Capítulo 26
X Anya.
Como un frágil y triste tulipán que no deja de llorar, así me sentía al estar desconsolada. La historia de una frágil flor que ha sido abandonada bajo una fuerte tormenta...
No se, sentirme así ha puesto mi mundo de cabeza, y al parecer ni mi imaginación para la poesía no estaba funcionando muy bien. De hecho casi nada. Dejé de pensar en el momento en que fui consciente de que el ser a quien amo está en un grave peligro y no puedo hacer nada para ayudarlo.
Solo observo ir y venir a papá de un lado a otro de la sala con el teléfono, al parecer está hablando con la señora Sylvia.
—Ya está todo listo —anuncia, guardando por fin el teléfono para luego centrar su atención en mi.
—¿Todo listo para qué?
Mentiría si dijera que había puesto atención a siquiera una palabra de las que decían, estaba muy ocupada en Anyalandia tratando de encontrar una forma para salvar a Damián.
—Anya, ¿no escuchaste nada de la conversación.
—Siendo sincera no —acepto, dando un profundo suspiro.
El también suspira, pero con algo de preocupación. Lo entiendo, honestamente ni yo me siento en este mundo, no sé por qué luego de tanto llorar todo se siente tan raro, como abstracto y aunque el organismo se las ha arreglado para encontrar una clase de calma se siente un frío insoportable y hasta un poco de sueño.
—Me preocupas —menciona, llamando mi atención—. Esta situación te ha llegado a causar mucha ansiedad, andas por la luna cuando ahora más que nunca tienes que estar con los pies bien puestos en la tierra.
—Tengo que encontrar a Damián —es lo que sale de mi boca al tiempo que me pongo en pie.
—¿Dónde lo vas a buscar? Deja eso en mis manos, lo que tienes que hacer ahora es irte de aquí. Ya terminé de afinar detalles con Sylvia. Tu misión ya ha acabado.
—No, mi misión no acaba hasta encontrar a Damián y saber que está a salvo.
—Te lo repito, de eso me encargo yo. Tu debes irte.
—No puedo —susurro, tan bajo que apenas se puede escuchar lo que dije—. ¿Qué pasará si no lo encuentras y no voy a la boda? Demetrius lo mataría.
—Son hermanos, no le haría algo así.
—No, Demetrius es capaz de cualquier cosa. Incluso de pasar por encima de su propia sangre.
—¿Y qué propones? ¿Hacer lo que el quiere y casarte con él? Solo le darás la carta de victoria que está buscando.
—No lo sé, cualquier cosa con tal de que Damián esté bien —digo, atreviéndome a verlo. Él me observa como i hubiera perdido la razón o algo peor.
—No voy a apoyar esa locura. Tu misión acabó ya solo debes marcharte.
—Ya lo abandoné una vez, no pienso volver a abandonarlo.
—Pero lo que propones es una completa insensatez, hasta Damián pensaría lo mismo.
—Quizás si —acepto, volviendo a bajar la mirada—. Pero hasta ahora es la única garantía de que él continúe con vida.
—No quiero ser cruel, pero déjame decirte que si lo tiene secuestrado puede incluso matarlo y casarse contigo, nada te asegura que vaya a cumplir su promesa.
—¿Y qué tal que sí?
—Hasta tu sabes que las probabilidades apuntan más a que no.
—Igual voy a seguirle el juego. —Suspiro profundo—. Con o sin tu ayuda, pero sin tu ayuda será más difícil. Así que por favor ayúdame papá. —Me inclino, demostrando una reverencia ante él.
Cierro los ojos apretandolos fuerte, se que estoy pidiendo demasiado, seria más fácil volver a huir y ganar esta guerra de alguna manera, pero no podría vivir sabiendo que Damián puede morir y no hice nada para impedirlo. Necesito la ayuda de papá porque si esto será arriesgado y puedo creerme fuerte e invencible pero la verdad es que no lo soy sola, necesito la ayuda de los demás, toda la ayuda posible.
—Tendrás hasta mañana a las veinte horas, si a esa hora no ha liberado a Damián te llevare conmigo a la fuerza. Además empezaré una búsqueda por mi propia cuenta. ¿Estamos?
—Sí —afirmo, recuperando la compostura, sonriendo ampliamente.
—Sigo pensando que es una locura...
—No si tenemos más refuerzos.
—¿De qué hablas?
La respuesta llega sola un par de horas después, siendo apenas las seis de la mañana.
Me encuentro frente a Becky, en el estudio de su casa, ya han llegado Emile y Ewen, tal y como se los había pedido.
—¿Y bien? —cuestiona Becky, sentada tras el escritorio. Aún se ve adormitada—. ¿A qué se debe esta reunión?
—Sí —le apoya Emile—. ¿Por qué solo nos has reunido a nosotros?
—Bueno pues a ese punto voy, tranquilo pequeño saltamontes.
Puedo notar que Becky se remueve un poco incomoda en su aciento, parece haberse despertado de golpe. Fija toda su atención en mi.
—¿No tendría que estar Damián aquí? —pregunta.
—Sí, el asunto es que pasó algo, justo por eso necesito pedirles su ayuda.
—¿Le pasó algo al jefe Damián? —cuestiona Ewen.
—Está desaparecido, no más bien, alguien lo hizo desaparecer.
El silencio denso en la habitación se extiende por varios segundos. Parecen haberse quedado incluso sin respiración.
Soy yo quien rompe el silencio al comentarles lo que pasó, ellos me siguen viendo como si no fueran capaces de creer lo que Demetrius hizo. Una vez que terminó de comentarles, ajam, omitiendo la parte en la que papá está vivo y quiere que escape; es Emile quien habla primero.
—Tenemos que encontrarlo, como de él lugar.
—Desplazaré todas nuestras máquinas de combate para buscarlo —agrega Becky.
—No estas pensando correctamente —le corrige Ewen—. El punto es que Demetrius no se debe dar cuenta, no poner el país pies arriba.
—Bien, entonces contrataré agentes secretos, sin que papá se de cuenta también.
—Nosotros lo buscaremos también —dice Emile, observándome seriamente—. Lo vamos a encontrar. Pero mientras necesitamos que Demetrius no sospeché nada, ¿crees poder seguir con la mentira de la boda? Becky te ayudará.
—Sí puedo —afirmo, entonces el se acerca y me da un apretón sobre los hombros.
—Gracias por confiar en nosotros, no te defraudaremos.
Asiento con la cabeza, entonces el me sonríe de labios cerrados, antes de soltarme y caminar hacia Ewen, diciéndose entre sí que tienen trabajo que hacer. Volteo a ver a Becky pero no me sostiene la mirada, la aparta rápidamente. ¿Se habrá molestado porque tuve una cita con su prometido? Aunque ella me haya aclarado las cosas yo había decidido por mi cuenta, bueno por mi plan casarme con Demetrius así que su relación con Damián debía ir en serio, debería disculparme con ella.
—Becky...
—Tengo buenos contactos —me interrumpe, haciendo que mis disculpas se queden solo en un intento—. Además no sería raro que yo intente rastrearlo ¿no?
—Pues no —digo, caminando hasta llegar a su lado.
Veo que empieza a escribir algunos Mail's en su computadora, una vez que ha enviado alrededor de diez a diferentes personas de nuevo vuelve a centrar su atención en mi.
—¿Te ayudo a prepararte para la boda? Podemos ir a desayunar a algún lugar y luego ir a tu departamento, la boda será a las catorce horas si no mal tengo entendido...
[...]
X Damián.
Vaya... siento como si me hubieran molido a golpes, y ciertamente lo hicieron, mejor dicho Demetrius lo hizo. Lo único que ha cambiado es que me han quitado la venda de los ojos. Puedo ver que me encuentro en una habitación vacía de paredes color gris, solo hay uno que otro periódico tirado en la habitación y una puerta al fondo. Misma que se abre unos segundos después dejando ver a mi opresor. Demetrius Desmod.
—Hermanito —murmura, caminando por el sucio piso de aquella habitación, manchando sus zapatos tan perfectamente negros y brillantes.
