CAPÍTULO 52
Sepia entró a su casa con cuidado. Su madre estaba en la cocina y de seguro las niñas debían estar en sus habitaciones. Su padre aun no había llegado, lo supo desde antes porque su auto tampoco estaba.
El muchacho se movió como un gato. Subió las escaleras y avanzó rápidamente hacia su cuarto. Cuidando de no dejar rastros de su presencia.
Ya en su habitación pudo sentirse seguro de nuevo y darse un buen baño, para eliminar la sangre que había en su cuerpo. Aun así no fue tan sigiloso, ya que su madre tocó su puerta. Evidentemente se percato de su presencia.
Sepia saltó de la ducha con una toalla enrollada en su cintura. Tomó la ropa que se había quitado y la escondió en una bolsa debajo de su cama. Luego se colocó un sudadera de manga larga.
No deseaba que su madre viera la herida que tenía en el brazo. Cubrió la mordedura con gaza para evitar que la poca sangre que le salía de esta le manchara la ropa.
—Voy mamá, me estaba bañando —anunció Sepia al percatarse que su madre no dejaba de tocar—. En un segundo te abro.
Sepia terminó de cambiarse rápidamente y le abrió a su madre; quien lo esperaba cruzada de brazos.
—¿Porqué entras así como un ladrón? y ¿Además cierras la puerta con llave? —le regaño la mujer—. Si no es por el sonido de la ducha no me habría dado cuenta de que ya habías llegado.
—Lo siento madre —se disculpó sepia dándole un beso en la frente—. Estaba muy sucio y te vi tan ocupada que no quise molestarte.
—Esta bien, pero ¿Cómo te fue hoy? —cuestionó la mujer.
Sus ojos iban y venían por el rostro de Sepia, buscando alguna señal positiva a su pregunta.
—¿Te dieron el trabajo?
—No mamá, me hicieron una prueba y no la pase —respondió.
Al ver la cara de su madre decidió cambiar de tema.
—Eso no importa ahora, lo único que quiero es cenar, me muero de hambre.
—Tienes suerte —canturreo la mujer—, porque ya esta la cena, e hice tu comida favorita.
—Gracias mamá.
El señor Dago no llegó esa noche. Tal vez se había quedado con la señorita Adela o con uno de sus amigos. La señora Leonor prefería no pensar en eso. Al menos el hombre había tenido la suficiente valentía para acompañarla esa tarde a contarle a sus hijas lo del divorcio.
Las niñas estaban muy tristes, a duras penas probaron su comida. Sepia logró disimular muy bien su herida sin embargo le seguía doliendo.
También le preocupaba la situación de su familia. En un segundo todo se había desbaratado, la fuerte familia que habían sido se había acabado. Ahora Sepia era el hombre de la casa y tenía que mantener la tranquilidad de su familia.
—Leti ¿Porqué no comes? —cuestionó Sepia mirando a su hermana.
—No tengo hambre —contestó la chica jugando con su tenedor.
Tan felices que estaban después de la fiesta y ahora pasaba esto. ¡Que cruel era a veces la vida!
—Princesa come algo —le sugirió Sepia—, te puedes enfermar.
—Sepia no quiero.
—Leticia, Eleonor por favor yo se que esto es difícil —intervino la señora Leonor tratando de ayudar a su hijo—. Pero es una decisión que su padre y yo ya tomamos. Sólo esperamos que la respeten.
—¿No lo entiendo? —replicó Eleonor.
Las chicas tenían el mismo tono de voz, era difícil identificar cual de las dos hablaba.
—Todo estaba bien, ¿ Porqué van a separarse?
—Estoy de acuerdo con Eleonor —concordó Leticia—, ¿Quiero saber la verdad? ¿Porqué ese cuento de que de cansaron el uno del otro no me lo creo?
—Niñas por favor —pidió la señora Leonor tragando el nudo en su garganta—. Dejen las cosas así.
—No madre —mascullo Sepia dejando a un lado su cena—. Ellas merecen saber la verdad, consideró que tienen derecho. Como también consideró que son lo bastante maduras como para tomar esto de la mejor manera.
—¿Qué pasa? —investigó Leticia mirando a su madre.
La señora Leticia suspiro hondo. Su hijo tenía razón debía decirles la verdad.
