Capítulo 1
Era una hermosa mañana, ni una nube se encontraba pintando el cielo. Solo el sol era el protagonista en el cielo e iba por ahí diciendo: "¡Cuidado! ¡Estoy caliente!"
Mientras tanto, en la tierra, un muchacho maneja su bicicleta al mismo tiempo que cantaba "Mr. Blue Sky". Todos con los que él cruzaba camino lo miraban con extrañeza, pero él iba en su propio mundo y ni cuenta se daba.
Llego a un parque y la vio. Su corazón le latió con fuerza, sintió que ya sus pies no tocaban el suelo y empezaba a flotar. Su prometida lo esperaba y el sol hacía que ella resplandeciera.
Ella, con un vestido que le llegaba a la rodilla y un peinado que dejaría a cualquier hombre sin aliento, paseaba impacientemente esperándolo.
Él se sorprendió de cómo pasaba el tiempo, de cómo hace unos años vio a una joven en ese mismo parque y no le pareció atractiva. Ahora ella era su mundo y por amor él haría cualquier cosa.
—Llegas tarde, Romeo —dijo Andrea indicándole la hora a su prometido John.
—Mi hermosa Julieta, perdí la noción del tiempo esta mañana, pensando en tus ojos cafés y en tu sonrisa —dijo John bajándose de la bicicleta para saludarla.
—¿En serio? Yo supuse que te habías quedado dormido —dijo Andrea con ironía.
—Encuentro en vuestras palabras, una ofensa para mi honor de caballero, pero de alguna manera así fue —dijo y comenzaron a reírse.
Pasearon alrededor del parque que más los identificaba, el Parque de los Novios. Ellos conversan animadamente, solamente ellos en su mundo.
—Me maravillaba del pasar del tiempo —comenzó diciendo él a su amada—. Cuando ambos éramos jóvenes...
—Más jóvenes quieres decir —lo interrumpió Andrea.
—Exacto. Más jóvenes. Ambos pensando en nuestros estudios y en servir a Dios como solteros. Y ahora vamos a convertirnos en una sola carne, en tener un futuro juntos.
—Me sigo sorprendiendo cuando mi papá me preguntó si me deseaba casar contigo. No lo esperaba venir. Siempre habíamos sido muy buenos amigos, creo que los mejor amigos hasta cierto punto.
—¿Te acuerdas cuándo nos conocimos?
—Como olvidarlo. Ese golpe que me diste no se me olvidó nunca.
—¡Oye! Ya quedamos a mano.
—Bueno, sí —dijo Andrea y cambió de tema—. ¿Te acuerdas cuando me propusiste?
—Como olvidarlo, temí por un minuto que me dijeras que no, además que se me durmieron las piernas.
Andrea se rio con fuerza, al escuchar el comentario de su prometido.
Ambos se quedaron mirando hacia el infinito, recordando lindas memorias.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro