14
—Grace, Grace, deja de gritar —pidió en un susurro mientras se acercaba con sumo cuidado a la pelirroja—. Soy papá, ¿lo ves? —señaló su rostro y sonrió para tratar de tranquilizarla; pero al contrario de lo que quería, ella le lanzó el oso de felpa a la cara con demasiada fuerza y huyó asustada a su habitación.
Jason suspiró cansado. Su noche había sido la perfecta descripción de la palabra "horrible". Y con eso se había vuelto peor.
Caminó lentamente hacia la habitación de su hija, abrió la puerta encontrándose con ella en la cama cubierta con las cobijas rosas. Entró y se sentó con delicadeza para no asustarla.
—Gracie... —susurró quitando la cobija—. Cariño, ¿estás enojada?
Ella lo miró con los ojos bien abiertos. Se quedó en silencio por varios segundos, segundos que pusieron muy nervioso al mayor, hasta que por fin habló:
—Eres malo.
El chico frunció el ceño. No iba a mentir, realmente le dolió escuchar eso de ella. De ella precisamente, porque era su vida.
—¿M-malo?
—Me dejaste sola... —empezó a explicar—... otra vez, dijiste que no lo harías.
—Lo sé, lo sé, prometí no volver a hacerlo —respondió con delicadeza—. Pero... pero hubo un problema.
—¿Qué problema?
—No te puedo decir.
—Entonces no quiero que me hables —declaró cruzándose de brazos indignada.
—Es que... son problemas de adultos.
—No me importa, quiero saber.
Jason miró hacia arriba pidiendo paciencia. Todo lo había hecho mal esa noche al parecer. Todo.
—Grace...
—No, si no me vas a decir no quiero que me hables.
El chico abrió los ojos ampliamente. No le conocía ese lado a ella. Era la primera vez que se veía molesta con él, y no le estaba gustando para nada.
—Grace... —llamó al ver que nuevamente se había cubierto el cuerpo completo con las cobijas.
Intentó de todo. Le pidió perdón de mil y un maneras. Le prometió recompensarla, comprarle dulces o algún juguete que deseara. Le dijo que no lo volvería a hacer, que esa vez sí era enserio. Sin embargo ella no hacía caso. Incluso le dijo que podía portarse mal y él no la iba a regañar ni mucho menos castigar.
—Además eres un mentiroso —soltó de la nada aún en la misma posición.
—¿Mentiroso? ¿Por qué?
—Porque... porque no me dijiste que eres el señor ese del casco.
—Dos cosas —exclamó indignado—. Una, no soy señor. Dos, eso no es mentir, es ocultar.
—¡Es lo mismo! —chilló sentándose en la cama de golpe.
—Veamos... ¿estás enojada conmigo porque te deje sola o porque no te dije que soy el se... el del casco?
—Por las dos cosas.
Volvió a suspirar. No pensó que ese momento llegaría tan pronto, ni siquiera pensaba contarle de ello. Solo quería deshacerse de todos sus problemas para dedicar su tiempo entero a ella; bueno, esa era la idea en la que había estado pensando, retirarse para siempre como Red Hood. Pero las cosas estaban siendo demasiado complicadas, era como si de repente todos sus enemigos se hubiesen puesto de acuerdo para arruinarle la vida. Afortunadamente (si es que pudiese llamarlo así) solo había una persona que tenía conocimiento de Grace, por lo cual debía concentrarse en esa única persona.
—No sé si lo entenderías —murmuró mirando hacia otro lado. Hizo una mueca de solo pensar que ella haría muchas preguntas y no pararía.
—Si me lo explicas lo voy a entender. Pero eres igual a mamá y al abuelo R, ellos nunca me explican y me dicen lo mismo —arrugó la nariz y negó con la cabeza—. La única que me explica es la tía Linda, ella siempre me ayuda a entender porque dice que soy muy lista.
—Yo sé que eres muy lista... eres como Tim... un cerebrito —sonrió levemente mientras la miraba.
—¿Un cerebrito?
—Sí, ya sabes... nunca necesitas ayuda para hacer las tareas.
La observó por unos instantes. Probablemente Amber lo asesinaría. Ella no quería meter a Grace en esa clase de asuntos, se lo había prohibido. Pero en ese momento Grace quería respuestas, pues ya sabía gran parte de la verdad y su curiosidad le exigía armar todas las piezas faltantes.
—¿Recuerdas que te dije que soy un policía eficiente? —ella asintió un poco confundida—. Mi trabajo es cada noche cuidar de las personas, hacer que los malos no molesten a nadie y de vez en cuando cuidar de que el tonto de Harper no se golpee con algo... él a veces es como un niño pequeño. Digamos que es eso en lo que consiste ser un policía eficiente.
—Entonces... ¿el tío Roy también usa un disfraz?
—Sí... ¡y no es un disfraz!
—¿Y entonces qué es?
—Ah... un traje para que no sepan quien soy.
—Un disfraz —insistió.
—Llámalo como quieras —chasqueó la lengua—. Es por ello que te deje sola, porque debía trabajar.
—Pero no eres un policía eficiente —exclamó con seguridad—. A mí me parece que eso es ser como un súper héroe.
