que ella le dio un golpe en el hombro—. Ouch... igual de ruda que antes.


—————***—————


Llegaron a la escuela, lo primero que vieron al entrar a dirección fue el rostro preocupado de Grace, que estaba sentada en un sillón de piel color negro. Cuando vio a sus papás, corrió hacia ellos emocionada.

—¡Papá, mamá! —chilló abrazando a ambos.

—Cariño, ¿qué sucedió? —habló Amber de forma dulce agachándose a su altura—. ¿Alguien te hizo daño?

—¡Ella le hizo daño a MI hija! —gritó una mujer de unos años más grande que Amber. Sostenía de los hombros a una niña de cabello negro peinado en dos trenzas. Lyra —. ¡Tu pequeña mocosa es una salvaje!

—¡Retráctate! —reclamó el de mechón blanco—. ¡Si de salvajes hablamos, tu hija se lleva el premio mayor!

—Señores, mantengan la calma, por favor —pidió la maestra del grupo—. Señor y señora Todd, permítanme explicarles lo que sucedió.

Los mencionados asintieron, aunque de cierta forma se sintieron incómodos por el hecho de que la maestra supusiera que estaban casados.

—Había terminado la hora del descanso, todos los niños volvían al aula, cuando yo lo hacía escuché el escándalo —empezó la mujer de cabello rizado—. Vi como Grace le soltó un golpe a Lyra, directo en el ojo.

—¿Tú hiciste eso? —preguntó Jason mirando a su hija, la cual asintió avergonzada—. ¿Cómo te enseñé? —le susurró y ella asintió nuevamente—. ¡Bien hecho!

—¡Jason! —regañó Amber dándole un pellizco en el brazo—. Grace no es así, no entiendo que sucedió.

—Tal vez ella quiera explicarlo —alentó la maestra mirando a la pelirroja—. ¿Podemos saber por qué lo hiciste?

—Lyra tiró mis acuarelas y el cuaderno de unicornio que papá había comprado para mí, también quizo jalarme el cabello y...

—¡No es verdad! Mi niña no hizo eso —interrumpió la mujer.

—Nosotros hablaremos con Grace, no se preocupe profesora, lamentamos la situación —Amber trató de resolver el problema de forma pacífica, pero la madre de Lyra no lo quizo hacer muy fácil.

—¡¿Y crees que es así de fácil?! ¡Tu niña es una salvaje a la que le falta civilizarse!

—Cariño, cálmate —le susurró su esposo, pero esa mujer no quizo hacerlo.

—¡Esa niña necesita modales y educación!

Amber podía ser una persona muy dulce y amable, a la que tampoco le gustaban los problemas, sin embargo, tratándose de su hija, las cosas podían cambiar. Con la menor nadie podía meterse, porque entonces sus padres sacaban garras y dientes.

—¡Y la suya el significado de la palabra respeto! ¡¿Cómo esperaba que mi hija reaccionara ante la travesura de la suya?! ¡De hecho, hiciste muy bien Grace! —su mirada se dirigió a la de la pelirroja que estaba sorprendida de ver la reacción de su mamá—. Y por ello mereces un premio.

—Dos premios —corrigió Jason—. Uno de parte de tu mamá y otro de parte mía por haber aprendido la táctica de pelea.

Definitivamente nada iba a salir bien. Nada.

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