—Mamá, por favor —rogó Eleonor.
—Su padre dejó de amarme —empezó la mujer.
Hablar del tema le dolía mucho. No le gustaría siguiera recordar ese tema.
—El tuvo una relación con su asistente, la señorita Adela. Fruto de la cual su padre tendrá un hijo.
—Eso no es cierto —murmuro Leticia removiéndose incómoda en su silla.
Eleonor abrió su boca para decir algo, mas lo único que pudo exclamar fue un hondo quejido.
—Que más quisiera yo que esto fuera un chiste de mal gusto —susurro la señora reteniendo las lágrimas
Junto sus manos y apoyo su frente en ellas.
—Pero es verdad, por esa razón su padre y yo nos vamos a separar.
Eleonor empezó a llorar de manera desconsolada. La señora Leonor intentó consolarla. Leticia estaba un poco más estupefacta. Aun no caía muy en cuenta de las cosas.
—Se que esto es difícil —siguió hablando la señora—. Aun así, quiero que tengan en cuenta que pase lo que pase nosotros vamos a seguir juntos. Así Dago y yo estemos divorciados, siempre vamos a ser sus padres y vamos a estar cuando ustedes más nos necesiten.
—No es lo mismo —replicó Leticia empezando a llorar.
—Lo siento —agregó Sepia intentando confortarla—. Vamos a salir de esta, juntos como siempre.
Sepia y su madre intercambiaron miradas. Las chicas habían tenido la reacción que se esperaba.
Esa noche las dos muchachas durmieron con su madre. Sepia por su parte decidió quedarse con Ricky, quien aun estaba totalmente ajeno a lo que sucedía. No creyeron prudente contarle algo así, ya que podría alterarse y echar al suelo su recuperación, que era muy lenta. Cualquier factor podía afectarlo.
🌻🌻🌻
EN UN LUGAR LEJANO:
—Buenos días jefe —saludo el hombre—. Averigüe lo que me pidió.
—Espero que sean buenas noticias —el hombre siguió tomándose su café—. ¿Qué fue a hacer Sepia Stern a la policía?
—Fue a denunciar a la señorita Amanda Gramill, por el ataque de uno de sus perros —contesto el individuo de traje negro—. Pero su denuncia no prosperó. Así que no hay nada de que preocuparse.
—Eso esta bien —añadió el hombre mirando por la ventana—. Hay que seguirlo vigilando; yo debo saber cada paso que da, antes de eliminarlo.
—El chico se mete en cada lío que puede —comentó el otro con voz tosca—. Cuando desaparezca tendrá tantos enemigos que nadie sabrá cual de todos fue.
El jefe sonrió de medio lado. Sus ojos reflejaban el placer que eso le causaba.
—Eso me gusta —susurró el hombre—. Que preparen todo, eliminaremos a Sepia Stern Eblore este mismo fin de semana. No quiero errores de ningún tipo.
—No se preocupe jefe. Su problema será erradico de raíz y no habrá ni un solo testigo, ni una sola prueba de lo que haremos. Será como si la tierra se lo hubiera tragado.
🌻🌻🌻
Eliza se encontraba un poco inquieta. Los problemas en su casa no habían faltado. Todo según su padre por culpa de Sepia.
—¿Cómo van la cosas con tu papá? —pregunto Sofía tomándose su malteada de chocolate—¿Sigue enojado?
—Si —contestó Eliza con tristeza—. Estos días simplemente lo he ignorado. Procuro no encontrarme con el, para no oír sus reclamos.
—Entonces sigue furioso —comentó Javier— ¿Y como va Máx?, ya sabe que Juana tiene un nuevo galán.
—No, creo que no lo sabe.
Eliza miro de reojo a Juana quien se besaba apasionadamente con un chico que hace pocos días había llegado a la escuela.
—O simplemente se hace el tonto.
—Juana Markle no puede conformarse con un sólo hombre —murmuro Sofía en voz baja—. Es normal que tenga uno para la escuela y otro para las tardes.
—¡Eso no me importa! —bufo Ray decepcionado—. Galena me dijo que no. Llevaba dos días ensayando. Por fin me decido a hablarle y me dice que no.
—Algo tuviste que hacer mal —replicó Sofía volteando los ojos—, el plan era infalible.
—Hice todo lo que ustedes me dijeron. Me bañé dos veces, me cepille dos veces, me coloque mi camisa nueva, me eche perfume, poquito no tanto.
Javier no lo soporto más y largo una sonora carcajada.
—Me eche gel y todo para que ella me dijera que no.
—¿Y porqué te dijo que no? —interrogó Eliza.
—Porque tiene una clase de lenguas —respondió Ray cruzándose de brazos—. No entiendo porque me rechaza. Este último año baje más de 10 kilos, mi peso ahora es normal. No soy un muerto de hambre por así decirlo. Soy educado, me gusta estudiar y no le faltó el respeto a la gente. Ayudó en mi casa, respeto a las mujeres. No me gustan las fiestas ni el reggaetón y no consumo drogas, ¿Qué más quiere?
—Ohh, ¡Deja de echarte flores tu mismo! —espetó Javier sin dejar de carcajearse.
—Por favor no me molestes —exacerbo Ray enojado.
—Cariño, todo eso lo sabemos nosotros pero ella no —le dijo Sofía con dulzura—. Porque no le das un poco de tiempo. Además te rechazo una vez, no puedes darte por vencido.
—Es que ¿Si me vuelve a decir que no? —preguntó Ray enarcando una ceja.
—A ver Ray te explicó.
Javier tenía mucha más experiencia en temas de amor que su amigo.
—Tu misión por así decirlo es dejarle claro que quieres ser su novio, ¿Porqué es lo que quieres ser, ¿Verdad?
—Pues si, pero ella no lo sabe —repuso el otro con tristeza.
—¡Ese es el error! —exclamó Javier—. No debes acercarte a ella como un muchachito indeciso que la invita a salir sólo porque estaba aburrido y no tiene nada más que hacer.
—Explícate mejor porque ni yo te entiendo —exclamó Eliza.
—Que debes mostrar lo que quieres desde el principio, tu la quieres para algo serio —le explicó Javier.
Sofía no podía sentirse mas enamorada que cuando su novio explicaba algo. Lo hacía ver más interesante, más atractivo de lo que ya era.
—Debes conquistarla, esforzarte. Las mujeres saben que si no te esfuerzas en conquistarlas es porque en realidad no las quieres. Si Galena tiene la plena seguridad de que quieres algo serio con ella, empezará a prestarte atención.
Ray se quedó pensando. Javier tenía toda la razón.
—Su subconsciente buscará tu figura en medio de la de los demás. Le preguntará a otras personas por ti. Se fijará en tu ropa y en las cosas que dices. En como actúas, en como hablas y es allí cuando ella se puede interesar en ti. Cuando vea tu forma de ser, entonces querrá estar en los lugares en los que tu estés sólo por curiosidad. Y entre más compartas con ella y la sigas tratando como lo más hermoso del mundo. Ella inevitablemente va a enamorarse de ti.
—No te entendí la mayoría de las cosas que dijiste. Lo único que me quedó claro es que serás un excelente psicólogo.
Los chicos se rieron, en esos momentos la campana sonó y tuvieron que regresar a sus salón. Eliza iba atrás, había algo que la agobiaba.
—¿Qué te pasa Eliza? —investigó Sofía.
Javier iba lo bastante ocupado molestando a Ray como para prestarles atención.
—Me preocupa Sep —le contó Eliza—, ayer hablamos y lo noté muy raro.
—¿Muy raro?, ¿Estaba distante contigo?
—No —Eliza frenó en seco—, lo noté enojado, como triste, no se.
—Habla con el. Puede que tenga muchos problemas y es precisamente en estos momentos cuando debes apoyarlo. El te necesita porque el apoyo de tu pareja es muy importante en los momentos difíciles.
—Si lo se —concordó Eliza acomodándose la mochila—. Esta tarde iré a verlo, el me invito a su casa.
—¿Te invito a su casa? —repitió Sofía con picardía.
Eliza se sonrojo ante la mirada de su amiga. Negó varias veces con la cabeza.
—Sofía no te imagines cosas que no son —repuso Eliza empezando a caminar—. Solo vamos a hablar. Además allí está su madre y su hermano.
Sofía alzó sus manos dándose por vencida.
—Bueno, yo no dije nada...
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