CAPÍTULO 31
UN MES DESPUÉS
La familia entera se sumió en la más grande de las reservas. El señor Dago no fue a trabajar. Las niñas a duras penas y salían de sus habitaciones para ir a la escuela.
Sepia perdió su móvil y se negó a recibir cualquier tipo de visita. No volvió a la escuela, se la pasaba en la casa consolando a su madre. Ya había pasado un mes y el chico lo recordaba como si acabará de suceder.
No había vuelto a salir, ahora vivía para ayudar a su familia. Pero ese era un día distinto. El señor Dago al fin había aceptado volver a el trabajo.
El era el presidente de la pequeña empresa que el mismo había creado. Hasta el momento quien lo ayudaba era su hermano Oddie, pero el tenía una gran empresa y cada vez se le hacía más difícil ayudar a el señor Dago. Por eso había accedido a regresar a su vida cotidiana. Todo gracias a eso y a los ruegos de Sepia.
—Papá el desayuno ya está listo —le avisó Sepia entrando a su cuarto.
Sepia se quedó mirándolo por un par de segundos.
—Ya extrañaba el traje gris.
—Si, es un poco incómodo volvérmelo a poner —espetó su padre acomodándose la corbata—. Ya me había acostumbrado a andar en pijama.
—¡Te vez genial!
Don Dago a pesar de su edad podia competir en atractivo con sus hijos. Seguía siendo tan apuesto como cuando tenía 20. Y Ricky solía decir que las chicas se interesaban más en su papá que en el.
Los ojos de Sepia, se dirigieron a la otra puerta. La del cuarto del frente, en la cual su madre estaba desde la mañana. Era el cuarto de Ricky y su madre permanecía allí todo el día.
—Voy a avisarle a mamá que el desayuno esta listo —agregó Sepia—. O tal vez quiera qué se lo lleve allí como todos los días.
—Gracias por ser tan comprensivo con tu madre —repuso el señor Dago apretando los hombros de su hijo—. Debes volver a la escuela. Llamé a el director y esta dispuesto a recibirte. Te podrán algunos trabajos extra para que puedas ponerte a el día. Es hora de que sigas con tu vida.
—Tienes razón, se que Ricky diría lo mismo —murmuro, en su rostro se dibujó una pequeña sonrisa—. Sabes que aunque el no este, se que puede oírme.
—Así es, el siempre esta con nosotros —comentó su padre caminando hacia el primer piso, Sepia lo siguió de cerca—. Vamos hijo llévale el desayuno a tu madre. Pronto va a llegar la enfermera y debe estar lista.
—Yo me encargo papá, vete tranquilo a el trabajo.
Sepia se quedo pensando por un momento mientras colocaba el desayuno de su madre en una bandeja.
—En cuanto a lo de la escuela, déjame pensarlo. No creo que mi madre este lista para quedarse con todo esto sola.
—Por eso no debes preocuparte. Tu tía Lucrecia vendrá a acompañarla por las mañanas y a ayudarle en todo lo que necesite —le informó su padre dándole un gran sorbo a su humeante taza de café—. Por favor hijo piénsalo ¿Qué crees que diría Ricky si estuviera aquí?
—Si lo sé y por el lo voy a pensar —respondió Sepia tomando la bandeja roja entre sus dedos—. No te aseguró nada. Pero haré todo lo posible por intentar recuperar algo de lo que tenía antes del accidente.
—Hijo… piénsalo.
Sepia camino con la bandeja hacia el cuarto de Ricky. Alzó su mano y con los nudillos tocó la puerta dos veces antes de entrar.
Asomó la cabeza con cautela. Todo estaba intacto como lo había dejado Ricky antes de salir ese día. Su madre hablaba en voz alta.
—Hijo, pronto podremos ir a el centro comercial y compraremos ese helado de pistacho que tanto te gusta —decía Leonor.
Estaba tan concentrada que ni siquiera se dio cuenta de que Sepia había llegado.
—Y luego podrás volver a tus clases de lucha libre, Sepia va a acompañarte. Como te parece que no quiere ir solo, así que aquí esta esperándote.
Sepia oyó el timbre de la casa, de seguro era la enfermera que acababa de llegar. La señorita Lucía estaba ayudándoles desde lo ocurrido. Tenía una paciencia increíble y además era hija de una gran amiga de la señora Leonor. Así que era ahora prácticamente de la familia.
—Madre te he traído el desayuno —inquirió Sepia llamando la atención de la mujer—. ¿Cómo estas?
—Bien, pero Ricky sigue sin despertar —contestó tocando el rostro de su hijo—. Me pregunto todos los días si llegará el momento en que por fin se despierte. Cada vez se me hace más difícil.
—Mamá —la llamo Sepia colocando la bandeja a un lado—. Ya sabes que este estado de coma es muy difícil. Jamás se sabe cuando van a despertar los pacientes. El doctor dijo que podían ser días, meses o ...
—Años —completo la señora Leonor.
Ricky permanecía en una cama especial, y era sostenido mediante intravenosas. Aunque podía respirar por si sólo, no movía ni un sólo músculo. Su tono de piel era demasiado traslucido. No tenía ese tono rosado en sus mejillas cuando hacia calor.
Las heridas del accidente habían empezado a cicatrizar. La señorita Lucia trabajaba todos los días con el chico haciéndole terapia en los músculos. Era ella quien estaba pendiente de sus necesidades más básicas.
En cuanto a Sepia el se había convertido en amo de casa. Hacia todo lo que hacia su madre antes del accidente. El la suplía para que ella pudiera pasar todo el día con Ricky.
—Pero yo tengo fe de que eso no será así. Tu hermano pronto va a despertar. El va despertar, yo lo se.
—Claro que lo va a hacer —repuso Sepia mirando a su hermano—. Por que si el no despierta yo no volveré a la escuela.
—Sepia por favor...
—Madre es un trato que hay entre los dos —la interrumpió Sepia señalando a su hermano.
Tomó su mano y la apretó con fuerza.
—Así que si Ricky no quiere tener un hermano tonto debe volver. Además el dijo que siempre iba a cuidarme, y yo le creo. Ricky abrirá sus ojos y esta pesadilla va a terminar.
—Yo se que si —añadió su madre—. Pero me desespera no verlo abrir los ojos, extraño tanto su mirada y su sonrisa. ¿Porque le paso esto a mi niño?
—Madre, todos los días debemos de dar gracias porque Dios le permitió a Ricky vivir.
Sepia acaricio los hombros de su madre.
—El no dispuso que ese día en ese preciso instante, ese tracto camión perdiera lo frenos y terminara estrellándose contra Ricky. Solo se que el estaba allí a la hora exacta. Todos los días le doy gracias por permitirme vivir los mejores 17 años de mi vida junto a el. El no creo el mal, es mas todos los días manda a sus Ángeles a luchar junto a nosotros. Eso es lo que dice el pastor que viene a orar por el.
La mirada de Sepia se perdió por la ventana.
—El dice que Dios abre puertas donde sólo había paredes. Crea puentes para que podamos verlo, yo vi esa luz, en el vídeo del accidente.
Sepia soltó a su madre y camino hacia la ventana. Observo el patio en donde la señorita Lucia estaba bajando de su auto. Era la primera vez que hablaba con alguien de lo que había sucedido.
—El tracto camión se desboco y abandono su carril. Salió disparado hacia un lado de la vía, justo en ese segundo el auto de Ricky se atravesó en su camino. Si eso no hubiera sucedido el tracto camión hubiera dado de lleno contra las 9 personas que en la acera esperaban el autobús. Nueve personas madre…
Sepia se volteó lentamente y miro a su mamá a los ojos. La mujer estaba confundida pero no dejaba de colocar atención a las palabras que le decía su hijo.
—Nueve familias distintas, padres, hijos, madres, hermanos, todos ellos estaban en el rumbo de la máquina. No tenían mas protección que sus cuerpos, habrían muerto de inmediato. Entonces, Dios si esta en todas partes y allí salvo a nueve de sus hijos. Sin embargo para poder hacerlo, tuvo que dejar que un mal menor sucediera; para evitar un mal mayor. Todo sucede por algo. No es su culpa que la revisión tecnicomecanica del tracto camión, no indicará que los frenos estaban en mal estado. El nos dio sabiduría e inteligencia y no es su culpa que no la sepamos usar. Conocí a alguien que me dijo que el mundo estaba lleno de dones y milagros, ahora yo le creo. Llevaba toda mi vida culpándolo de mi condición, pero ¿Acaso el tuvo la culpa?
La señora Leonor negó varias veces con la cabeza.
—No... porque somos libres. Entonces lo que le sucedió a Ricky no fue producto de el. Creo que si, le dio una batalla a uno de sus mejores guerreros porque sabía que iba a ganarla. Ricky abrirá los ojos y se levantará de esa cama. No porque yo lo diga, sino porque estoy seguro de que sigue con vida porque aun no ha terminado su propósito sobre esta tierra, y ...
Sepia hizo una pausa. Su madre se limpió las lagrimas que bajaban por sus mejillas.
—Será feliz.
—Tengamos fe hijo —repuso su mamá colocándose de pie—. Pronto verás que todo va a mejorar. En cuanto a la escuela, sabes lo que creo, deberías considerar volver.
Sepia se pregunto quien habría llegado antes de la señorita Lucía. Ya que casi no recibían visitas. El señor Dago se asomó con cuidado por la puerta.
—Hijo, abajo esta ese muchacho… como es que se llama —el señor Dago se quedo pensando—. Javier creo, esta abajo y quiere hablar contigo.
—Padre por favor.
—Nada de por favor, el chico esta en la sala. Hijo te has alejado de todo el mundo —su padre lo miro a los ojos—. Ve y habla con el, te hará bien.
—Esta bien, iré a verlo.
Sepia salió del cuarto dejando a sus padres solos y a la figura inerte de Ricky; quien seguía como a el principio.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro