
Capítulo 9.
—Vernon, necesito que te lleves a ____ en la tarde. Habrá una importante reunió pero no quiero que ella se entere de esto. Cuento contigo —en cuanto Yenaid terminó de comunicarle su tarea de hoy, Vernon hizo una pequeña reverencia y se retiró algo pensativo. ¿De qué hablarían en esa reunión? ¿Era tan importante que ____ no podía enterarse?
<<O... tal vez se trate de ella>> pensó e hizo una llamada antes de regresar al cuarto de la joven.
Las misiones cesaron un tiempo para ella, así que últimamente se sentía tal aburrida sin nada que hacer. Estar todo el día ahí encerrada no era algo que le agradara mucho. Nunca se consideró un alma libre pero tampoco quería ser una prisionera que apenas viera la luz del sol. Sentía que se volvería loca en cualquier momento. Mientras tanto, lo único que podía hacer era entretenerse creando una lista de los alimentos que eran buenos para ella. Había investigado bastante en internet así que llevaría una buena dieta. No es que el médico del clan no la asesoraba bien, pero sabiendo que era alguien quien seguía las órdenes de su padre, no podía depositar mucha confianza en él.
—Regresé —dijo alegremente, entrando a la habitación, cerrando la puerta tras él.
—Bienvenido —susurró, concentrada en lo que hacía.
—Oye... ya, en serio, ¿eso es lo que hace una embarazada? ¿No sería más normal que estuvieras escogiendo los posibles nombres para el bebé en lugar de crear una dieta?
—Eso ya lo tengo decidido desde el momento que supe que estaba embarazada —contestó, dedicándole una corta mirada antes de cerrar su laptop y echarse hacia atrás en la cama.
—Oh... ¿Y cuáles elegiste? —preguntó curioso. —Digo, si es niña, ¿Cómo la llamarás?
—Me gusta Maaian.
—¿Maaian? ¿Es inglés?
—Sí —sonrió acariciando su vientre.
—Uhm... lindo. ¿Y si es niño?
Su mano detuvo sus movimientos y mordió el interior de su mejilla antes de contestar.
—Minki.
Vernon se paralizó. No supo que decir o hacer en ese momento. Oír ese nombre lo había alterado bastante. Pero sabía que tenía que mantener la calma o ella podría sospechar de cualquier cosa.
—Por cierto ¿Tú llegaste a conocerlo? —preguntó cambiando un poco de tema. Aun se sentía curiosa al saber que él perteneció a los Mikage.
—¿A quién?
—¿A él? ¿A... Minki?
—¿Ren? Supongo que sí. Su grupo era muy reconocido en el clan desde que se unieron. Yo era pequeño en ese entonces pero llagamos a intercambiar palabras una que otra vez. A pesar de ser duro con las mujeres, era un tipo amable con nosotros, aunque a veces algo engreído.
_____ sonrió.
—Sí... Era así cuando me reencontré con él.
—Perdona que pregunte pero... ¿lo amabas? —sentía que esa pregunta era muy tonta al verla sufrir tanto, pero aun así quiso saber. Quería que esas palabras salieran de sus labios, alegando lo obvio.
—Lo amo —afirmó sin vacilar —. A pesar de que quise negarlo, siempre lo amé. Me alegra... saber que al menos se lo dije antes de que... bueno... —su voz se quebró y suspiró, cubriendo su rostro sintiendo que todo le pesaba.
—No tienes que decirlo. Lo siento. No quería hacerte recordar algo así.
Ella negó.
—Está bien. Es algo con lo que tengo que vivir así que puedo soportarlo. Es el peso que debo cargar por ser quien soy.
—No tienes que cargar con todo tú sola.
—Claro que sí.
No supo que más decir. No sabía cómo decirle que no debía sufrir sola, hasta que pensó:
<<No debes meterte en sus problemas, este solo es un trabajo>>
—¿Te gustaría acompañarme a un lugar? —preguntó, recordando que debía llevársela siendo ya las tres de la tarde.
—¿A dónde?
—Quiero visitar a alguien —sonrió y se puso de pie, acercándose a ella para extenderle una mano. Sin pensarlo, la aceptó y se puso de pie pero antes de salir, regresó por un abrigo por si regresaban tarde.