—¿A qué debo el honor de tal visita? —pregunto, con un tono de ironía.
—Vine a que me felicites, hoy es el día de mi boda. ¿No te alegras por tu hermano mayor?
—Vaya... creí que tu hipocresía tenía límites, ya veo que me equivoqué.
—¿Envidia hermanito?
—¿De qué? Anya no va a casarte con alguien como tú.
—Quizás si o... —deja las palabras suspendidas en el aire, se acerca a mí y revuelve mi cabello—. Quizás si. La verdad es que dudo que se resista.
—Ella no se casaría con alguien como tu, menos al saber esto que has hecho.
—De hecho ya lo sabe, es por eso que se va a casar conmigo. No soportaría que la vida de su eterno amor se desvanezca entre en mis manos —Tira de mi cabello hacia atrás con fuerza.
Por mi parte no aparto la mirada de él, aunque quizás esta vez lo observe con más odio de una forma desafiante.
—¿Te atreviste a amenazarla?
—Sólo fue una garantía para asegurar mi victoria sobre ti hermanito, nada más.
—Eres una basura de persona —espeto, entonces impulsa mi cabeza hacia adelante soltándome. Se pasea delante de mi satisfecho por lo que le he dicho lejos de haberse ofendido.
—Pero como dije esa solo fue una garantía, cerraré con broche de oro mi victoria sobre ti.
—¿De qué hablas?
—Siempre me molestó tener un hermano, debí haber sido hijo único. Eres molesto. Con esa actitud tan buena me das asco, lo peor es tu apariencia y como intentas ser perfecto. ¿Sabes qué? Tranquilo, yo acabaré con tu sufrimiento esta misma noche, ya no tendrás que estar en este mundo dando lastima.
—Estás loco —le digo, apartando la mirada de él.
Lo único que puedo hacer en este caso es esperar, me he dado cuenta que las cuerdas no están tan apretadas y podría soltarme, pero para eso él no tiene que estar presente y por lo visto tendré tiempo hasta la noche. Tengo que impedir esa boda como dé el lugar...
[...]
Anya.
Nos encontramos ya tomando el desayuno en un restaurant. La verdad es que no me apetece nada pero Becky me está obligando a comer un al menos un poco.
—Espero que los chicos tengan suerte encontrándolo —dice, apoyando una mano en su mejilla.
—Yo también espero lo mismo.
Ella juega con un tenedor y su comida, al parecer tampoco tiene mucha hambre.
—Becky —vuelvo a hablar, haciendo que me observe—. ¿Estás muy preocupada por Damián no es así?
—Claro, es mi mejor amigo —confiesa, dando un suspiro.
¿Acaso se contiene por lo que vaya a pensar o no?
—Yo también quiero que aparezca, es un chico muy bueno.
—¿Lo amas? —Levanta la mirada hacia mi—. Dime la verdad Anya.
—Es tu prometido y...
—¡Eso no importa! —espeta, algunas personas voltean a vernos y luego se concentran en segur comiendo.
—Me voy a casar...
—Con alguien que no amas —interrumpe, con un tono de obviedad—. La verdad es que no entiendo por qué te ibas a casar con Demetrius cuando se nota que no te quiere ni tantito, tenías al guapetón de Damián tras de ti y se que lo amas, además se ve que también tienes más pretendientes... sinceramente no lo entiendo.
Aprieta los labios como muestra de frustración, quisiera revelarle las piezas del rompecabezas que no encajan, pero no puedo, al menos no por ahora. Decido mejor desviar la atención de ese tema.
—¿Cómo que tengo más pretendientes? ¿De quién hablas?
—Emile. —Exhala aire, dejando ver aún más su frustración—. Me di cuenta como te mira, es obvio que le gustas.
—No eso no es así.
—Claro que sí.
Se queda en silencio por unos momentos, al principio pienso que se trata de frustración por mi boda, pero al ver como trata de asesinar con el tenedor la comida de su plato me doy cuenta que va más allá el tema de Emile.