—Yo no lo llamaría así.
—Ayudar a la gente te hace un súper héroe.
—Tu abuelo no lo ve así —murmuró rodando los ojos.
—Entonces necesita lentes, porque yo sí lo veo así y mi vista es muy buena —Jason rió por su ocurrente comentario—. ¿Y cuál es tu nombre de súper héroe? Yo solo conozco a Superman.
—Pff, ¿Superman? Hay mejores que él, yo por ejemplo —sonrió de forma egocéntrica.
—Sí, ¿pero cuál eres tú?
—Red Hood... ese soy yo —respondió observando con atención la reacción que ella tendría.
—Tiene estilo —comentó sonriendo junto a él. Se acercó a su lado, ya menos molesta—. No se lo puedo decir a nadie, ¿verdad?
—Exacto, no se lo puedes decir a nadie. Es nuestro secreto —apretó su nariz con diversión tranquilo porque ella lo comprendiera—. ¿Sigues enojada?
La pelirroja puso un dedo bajo su mentón simulando pensar en su respuesta. Después de unos segundos negó y lo abrazó con mucha fuerza.
—No me gusta estar sola —confesó frunciendo los labios—. Pero voy a ser valiente, lo prometo.
—————***—————
—Espera pequeña pitufa, ¿por qué siempre tienes que correr? ¿Por qué no mejor caminas como lo haría una persona civilizada? —exclamó Jason yendo detrás de la menor lo más rápido que podía.
Era el día del viaje escolar y a pesar de que la noche anterior no habían dormido bien, por todas las explicaciones que el chico tuvo que dar, Grace estaba más que llena de energía. Llegaron a la escuela y subieron al autobús que los llevaría hasta el zoológico, ella buscaba los asientos apropiados.
—¡Ada! —chilló Harry alzando un brazo para que ella pudiese verlo. La mencionada sonrió al verlo y caminó de inmediato hasta su lado para tomar asiento.
—¡Hola Harry! —saludó acomodándose mejor junto a su amigo.
—Hola, estoy muy feliz porque...
—Grace, ¿qué haces ahí? —interrumpió Jason la pequeña charla de los menores—. Vamos, este no es tu lugar, iremos a los asientos de enfrente.
—No se preocupe señor Todd, puede sentarse a mi lado —mencionó la madre de Harry.
—Le agradezco, pero... debo cuidar de mi linda niña.
—Vamos, no se preocupe, estaremos detrás de ellos y podremos cuidarlos —insistió la señora—. Además, los niños quieren ir juntos para hablar.
—Sí, claro —dijo rindiéndose. Se sentó junto a la mujer de ojos color miel. Pero antes, se inclinó un poco hacia enfrente y le susurró al niño—: mantén tu distancia, no quiero que le pegues tus gérmenes a MI princesa.
Una vez dicho eso se acomodó mejor y le sonrío de forma amable a la mamá de Harry.
Tan solo iban cinco minutos de trayectoria cuando Jason recibió una llamada. Al mirar la pantalla supo que era Amber, que tal vez quería preguntar si estaban bien.
—Hola.
—Hola Jay, ¿cómo está Gracie?
—Ella... está bien —respondió mirando de mala forma a los dos niños que reían de un chiste "absurdo" (realmente divertido) que él acababa de contar—. Bastante bien, al parecer.
—Uhm... pero tú no pareces estar bien, ¿ocurrió algo? ¿El viaje al zoológico no está saliendo bien? —cuestionó un poco preocupada.
—Para ella sí, para mí no tanto.
—¿Por qué?
—Un niño intenta manipular la mente de mi pequeña bebé.
La risa de Amber lo hizo molestar. ¿Qué era lo gracioso? Ese tema era serio. Demasiado serio. Si no hacía algo pronto, el desenlace podría terminar fatal (para Jason).
—Jay, puedo reconocer esa actitud a la perfección. Te diré lo que ocurre —empezó a explicar mientras intentaba no reír—. Estás celoso.
—¡¿Celoso?! —gritó tan fuerte que llamó la atención de todos los presentes por unos dos segundos—. ¿Celoso? —repitió en voz más baja para evitar la escena anterior.
—Así es. Sueles ponerte de ese modo cuando lo estás... ya sabes, sobre protector al extremo, te indignas con facilidad y niegas estar celoso.
—¡Eso no es verdad! —se quejó llamando nuevamente la atención de los demás. Recuperó la postura y sonrió de forma incómoda. Ya que todos volvieron a lo suyo volvió a quejarse—. Eso no es verdad. Solo cuido de mi hija.
—¿Y la cuidas de un niño de siete años que solo quiere una amistad con ella? —cuestionó de forma burlona—. Debes verte tan adorable en este momento —susurró sonriendo al imaginar la expresión de papá celoso que Jason tendría.
—Si tan solo vieras lo que yo, no estarías diciendo esas cosas.
—Jay, solo recuerda que la única intención de Grace es hacer amigos.
—Sí, sí, lo que sea... ahora dime... ¿Qué es mejor idea? ¿Perderlo por el zoológico o dejarlo atrapado en el autobús?
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