Caminaron hasta el enorme estacionamiento y Vernon sacó unas llaves de su bolsillo, desbloqueando el seguro de un Lamborghini.
—¿En serio? ¿Este es tu auto? —preguntó incrédula. Solo podía pensar en que rayos había hecho para conseguirlo. O a quien había matado.
—Sip —respondió haciendo un sonido con la boca —Se lo robé a uno de los Mikage antes de ser desterrado —rio a pesar de que a _____ no le hiciera ninguna gracia. Cada vez que oía ese nombre, su sangre se helada y no podía hacer más que pensar en Ren y en lo que había ocurrido días atrás.
Tras una hora de viaje en el auto, habían llegado a un pueblo un poco apartado de la ciudad. El camino había dejado de ser de concreto hacia unas cuantas calles atrás y el frío comenzaba a estar más presente en esa zona.
—¿Dónde estamos? —preguntó, algo inquieta.
—¿Asustada? —se burló él.
—No te tengo miedo —bufó, inflando sus mejillas —Responde.
—Te dije que quería visitar a alguien —susurró algo pensativo y se estacionó frente a un enorme portón.
Una vez apagó el motor, se bajó del auto, bordeándolo para ir a abrirle la puerta. _____ se lo agradeció y elevó un poco el cuello de su abrigo cuando el frío viento la azotó.
—Pero ¿que...?
Quedó paralizada cuando vio más allá del gran portón. Estaban en un... ¿cementerio? Lo miró a los ojos en busca de una respuesta pero él solo le extendió una mano, esperó a que la tomara y la sostuvo con fuerza cuando ella aceptó el gesto. La guio a lo profundo del lugar, pasando entre algunas lápidas con las inscripciones un poco borrosas.
—¿Quiero que conozcas a alguien? —habló cuando sus pasos se detuvieron frente a una pequeña lápida con una placa con bordes dorados. —____, ella es Anne.
Lo miró pensando en que podría ser...
—¿Ella es...?
—Sí, ella fue el amor de mi vida. A quien abandoné. A quien... dejé morir —susurró con amargura.
—Vernon... —no sabía cómo reconfortarlo, así que acarició su brazo con su mano libre y apretó más la otra, entrelazando sus dedos con los de él.
—Lo siento —sonrió —. Desde un principio dije que te entendía, porque a pesar de los años, aún me duele su recuerdo. Siempre que vengo no puedo sostener la mirada a su imagen. Siento que es algo que no tengo permitido a pesar que sé que ella... tal vez ya me haya perdonado. O incluso, me diría que no hay nada que perdonar. Era la persona más buena de todas. La más dulce... más pura... era perfecta.
—Yo... no sé qué decir.
—No tienes que decir nada. El hecho de que me hayas acompañado ya es suficiente.
—¿Por qué me muestras esto?
—Porque no quiero que dudes de mí y para eso necesito demostrarte que confío en ti.
—Si era tan doloroso... no debías hacerlo. Lo siento.
—No es tu culpa —sonrió y reposó su cabeza sobre la de ella.
—Es hermosa —susurró cuando admiró la imagen junto a la placa.
—Sí, lo era. —rápidamente limpió una lágrima que se escurrió por su mejilla y carraspeó —. ¿Quieres ver a alguien más?
—¿A quién? —preguntó un poco curiosa.
—A alguien a quien extrañas mucho.
En ese momento su corazón se detuvo. Sus ojos se abrieron en demasía y al fin comprendió en donde se encontraba.
El cementerio de los Mikage.
Miró hacia todos lados como si buscara algo. Quiso correr pero sus piernas no le respondieron, su cuerpo no le obedecía en nada, tanto así que perdió fuerzas y sus rodillas fallaron provocando que cayera sobre sus pies.
—¡_____! —se precipitó él.
—Estoy bien... —susurró en un hilo de voz. —Llévame... llévame con él.
Suspiró y la ayudó a ponerse de pie. De nuevo la guio entre cientos de lápidas hasta dar con una que se veía bastante nueva. Cubrió sus labios para no gemir de dolor en cuanto vio la inscripción en la placa.
<<Choi Minki>>
Era como si en todo este tiempo no lo hubiera asimilado por completo, no hasta ahora. Quería creer que en cualquier momento él aparecería. Que estaría allí para ella cuando más lo necesitara. Pero ver su bella imagen en el pequeño retrato la hacía caer en la realidad.
