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CAPÍTULO 47


—Frederick, mira, es un elefante... —hablaba Elisa con el niño al tiempo que le acercaba una galleta en forma de animal a la boca—. Tienes que abrir grande porque los elefantes son inmensos —y le daba vida a una hermosa sonrisa al ver cómo su hijo seguía el consejo y abría la boca con energía.

Elisa le puso la galleta en la boca y el pequeño masticaba mientras le sonreía, la madre en un impulso de ternura lo abrazó arrastrándolo hasta acostarlo en la cama, ella se colocó a gatas y empezó a llenarlo de besos por todos lados mientras Frederick se carcajeaba al igual que ella.

Ante las carcajadas de ambos ella no pudo escuchar que alguien abría la puerta hasta que sintió la presencia de la persona que se acercaba, la sonrisa inmediatamente se le congeló y se puso de rodillas sintiendo que un remolino se le formaba en la garganta, bajó la mirada sintiéndose avergonzada pero más sentía miedo y rabia.

Sabía que su tío vendría a imponer su poder, a dejarle claro que como jefe del clan Anderson tenía toda la maldita potestad sobre ella, a escupirle en la cara que era la vergüenza de la familia y todas las demás cosas que ya la abuela le había dicho además de escrito.

—Hola Frederick —saludó con una sonrisa acercándose al niño que lo miraba desconcertado, reconociéndolo, pero no le tenía la confianza suficiente para responderle—. ¿No piensas saludar? —le preguntó tendiéndole la mano y acariciándole la cabeza al ver que el niño asentía—. Tienes que decir hola tío —le instó Brandon al tiempo que lo cargaba—. Anda di "hola tío Brandon" —pidió con una sonrisa que iluminaba sus ojos, mirando los cafés del niño.

—No lo hará y no porque mi hijo sea un mal educado como todos piensan que es su madre, sino porque no puede hacerlo. Deje de presionarlo porque lo hará llorar —pidió Elisa saliendo de la cama y quitándole al niño.

—No pienso que seas una mal educada Elisa... —hablaba cuando ella intervino.

—No, seguramente piensa que soy otra cosa, olvidaba que el término mal educada es poco para lo que merezco o al menos piensan que así es, pero antes de que empiece a escupirme sus reproches en la cara le informo que igual solo pierde tiempo y aliento porque no me interesa nada de lo que pueda decirme... no me arrepiento de nada y si cree que eso solo fortalece el calificativo que me han dado dentro de la familia, vale la pena —se encaminó a la puerta y tocó dos veces.

—Dígame señora —indagó Flavia abriendo.

—Dile a Dennis que cuide de Fred unos minutos —ordenó entregándole al niño y regresó sobre sus pasos, escuchando cómo la puerta se cerraba—. No creo que sea necesario que mi hijo se vea estigmatizado con los reproches de los Anderson para con su madre.

—No me has dejado decir una sola palabra y ya me estás lanzado una lluvia de reproches Elisa... ¿Por qué Frederick no habla? Para su edad es raro, deberían llevarlo con un especialista —aconsejó al sentirse confundido y preocupado porque el niño no pudiera comunicarse.

—Ya lo han visto quince especialistas, los mejores del país... claro, seguramente también piensa que abandonaba a mi hijo y no me preocupaba por él, que prefería estar con mi amante —indicó sin siquiera dejar a su tío hablar.

—Elisa, si dejaras de disparar, de estar a la defensiva y me permitieras al menos un segundo para hablar, supieras que no vengo a juzgarte ni mucho menos a recriminarte nada, que solo vengo a ayudarte... Que suspendí mi viaje porque considero que es necesario que intervenga —hablaba de manera pacífica.

—No es necesario que haga el gran sacrificio por mí —satirizó sintiendo la garganta inundada por las emociones.

—¿Nunca vas a cambiar? —Inquirió y pudo ver cómo ella despegaba de su vientre la bata que llevaba puesta, el que evidentemente mostraba su embarazo—. ¿Por qué lo haces? No me digas que te avergüenza tu estado —expresó desconcertado.

—No sé a qué se refiere con cambiar, sería alterar mi forma de ser y si es por complacer a alguien no lo haría, soy como soy y no, no me avergüenzo de estar embarazada —respondió encaminándose a la ventana y tomando asiento cerca—. Puede sentarse —ofreció señalándole una silla al lado de la cama.

