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❥ (训练) OO6.

*·˚ Capítulo 6: Entrenamiento.˚·*
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— Chicas. —Jihyo abrió la puerta, asomándose con una cálida sonrisa.— No se han levantado a desayunar, ¿están bien?

Bostecé, asintiendo. Tzuyu se apresuró a decir que teníamos más sueño que hambre; era por eso que nos habíamos tardado, pero saldríamos dentro de unos diez minutos más. La excusa era que Momo no nos había dejado dormir en toda la noche. Apartando el hecho de que de por sí toda ella era insoportable, esta noche en particular lo llevó a un extremo demencial.

Dijo que por culpa de su brazo malo, la práctica con su lanzamiento de cartas se había ido por la borda y, según ella, necesitaba ponerse a prueba lo más pronto posible. Cada una de nosotras se tuvo que poner de manera forzada contra la pared, sintiendo nuestros corazones en la boca al dejar que Momo lanzase sus filosas cartas a nuestro alrededor. No sabía si ella creía que estábamos en un circo o sencillamente quería asustarnos, pero una cosa estaba clara, y era que todas éramos unos payasos frente a sus ojos.

Maldita loca sádica.

Ahora ella dormía cómodamente con su cabeza apoyada en mis muslos. Gruñí. No podía detestarla más. Con sólo mirarla recordaba cómo rozó la punta de su carta en mi oreja a propósito. No logró cortarme y sabía que tampoco lo haría, pero eso no le bajó el latido exasperado a mi pulso. A la idiota le había dado la confianza de que durmiese conmigo durante los próximos días, todo con el fin de mantenerle un buen cuidado a su brazo, y a ella no se le ocurría una mejor idea que pagármelo lanzándome cartas por la cabeza.

Moví mi pierna, tratando de quitarla. Con un suspiro, se aferró a mis muslos, quejándose por culpa de su brazo. Le pegué palmaditas en la mejilla no demasiado fuerte, pero sin ningún tipo de afecto. Después de lo de anoche, no se merecía que la tratase como un bebé.

— Ya despiértate de una vez, tengo las piernas entumecidas. —Rió aún con los ojos cerrados, volteándose para seguir durmiendo. Retenía las inmensas ganas que tenía de patearla únicamente porque no quería que luego me cortase la pierna. Aún así, me parecía un intercambio justo.

Sin decir una palabra, abrí la puerta y bajé a desayunar. Podría esperar a las demás, pero era predecible que se tardarían más de una hora tratando de arreglarse. Yo lo haría rápido, por ello prefería desayunar antes que esperarlas.

꒰ ¡ ♡ ! ꒱

Momo se había comido mi desayuno.

Había bajado típicamente hambrienta, y cuando terminó de comer su plato, miró el mío y no dudó en tragarse todo lo que estaba guardando para el final. ¡Yo siempre guardaba mi parte favorita para el final!

— Igual no te lo ibas a comer, cría. —Limpió la comisura de su labio con una servilleta, como si no hubiese comido al igual que un jabalí hace un rato. Mientras todas se levantaban, se apresuró a alcanzar la fruta que Jeongyeon había dejado en su bandeja, estirándomela.— Ten, una manzana para que no te quedes con hambre.

Apreté la mandíbula. Para empezar, nos había hecho desvelarnos, luego retrasó el entrenamiento de la mañana; el de todos, cabe destacar. Y ahora creía que con una rancia manzana estaría más que satisfecha y animada. 

Momo era increíble.

Tomé la fruta, deteniendo mi gesto de lanzársela cuando vi a su panda rojo girando su cabeza hacia mí, como si estuviese confundido. Mientras estábamos en la mesa, él no había parado de mirarme con curiosidad, cosa que me había provocado sonrisas divertidas y nerviosas. Me agaché a su altura, acariciando su oreja con precaución. Quizás podría morderme.— Toma. Esto es para ti, bebé. —Sus manitas se estiraron para recibir la manzana, pegándole un tierno mordisco y sentándose sobre la silla. Momo lo tomó en brazos, alejándolo de mí con el ceño fruncido.

