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Capítulo 18.

Había transitado su primer mes en ese lugar, en esa prisión, y cada día que pasaba, la hacía ponerse más y más ansiosa. Ni siquiera recordaba la brisa que solía disfrutar cuando leía bajo los árboles o la cálida luz del sol, que acariciaba su rostro cada mañana. La pequeña ventana de su celda apenas dejaba entrar algo de luz, pero no llegaba a ser tan fuerte como para calentar la fría atmosfera de la habitación, o su alma...

Abrió los ojos cuando oyó al mismo pajarillo de siempre, canturrear en la ventana. Miró hacia la puerta y rápidamente se levantó de aquella cama para ir hasta él. Sonrió y lo tomó entre sus manos, acariciando su cabecita. Aunque no fuera creíble, esté pequeño animal se había convertido en su único amigo. Ya apenas veía a Vernon cuando éste abría la puerta para que una mujer le entregara la comida, en la mañana, medio día y noche; pero no intercambiaban ni una palabra, ni una mirada.

—Hola de nuevo —le susurró a la avecilla que acarició su mano con su cabecita, como si de un minino se tratase. Ella sonrió y rápidamente deshizo el nudo de la nota que traía amarrado en su pata izquierda.

Contando las demás, esta era la duodécima nota que recibía. ¿De quién? No lo sabía, pero sospechaba que era Vernon. Él le había prometido que estaría ahí para ella en todo momento y recibir esas notas, le decía que no había mentido.

Abrió el papel y sonrió, como cada mañana, al leerlo.

*Hoy también te veías muy hermosa mientras dormías. Saluda al pequeño de mi parte (sí, pequeño, porque sé que será un niño) y sigue esperándome. Prometo que pronto te sacaré de ahí. Lo último que debes perder es la calma y la esperanza.*

Dejó al pajarillo en la ventana y dobló el papel para ir a ocultarlo en el hueco del colchón, que había hecho. Pegó un brinco cuando oyó la puerta abrirse y rápidamente se acomodó en la cama, fingiendo dormir. Abrió apenas los ojos para ver quién era y su sangre se congeló al ver de quien se trataba. No era Vernon ni la mujer que siempre le traía las comidas, esta vez... era Aron.

Quiso preguntar qué hacía ahí. El jefe de los Mikage le había prohibido a Vernon que alguien entrara o saliera de esa celda pero antes de que éste cerrara la puerta, vio que no era Vernon quien estaba fuera; sino JR.

—¿Qué pasa? —se burló mientras avanzaba hacia ella —. No esperabas verme ¿verdad?

Rápidamente, _____ se incorporó en la cama para ponerse a la defensiva, no iba a permitir que ese le hiciera algo a ella, o a su bebé.

—¿Qué? ¿Hoy no llorarás suplicando piedad? —la tomó del cabello y ella gimió de dolor. Se aferró a su brazo, clavando sus uñas para que la soltara, pero sin saber por qué, sus manos comenzaron a temblar.

—Suéltame —susurró entre dientes y trató de aumentar la presión que ejercía sobre el brazo ajeno, pero aun así, éste no la soltó.

Sonrió con malicia y afirmó más su agarre sobre sus cabellos, para estrellar su cabeza contra la pared. Un pequeño hilo de sangre comenzó a caer por la frente de la joven, a la vez que comenzaba a sentirse algo mareada por el golpe.

—Puedo golpearte hasta el cansancio —sonrió socarronamente —Solo tengo que asegurarme de que, al final, sigas respirando. No creas que porque estás embarazada, te salvarás de mí.

—Púdrete, maldito —espetó y escupió en su rostro antes de darle un fuerte golpe en la mandíbula, haciéndolo caer hacia atrás.

Aprovechó la oportunidad para saltar sobre él. Esta vez le daría la paliza que no le dio hace tiempo. Pagaría por meterse en su camino, por la muerte de sus amigos y por atreverse a tocar su rostro.

Aron estuvo a punto de golpearla en el estómago, hasta pensar en las consecuencias y fue cuando ella aprovechó la oportunidad para darle el segundo derechazo. Esta vez, tuvo que escupir algo de sangre que comenzaba a acumularse en su boca. Logró sujetarle una mano para detenerla pero aun así recibió un golpe de la otra. Esta vez había logrado partirle una ceja, haciendo que más sangre brotara.

—Esto es por lo que le hicieron a Jungkook —gruñó junto con otro golpe. —Y este por Suga —. El siguiente, había ido directo a su quijada.

El joven estuvo a punto de perder el conocimiento cuando gritó por ayuda. En ese momento, JR entró por la puerta encontrándose con tal escena.

—¡¿Qué crees que haces, maldita?! —espetó y la quitó de encima de su amigo, estrellándola contra la pared para sujetarla del cuello. —Te crees muy lista ¿no? ¿No te bastó con lo que le hicieron a Ren? ¿No entiendes cuál es tu lugar? —apretó los dientes con fuerza, al igual que sus manos alrededor de su cuello. —Debí matarte cuando pude. Debí haber tenido mejor puntería aquella vez.