Brandon agarró la silla y la colocó justo frente a Elisa, a menos de medio metro de distancia, sintiendo las venas en sus sienes palpitar fuertemente al ver la reja que evitaba la salida al balcón, comprendió hasta dónde llegaban las palabras de Sean cuando le dijo que Frank la mantenía prisionera, como si la puerta bajo llave no fuese suficiente.

—¿En qué piensas Elisa? ¿Qué planeas hacer? Porque dudo que quedarte aquí para siempre sea una opción —preguntó con voz tranquila mientras trataba de pasar el nudo en su garganta.

—El interrogatorio está interesante tío ¿Pero por qué debería concernirle lo que yo pueda pensar o hacer? —inquirió esquivando la mirada azul cielo y la posaba en sus rodillas, las que se marcaban perfectamente debajo de la seda rosada.

—Porque quiero escuchar tu explicación y no fortalecer mis sospechas de que Le Blanc te dejó a tu suerte, que no es más que un cobarde que se aprovechó de ti; sencillamente no puedo admitir que desees sacrificarte sola —hablaba mientras sentía que lo que pensaba de Jules era cierto.

—Brandon Anderson —intervino Elisa en tono seco—. Cuando se enteró que me comprometían con Wells nunca se le pasó por la mente la situación económica de mi padre, que no era un secreto para usted ¿No le dio la cabeza para relacionarlo? ¿O prefirió dejarlo a mi suerte? Pues sí, los Anderson me dejaron a mi suerte y ahora quieren juzgar y hacer valer sus absurdos derechos... Solo pensaron en que yo no era más que una estúpida ambiciosa, pero le informo que Frank Wells era demasiado para la ambición de cualquier adolescente, mi familia utilizó el dinero de Frank, para salir a flote a cambio de mi sacrificio, sobre todo Deborah Lerman. ¿No cree que eso es aprovecharse de mí? Así como viene ahora a tratar de entenderme, por qué no se me acercó hace casi cuatro años atrás y me preguntó: ¿Elisa qué puedo hacer por ti? ¿Con qué derecho ahora reclama que Jules supuestamente me haya dejado a mi suerte o se haya aprovechado de mí? —le preguntó sin importarle en lo mínimo nombrar al hombre que amaba, porque no le interesaba lo que pensara Brandon Anderson—. Si su manera de prestarme su ayuda es rebajar, insultar o calumniar a Jules, no ha empezado muy bien que se diga —agregó manteniéndose a la defensiva.

—Entonces hazme cambiar de parecer Elisa —le pidió mirándola a los ojos llenándose de paciencia, debía serlo si quería ayudarla, ya sabía que se encontraría con algo como eso.

—No tengo porqué hacerlo, no tengo porqué hacer de mis sentimientos y mis problemas un circo —expuso poniéndose de pie, queriendo terminar la conversación mientras Brandon la seguía con la mirada, maldiciendo internamente el orgullo de Elisa, sin saber de dónde lo había heredado o quizás sí lo sabía... de su hermana Deborah, Elisa era tan testaruda como la madre.

—Porque no son solo tus problemas, porque no siempre eres tú Elisa, no puedes ser la primera en todo. ¿Cuándo lo vas a entender? Ahora debes dejar el orgullo de lado y pensar en los demás, pensar en esa creatura que llevas dentro... Entiende que tus prioridades han cambiado, yo intenté hacer cambiar de parecer a mi madre, pero ella no quiere ceder —dijo casi sin aliento, sintiéndose derrotado por tener que dar esa noticia.

—¡Y no lo hará! Sé que no lo hará... —el grito que dio terminó quebrando su voz—. Pero tendrá que matarme, yo no voy a dejar que me quiten a mi hijo —dijo sin atreverse a volverse, solo dándole la espalda.

—No tenemos por qué llegar a esos extremos. Quiero ayudarte, le pedí tiempo y la hice prometerme que no te va a instigar más, pero necesito que tú me ayudes, no todo puedo hacerlo solo... Tienes que dejarme ayudarte o de lo contrario nada tendrá sentido, si te digo que haré hasta lo imposible para que no tengas que separarte de tu hijo créelo por favor, podemos encontrar una solución.

—No hay opciones, ya todas las he agotado, intenté escaparme y solo conseguí que me encerraran, Frank no me dará el divorcio, no quiere hacerlo... Es su manera de castigarme —indicó con rabia.

