Capítulo 12
X Damián.
¿La verdadera Anya? Tenia que ser una broma.
No podía creer que la tenía frente a mí, pero entonces ¿quién era la otra persona que se parecía tanto a ella?
Tengo una mezcla de sentimientos que se cruzan entre sí, por un lado ¿tengo que creerle que es ella realmente? ¿Y si no lo es? Por otro ¿por qué me ocultó desde un principio ser ella? Que objetivo tenía todo esto, es ridículo. ¿Acaso se estaba burlando de mí? Supo cuánto estaba sufriendo por encontrarla y ¿esperó hasta este momento para decirme quién es en realidad? ¿No le importó como ella me importaba a mi?
Mis sentimientos hacia ella siguen intactos, la amo y lo único que quiero ahora es abrazarla, pero ¿puedo hacer eso? ¿Después de todo lo que hay detrás?
—¿Por qué razón no me lo dijiste antes? —es lo primero que sale de mis labios. No, si esperaba un abrazo y un té extrañé tanto no ocurrirá.
—Hay muchas razones.
—Entonces explícame, porque honestamente ya no entiendo nada. ¿Acaso los rumores sobre tu padre eran ciertos?
—Sí, quizás ahora no lo comprendas pero todo lo hicimos por el bien de la paz mundial.
—¡¿Cuál paz?! Por si no lo notas esta guerra se encamina a una mundial.
—Por eso volví, debemos encontrar una manera de...
—¿Debemos? —pregunto, interrumpiendola—. Me necesitas, por eso es que volviste ¿no es así?
—Sí, pero Damián escúchame yo...
—¿Hubieras vuelto de no necesitarme? —le cuestiono, interrumpiéndola de nuevo—. ¿Alguna vez pasó por tu mente buscarme? No lo sé, ¿quizás decirme que seguías viva para no cargar con todo el remordimiento en que vivía?
—Sí lo pensé, pero no podía. No podía volver a decir "hola estoy viva" después de haber sido declarada muerta.
—No era necesario revelarlo a todo mundo, ¿por qué no me lo dijiste a mí únicamente?
—A ti principalmente no podía decírtelo.
Vaya, eso me hizo sentir una punzada en el pecho, ¿Es en serio?
—¿Por qué no?
—Porque tu padre y el mío buscaban cosas completamente diferentes, estábamos en bandos diferentes siendo hijos de padres que se puede decir que son enemigos.
—¿Por mi padre? ¿Ahora me estás juzgando por ser hijo de él? —Niego con la cabeza, dándole una mirada de extrañeza.
—Cuándo éramos pequeños sólo querías agradable en todo lo que fuera posible, no sabía si seguías siendo igual.
—Pues ya ves que no, soy completamente diferente a él.
—Lo sé. —Da un profundo suspiro, viéndo hacia otro lado—, por eso quiero pedirte que me ayudes, debemos detener la guerra.
Sonrío con un poco de tristeza, soy un tonto. Ella nunca estuvo ni está interesada en mí, para lo único que me necesita es para llevar a cabo su plan y el de su padre, ese hombre que ni siquiera sé si está vivo o no.
—Creo que te estás equivocando de persona —le digo, haciendo que vuelva la mirada a mí—. Yo no decido cuando acaba o no esta guerra, no estoy al mando de Ostania, solo soy el segundo hijo, no el primero.
—Damián no te subestimes, puedes hacer un gran cambio si te lo propones, se que eres capaz de eso.
¿Es una manera de intentar manipularme? Creo que no se está dando cuenta lo odiosa que está siendo, sólo tiene a la vista cumplir el plan de su padre, sin importarle lo miserable que me está haciendo sentir, no soy un objeto.
—Anya —guardo silencio un momento, la he vuelto a llamar por su nombre. Se siente extraño—. Sólo soy una persona contra mi padre y millones de sus seguidores, deja de poner tus esperanzas en mí.
—Pero si odias la guerra ¿por qué sigues involucrado en ello? No es posible que no puedas hacer nada.
—Quizás por esa razón, no me puedo convencer de que a pesar de todo no pueda hacer nada. Quizás sólo era para buscarte, lo cuál fue inútil. —Tuerzo los labios hacia arriba, ella se queda impactada por unos breves segundos.
—Lo siento, no pensé en el daño que te haría con mis mentiras.
—Tranquila, es cierto que tuviste cierta culpa pero yo tuve aún más.
—No es verdad, no intentes convencerme de lo contrario.
—No lo hago —murmuro, dando un suspiro—. Fue tu culpa el haberme mentido, pero como haya sido lo hiciste para cumplir tus objetivos. La culpa de ilusionarme contigo fué mía.
—Podemos empezar desde cero. Tuvimos un terrible inicio.
—No —asevero. Ella da un paso hacia atrás.
—¿Por qué?
—Tú no sientes lo mismo que yo, no tiene caso, ¿para qué si no me amas? Olvida todo lo que te confesé antes.
—No puedo olvidarme de eso.
—No tienes que sentirte comprometida conmigo por nada, así que tranquila, solo haz como si nunca hubiera dicho lo que dije. —Me encojo de hombros, ella parece cada vez más confundida.
—Te repito que no lo haré, yo también siento lo mismo por tí.
—Anya —digo, mirándola fijo a los ojos—. Si eso fuera cierto me hubieras dicho esto en ese momento, no ahora. Me viste intentando encontrarte, sufrir lleno de remordimientos y esperaste hasta este momento para decirme esto ¿tú me creerías si yo hubiera hecho lo mismo? No lo creo.
—Pero yo...
—No —interrumpo—, las explicaciones sobran, pero tranquila no pienso revelarle a nadie tu identidad. Te deseo éxitos en el plan, me alegraré por ti cuando lo cumplas. Pero reprocho todos los métodos que utilizas y utilizó tu padre. Así que sí está vivo ten por seguro que le espera un puñetazo en el rostro una vez que lo vea.
Ya no digo nada más, ni escucho que responda nada más, entonces me alejo del balcón para entrar en mi habitación, todo esto me parece tan irreal, ahora que por fin la tengo frente a frente lo que hago es rechazarla, quizás es que ya estoy cansado de tanta falsedad o simplemente mi orgullo pesa más que todo.
[...]
Al día siguiente me despierto tras escuchar que alguien toca la puerta de mi habitación, debe tratarse de ella, quisiera pensar que todo es una pesadilla pero no lo es.
Sin embargo al abrir la puerta veo que se trata de mamá.
—¿Mamá? —cuestiono, viéndola de arriba a abajo.
—¿Por qué te extrañas tanto al verme? Le dije a tu hermano que vendría.
Casi tuerzo los ojos hacia arriba al escuchar esa palabra, mi hermano.
—Es sólo que pensé que no vendrías, eres una mujer muy ocupada.
—Siempre haré tiempo para ti Damián —murmura, dándome un abrazo—. Sobre todo cuando me dicen que te sientes mal. Tú eres el único motivo que le da sentido a mi vida.
Correspondo a su abrazo, permaneciendo en silencio. Es verdad, mamá por alguna razón siempre me ha querido por encima de mí hermano, no me parece algo justo pero quizás sea por ser el menor o el hijo más parecido a ella.
—¿Qué te dijo exactamente mí hermano? —indago, ella se aparta de mí en esos momentos.
—Dijo que lo estabas pasando mal por la muerte de una persona, pero no me dijo de quién se trataba. ¿Puedo saberlo?
No, no se lo puedo decir. Quizás ella aún recuerda a Anya y lo único que haré es revelar su identidad.
—Ah, se trata de un civil, es la primera persona que muere a causa de la invasión a esta ciudad. Me siento culpable —miento. Ella coloca una mano sobre mi cabeza, acariciando mi cabello.
—Es algo que no podías haber evitado, mi niño tiene un corazón único. Me siento orgullosa de ser tu mamá Damián.
Es terrible mentirle a ella, pero es lo mejor.
—Disculpen —dice una voz, hace que voltee a verla casi de inmediato—. ¿Dónde puedo dejar estas cosas?
Se trata de Yor Briar. Claro, es amiga de mi madre, es lógico que haya venido con ella. Trae dos maletas consigo, asumo que una es suya.
—En la habitación de abajo por favor. ¿Qué tal si luego desempacamos? Vayamos a dar una vuelta por la ciudad.
—Sí claro —le responde ella.
En cierta manera me causa un poco de tristeza su caso, ella crió sola a su hijo y puede que Loid Forger esté vivo. ¿Ella lo perdonaria?
—Es un gusto volver a verlo Damián —saluda, dándose la vuelta.
—Igualmente —digo únicamente, prefiero no hablar mucho con ella. Sé que su hija está viva y no se lo puedo decir.
—Bueno, ve preparándote —expresa mi madre, dejándome solo en la habitación.
No me toma mucho arreglarme, sin embargo cuando salgo de mi habitación me encuentro con ella, me refiero a Anya.
—Debo acompañarte si vas a salir, es parte de mí trabajo.
—Haz lo que quieras —le digo, sin mucha importancia a pesar de que me importa mucho.
Lo mejor será tratar de ignorarla un poco, fingir que no siento tanto cuando la veo y quizás un día esa mentira se vuelva realidad.
—No quiero llevarme mal contigo.
—No nos estamos llevando mal.
—Pero ahora parece que estas poniendo una barrera entre los dos.
Doy un profundo suspiro, había olvidado que ella puede leer mentes, le estoy dando todas mis estrategias.
—No leas mi mente sin mi permiso.
—De hecho no lo hice. —Se acerca hasta mi lado, apenas puedo ver su rostro ya que lleva puesta una capucha.
Llegamos al nivel de abajo, justo allí se encuentra mi madre y Yor, me adelanto un poco pero volteo a ver de reojo que Anya se queda paralizada, es lógico, en esta habitación se encuentra su madre. No se si ella pueda reconocerla o no, pero debe de estar causándole muchos sentimientos encontrados.
No sé cómo puede estar en el mismo lugar sin correr a abrazarla, quizás sea que ya se habían encontrado en otra ocasión.
—¿Nos vamos? —pregunto.
—Sí, solo estamos esperando a alguien —informa mi madre.
—¿A sí? ¿Y a quién?
—A mí —dice Demetrius, saliendo de un pequeño cuarto, debe ser la cocina de este lugar, la verdad es que no me dio tiempo de explor el espacio.
—¿Tú nos vas a acompañar?
—Claro.
—No eres de salir.
—Es que hoy voy con alguien —me dice, volteando a ver a Anya.
Le doy una mirada de odio, después volteo a verla, pasó tan poco tiempo desde anoche, y ahora ¿ella ya está buscando como lograr que su plan tenga éxito a través de mi hermano?
—¿Ahora sales con mi guardaespaldas?
Lo pregunto con un tono de burla, pero en realidad es enojo.
Mamá también voltea a verlo completamente extrañada, entonces empieza a reír.
—No, no piensen eso de mí. Me refería a que voy con mamá, no todos los días se presenta esta oportunidad.
Siento un poco de alivio, pero no puedo bajar la guardia cuando mi hermano está cerca.
—No sabia que pensabas así Demetrius —le dice mamá, se acerca hasta anclarse de su brazo—. ¿Nos vamos?
Se acerca a mí, hasta enganchar su otro brazo con el mío.
—¿Los dos te escoltaremos eh madre? —pregunta Demetrius.
—Claro, nada mejor que dar un paseo con el Furer de Ostania y mi hijo más querido —exclama, utilizando un tono muy alegre.
Algo que le cae como patada en el hígado a mi hermano, aunque también me siento hasta mal yo que diga delante de él que soy su hijo favorito.
Me da una mirada de molestia, decido ignorarlo. Aunque se que él y yo siempre vamos a estar en guerra.
—Damián —menciona Demetrius, en voz alta—. ¿Qué piensas hacer de ahora en adelante? Está claro que la guerra no es lo tuyo, ¿no crees que seria mejor para ti y para todos retirarte?
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