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Parte 7

"El amor no necesita ser entendido,
sólo necesita ser demostrado."

−Paulo Coelho−

−¿Estás hablando en serio? −interrogó Max, ya que pensó que estaba bromeando, pero al ver que su expresión no cambió, comprendió que ella estaba hablando en serio.

−Pase la mejor noche de mi vida ¿y quieres que la olvide? −preguntó en forma de reclamo.

−Están hermosas. No era necesario que te molestaras, ya pasamos la noche juntos. −dijo mientras olía una de las rosas. Habló sin pensarlo y cuando se dio cuenta ya era tarde para reformular lo que dijo, por lo tanto lo único que pudo hacer fue agradecer—. De cualquier manera, te agradezco el detalle, muchas gracias. −agradeció sonriendo, no podía dejar de verlas; estaba feliz y emocionada por haber recibido flores.

Max se quedó pasmado y desconcertado por las palabras que ella le acaba de decir. Le llevo unos segundos procesarlo y tratar de entender por qué lo había dicho. Sabía que era directa y que su fama de mujeriego no le ayudaba, sin embargo tenía que dejarle claro que a ella nunca la vio como a sus demás conquistas.

−Te voy a aclarar que una mujer extraordinaria y valiosa como tú, no se quiere únicamente para un rato en la cama.

Jocelyn volteo a verlo, pero lo que le dijo no la hizo cambiar de opinión.

La mirada escéptica de ella le molesto, no sabía de qué forma hacerle entender que ella era especial para él, más de lo que él hubiera querido que lo fuera.

−Si lo que quisiera es pasar el rato con alguien, sólo necesito ir algún bar, ordenar un par de bebidas, conversar con mujeres que no conozco y después llevarme a la cama a la primera que estuviera dispuesta a pasar un buen rato. −continuó hablando más tranquilo—. No estaría todo el día a tu lado, ni estaría pensando en ti desde el momento en que abro los ojos, hasta el momento en que me voy a dormir, ni contando las horas para volver a verte.

Le costaba trabajo a Max comprender como Jocelyn siendo una mujer inteligente, podía tener su autoestima tan baja.

De la misma manera en que Max trato de no darle importancia a lo que Jocelyn había dicho, también intento ignorar el hecho de que ella no podría olvidarse tan fácil de los tontos prejuicios que tenía. No sabía cuánto tiempo le iba a tomar convencerla de lo contrario, pero en ese momento le reconfortaba el recordar lo sediento que estaba el cuerpo de ella de caricias. No se necesitaba ser un experto para haberse dado cuenta que ella no había estado con algún en mucho tiempo. Por suerte era un hombre con experiencia y supo que él había dejado su huella no sólo en su cuerpo, también en su alma.

El resto del día prosiguió como de costumbre y a la hora de la salida Max aprovecho para hablar de cosas que no fueran relacionadas con el trabajo.

− ¿Jocelyn, quieres salir conmigo?

−Mejor otro día.

−No me refiero a una cena regular, me refiero una cena romántica.

− ¿Me estas invitando a una cita? −preguntó ella emocionada y sonriendo.

−Sí. De cualquier manera lo que tanto temías que pasara ya pasó. —comentó haciéndola reír.

−Tienes razón, no puedo decir que sólo buscas eso, porque ya no es así.

−Así es, pero no estaría mal volver a repetirlo. − sugirió Max sonriendo.

−¿Puedo pensarlo? −preguntó renuente. El hecho de que haya estado con él una vez no significaba que ahora ya no tuviera motivos para preocuparse; por el contrario ahora tenía que mantenerse alejada de él lo más posible para evitar que volviera a pasar. El hecho que ambos estuvieran solteros y se atrajeran tanto no justificaba que estuviera bien.

−No tengo prisa contigo Jocelyn. Tomate el tiempo que quieras.

* * *

Poco a poco con el paso de los días Jocelyn volvió a ser la misma. Cuando estaban a solas y Max tenía un gesto cariñoso o le hacia una caricia que ella le correspondía. Disfrutaba ver lo feliz que la hacia los pequeños detalles y gestos de atención que tenía con ella. Sin embargo, aún no podía comprender cómo era posible que ella no sintiera la misma necesidad que él, de volver a estar juntos en la intimidad. No podía dejar de verla diferente, solía usar ropa holgada la mayoría de las veces, pero aun así él sabía en dónde estaba cada curva que él recorrió con sus manos.

Ahora cada vez que se llegaba la noche no podía dejar de imaginarla desnuda entre sus brazos y haciéndola sentirse plena, por qué si de algo estaba seguro era de que hacía mucho tiempo que nadie la hacía sentirse mujer. Sin embargo, algo dentro de sí le decía que le iba costar mucho trabajo lograrlo, pero estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario, a final de cuentas "todos tenemos nuestros propios fantasmas", —pensó él.

Max tuvo que salir por unos días y nunca se imaginó que la extrañaría tanto, le daba risa de sí mismo por estar como un adolescente enamorado; pensando todo el día en Jocelyn y deseando poder abrazarla y besarla. Él sabía que era absurdo, pero el extrañarla tanto fue razón suficiente por la cual trato de regresar lo antes posible; porque no quiso estar ni un día más días sin verla. Esos días le sirvieron también a ella para darse cuenta de que estaba muy acostumbrada a él, y aunque le dolía admitirlo extrañaba al Max varonil y cariñoso y no a su patrón.

Cuando Max tenía que salir de viaje, era más el trabajo que Jocelyn tenía que hacer y para alcanzar a terminarlo se quedaba más tarde de lo usual. La noche que Max llegó, la encontró aún trabajando en la oficina. Ella no fue la única que se sorprendió al verlo entrando por la puerta. La sorpresa de él fue ver como se ilumino el rostro de ella y como sus ojos brillaron por la alegría de verlo ahí, enseguida se acercó para abrazarla y besarla. Esta vez ella además de disfrutar y gozar sus caricias, no intento separar su cuerpo del de él, más bien fue todo lo contrario. Necesita estar así de cerca de él para que sus manos pudieran recorrer su cuerpo, levanto un poco la camisa de Max para poder meter sus manos por debajo y poder acariciar su piel.

Max tenía la esperanza de encontrarla ahí, pero nunca se imaginó que a Jocelyn le fuera a dar tanto gusto verlo y menos aún esperaba ese recibimiento tan afectuoso y apasionado. Por tal razón no perdió el tiempo y se desabrocho la camisa, Jocelyn lo abrazo fuerte y respiro profundo al percibir el olor de él y de su colonia, Max comenzó a besarla de nuevo y mientras lo hacía comenzó a desabrocharle la blusa; ella encontró sus manos y las detuvo, pero sólo para continuar desabrochando los pequeños botones ella misma. Cuando él vio la blusa abierta, comenzó a deslizar lentamente sus dedos sobre la piel que no estaba cubierta. Ascendió sus manos de la cintura a los hombros dejando caer la blusa sobre sus brazos. Enseguida se quitó su playera para finalmente poder sentir la piel de ella. Minutos después la recostó sobre el sillón de su oficina y se encargó del resto para poner embriagarse del dulce olor de la piel y de la calidez de su cuerpo.




Al terminar de hacer el amor, Jocelyn reposó su cabeza sobre su torso de Max y acariciaba sus músculos mientras él hacía figuras imaginarias en su espalda. Él sabía que debería de disfrutar cada instante a su lado por que otro encuentro así de apasionado, como el que acababan de tener, no se iba a repetir. Una de las cosas que más le gustaban de Jocelyn, era su cabello ondulado y sedoso, y el olor a champú cuando aún estaba húmedo. Max subió su mano por la espalda de ella y pasó sus dedos por su cabello un par de veces haciendo que un mechón de cabello deslizara por su frente y que cubriera parcialmente el rostro de ella.

−¿Qué haces? −preguntó ella al momento que elevo su rostro y sujeto todo su cabello con un mano mientras buscaba donde había quedado su pinza para el cabello.

−Déjalo así. Por favor.

Ella no dijo nada solo frunció sus cejas y elevo las orillas de sus labios en señal de sorpresa.

− ¿Cómo te gusta más tu pelo, corto o largo?

−Largo.

−¿Si te gusta largo, por qué lo tenías tan corto cuando te conocí?
−En una ocasión, dos compañeras de la universidad llegaron con su pelo muy corto, una de ellas lo tenía casi a rapa. Ambas comentaron que si puedes soportar verte en un espejo con tu pelo tan corto, también emocionalmente puedes soportar cualquier cosa. −dijo quedando pensativa y con nostalgia.

− ¿Es verdad? −preguntó incrédulo.

−Sí, ya tenía tiempo queriendo hacerlo porque estaba viviendo una etapa difícil. Cuando todo empeoro y pensé que no iba a salir adelante, recordé ese comentario y me di cuenta de que mi pelo era lo único que podía cambiar en ese momento. Después de haber perdido todo, no me importo cortarme el pelo tan corto y de paso aproveché para donarlo. −mencionó orgullosa.

−Con pelo corto o largo te vez hermosa, pero me gusta mucho verte con tu cabello suelto y más aún si esta desacomodado por que hicimos el amor.

Jocelyn sintió una punzada en el corazón con lo último que dijo Max. No hizo comentario alguno, ni volvió a mirarlo a los ojos mientras se levantaba y comenzaba a tomar su ropa. Se vistió, se puso sus zapatos, y al final volvió a recoger su cabello antes de entrar al baño.

−No hicimos el amor, fue únicamente sexo. −mencionó ella un poco molesta antes de cerrar la puerta del baño. No podía estar sintiendo nada por él. Era sólo atracción, se lo dijo a sí misma un par de veces. Después de todo, Max era muy diferente a los pocos hombres que alguna vez le atrajeron antes de conocer a Gustavo y por lo general eran casi de su edad.

Cuando Jocelyn salió, Max ya estaba terminando de vestirse y la vio caminar a su escritorio, donde apagó la computadora y ordeno algunas cosas.

−¿Sueles tener sexo cuando tienes ganas, sin importarte si sientes algo por esa persona?

−Claro que no. −respondió molesta por la pregunta.

−Eso pensé, porque si ese fuera el caso, hace mucho tiempo que tú y yo hubiéramos tenido sexo y no fue así. Podría jurar, que no tuviste intimidad con otro hombre desde que llegaste a vivir aquí.

−Piensa lo que quieras. −dijo al no saber que responderle, después de guardar silencio por unos segundos.

−Pienso que aunque lo niegues, tú también sientes algo por mí. −aseguró él riéndose.

−Es sólo atracción.

−No. Es más que eso. De eso estoy seguro.

Jocelyn sintió como si le hubieran echado un balde de agua con hielo al pensar por un momento que lo que Max decía podría ser cierto. Pensativa tomo su bolso y le dio las buenas noches mientras buscaba las llaves de su coche. Él solo sonrió y se acercó a la puerta.

−¿A dónde vas con tanta prisa?

−A descansar ya es tarde.

−Nos hemos quedado más tarde. −dijo tratando de no sonreír enfrente de ella, cada vez que Jocelyn se ponía nerviosa con su presencia y trataba de escabullirse, más atraído se sentía hacia ella−. ¿Vamos a cenar algo? −sugirió poniendo su brazo entre ella y la puerta.

−Comí muy tarde, mejor otro día. −respondió bajando la mano que él que tenía en el marco blanco de la puerta, para poder salir de ahí.

−¿Ni siquiera me puedes acompañar?

−Tengo muchas cosas en mi mente. No creo poder ser buena compañía.

