CAPÍTULO 14
Después de mirar el techo de su habitación sin saber por cuánto tiempo, recordó que había quedado con Kellan para acompañarlo al club, por lo que se levantó de la cama y se encaminó a la sala, descolgó el teléfono y concretó el encuentro pendiente.
Después de un baño que le ayudó a relajarse un poco, se colocó unos pantalones, zapatos y camisa, todo en color blanco y pullover en el mismo color, con rayas negras en el cuello, los puños y en la parte inferior, completando así su uniforme de tenis. Sin perder más tiempo bajó al estacionamiento y subió a su auto teniendo como destino el Midtown Tennis Club.
Durante el trayecto su mirada se enfocó más de una vez en su mano derecha, la cual le dolía y los nudillos estaban considerablemente rojos, la abrió y cerró en varias oportunidades para tratar de calmar un poco el dolor, pero era en vano. Sabía que jugaría a medias y no podría rendir lo que Kellan esperaba; sin embargo, pondría todo de su parte para no defraudar a su amigo y evitar ser el blanco de burlas de los gemelos Kent.
Al llegar dejó el auto en la entrada del club, bajó y le entregó las llaves al joven encargado de aparcarlo. Había decidido ir directo a la cancha porque ahí lo estaría esperando Kellan como habían acordado; caminaba despreocupadamente, pero con esa seguridad que lo caracterizaba mientras era saludado por quienes ya lo conocían.
Salió del edificio y le dio la bienvenida el amplio campo, el cual cuenta con varias canchas de prácticas de Polo, Golf y Tenis, todas se encontraban en el medio, siendo lindadas por elegantes edificios, en su mayoría con paredes de cristales que servían como sala de entretenimiento para cada deporte y de descanso, además de que contaban con sus respectivas gradas, las cuales dividían las canchas.
Su mirada se paseó por el lugar y no pudo ver a Kellan, mientras lo buscaba más de uno se le acercó a ofrecerle un partido, pero se negaba ya que había venido por cumplir con el joven, no porque tuviese ganas de jugar.
—Jules —se dejó escuchar la aguda voz de Kellan detrás de él.
—Suponía que ibas a estar esperando —reprochó volviéndose.
—Sí pero aquí quien tiene auto último modelo eres tú no yo, el mío apenas enciende el motor —acotó mientras caminaba al lado de su jefe en dirección a las canchas para tomar el equipo de juego y calentar.
Kellan sintió una palmada en el hombro, su mirada se desvió y pudo ver a los gemelos Kent adelantándose un paso, dejándole el humo de cigarrillo en la cara.
—Judío, ¿estás listo para perder? —soltó uno de los gemelos con una estrepitosa carcajada.
—Ignóralos Kellan —recomendó Jules al notar cómo su asistente se enojaba; sin embargo, el francés ni los miró—. Solo quieren molestarte, no son más que unos imbéciles que se gastan la fortuna del padre en clubes y cigarrillos Lucky Strike —aseguró manteniéndose impasible.
—Imbéciles es poco, creen que me molesta que me digan judío, no saben cómo me siento orgulloso de serlo. Al menos trabajamos, nos ganamos el dinero, no como ellos —respondió mientras seguía su camino.
Llegaron a la cancha y tomaron el equipo, se prepararon para dar inicio al juego. A Jules al apretar el mango de la raqueta se le intensificó el dolor en su mano y no pudo evitar que un quejido se le escapara, de lo que Kellan se percató.
—Jules, ¿qué te pasó? —preguntó sorprendido al verle los nudillos.
—Nada importante, solo fue un accidente, pero estoy bien —respondió apretando y dándole vuelta a la raqueta.
—¿Crees que puedas jugar así? —inquirió, pero su mirada se desvió a donde se encontraban los gemelos al otro extremo de la cancha, preparándose igualmente.
Jules percibió la mirada de preocupación de su asistente, sabía que si se retiraban del juego, sin importar la excusa los hermanos destrozarían a Kellan en la universidad.
—Claro que puedo —dijo con total seguridad.
—Está bien, pero mejor colócate una venda —pidió buscando una en el bolso al tiempo que los contrincantes esperaban al otro lado mirándolos y haciendo comentarios estúpidos, que para ellos eran burla.
Una vez que Kellan le ayudó a vendar la mano, Jules agarró la raqueta y se encaminó al área de juego, siendo seguido por Kellan, se posicionaron en derecha e izquierda respectivamente.
El saque lo ganaron los gemelos, dando inicio al partido. El francés ponía todo de su parte para llevar el ritmo del juego, pero el dolor en la mano poco le ayudaba. El primer set sin duda lo ganaron los hermanos y eso fue un empuje para que sus burlas aumentaran.
—Judío, para la próxima trae a jugar a tu novia que seguro lo hará mejor —le dijo uno de ellos acercándose a la malla, dejándole una carcajada y regresando para hacer el saque del segundo set mientras rebotaba la pelota con la raqueta.
Kellan dejó libre un suspiro, intentando con eso obviar los comentarios estúpidos del chico y desvió la mirada a Jules quien estaba realmente apenado por hacerle perder el juego a su amigo.
—Intentaré jugar solo Drive Zurdo —acotó cambiando la raqueta de mano—. Pero debes cubrirme —Jules cambió su cuerpo de posición y logró golpear la pelota, dándole así los tres primeros puntos del segundo set.
Kellan no pudo evitar emocionarse, haciéndoles un gesto vulgar con uno de los dedos de sus manos a los contrincantes y regalándole una gran sonrisa a su jefe.
—Listo Jules, vamos a ganarle a estos maricas —dijo antes de hacer el saque.
El francés asintió en silencio mientras sonreía y sus ojos volaron a la pelota, la cual giraba en el aire. Uno de los jóvenes al otro extremo la regresó en un golpe maestro y Kellan la regresó de igual manera.
El juego transcurría con bastante presión, esa que se imponían por parte y parte, para ambos equipos era vital el ganar, en más de una oportunidad los hermanos discutían al perder la pelota mientras Kellan se reía.
—Ríetele en la cara a tu madre estúpido judío —intervino uno de ellos, quien se acercó a la malla mostrándose realmente molesto.
La sonrisa en Kellan se congeló y como si un rayo lo impactase llenándolo de ira lanzó la raqueta y corrió hasta donde estaba Hans, Jules al ver las claras intenciones de su asistente por iniciar una pelea se acercó para intermediar, halándolo por el brazo.
—No lo tomes en cuenta —pidió tratando de hacer que la rabia en su asistente mermara—. Solo quiere desconcentrarte porque están a punto de perder.
—¡El salvador! —Intervino Hans Kent, al ver que Jules evitaba que Kellan iniciara la lucha—. Déjalo francés, que no le tengo miedo —aseguró soltando una carcajada—. Mejor ve a cuidar a tu papito —continuó refiriéndose a Frank.
—Cállate imbécil y juega. Solo estás buscando los medios para suspender el partido y no hacer el ridículo —exigió Jules con voz tosca, dejándole una mirada de desprecio desvió la mirada a Kellan mientras se encaminaban—. Ya te dije que dejaras de caer en provocaciones, solo gánales y listo —regañó al chico a su lado.
Uno de los gemelos se apoderó de la pelota para hacer el saque, rebotó la esférica dos veces intentando retomar el control del juego. Después de varios rebotes y voleadas ganaban por un punto más, logrando con eso animarse nuevamente.
—Mucha estatura, francés, pero no te sirve de nada —intervino en medio de una carcajada el que hizo el saque, su objetivo era descontrolar a Jules quien dominaba el juego—. Mejor regresa a la compañía de Wells y sigue siendo su puta —acotó con gran malicia, ya que ellos eran los hijos de uno de los principales competidores de Frank Wells en el mercado de la ferroviaria.
Jules solo tensó la mandíbula e hizo caso omiso al comentario, no les daría lo que esperaban, le dedicó una mirada a Kellan y asintió para continuar con el juego, dándole una ventaja mayor. Los golpes de pelotas se hacían cada vez más fuertes debido a la tensión que había en el partido, uno de los hermanos botó la pelota con un gran golpe, ofreciéndole así la oportunidad de saque a Jules, quien en la primera ocasión hizo un mal saque, pero tenía la segunda.
—Espero no botes la pelota de nuevo —acotó uno de ellos mientras Jules rebotaba la esférica—. Francés, ¿qué tal las ventas? Seguro muy bajas ¿Verdad? —hablaba tratando de desconcentrar a Jules, pero él estaba atento y en posición para responder al saque. Los ojos verdegris solo se fijaban en la pelota rebotando, ese imbécil no merecía siquiera que lo mirara, se le hacía imposible no escuchar, pero tampoco le respondería—. La única venta buena que pudiera tener el viejo sería la de la mujer, esa sí está como le da la gana, hasta yo se la compraría —ante las palabras del joven, Kellan desvió la mirada a Jules quien no hacía más que rebotar la pelota y se mostraba realmente impasible. El asistente no lograba entender a Jules, si él mismo estaba que le hervía la sangre al escuchar cómo insultaba a la señora—. Segurito y acepta que la compre, todo el mundo está al tanto de que se casó con el viejo por el dinero, pobre cabrón y ella tan pu... —estaba por decir algo más cuando la pelota se estrelló contra su boca con una fuerza descomunal, haciéndolo perder el control de su cuerpo, por lo que cayó sentado en el suelo, sin poder coordinar ante el dolor.
Se llevó las manos para cubrirse medio rostro y pudo ver cómo se manchaban de sangre, proveniente de la nariz y boca, sintiendo dos de sus dientes frontales flojos, no podía ver nada ante el dolor, solo escuchaba la voz del hermano que le preguntaba cómo se encontraba.
Kellan miró cómo la pelota se estrelló contra la cara del gemelo que estaba insultando a la señora Elisa, el golpe se apreció realmente doloroso, tanto que él mismo hizo una mueca de dolor, por nada del mundo quería estar en los pies de su contrincante. Al ver la sangre en las manos de Hans Kent al otro lado de la cancha, se acercó hasta el francés y con tono preocupado le preguntó:
—¿Jules por qué hiciste eso? —lo miró a la cara para después desviar la mirada nuevamente al joven sentado en el suelo, siendo atendido por dos enfermeras del club.
—Solo hice el saque —fue su respuesta con voz serena y mirada impasible mientras se encaminaba para salir del área de juego—. Creo que ya no podrán seguir jugando; si te fijas en el marcador hemos ganado y eso sin meter los tres puntos que acabo de anotar —dijo elevando la comisura derecha.
Kellan no pudo evitar soltar media carcajada mientras caminaba al lado de su jefe, dirigiéndose los vestidores para cambiarse y después descansar un rato mientras compartirían algo de tomar en el bar del club.
Nota: Hola bellezas, por aquí un nuevo capítulo, espero que lo disfruten.
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