— ¿Ahora tratas de seducirlo a él? —Chistó con la lengua.— Ah, no, Dahyun, eso no te lo voy a permitir. Es él o yo, no puedes estar con los dos, ¿qué te crees que eres?

Rodé los ojos, tomando mis cosas para cambiarme en el baño. No iba a ejercitarme con un pantalón de mezclilla y sin lavarme los dientes, qué incomodidad.— Lo prefiero a él. Lo elegiría mil veces, porque él no se comió mi desayuno.

— Fue tu culpa por no decirme que pensabas comértelo.

— Oh, Dios, ¿tenía que hacerlo? —Me colgué la mochila sobre los hombros, mirándola con incredulidad.— ¿Acaso debo aclararte que no tomes mi plato para la próxima?

— Por supuesto. Lo que nadie se come, me lo como yo.

— Momo, ni siquiera había terminado de comer. —Se encogió de hombros.

— Lo apartaste, creí que eso decía suficiente.

Suspiré. — Como sea, Momo, no estoy de ánimo para discutir. Muévete, que por tu culpa llegamos tarde y, por favor, no me hables más.—Besó la coronilla de su mascota, murmurándole que se fuese a la habitación a descansar. Lo dejó en el suelo para que corriese, no sin antes quitarle el corazón de la fruta. Reí, divertida.— Mina y él parecen ser los únicos que se ganaron tu lado agradable, ¿no?

— Sí, son dulces conmigo. Ni siquiera me discuten y eso es admirable, porque conozco a otras que llevan por nombre Kim Dahyun, a las cuales les fascina rebajarme. —Me sonrió ladina, dando unos pasos hacia mí.— Como sea, Kim, no estoy de ánimo para discutir... Y, por favor, no me hables más. —Me sacó la lengua como una niña de cinco años, alejándose con una mirada burlona.

Inhalé profundamente, sabiendo que sólo debía ignorarla.

꒰ ¡ ♡ ! ꒱

— Sé que muchos de ustedes no lo hacen, pero es sumamente necesario para cualquier tipo de entrenamiento. Necesitan calentar, así que por favor, vayan donde su respectivo compañero... Pero alto. —Me detuve a medio tomar la mano de Chaeyoung, mirando a Jihyo para que explicase qué había sucedido.— Ustedes no escogerán a sus parejas. —Puse los ojos en blanco, escuchando la simpática risa de Mina.— Durante la prueba anterior, el compañerismo que hubo fue grato para nosotros, asimismo es previsible que habrán más rivalidades si no aprenden a complementarse. —Sentí un brazo colgarse en mi hombro con fuerza, como si tratase de parecer juguetón. Le pegué en las costillas cuando me di cuenta de que era Momo, intentando apartarme de sus brazos.— Vuelvan con su pareja anterior, sin reclamos. Desde ahora menciono y advierto que no les autorizo la violencia de ningún tipo ni discrepancias. Si uno de ustedes me desobedece, no volverán a entrar a esta sala. No tendrán práctica y al final de la prueba serán descalificados.

Segunda meta del año: evitar las peleas con Momo.

Momo me guiñó, sabiendo que estaba mofándose de ambas. Sin tener que pedírselo, comenzó a caminar en busca de las colchonetas.

Muy condescendiente de su parte.

Reí secamente, alegrándome de que por fin haya podido hacer algo de buena fe.

꒰ ¡ ♡ ! ꒱

Minutos más tardes, Momo me pidió que fuese la primera en terminar todos los ejercicios. Acepté, contenta de ser la que más descanso se llevase.

Me recosté en la colchoneta, inhalando y exhalando con prudencia. Puse las manos sobre mi pecho y esperé a que Jihyo tocase el silbato. La espera me ponía algo ansiosa y si no respiraba bien, me cansaría demasiado rápido.— Qué blancas son tus piernas. —Fruncí el ceño cuando Momo empezó a acariciarme desde el muslo hasta la rodilla, embelesada con mi piel. La ignoré, comenzando los ejercicios e intentando concentrarme en cualquier otra cosa que no fuese ella. No podía distraerme ahora, no sería para nada profesional de mi parte. Repentinamente, ella me pegó un manotazo que me quitó el aire, dejando su palma marcada y un relieve en proceso.— Y muy sensibles.

Me senté con molestia, tomándola por el cuello de su remera para acercarla y encararla. Sonrió maliciosa, haciéndome recordar porqué hacía lo que hacía. Las palabras de Jihyo también retumbaron en mi cabeza. Me mordí el interior de la mejilla para no ultrajarla, empujándola.— No vuelvas a tocarme, idiota.

Catorce, perdiste tiempo, haz quince abdominales extra. —Acallé un grito en mi garganta cuando escuché a Jihyo recriminarme junto a la molesta carcajada de Momo. Se paró derechamente para sujetar firmemente mis piernas esta vez. Seguía divertida, así que tenía más razones para no agradecerle por comportarse con sentido común.

Para cuando fue su turno, di un pellizco disimulado al interior de su muslo. Fue lo suficientemente fuerte como para hacerla fruncir el ceño, pero no lo suficientemente obvio como para que Jihyo se diese cuenta y me sacase de la cancha por violencia.

— ¿Haremos esto todo el tiempo? —El comentario de un chico hizo que Jihyo se acercase a él, con los brazos en la espalda e inmutable.— Podría hacer abdominales todo el día y no me cansaría, esto no es un entrenamiento de verdad.

Jihyo se encogió de hombros, su expresión volviéndose desinteresada.— Entonces hazlo todo el día y no interrumpas a los demás cuando trabajemos con ataque y defensa.

El participante se detuvo, levantándose con prepotencia. Se paró frente a ella, dejándola pequeña en comparación.— No quise decir eso, señora. —¿Señora?— Pedí que-

— Tu tamaño no me intimida, si es lo que crees. Siéntate o sales expulsado de aquí. —El chico apretó los puños, exhalando pesado y la vena en su cuello resaltando. A regañadientes, se sentó, desviando la mirada con una obvia ira contenida.— Tú no pides ni exiges, yo soy la que habla y tú obedeces. —Momo, como lo entrometida que era, se detuvo agarrándose de mi brazo para ver la discusión. Los demás hicieron lo mismo.— Harás abdominales todo el día, no vuelvas a cuestionar mis reglas o terminarás con abdominales de por vida, y créeme, no será divertido. —Se acercó directamente a nosotras, tomando la mano de Momo para ayudarla a levantarse. Me sorprendía que Jihyo realmente la hubiese tocado a pesar de lo maldita que era, pero más me sorprendía que Momo no hubiese tomado impulso para botarla. Al parecer, Jihyo se incluía al mínimo grupo de personas que eran de su agrado.— Participantes, pónganse de pie y formen una fila. Los cambiaré de equipos para que sean capaces de aumentar su fuerza. Si los dejo donde están, serán débiles con sus ataques y defensas, y eso no es lo que necesito.

En mi caso, sería sumamente agradable y satisfactorio pelear contra Momo, pero sabía que personas como Sana, jamás golpearían a Tzuyu, o a la misma Momo.

Jihyo me posicionó frente a un chico que no conocía. Para ser honesta, no le había tomado la más mínima importancia hasta ahora. Por el número treinta al lado izquierdo de su pecho, asumí que era Park Jungsoo; Leetuk. Así era como le gustaba que lo llamasen.

— ¿Cuáles son las reglas, Jihyo unnie? —Sonreí ante la dulce voz de Chaeyoung, ablandada.

— Pelearán, pero de forma estratégica y meramente rutinaria. No permitiré golpes en el rostro, tampoco patadas con la punta del pie, y mucho menos algún ataque con arma. Cualquier golpe que me parezca grave, será evaluado de un forma distinta y perjudicial por mí. No se arriesguen a llegar a eso y hagan caso a mis palabras, ¿de acuerdo? —Tomó una respiración.— Pelearán cinco minutos. Comiencen.

Al principio, todo parecía sincronizado junto a Leetuk. Yo cubría cada uno de sus ataques y él parecía golpear de una forma moderada, lo cual me agradaba, porque no abusaba de su fuerza. Los demás se volvían demasiado intensos y tiraban golpes al azar con tal de conseguir algún daño, cosa potencialmente descalificadora.

Miré a Momo sólo un segundo, notando que me miraba fijamente mientras bebía agua de su botella. ¿Por qué me miraba y por qué Jihyo la había autorizado a descansar? Un golpe seco me llegó fuertemente en la mejilla, haciéndome voltear la cabeza y apretar los dientes con el insufrible ardor que comenzaba a recorrerme. Desconcertada, tragué saliva, no entiendo por qué Leetuk se había puesto tan agresivo de pronto.

Lo miré con intenciones de gritarle por golpearme, pero Momo se adelantó y rápidamente le devolvió el golpe, apuntando justo en su nariz. Leetuk gimió de dolor, limpiando un hilo de sangre que comenzaba a brotar, con el dorso de su mano. Momo lo tomó por el cuello, gruñendo con molestia.— ¿No escuchaste a Jihyo, maldito bastardo? —Su mandíbula resaltó, haciendo saber que hablaba entre dientes.— Vuelves a golpearla y te hago pedazos, inútil.

— Y tú acabas de golpearme en la cara. —Se lamió los labios, sonriendo con sátira.— No creo que salgas ilesa de esto.

— Ella quedará impune. —Jihyo tocó el hombro de Momo, deteniéndola de cualquier cosa que estuviese a punto de hacer.— Fue en defensa de catorce, por lo que vi. Serás expulsado por desobedecerme. 

— ¡Esto es injusto! 

— Injusticia sería dejar que te volvieses un Thrice con ese complejo de superioridad tan interiorizado. ¿Lo hiciste para demostrar tu fuerza, supuesta valentía y perseverancia, quizás? Catorce estaba distraída y no le dejaste oportunidad para defenderse. Lo que hiciste equivale a una puñalada por la espalda, y no voy a justificarte frente a nadie. —Miré a Momo mientras Jihyo hablaba, divirtiéndome sólo un poco con lo excesivamente molesta que estaba. Ni siquiera yo estaba así de molesta, y yo era la que había recibido el golpe.

— Ella no se cubrió, no es mi culpa que sea tan estúpida.

Jihyo miró a Momo, cambiando su rostro a uno mucho más gentil.— Por favor, nueve, ve a ayudar a catorce y me avisas cómo está... Y, por cierto... —Momo se detuvo a centímetros de mí, esperándola.— Las autorizo a ambas para quedarse en su habitación si es que ella no se siente bien.

Momo asintió en respuesta, tomando mi brazo y llevándome al baño más cercano. El silencio que había quedado dentro y fuera de ese salón, era intimidante e incómodo.

Me soltó de su fuerte agarre y carcajeé cuando me señaló el grifo. Quería que me mojase con agua fría, la había entendido, pero me causaba gracia que tuviese esa reacción de niña mimada. Respiró profundamente, su entrecejo frunciéndose con suavidad.— Primero me salvas de quebrarme un brazo y ahora me defiendes por un golpe. Realmente me adoras, Hirai.

Su expresión se relajó casi imperceptiblemente, y rió, seca.— Te crees el centro de atención, ¿no? Sólo lo hice porque desobedeció a Jihyo, y ella me agrada.

— Increíble lo mucho que te cuesta admitir que lo hiciste por mí.

— No lo hice por ti, cría.

— No hay manera de que te crea. —Casi reí con sus brazos tensos, como si fuese un personaje de videojuego.— Luego de lo que me dijiste en la enfermería, no puedo creerte nada de lo que digas en mi contra.

Momo, bufando, abrió el grifo por su cuenta y comenzó a llenar sus manos de agua.— Te mentí. —Gruñó.—  No haría nada por ti, esa es la verdad. —Mirándome de reojo, me salpicó el agua por toda la ropa, haciendo que la respiración se atascase en mi garganta con lo fría que estaba.— Este es toda la adoración que te tengo, ¿verdad que te adoro? —Rió, abriendo otro grifo cuando se percató de que me estaba preparando para lanzarle agua también.

¡Yo ni siquiera pensaba molestarla, sólo quería que lo admitiese!

— Maldita idiota.

Ambas nos cubrimos con nuestra pequeña e indeliberada guerra de agua, como si fuese algo natural y evento de todos los días, y como si no estuviésemos gastando innecesariamente litros y litros de agua. En algún momento, Momo rio genuinamente y trató de retroceder para escapar, pero el piso estaba empapado y no tardó en resbalarse, cayendo de espaldas con un fuerte sonido. Me preocupé, pero su nueva e insólita risa me hizo saber que no le había dolido lo más mínimo. Incluso se notaba que había olvidado lo mal que estaba su brazo gracias a esto.

Junté un último poco de agua antes de cerrar el grifo, sentarme sobre sus caderas y tirarle el agua en la cara para que terminásemos en las mismas condiciones. Era injusto que yo estuviese empapada de pies a cabeza y ella aún conservase su oscuro cabello intacto.

Pataleó, incrustándome los dedos en la cintura como si estuviese intentando sostenerme y alejarme al mismo tiempo.— ¡Detente, Kim!

— ¡Me dejaste empapada, Momo, ¿esperas que me detenga?! —Chilló cuando traté de abalanzarme, atrapando mis muñecas para dejarme inmóvil. Rió, observando con detenimiento el posible moretón en mi mejilla.

— Te echaron pintura morada en la cara, ¿sabes?

— ¡Idiota! —Bufé con falsa molestia, tratando de levantarme, pero Momo apretó mis muñecas con autoridad, acercándome más.— ¡Ya suéltame, idiota! ¡¿No querías que te dejara en paz?!

— Me gustas más cuando estás callada y dócil. —Rió, lamiendo sus labios.— Hazme el favor de no insultarme cuando te he hecho reír desde hace ya varios minutos. 

— Idiota, idiota, idiota. Maldita y estúpida idiota. —Rezongó, apretando los labios como si tratase de ocultar una risita. Me dejó caer una última vez, sonriendo de forma siniestra, como toda ella siempre lo había sido.

— No vuelvas a decirlo si no quieres pagar las consecuencias, Kim.

Mi risa se fue opacando con lentitud, el interior de mi cabeza trabajando para explicarme qué es lo que había querido decir. Ella era capaz de todo, ¿pero qué sería lo más cruel que podría hacerme?

— Chaeyoung y yo también veníamos a hacer eso. —Pegué un salto cuando la voz de Mina resonó sin ningún filtro. Miré a Chaeyoung, carcajeando junto a Momo por culpa de sus mejillas bochornosamente sonrojadas.

— ¡A mí n-no me gustan las chicas! —Chaeyoung balbuceó casi sin sentido, negando frenéticamente con la cabeza.

— Sé lo que soñaste ayer, Chaeyoung, y no estábamos hablando exactamente.

Chaeyoung desvió la mirada, avergonzada en demasía y confirmando lo que había dicho Mina. Reí, preguntándome cómo es que Mina sabía un secreto de esa magnitud. Era más probable que Chaeyoung quisiese contármelo a mí que a ella, y aún así, no lo había hecho.

— Está bien, Mina yah, Dahyun y yo no estábamos haciendo lo que tú crees. —Momo soltó mis muñecas, palmeando mi muslo para que por fin pudiese levantarme.— Sólo estábamos divirtiéndonos. —Con algo de desapego gracias a que la risa entre nosotras ya había desaparecido, le estiré la mano para que se levantase también. 

— Seguro. —Mina ladeó una pequeña sonrisa, mirando a Momo de manera fulminante. Fruncí el ceño, no entiendo el extraño tipo de complicidad que tenían entre ellas.— Alguien las llama afuera... Y, Momo, creo que estás en problemas.

꒰ ¡ ♡ ! ꒱

Salimos de allí algo precavidas, topándonos con Jihyo, quien estaba sentada en uno de los bancos principales. Sabía que ella era la que nos estaba esperando, sobre todo porque estaba atenta a cada uno de nuestros movimientos.— Chicas, vengan aquí, por favor. —Me senté sobre el suelo, frente a ella, viendo que Momo no hacia el atisbo ni tenía intenciones de sentarse conmigo. Se mantuvo de pie, cruzada de brazos, como si estuviese esperando un regaño realmente grande.— Quiero que me cuenten qué fue lo que pasó exactamente. 

— Leetuk; número treinta, me golpeó sin razón. Por lo que dijo, asumo que sintió la necesidad de hacerlo al verme despistada. Momo; número nueve, me defendió al verlo y luego-

— No me confundas, porque no te defendí. —Momo se apresuró a interrumpirme, logrando que Jihyo negase con la cabeza suavemente.— Sólo quería pegarle. Nada de lo que hago es por ti.

— Ya veo, y justo quieres golpearlo cuando él me golpea a mí, ¿no?

— Sí, ¿y qué? —Detengo mi próximo insulto al oír suspirar a Jihyo. No se veía molesta, pero se veía incrédula y cansada.

— Su relación realmente es una catástrofe. —Anotó una última cosa en su libreta y lo cerró de golpe, dejándolo a un lado para tomarnos completa atención. ¿Cuál era el papel de Jihyo dentro de este lugar? Quizás era una psicóloga, o su trabajo sólo era anotar nuestros defectos y virtudes. No lo tenía muy claro y eso me ponía un tanto desconfiada.— Tengo notificado que han dormido juntas muchas veces, también sé que suelen bromear de vez en cuando; cada vez que están solas. El único problema entre ustedes, es que se empeñan en dar una imagen de enemistad constante, aún sabiendo que no es del todo cierto...

— Todo es culpa de Dahyun. —Golpeé la pierna de Momo al escucharla bromear.— ¡Es verdad!

— Le notificaron eso, ¿pero acaso le han dicho lo que hizo con nosotras anoche? —Me quejé, llamando la total atención de Jihyo.— Nos forzó a ponernos contra la pared, ¡y nos lanzó cuchillos!

— ¡Eran cartas!

— ¡Cartas que parecían cuchillos!

Jihyo rió, enfocándose en Momo nuevamente.— ¿Por qué lo hiciste?

— Sólo quería divertirme y entrenar.

—¡¿Divertirte?! —Me levanté de golpe, poniéndome frente a su insufrible y burlesca sonrisa.— Te apuñalaré en cualquier momento, a ver qué tan divertido te parece.

— Es suficiente. —Jihyo habló, un poco más alto de lo normal.— Lamento que hayas pasado por eso, catorce, pero nuestro enfoque ahora mismo es que solucionen y perfeccionen sus diferencias. Es urgente que sepan que la inmadurez no viene de la mano con ser un Thrice, y no puedo seguir tolerando su supuesta enemistad.

El silencio cayó, y Momo carraspeó.— ¿Estás molesta?

— Por más extraño que parezca, con ustedes y el resto de su equipo son las únicas con las que me siento identificada y agradada, por lo que no, no estoy ni estaré molesta con ustedes. —Sonrió.— Pero necesito que comiencen a actuar y comunicarse de una manera distinta.

— A mí no me molesta que nuestra relación sea así. —Miré a Momo, sorprendida con su confesión. 

— Lo dices porque no eres tú a la que le lanzan cuchillos por la cabeza.

— No iba a sacrificar mi única oportunidad de ser Thrice por un corte de oreja, Kim. —Sabía que se refería a lo que había tratado de hacerme. Ahora yo era la que estaba cruzada de brazos, algo amohinada.— Todo es divertido cuando nos molestamos. Comenzamos a hablar por culpa de nuestra rivalidad, y si eso cambiase, entonces nuestra relación también lo haría.

¿Y si nuestra relación mejorase si la rivalidad no estuviese entrometida? Me quedé con la pregunta en la garganta, arrepintiéndome de pensar y reconsiderar aquello. No querría estar bien con una persona que por poco nos mata la noche anterior.

Aún así, ella tenía razón.

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