—Pero tú sí puedes hacerlo —dijo él preparándose para contarle su plan.

—Perfecto, lo hago, pero pierdo a mi hijo... me quitará a Frederick, tiene muchas pruebas... y prefiero vivir aquí en compañía de mi hijo que no tenerlo —expresó con derrota.

—Entonces decides tener a uno y perder a otro porque eso es lo único que ganarás... Si te quedas con Frank te quitarán al que esperas.

—Y si me divorcio igual la abuela me lo va a quitar y menos me aceptará dentro de la familia... y no me ponga en esta situación. No hay solución, no una que usted pueda ofrecerme —le dijo con voz ronca.

—Sí... sí la hay, traeré a Jules Le Blanc, él tiene que responder.

—Trate de pensar con la cabeza fría, no sabe lo que dice —espetó con rabia.

—No Elisa, sí sé lo que digo, estoy seguro que si él está aquí nos ayudará, tengo algo pensado, pero necesito que él regrese a América —indicó, estaba luchando por no dejarse decaer ante los desplantes de Elisa, realmente resultaba difícil darle una esperanza si ella no quería.

—Sí, en que lo maten, en eso nos ayudará —le dijo volviéndose y ya no podía ocultar su estado de dolor y desesperación—. Todos los hombres de allá afuera tienen la orden de hacerlo —le informó señalando por la ventana.

—No nos podrán hacer nada, lo traeré y él entrará conmigo... lo haremos de una manera que no se den cuenta, podemos planear todo con mucho cuidado —le dijo mirándola a los ojos.

—No sea iluso, a usted no le harán nada pero contra ellos no podrá y antes de que consiga al menos atravesar el portón los descubrirían, tienen muy claro negarle la entrada a todo aquel que no sea de la familia, sea como sea Jules corre peligro, le dispararían y no quiero... no quiero que lo hagan —dijo sintiéndose vencida, dejándose caer sentada en la cama mientras su cuerpo se convulsionaba ante el llanto, llevándose las manos y cubriéndolo.

—Entonces yo te sacaré de aquí... lo traigo y te saco... Podrás escaparte, yo les ofreceré mi apoyo, no importa si se levanta un escándalo, lidiaré con eso —dijo poniéndose de pie y encaminándose hacia la cama, se sentó al lado de su sobrina, sintiéndose dolido al verla llorar de esa manera—. Tengo muchos amigos en lugares que Frank ni siquiera se imaginaría, ellos estarían dispuestos a brindarles refugio, pero si deseas estar más cerca de nosotros podrán irse a Escocia o a cualquier otro lado, solo si sientes que verdaderamente Jules te merece —le dijo mirándola a los ojos que derramaban lágrimas a borbotones.

—Él me merece... quien no lo merece soy yo —expresó en medio del llanto, estiró la mano y agarró una de las almohadas, la sacó de la funda y agarró las tijeras que reposaban debajo. Brandon no quiso atreverse a preguntarse por qué esas tijeras estaban ahí, solo observó cómo ella cortaba la costura que al parecer era reciente, vació la almohada sobre la cama esparciendo todas las plumas mientras él la miraba desconcertado esparcir las plumas hasta que encontró un sobre y sacó una hoja que le entregó—. No es ningún cobarde ni mucho menos me dejó a mi suerte... léala.

—¿Qué es esto? —preguntó sin atreverse a leer.

—Una carta que me envió —explicó anclando la mirada en la hoja que estaba en las manos de su tío.

—No... no puedo hacerlo —expuso regresándole la hoja.

—No importa, solo hágalo —pudo ver cómo su tío empezaba a leer las líneas—. Él solo me liberó, me ayudó a soportar la tortura que vivía, me enseñó a amar, me atrapó con su amor. Él ha sido la única persona en la que he confiado plenamente, a quien le abrí no solo mi corazón sino también mis pensamientos, nunca creí sentir de esta manera, no tenía la mínima idea; al abrazarme a él sabía que era todo, absolutamente todo lo que necesitaba... Sentía tanto miedo, estaba aterrorizada y no quería aceptar lo que sentía, no quería darme cuenta de que por primera vez me había enamorado de verdad... Intentamos alejarnos, él intentó hacerlo... —los sollozos la ahogaban pero sentía que un peso la liberaba poco a poco—. Por evitar este desenlace, pero estaba destinado a pasar porque no pudimos estar lejos el uno de otro y ahora todo es peor... Hago el intento de ser fuerte por mí, por mis hijos pero si no lo tengo a él me fallan las fuerzas.

—Está dispuesto a luchar eso es lo importante, no le niegues la oportunidad, si yo estuviese en su lugar haría lo mismo, así que voy a buscarlo y les ayudaré... Tienes que decirle que será padre... —intentaba dar sus razones mientras doblaba la hoja y se la entregaba a Elisa.

—No... no, no se ponga en el lugar de Jules porque es el más fácil, vendrá y no le importará dejarse matar, pero imagínese usted la vida sin su esposa. ¿Dígame cómo la prefiere? Si lejos pero bien, con la esperanza de que algún día podrán reencontrarse cuando ya no haya ningún peligro o muerta... Sea sincero —Brandon se mantuvo en silencio y tragó en seco, comprendiendo perfectamente los miedos de Elisa—. Él me va a esperar siempre, me lo dijo y yo creo en su palabra... Ahí lo dice y Frank ese maldito no es eterno —aseguró llevándose las manos a la boca en un acto reflejo, como queriendo recoger las últimas palabras que no eran las más adecuadas para decir delante de su tío.

—Elisa... —cerró los ojos y dejó libre un suspiro—. Tienes razón, Frank no es eterno, pero yo sé lo que es estar separado de la persona que uno quiere y los minutos simplemente se disfrazan de horas para uno... los días son eternos y la agonía es insoportable, para Jules puede ser una eternidad; además, está el bebé, es el padre y tiene derecho a saber de su existencia.

—Para mí también lo es, pero pienso por los dos... Debo hacerlo también por el bien de nuestro hijo... pienso en que Frank le haga daño verdaderamente y sé que lo hará —le dijo tratando de retirar las lágrimas con manos temblorosas.

—Frank no le hará nada, solo habla de la boca para afuera, es su manera de presionarte —le dijo mirándola a los ojos y posando una mano en la rodilla, tratando de confortarla un poco.

Elisa se tensó ante el gesto cariñoso de su tío, nunca había tenido confianza con él pero ahora el simple hecho de mirarlo a los ojos era como un péndulo que la hipnotizaba, logrando que ella expusiera sus sentimientos, la mirada azul cielo reflejaba paz y sabiduría pero sobre todo intuición, logrando que su cuerpo se relajara nuevamente.

—Tendría que haber visto lo que le hizo a la persona que supuestamente ama —dijo con voz ronca y los labios empezaron a temblarle al recordar su apariencia un par de meses atrás—. Por eso sé de lo que es capaz de hacerle a la que odia —acotó desviando la mirada—. Lo juró por Frederick y sé que por él no juraría en vano y menos sabiendo que ningún tribunal podrá culparlo... Traer a Jules aquí es como asegurarle la muerte y no quiero vivir nuevamente la agonía de querer morir y no poder hacerlo.

—Lo siento Elisa —susurró acariciándole tiernamente la espalda.

—¿De verdad lo siente?

—No sabes cuánto, estoy dispuesto a ayudar, pero tú misma no me das opciones...

—No tengo para dárselas, no las tengo —confesó sin poder dejar de llorar—. Fui una tonta, no me percaté, tal vez si me hubiera escapado a tiempo, si me hubiera llenado de valor; debí haberle hecho caso a Jules y no pensar en que Frank no lo merecía porque era el padre de mi hijo, pero me arrepiento porque me demostró que no es más que un desgraciado que solo le importa su propia estabilidad —expresó llena de dolor y rabia.

—Trata de tranquilizarte un poco por el bien del bebé... Sean, George y yo estamos buscando la manera... Y tengo una buena noticia para ti —le informó tratando de sonreír un poco, al menos mientras encontraba una solución debía alejar de su sobrina las angustias—. Trasladaré a Daniel a Chicago —le hizo saber con una sonrisa.

—Gracias tío —sin poder contener el impulso le agarró las manos a Brandon—. Muchas gracias.

—Es lo menos que puedo hacer por ti en estos momentos, pero quiero que sepas que no te dejaré aquí, buscaré la manera de sacarte, no será hoy pero sí en poco tiempo, comprendo tu miedo, pero no es justo que te sacrifiques.

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