Max se acercó a Jocelyn, busco su rostro para darle un beso en la mejilla y se dio cuenta que ella estaba confundida y un poco triste, nada que ver con aquellos ojos que se llenaron de brillo y de gusto cuando vio que él llegó.

−Este bien cariño, mínimo deja te acompaño a tu coche. −sugirió Max respetando su decisión.

−¿Qué sucede Jocy? ¿Por qué te sientes mal después de hacer el amor? −quiso saber él, cuándo llegaron al coche de ella.

Jocelyn no podía responderle a Max, no sabría cómo explicarle el sentimiento de culpa por haberlo hecho, más aún después de darse cuenta de lo que sentía por él era más que atracción. Además, odiaba sentirse mal siendo que era una mujer libre y no le estaba siendo infiel a nadie. Pero algo más fuerte que ella le estaba causando sentir remordimientos. No podía evitar sentir que estaba defraudando a Gustavo. Se avergonzaba de ella misma, porque no había sido capaz de cumplir la promesa que le hizo, la cual debió de quedar anulada en el momento en el que él la defraudo, y pisoteó su amor y su orgullo.

Max podía darse cuenta de que ella estaba tratando de ordenar sus pensamientos y quizás las palabras que iba a decir, en caso de que pudiera hacerlo.

−Es complicado de explicar, lo siento.

−Sólo dime algo... ¿Te arrepientes? −preguntó con temor de escuchar un sí.

Esta vez Jocelyn no dudo ni por un instante en la respuesta.
—No Max, el sentir que me deseas y que te gusto como mujer me hace muy feliz...No tienes idea de cuánto. Gracias, de verdad. −confesó ella con una sonrisa que salió de su corazón a pesar de que había incertidumbre en su mirada.

−No me des las gracias ni de broma, Jocelyn eres una mujer maravillosa. Yo soy quien se siente afortunado por poder estar a tu lado.

−Hasta mañana, buenas noches. −le dijo con una leve sonrisa, le costaba trabajo pensar que Max le estuviera diciendo la verdad.

−Eres muy importante para mí Jocelyn, no lo dudes ni por un instante. −le aseguro Max antes de abrazarla y besar su cabeza.

La siguiente mañana Jocelyn llego a la oficina, coloco su bolsa en el último cajón de su escritorio y encendió la computadora antes de revisar el fax. Tomo una de las hojas que recibió la noche anterior y volteó a la puerta cuando escucho que alguien estaba subiendo. Volvió a ver el fax y cuando levanto su mirada vio a alguien sosteniendo un arreglo de flores.

−¿Dónde te las pongo Jocelyn? −preguntó el trabajador que las recibió.

−Ahí está bien, gracias. −dijo señalando el mueble nuevo color café obscuro que estaba cerca de la puerta y enseguida volteo a la oficina de Max para ver si lo veía a través del vidrio, él estaba sentado en su escritorio enfrente de la computadora.

Cuando el trabajador salió, Jocelyn se acercó a la puerta entreabierta que dividía las oficinas.

−Muchas gracias por las flores. Están hermosas, pero no tenías por qué hacerlo.

−No me des las gracias, primero ve la tarjeta para ver quién te las envió. −respondió Max quien sólo la vio por un segundo y volvió a ver el monitor.

−No hace falta que lo hagas nadie más lo haría. −contesto ella, riéndose y se dio la vuelta para dejarlo trabajar.

Jocelyn se acercó al ramo de flores rojo intenso y se dio cuenta que esas emitían un ligero y delicado olor, tomo una de ellas y se fue a su escritorio oliéndola. Pensó en dejarla por un momento para volver a tomar el fax y terminar de leerlo, pero era tan exquisito el aroma de la flor que volvió acercar a su nariz para olerla una vez más y tomo con la otra mano el fax. Se recargo en el escritorio y comenzó a leer. Cuando termino, volteo a ver el ramo nuevamente. No solo había comenzado a oler su oficina a rosas, el color era hermoso, estaba observándolas cuando vio algo blanco entre ellas. Dejo los papeles en el escritorio y se acercó al arreglo para tomar la tarjeta.

Abrió el pequeño sobre y lo primero que vio fue la letra de Max "Gracias por la mejor bienvenida que he tenido en mi vida. Soy el hombre más afortunado por tenerte a mi lado. Max."

Jocelyn no se dio cuenta que Max estuvo observándola desde su oficina y se acercó a ella mientras leía su tarjeta. Jocelyn volteo a verlo, estaba emocionada; coloco la rosa que tena en la mano dentro del florero.

−Gracias. −dijo humedeciendo sus labios y paso sus dedos por el denso cabello de él mientras lo veía a los ojos. Tenía emociones encontradas y deseaba poder decirle lo feliz que la hacía sentir, pero no pudo hacerlo. Sólo lo abrazo fuertemente y él a ella.

−¿Ahora si puedo tener el honor de que me acompañes a comer? −preguntó Max, sonriendo y evitando reírse al ver qué ella volteo a verlo para ver si estaba reclamándole o si sólo estaba tratando de ser simpático.

Jocelyn se apartó de él, hizo un gesto y abrió un poco su boca para reclamarle, pero Max la beso y no le dio la oportunidad de hacerlo. Ella acepto sus labios y cuando él menos se lo esperaba, le dio con el puño cerrado en el costado derecho. No le dio fuerte, pero si lo suficiente para hacerlo reaccionar. Se quejo sin apartar sus labios y mordió suavemente el labio inferior de ella por una milésima de segundo.

−Hoy sí te voy a acompañar. −aseguró elevando sus cejas, abriendo más sus grandes ojos almendrados. Apuntándolo con su dedo índice mientras sostenía la tarjeta con el resto de sus dedos de la mano y acariciaba sus labios con la otra mano.

−¿Te lastime? −preguntó Max preocupado.

−No. −le aclaro ella viéndolo con ternura.

Jocelyn se iba a dar la vuelta, pero se detuvo para acariciar la barba de varios días que tenía Max.

−Gracias a ti por hacerme sentir mujer y por mirarme como lo haces. −expresó ella antes de comenzar a besarlo.

El radió pitó  y al no contestar ninguno de los dos, enseguida se escuchó la voz de uno de los trabajadores para infórmeles que acaba de llegar una entrega. Ninguno quería apartarse, pero alguien tenía que atender el radio para confirmar que habían escuchado el mensaje; de lo contrario uno de los trabajadores llegaría ahí en cualquier momento.

−Tengo que atender esto. −dijo pesándole alejarse de Jocelyn y apoyando su frente en la de ella antes de darle un beso y tomar la radio.

Horas después, Max y Jocelyn fueron a comer y regresaron una hora después. Tenían mucho trabajo, él paso el resto de la tarde en la bodega y ella en la oficina. Ella veía el reloj y decía en su mente "solo diez minutos más". Dijo lo mismo un par de veces después que veía que había pasado media hora de la última vez que lo había pensado.

−Ya es tarde Jocelyn. Deja eso para mañana. −sugirió Max después de que entró a la oficina y se fue a lavar las manos, antes de ir por sus llaves. Apago la luz de su oficina y espero de pie a un lado de la puerta de la entrada.

−Vámonos corazón. Mañana será otro día.
Jocelyn volteo a verlo y después de cerrar los programas que tenía abierto, apago la computadora y tomó su bolsa.

−¿Ya se fueron los trabajadores? − preguntó Jocelyn.

−Si. Estamos solos tú y yo. Tal como anoche. −dijo él abrazándola por detrás y dándole un beso en el cuello.

−No preguntaba por eso. Necesitaba unos números que Tomas quedo de pasarme. −contesto ella, moviendo su cara al lado que él la estaba besando.

−Me dijo que mañana sin falta te los da.

−Los quería para hoy. −aclaró ella seria.

−Lo se, por eso me pido que yo te pasara el recado.

Jocelyn volteo a verlo disgustada.

−Con esa cara, hasta yo tendría miedo de venir a verte.

−No es cierto. −dijo ella, dudándolo por un momento. Tengo que poner las órdenes a tiempo para poder entregar los pedidos a tiempo. Ellos no dan la cara cuando un pedido no está a tiempo.

−Lo se cariño. Era sólo una broma. −aclaro él, sonriendo mientras la abrazaba.

−Buenas noches. −le dijo ella, dándole un beso para despedirse.

− ¿Vamos a cenar?

−No me hagas esto Max. Me siento fatal decirte que no.

−Entonces no lo hagas. Ándale, ¿si quieres ordenamos algo y vamos a mi casa o a tu apartamento? −sugirió Max, mientras la besaba y la hacía retroceder su cuerpo hasta topar con su escritorio.

Sin dejar de besarla él la levanto por la cintura con un brazo y con la otra mano le quito su bolsa para ponerla a un lado. La sentó en el escritorio, quedando sus piernas entre las de ella. Jocelyn tomo la cara de él entre sus manos y continúo besando apasionadamente mientras Max bajo sus manos y la tomo por cadera para acercarla más a él.

−Espera Max. −dijo ella al ver que él se iba a quitar la playera.

−¿Quieres que mejor nos vallamos a otro lugar?

−No Max. Estamos cometiendo un gran error, y más yo. Por qué no quiero ningún tipo de compromiso y mucho menos poner en riesgo mi trabajo.

−No es ningún error. Por el trabajo ni te preocupes, eres la mejor asistente que he tenido, eres más indispensable que yo; primero me iría yo antes de dejarte ir.

−Esto tiene que parar Max, por el bien de los dos y de la empresa.

−No veo como un ramo de rosas puede poner en peligro nuestra relación laborar.

−No son las rosas, es la razón por lo que me las das. −De acuerdo, si ese es el problema, vas a tener siempre rosas en tu escritorio cada semana.

−Hablo en serio Max. −dijo ella afligida.

−Yo también cariño, somos dos adultos solteros, no puedes negar que hay muchísima química y atracción entre nosotros. Mejor porque no te quitas lo prejuicios que tengas. Tienes que darte la oportunidad de conocerme para que te sientas amada y los más importante, para que puedas amar sin límites y sin remordimientos.

Jocelyn sabía que Max tenía razón, pero no podía hacer lo que él le pedía. No era tan fácil como él lo creía. Max vio cómo se quedó pensando y como los recuerdos vinieron a su mente y pusieron sus ojos llorosos. Gustavo la hirió mucho y no estaba dispuesta a permitir que otro hombre entrara en su corazón y que después lo desgarrara cuando perdiera interés en ella.

−No preciosa, no quiero que te sientas mal. Es lo que menos quiero.

Jocelyn evito verlo a los ojos pero el elevo su rostro. Ella pudo ver la sinceridad en sus ojos, mientras que Max no pudo ver más allá de la barrera de dolor que reflejaban sus ojos.

−No te pido que corresponda esto que yo siento, solo te pido que no me saques de tu vida. −dijo Max tomándola de la mano.

−Tengo miedo de terminar lastimada nuevamente.

−Los dos corremos ese riesgo, es parte de una relación.

−Tú y yo únicamente... −Max no la dejo terminar de hablar.
−Me interesas como nadie más lo había hecho antes, no me niegues la oportunidad de ser el hombre más feliz del mundo, de vez en cuando, cuando estamos juntos en la intimidad. Es suficiente para mí. −dijo él, abrazándola.

Jocelyn se sentía protegida y segura en los brazos de Max, por lo que lo abrazo fuertemente hasta que comenzó a acariciar su rosto y besarlo.




Muchas GRACIAS a todos,

en particular a: tía Carmelita, Viri, Romina, Lupita y Michelle por ser
unas de las primeras en leer cada parte.

Me encantaría que me dejen saber quiénes leyeron este parte para poder agradecerles.

Hasta la próxima, no se olviden de votar

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