Se soltó de él y se hincó frente a la tumba. Tenía unas pocas flores marchitas, como si no hubiera recibido visitas en un largo tiempo. De saber que estaría aquí, ahora, al menos hubiera traído un ramo de Nomeolvides solo para hacerle saber que ella no lo borraría jamás de sus recuerdos.
Acarició la imagen y una lágrima rodó por su mejilla.
—Serás papá... Minki —susurró y no pudo evitar romper en llanto. No sabía cómo se sentiría si algún día llegaba a encontrarse con él. Ahora que lo hacía, no podía evitar llorar como magdalena.
Vernon se alejó de ella para darle un poco de privacidad. Sentía que debía hacer esto sola. Hablar con él a pesar de que nadie le responda. Sí, sabía que estaba siendo muy cruel pero era una buena forma de liberarse de todo ese dolor.
—¿Qué haces aquí? —oyó que alguien habló a sus espaldas.
—Pero ¿Qué carajo...? —se exaltó y se giró a verlo —. Eso debería preguntarlo yo. ¿Acaso te volviste loco? ¿Qué pasa si ella te ve?
El sujeto miró hacia el frente y se estremeció al ver la delicada figura.
—¿Por qué la trajiste aquí?
—Su padre me pidió que la sacara porque tendrían una reunión de la cual no quería que _____ se enterara.
—Regresa. Tienes que saber lo que planean. Más aún si es algo contra ella.
—Uhm... sí. Tienes razón. Pero no respondiste mi pregunta. ¿Qué haces aquí?
—Le puse un rastreador al auto que te di. Solo te seguí.
—¿Acaso me vigilas?
—No, bueno sí. Solo... supuse que estarías con ella —suspiró —¿Cómo... ha estado?
—Destruida. Muy triste por... bueno, tu muerte —rio —pero feliz porque será mamá.
Sonrió viendo su espalda y se pasó una mano por sus cabellos, tirándolos hacia atrás. Quería parecer tranquilo, pero cada vez que esa idea rondaba su mente, no podía evitar sentirse en el cielo.
—Yo también lo estoy.
—¿Quién dijo que era tuyo? —bromeó, pero solo se ganó una mirada de odio que casi lo corta en dos —. Ya, ya, solo era una broma, hombre —rio —. ¿Sabes? Quiere ponerle Minki si llega a ser niño.
Rio y sintió ternura al oír eso.
—No, mejor dile que me hubiera gustado que se llame Mino.
—Me llenará de preguntas acerca de cómo sé eso —bufó.
—Sabrás liberarte del asunto. —sonrió —. Debo irme. Sigue dando información falsa a los Mikage y jugando al guardaespaldas con ella, ya actuaremos cuando el momento llegue.
—Está bien, colega. No muestres mucho tu cara a plena luz del día o alguien podría pensar que los muertos caminan.
Contuvo una carcajada y hundió sus manos en los bolsillos de su pantalón dispuesto a caminar a la salida, pero una tímida voz lo detuvo.
—¿Vernon? ¿Con quién hablas? ¿Quién es él?
—__-____ —tartamudeó el mencionado y miró al otro rogando porque no se volteara pero éste solo siguió con su camino, acelerando su paso sin tropezar con alguna que otra raíz salida de los árboles que crecían entre las lápidas. —Era... bueno, un amigo que vino a visitar a Anne. Ya te habrás dado cuenta que este es el cementerio del clan de los Mikage. Pero tranquila, él es de confianza así que no dirá nada.
—¿Podríamos tener problemas? —se inquietó.
—Un poco, sí. —rascó su nuca y suspiró —. Lo mejor será regresar.
—Uhm... está bien. Además vi a todos un poco alterados en la mañana, quisiera saber qué tanto pasa. Debería de hablar con mi padre o con Jin.
—Será lo mejor.
<<Gracias al cielo>> pensó una vez que habían subido al auto. No quería ni imaginarse en lo que pasaría si ella lo reconocía. Seguro lloraría y lo odiaría por ocultarle algo así. Aun no era el momento de que supiera toda la verdad así que debía actuar con cautela. Por ahora, su único objetivo era protegerla de ambos clanes y no pensaba fallar.
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