Oír su nombre hizo que su corazón doliera como mil infiernos. Quiso darle la razón a todo lo que decía, pero no. No lo haría ahora que tenía algo preciado creciendo dentro de ella. No dejaría que todo terminara en esa lúgubre y triste celda.

Llevó todas sus fuerzas hacia sus piernas y, dándose impulso en la pared, le soltó un rodillazo que lo dejó sin aliento. Soltó su cuello y cayó curvando su cuerpo, tratando de apaciguar el dolor. Aron lo miró, sintiendo su dolor e intentó incorporarse para ir en su ayuda.

—Aquí, el único maldito, eres tú —soltó ____, como veneno y le dio otra patada más, esta vez en el rostro, haciéndolo caer hacia atrás, llevándose al mayor puesto.

Suspiró aliviada y frotó su cuello, sintiendo aún una presión que le molestaba. Sentía como si las manos del moreno jamás la hubieran soltado. En ese momento se paralizó por completo al mirar hacia el frente y ver la puerta abierta. Esta era una oportunidad, solo debía atravesarla para lograr su libertad.

En cuanto reaccionó, gracias a un quejido de JR, se acercó rápidamente a ellos y los despojó de sus armas. A toda prisa, asomó su cabeza hacia el exterior, percatándose de que nadie pasara por ahí antes de echarse a correr.

..........................

Vernon bostezó por tercera vez antes de girarse en la cama y quedar boca arriba, contemplando el techo con algunas manchas de humedad. Pronto sería la hora de su turno para custodiar a _____, así que debía levantarse.

—Uhm... tal vez Wonwoo no se moleste —pensó en voz alta y se giró de nuevo para dormir al menos cinco minutos más.

De pronto la alarma comenzó a sonar en su habitación, en los pasillos, en todos los terrenos del clan. De un salto, estuvo fuera de la cama en menos de dos segundos y pronto comenzó a vestirse. Sabía que esto no sería nada bueno. No es como si al jefe le gustara hacer sonar la alarma porque estaba aburrido. ¿Podría ser un contrataque de los Yenaid? Podría, pero no lo era.

Tomó su arma y corrió fuera de su cuarto hacia la celda de _____. Su prioridad era ella, el resto se podía ir a la mierda si querían.

—Por favor, que no sean los Yenaid —rogó y disminuyó su paso cuando ya estuvo a pocos metros de llegar.

Se estremeció hasta los huesos al ver la puerta abierta. Sintió seca la garganta y como una corriente de aire helada le recorría la nuca. Una vez allí, miró dentro de la habitación y no la encontró. Dos hombres ayudaban a Aron y JR, que se encontraban muy mal heridos.

—¿Y _____? —pensó en voz alta y avanzó unos pasos más, dentro de la celda. —¡¿Dónde está _____?! —vociferó, sin importarle que se estuviera dirigiendo de esa manera, a sus superiores.

—La... la muy maldita... escapó —respondió Aron y escupió un poco más de sangre mientras le limpiaban la herida de la ceja.

<<Por eso la alarma>> pensó y no esperó ni un segundo más, antes de echarse a correr de nuevo.

—Maldición, _____. ¿Qué has hecho? —susurró, mirando hacia cada rincón. ¿Cómo es que se le pasaba por la mente huir sin él? Ni siquiera conocía la mansión. Ni siquiera habían planeado nada. Solo era un día cualquiera en el que pensaba dormir un poco más y a ella se le ocurre escapar.

Por un segundo se llegó a preguntar ¿Dónde se había metido Wonwoo que no la vigilaba? ¿Qué hacían JR y Aron en su celda? ¿Quién los había dejado así de heridos? Si fue ____, se recordó hacer una nota mental de usar casco y escudo para cuando ella descubriera que todo este tiempo le ha estado ocultando algo verdaderamente importante, pero eso no venía al caso ahora. Debía encontrarla, así tuviera que poner de cabezas ese lugar.

Al doblar hacia la derecha en un estrecho pasillo, oyó disparos y vio una cabellera rubia, inconfundible para él.

Estuvo a punto de gritar su nombre, pero el estruendo de los disparos no se lo permitieron. ¿Cómo llegaría hasta ella? Ni loco se arrojaría a esa lluvia de balas que lo dejarían peor que un colador. No estaba tan loco, así que no le quedaba otra opción. Disparó junto a su cabeza para llamar su atención. _____ se alteró y se ocultó detrás del muro, impidiendo que las balas, que venían de frente, le dieran y observó a aquel que le había disparado desde su derecha.

—Vernon... —gesticuló y el alma le regresó al cuerpo al saber que era él. Se estaba quedando sin balas pero sintió alivio al verlo allí.

A pesar de eso, no se podía decir lo mismo del joven que estaba sobre-exigiendo a su cerebro para que pensara una forma de sacarla de allí. Si alguien le hacía daño... Si llegaban a dispararle en el vientre... Si R se enteraba... Dios, estaba más que muerto.

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