—Becky, créeme. Emile solo trata de llevarse bien conmigo porque al principio no me aceptaba como parte del equipo, creía que le causaría daño a Damián pero al ver como intentamos salvarlo está feliz. ¿Te gusta no es así?
—Pues si... cuando lo vi sentí algo raro por dentro, como una conexión, fue como si lo conociera de toda la vida. Pero alguien como él no se fijaría en mi.
—¿Por qué no? Eres un amor de persona. Un poco intensa en tu expresar pero es parte de ti.
—Creo que eso le llega a disgustar, no me da ni atención ni me ve como a ti, nunca lo había visto actuar de la manera en que lo hizo contigo.
—Becky, estoy enamorada de Damián, no de Emile.
—Pero eso no cambia los sentimientos de Emile.
—Ay chica, estas armando un mar en un vaso de agua —digo, colocando una mano sobre la suya—. No estas segura de los sentimientos de Emile, yo creo que piensa que tu no te fijarías en él, por eso no intenta nada contigo.
—¿Entonces yo tengo que dar el primer paso o qué?
—En tu caso no seria mala idea.
—¿Y si me rechaza?
—Tendrás la satisfacción de que lo intentaste —murmuro, sonriéndole—. Y de paso te sacarás todas esas dudas de la cabeza.
—Tienes razón, pero dame tiempo. Necesito prepararme mentalmente...
La boda del año... así catalogaban muchas personas el evento que sucedería, te daré un pequeño tour por el jardín de los Desmond, hoy hasta los árboles se visten con colgantes de color blanco, hay varios arcos de rosas formando un camino hacia una mesa, también hay un camino de pétalos blancos, mesas y sillas en otra parte del jardín bajo una enorme manta, una mesa de bocadillos con los más exquisitos vinos, una violinista al lado de una cantante y muchas personas de la distinguida sociedad con vestidos y trajes carisimos como diciendo que si quieren usan billetes como papel de baño.
Todo afuera se ve tan perfecto, mientras que yo dentro de la mansión soy un puto desastre, mis nervios han aumentado porque aun no encuentran a Damián. En el peor de los casos se que papá robará el acta matrimonial para desaparecerla. Becky se las arregla para tratar de maquillarme como puede, ya uso un vestido blanco que se ajusta a mi cuerpo en forma de sirena, si no es un vestido con un gran vuelo exótico como había imaginado que usaría el día de la boda de mis sueños, sino algo conservador. Y está bien porque está no parece ser la boda de mis sueños, sino de mis pesadillas.
Ah y a través del espejo se ve el principal demonio de esta pesadilla vestido con un elegante smokin, Demetrius Desmond.
–Vaya —dice, una vez que nota que me he fijado a través del espejo de su presencia—. Si ya arreglada te ves algo diferente.
—¡¿Qué haces aquí?! —Le grita Melinda—, ¿no sabes que es de mala suerte ver a la novia vestida antes de la boda?
—No creo en ese tipo de supersticiones.
—Tenías que tratar de localizar a tu hermano en lugar de estar aquí ¿lo hiciste?
Me volteo hacia el, levanto una ceja inquierendo en que le de una respuesta a su madre, él ni siquiera se inmuta.
—Ya debe estar en otro país y sin cobertura móvil, ¿crees que se aparecería por aquí luego de nuestras anteriores discusiones? O quien sabe, quizás en algún momento si intentando impedir la boda.
Con tranquilidad avanza hacia mi, al estar frente a frente no aparto la mirada de él, solo frunzo un poco el cejo en señal de molestia.
—¿Qué pasa Demetrius? ¿Pensaste que no vendría y necesitabas comprobar con tus propios ojos que realmente estaba aquí?
—No, yo sabía que vendrías. Solo te vine a decir que te espero abajo bomboncito, el juez ya llegó —informa, apretando con sus dedos mi mejilla un momento.
Me suelta y se retira con tranquilidad. Si, la boda frente al juez está a punto de comenzar, mejor dicho la transacción beneficiosa que considera Demetrius. No cree que sea necesaria una boda en una iglesia. Aún así, siento que estoy a punto de encaminarme hasta lo alto de un precipicio y lanzarme hacia abajo sin paracaídas...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro