Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 08

¿Fué irracional ir así en contra de mi hermano? Puede que sí. Lo sé cuándo me da una mirada de desaprobación. Aunque en realidad, ha sido su culpa ¿No? Él no tenía por qué estar sosteniendo el rostro de ella en esa forma.

—¡¿Se puede saber que te pasa?! —me espeta, elevando la voz.

No pienso dejarme esta vez, quizás sí en otra situación pero ahora no.

—¡¿Qué te pasa a tí?! ¡No permitiré que le pongas un dedo más encima!

Quizás mis palabras han sido muy contundentes, lo sé por la reacción de Anya. Mantiene los ojos abiertos como platos.

—Si supieras... —murmura mi hermano entre dientes.

—¿Qué cosa? —cuestiono, frunciendo el cejo.

—Ella es mía —suelta.

Algo en mi interior da un vuelco. No, eso no puede ser. Simplemente no lo permito.

—Cierra la boca —ordeno, intento acercarme para darle un golpe, cosa que no es posible porque la chica interfiere en mi camino.

Siento sus brazos rodeando mi torso, detiene el impulso con el que me acercaría a mi hermano.

—No peleen, por favor —murmura.

Me detengo al momento, es una extraña sensación. La rabia que me recorría en cuerpo parece diciparse un poco. Aunque no lo suficiente. No puedo evitar observar con odio a mi hermano, mientras él se acomoda el traje.

—Damián, no le diré esto a nuestro padre para no preocuparlo. Pero cada vez vas de mal en peor.

—¿Yo? Mira quién habla —digo, con tono de cinismo.

No responde nada más y sale de su propia oficina. Quedamos solos los dos.

No me suelta, y yo no sé si acaso corresponder su abrazo. Al final sólo decido dejar caer mis manos sin fuerza. Unos segundos después ella se separa de mí.

No dice nada, es el silencio quién reina en ambos. Eso hasta que por fin me atrevo a hablar de nuevo, así sienta ganas de vomitar.

—¿Lo que dijo él es cierto?

—No señor, le pertenezco a usted.

¿Qué? Su respuesta me deja en shock por unos momentos, hasta que comprendo lo que intenta expresar. Ahora se dedica a servirme a mí.

—No me refería a eso —intento explicar, dándole la espalda. No sé cómo decirlo sin que una parte de mí arda en furia—. ¿Él te ha faltado antes el respeto a como ahora?

—No que yo recuerde.

Eso me deja un poco más aliviado, pero no lo suficiente.

—¿Por qué no lo apartaste? —cuestiono, volviéndome hacia ella.

—No tengo autoridad para eso.

No sé qué es lo que me molesta más, si la falta de emociones y tranquilidad con lo que dice eso o que no pueda defenderse yendo en contra de alguien de mayor rango por su bien.

—¿Y si yo hiciera lo mismo qué harías? ¿Reaccionarias igual? ¿No me apartarías? —interrogo, frunciendo el cejo.

—No lo sé. No es una situación que esté presenciando. Pero lo más seguro es que sí.

—¡Joder! —exclamo, golpeando el escritorio. Me siento mal por haber hecho eso, pero ni siquiera esa acción la hace sobresaltarse un poco—. Tienes que defenderte por ti misma aunque se trate de él o yo. ¿No sientes miedo?

—No sé qué es el miedo.

—Despierta de una vez —menciono, dando dos pasos en su dirección—. Tienes sentimientos y derechos como ser humano. No hay por qué reprimirlos. ¿No tienes propósitos en la vida?

—Debo protegerlo, ese es mi único propósito. Daría mi vida por usted.

—¡Deja de pensar en mí y piensa en ti misma! —le grito, a una muy corta distancia.

Ni siquiera eso la hace inmutarse, aunque por alguna razón ha dado un paso hacia atrás. Me disculpo por estar comportándome así con ella pero es necesario. Tiene que demostrar al menos una pequeña pizca de iniciativa en su propio favor.

—No sé cómo hacer eso —murmura.

—¿No? ¡¿No sabes cómo?! —le grito, estando más cerca de ella.

Me duele estar haciéndole pasar por esta angustia, pero es la única manera en la que ella reaccione y por impulso se proteja de mí.

—Señor, ¿qué hace? —cuestiona, cuando la tomo de los hombros.

Es mucho más pequeña que yo, se ve realmente adorable, no me había tomado el tiempo de verla de tan cerca. Aún así no debo olvidar mi objetivo.

—¿Tienes miedo no? —indago, acercando mi rostro al de ella.

Por un momento pude notar algo de ello, después un sonrojo bastante notable. Quizás eso fué lo que desmoronó toda la valentía que tenía para tratar de intimidarla, ya no pude decir nada más. Preferí soltarla, cortando la poca distancia entre ambos.

—No le tengo miedo —dice, tomándome por sorpresa.

Es imposible que pueda apartar la mirada de ella por lo que ha dicho, al parecer tendré que seguir intentando, quizás con otro tipo de emociones, no sé. Aún así me da curiosidad...

—¿No me tienes miedo por que no te interesa lo que pase mientras yo esté bien?

—En parte es así, pero en realidad es porque sé que mientras estes cerca, contigo siempre estaré segura.

Me ha dejado sin habla. Es ridículo pero lo ha logrado. Incluso siento un leve ardor en mis mejillas. Esto puede que sea ridículo, sí. Pero no soy capaz de decir nada más. Es ella quien vuelve a hablar:

—Regresaré a su oficina. Aún tengo archivos pendientes por ordenar y algunas autorizaciones que debe firmar su señor padre, permiso.

X Anya.

Debo parecer una persona sumamente bipolar. Intento no involucrarme con Damián de más o darle sospechas sobre mí por el bien de la misión y hago todo lo contrario. Siento que cada vez estamos más cerca el uno del otro.

Además, hay algo que me tiene más inquieta, Demetrius sospecha sobre mi verdadera identidad. No es algo que pueda probar mientras siga negandolo, pero si le llega a mencionar algo a Damián despertará sospechas y no se si sea capaz de negarle la verdad, en dado caso me interrogue como lo hizo hoy. Al parecer hay una parte que no conozco de mi misma, una que es vulnerable ante él.

Pero vaya... tal parece que mis pensamientos lo han llamado. Está a unos pasos delante de mí. Debe estar esperándome, lo sé por la forma en que me ve, aún con eso mantengo la mirada al frente y paso de largo junto a él. No obstante, sus palabras hacen que me detenga.

—Eres Anya Forger. Supuesta hija de Loid Forger y Yoru Briar. Desapareció sin dejar rastro hace tiempo, se dió por hecho que murió. Pero ahora yo tengo una duda. ¿Cómo le hiciste para sobrevivir y tanto tiempo? Alejada de todas las personas con las que formaste un círculo de fraternidad digamos.

—Le reitero que no soy esa persona.

—¿Puedes probar que no lo eres?

Me vuelvo hacia él, puedo respinderle fácilmente que si él puede o no probar que lo soy pero me guardo mi comentario, la defensiva no funcionará aquí.

—Sí usted quiere creer que lo soy, no puedo hacer nada para cambiarlo. Que tenga buenas tardes fiurer.

Me doy la vuelta de nuevo, esta vez sin mirar atrás. Sin embargo decide seguirme.

—Dicen por ahí que eres telépata. ¿Podrías leer mi mente ahora mismo?

Decido no contestarle, sólo avanzo. Él continúa de la misma manera cerca de mí, pero sus pensamientos son incesantes.

[Tengo por seguro que tu eres esa chica que tanto ha buscado mi hermano, no puedo creer que yo sea el único que sepa la verdad. No sé lo he dicho por una sola razón, disfruto ver cómo sigue lleno de remordimientos por dentro, tu más que nadie sabe que su mente no ha encontrado la paz desde hace tantos años ¿no? Me pregunto como puedes vivir de esa manera, saber que está sufriendo y aún así no aliviar su pena. Que lástima me das. En verdad que eres sumamente despiadada, no sólo digo que lo seas por eso, ¿o es que no te has enterado? Tienes un hermanastro, ¿lo sabías? ¿duermes tranquila sabiendo que hay una mujer que sufre por dentro porque su esposo y su supuesta hija murieron? Me pregunto si Loid Forger sigue vivo y si es así ¿también se lo ocultas a él? Vaya... aún así él tema principal sigue siendo Damián. Apuesto a que siente algo por ti desde hace tantos años. ¿Sabes que está enamorado de tí? Que pena que su amor no sea correspondido ¿cierto?]

Entro a la oficina de Damián y cierro la puerta. Hago como si no hubiera percibido nada de lo que escuché aunque claramente lo hice perfecto. Sus pensamientos se hacen cada vez más lejanos hasta que ya no puedo escucharlos, asumo que se debe haber marchado y es mejor. Así no se da cuenta de que me ha dejado hecha polvo con unas cuantas palabras. Por alguna razón las lágrimas no dejan de bajar una tras otra.

Claro que soy egoísta con muchas personas, con Damián por una parte, le oculto la verdad pero es necesario. Si digo: Hola, soy Anya Forger. ¿Qué pasará después? En seguida acabaré tres metros bajo tierra o encerrada por siempre. Quizás papá sabía lo que conlleva mentir y por eso prefería que no siguiera sus pasos, pero yo dije que haría esto. No es algo que se va resolver de un día para otro y aún así le prometí a la señora Sylvia que yo cumpliría la misión.

Papá se enojará que no le diga la verdad sobre mamá Yor, pero él siempre ha puesto a la familia primero y eso arruinaría la misión.

En cuánto a los sentimientos de Damián, son demasiados puros para mí, merece a una chica que esté a su altura. Yo sólo soy una mentirosa, una que no es capaz de revelarle su verdadera identidad.

Al final sólo me queda hacer lo que suelen hacer la mayoría de personas, lavarse el rostro en el baño, pararse frente al espejo y repetirse que está situación no va a poder más que sí mismos. Que se puede con esto y más.

Pero por sobre todo, no puedo estar triste aunque quiera. Tengo que fingir frente a los demás que no tengo una pizca de sentimientos.

Eso es, tan fría como siempre, no es momento de que los sentimientos de remordimiento tengan un cupo en mi vida.

Al salir del baño noto que Damián no está, así que solo recojo los papeles que su padre debe firmar para la aprobación con más poder de su nuevo cargo.

Voy a donde se encuentra Donovan, no duda en permitirme pasar pero no está solo, su esposa también se encuentra.

—Permiso —digo, hasta dejar los papeles sobre su escritorio—. Estos son algunos pendientes.

—Comprendo, voy a revisarlos. Gracias, le informaré a mi hijo cuándo estén.

—Entendido señor. —Hago un saludo, después algo de la oficina. Cierro la puerta pero escucho dentro la voz de la señora Melinda con algo que me da curiosidad.

—¿Esa chica es el experimento no?

—Así es, a pesar de eso tenía el mismo parecer que la otra, ahora debería verse así, pero por desgracia está muerta.

—¿Qué sentido tuvo hacerla con el mismo parecer?

—Creí que lo hice para recordar la última voluntad de su madre. Era una persona tan hermosa.

—Eso ni tú te lo crees, pero bien ¿a donde iremos de vacaciones?

¿Estaban hablando de mi madre biológica? ¿Por qué no siguieron hablando? Ese señor la conoció antes de su fallecimiento...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro