Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❥ (糖果) OO9.

*·˚ Capítulo 9: Dulces sueños.˚·*
﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏

Sentía el cuerpo de Momo removerse a mi lado, suspirando en mi cabello con gentileza, evidenciando sin darse cuenta, lo profundo que estaba siendo su sueño.

Mis ojos se abrieron con lentitud, incrustando la mirada en el techo cuando percibí la yema de sus dedos alzando mi remera, acariciando la piel de mi abdomen, delicada. Inhalé, tensa, murmurando su nombre:— ¿Momo...? —¿Por qué estaba actuando tan suave? Su nuevo carácter era sumamente inusual y repentino, no me daba una buena espina en lo absoluto. Quizás ni siquiera era ella, lo que sonaba aún peor.

 ¿Por qué no me miras, Dahyunie?

¿Por qué su tono era tan complaciente ahora?

Tragué en seco, girándome hacia ella, aceptando su petición de manera silenciosa. Mi cuerpo se sentía pesado, no tenía control sobre él de ninguna manera. De lo contrario, jamás me hubiese girado para mirarla.

La observé detenidamente, buscando algún signo del por qué la mala espina. Se veía amistosa, sus ojos entrecerrados, naturalmente seductores, somnolientos, enviándome una corriente eléctrica de alerta. No era la Momo con la que solía tratar, no era la que me discutía y la que me odiaba, esta era... Distinta.

— ¿Qué quieres, Momo? —El silencio le dio una apariencia escabrosa, haciéndola sonreír divertida.— Momo, es en serio, dime qué es lo que quieres.

— Sólo quería verte...

Reí, seca. Qué excusa tan burda para una persona tan perseverante.

— No soy estúpida, dime qué es lo que quieres.

— ¿Qué crees que quiero, Dahyun?

La observé, encogiéndome, intimidada de pronto. ¿Qué podría querer ella de mí, aparte de mi muerte? Nada parecía una respuesta fiable, menos si sus ojos me calaban, como si quisiese ver qué era lo que pasaba por mi cabeza.

— No lo sé, Momo, sólo responde.

Se acercó unos centímetros, lamiéndose los labios con sutileza. Temblé, alejándome al percibirme tan invadida.— ¿Puedo tocarte?

Mi corazón dio un vuelco, el calor de la vergüenza escalándome hasta las mejillas. ¿Había escuchado mal? Imposible, el susurro había sonado fuerte y claro, y sus labios se habían movido a la par. Había dicho si podía tocarme, era un hecho.

Y lejos de cuestionarme por qué razón quería tocarme, mi cabeza estaba enfocada en encontrar una respuesta para mí: ¿Por qué realmente quería que me tocase?

— ¿Eres estúpida? —Gruñí bajo, molesta, frunciendo el ceño con desagrado. Esperaba que no estuviese jugando, porque aquello sería cavar su propia tumba.

— ¿Eso es un no? —Cerré la boca, sintiéndola acercarse unos centímetros más.— Déjame intentarlo...

Su mano tomó la mía, llevándola hacia su cintura sin prudencia alguna. Me estremecí, la suya llevándola prontamente hacia mi espalda, acercándome hacia su pecho. La respiración se me cortó cuando sus labios se posaron en mi comisura, alzándose sólo un poco para dejar un camino de besos por mi mejilla, bajando por mi mandíbula.

¿Qué le pasaba?

Me vi incapaz de quitar la mano de su cintura, a pesar de saber que sólo se estaba burlando descaradamente de mí. Su falta de gracia me confundía catastróficamente, lo que me hacía dudar incluso de mí misma; no se reía, no hablaba y no me estaba haciendo daño. No parecía estarse burlando abiertamente.

— Momo... —Suspiré, mi agarre en su cintura volviéndose más fuerte.— ¿Qué estás haciendo...?

— Shh... —Temblé, sus labios adhiriéndose a la piel de mi cuello, respirando denso.— No hables.

Miré por sobre su hombro, extrañada de no ver a ninguna de las chicas dentro del cuarto. Podían verse sus sacos de dormir, pero ningún rastro de ellas adornándolos, cosa descabellada, si ni siquiera podían salir del cuarto. Estaba tan extrañada con la situación en su totalidad que tenía ganas de levantarme e inspeccionar alrededor, pero no podía concentrarme en ello cuando las manos de Momo estaban escabulléndose dentro de mi remera.

— Momo...

— Por favor, no hables.

¿Desde cuándo pedía por favor?

Se subió sobre mí, abriendo mis piernas para acomodarse entre ellas, cuidadosa. Pasó su húmeda lengua por mi cuello, chupando, provocando que cerrase los ojos con fuerza cuando una excitación imprevista se acomodó en mi cuerpo.

Jadeé bajo, poniendo las manos sobre su cadera. Debía ser consciente de lo mal que estaba la situación, aparte de omitir su evidente extrañeza. Simplemente no podía ceder tan fácil, no así, menos ante un ser tan insoportable como lo era ella.

— Momo, l-las chicas están durmiendo... —Me ignoró, pasando una mano por mi espalda baja para sujetarme.— Momo, por favor... —Enrolló uno de mis muslos en su cuerpo, lamiendo el largo de mi garganta antes de alzarse, mirándome con los ojos brillantes.— Ellas pueden despertarse-

— ¿Ellas? —Sonrió, divertida.— Tú eres la que debe despertarse.

Me senté con brusquedad en el saco de dormir, mirando hacia todas las direcciones, buscando a las demás únicamente para comprobar que, en efecto, había sido un sueño, uno completamente desastroso.

Sana y Tzuyu seguían durmiendo, plácidas, lo que me tranquilizó inútilmente. Mina soltó una risita que me hizo girar la cabeza hacia ella, tragando pesado cuando noté que estaba despistada, comiendo de su pan con mantequilla mientras leía una revista. Los ojos de Momo cayeron sobre mí, cuestionante sobre mi despertar tan eufórico, mis mejillas tomando un suave color pastel, avergonzada.

No podía creer que había soñado con esa infeliz.

— ¿Me enseñas a usarla, Dahyun unnie? —Vi a Chaeyoung adorando mi caña, tocándola superficialmente, como si temiese dañarla o ensuciarla.

— Sí, Chaeyoung, por supuesto... —Carraspeé, pasándome las manos por la cara, profundamente frustrada. Debía pensar en algo más, necesitaba hablar y distraerme de lo que acababa de pasar.— ¿Ya tomaste desayuno?

— Sí, tomé con Momo unnie. ¿Quieres que te haga algo de comer?

Negué, sonriendo forzosamente, levantándome con las piernas temblorosas.— No, gracias... Me iré a dar una ducha, si es que no les molesta.

— No, claro que no. —Me sonrió, cálida.— Dinos si necesitas algo y te ayudaremos, unnie.

Caminé hasta la puerta del baño, aparentando una calma que no poseía ni poseería hasta, seguramente, dentro de un mes, apoyándome contra la puerta en cuanto la cerré tras de mí.

Decir que había soñado con Momo era casi falaz, pero no lo era, y reconocerlo era sumamente abrumante.

Quité mi remera y mis pantalones sueltos con desesperación, encendiendo la llave de la ducha para que comenzase a calentarse. Necesitaba recostarme y quedarme allí por lo menos durante una hora, desechando todos y cada uno de los pensamientos que ahora giraban en torno a Momo.

Una vez me metí dentro y me senté, poniendo las piernas contra mi pecho, noté que mis mejillas estaban encendidas como nunca, insoportablemente ardientes.

¿Me había gustado y por ello me avergonzaba tanto? Por supuesto que no, no me había gustado en lo absoluto. Era normal despertar desorientada, con las sensaciones de mi cuerpo aún latentes por simple y mero descontrol. En cuanto fuesen las cinco de la tarde, no tendría ningún sentimiento de remordimiento o quizás, necesidad. Sólo debía ser paciente y asumirlo como una persona adulta. Había sido un sueño, nada más, no tenía de qué preocuparme porque nadie se enteraría y yo lo olvidaría.

Eché un poco de jabón en el agua y removí, creando espumas para taparme con al menos un poco de frescura. Tres toques en la puerta me hicieron alzar la cabeza, y sin siquiera pedirme permiso, se abrió, alertándome.— Está ocupado...

— Lo sé. —Tragué, mirando a una Momo que no llevaba expresión alguna. Se veía típicamente seria, arrogante, con ese desagradable aire de superioridad, mientras que yo, diminuta, no podía hacer más que encogerme, a segundos de pedirle disculpas pero negándome a último instante gracias a mi orgullo, por haber soñado con ella sin desearlo.— Ahora está ocupado por las dos.

Traté de mostrarme serena, pero mi corazón había dado un vuelco al ver cómo giraba y cerraba el seguro de la puerta. Parpadeé, sus manos yendo directo al botón de su pantalón, desabrochándolo.— Momo, ¿qué estás...?

— ¿Que qué estoy haciendo? Estoy quitándome la ropa, ¿no lo ves, ratita?

— ¿No te das cuenta de que me estoy bañando? No cabemos las dos aquí, Hirai. —Agradecía por que mi molestia camuflase el temblor de mi voz, pero como fuese y lo que fuese, no tenía sentido que Momo estuviese aquí, no justo después de haber soñado con ella.

— Sí cabemos. —Sonrió, divertida, quitándose la remera por la cabeza, agitando su cabello luego.— ¿Por qué te ves tan confundida? —Desvié la mirada de su cuerpo, quedándome fija en las burbujas de jabón, abrazando con fuerza mis piernas. Estaba tan e inusualmente nerviosa, que quería ignorar el hecho de que todo lo que decía sonaba sugestivo.— ¿Debería recordarte que Mina puede ver los sueños...? Me contó lo sensacional que estuve y lo bien que-

— ¡No es cierto! —Maldita, asquerosa y hermosa Myoui Mina. ¿Cómo podía odiarla ahora? ¿Cómo siquiera podría tratar de odiarla? Había sido su cómplice y me había delatado gratuitamente, pero aún así, no podía odiarla. Quería pensar que no se lo había dicho con esta intención; buscando que se metiese conmigo a la ducha y me provocase.— ¿Tan necesitada estás que te prendes sólo porque sabes que soñé contigo?

— ¿Yo soy la necesitada? —Entró conmigo a la bañera, desnuda, mirándome con intensidad aunque yo la estuviese ignorando por completo.— ¿Quién fue la que tuvo un sueño húmedo conmigo? —Su risa era de lejos, la peor que había escuchado.

— Sal de aquí, Hirai. —Gruñí, señalándole la puerta.— No quiero que te acerques, sal ahora.

— Escúchame, cría. —Gateó, poniendo sus manos sobre mis rodillas, acercándose sin el más mínimo respeto por mí y por mi futuro ataque de ansiedad.— No voy a tocarte... No si no quieres.

¿Acaso creía que le diría que sí quería?

— No quiero tener nada contigo, Momo. Sólo fue un sueño, no seas patética.

— ¿Por qué sigues tan sonrojada como cuando despertaste? —Respiré denso, sabiendo que había mencionado algo de lo que no podía excusarme.— ¿Por qué sigues tan avergonzada si sólo fue un sueño?

— ¡Es normal estar avergonzada!

— ¿Sólo eso? —Fruncí el ceño, de pronto confundida.— ¿Si pongo la mano entre tus piernas no veré la consecuencia de tu sueño?

¿Qué trataba de hacer? ¿Avergonzarme? ¿Quería imitar la misma patética seducción que había hecho su yo del sueño?

— Hirai-

— Dime que te gustó. —Cerré la boca de golpe, sintiendo sus manos paseándose por mis muslos.— Recuerda cómo fue y dilo, quiero saberlo.

— No me gustó... —Detuve sus manos, mi piel erizada haciéndole saber algo que no quería.— Ahora sal.

— Esta vez mírame y dilo. Tu voz tiembla como si tuvieses una gallina en la garganta. —Y creí que lo había dicho burlándose, pero al parecer, estaba muy equivocada. Su rostro seguía serio, imponiéndose, tratando de hallar respuestas a la fuerza. Tomó mi barbilla, manteniéndome allí, sin dejarme mover un mísero pelo.— Te prometo, Dahyun, que si lo admites, no volveré a tocar el tema y saldré de aquí.

¿Y qué pasaba si lo negaba? ¿Volveríamos al principio de todo, donde no podíamos convivir con la otra porque nos queríamos muertas? ¿Y si aceptaba? ¿Se burlaría, se volvería demente o lo disfrutaría tanto que por fin me dejaría en paz?

No podía confiar en ella, menos si era consciente de lo maligna que era su aura, ¿pero entonces qué, qué me quedaba por responder?

Me callé un instante, con la respuesta en la punta de la lengua.

— No lo sé.

Honestamente, creía que era la respuesta más certera que podía darle, y me arrepentí de no haberme negado por completo cuando vi una pequeña y burlona sonrisa escapándose de sus labios.— Una inteligente manera de aceptarlo sin decirlo, rata.

— Dije que no lo sé, no acepté nada, Momo.

— Y eso es suficiente... —Se alzó de forma sutil, su piel desnuda tocando la mía y sus ojos vagando por mi rostro, de pronto volviéndose susurrante.— ¿Puedo tocarte ahora?

Mi cabeza dio vueltas, confundida, mareada y abnegada. No estaba segura de que estuviese soñando otra vez, pero tampoco estaba segura de que aquello no fuese una broma. Una cosa estaba clara y era que no quería escucharla, no si ella realmente trataba de burlarse, de hacerme sentir humillada.

— ¿Qué te pasa, estúpida? —Y para mi propia sorpresa, había sonado igual de susurrante.— ¿Estás enferma otra vez?

Sonrió, alzando sus cejas casi inapreciablemente.— Lo notaste... Desperté con fiebre. —Fruncí el ceño, quitando su mano de mi barbilla y llevando el dorso de la mía hacia su frente, corroborando lo caliente que estaba. ¿Por qué era tan descuidada con ella misma?— Estuve bien toda la mañana, hasta que Mina me contó lo que soñaste y no pude evitar sentirme así... —En un desliz, bajó mis piernas, poniéndolas estirada a cada lado de su cuerpo, inclinándose para rozar su nariz en mi mejilla. Podía verla desnuda y ella a mí, y pensarlo me hacía sonrojar bochornosamente.— Nadie pensaría que una cría tan inútil podía ser hermosa de vez en cuando.

Mi corazón pareció detenerse cuando se alzó para verme, poniendo una mano en mi cintura, rozando peligrosamente mi nariz con la suya.— ¿Q-qué estas...?

— ¿Recuerdas el secreto que me contó Mina, Dahyun? ¿Quieres saberlo? —¿Se refería al secreto del que me habló aquella vez en la enfermería? Lo recordaba, y ahora la curiosidad me picaba por el cuerpo.— Si me besas, te lo contaré.

Tragué, viendo sus ojos oscuros, negros de necesidad. Pero ella estaba enferma, sus hormonas estaban revueltas por culpa de ello, y las mías, por culpa del sueño. No podía besarla como si después las cosas no fuesen a cambiar, o si al menos, luego no me arrepentiría.

¿Debía besarla sólo por un secreto que tarde o temprano sabría?

No.

¿No?

Y casi deseé besarla por un instante, pero era inútil, no estaba en posición de negarme o aceptarla. Exhalé pesado, mirándola con insistencia, sin saber qué clase de respuesta le estaba comunicando como para que no se abalanzase ni se alejase de mí.

Pequeños toques en la puerta me hicieron despertar de mi lamentable situación, una nueva sensación de desasosiego golpeándome como una bofetada en la cara.— Chicas, Jihyo unnie está aquí.

Ignorando el temblor de mis manos, posé mi dedo índice sobre sus labios, negando con la cabeza, mi gesto indeciso delatando lo mucho que me había afectado quisiese reconocerlo o no.

No iba a besarla sólo porque mi sueño me había hecho desearla.

— Ya vamos. —No grité ni mucho menos, sólo alcé un poco la voz para hacerme oír.

Momo se alejó, el agua de la bañera resonando cuando se levantó frente a mí, las pequeñas perlas brillantes de agua cayéndole por el cuerpo como si se tratase de una escultura perfecta, hecha a mano y con mucho cariño.— Sí, rata, mírame para que sepas lo que te perdiste esta noche.

Le sostuve la mirada, viéndola envolverse con una toalla, y sin siquiera decirme algo más, salió, desvergonzada, siendo completamente desconsiderada con Jihyo y las demás, que podrían incomodarse de sólo verla.

Me recosté contra las frías baldosas, suspirando. La ducha con la que pensaba despejarme, resultó mucho peor de lo que creí.

꒰ ¡ ♡ ! ꒱

Salí del baño, vestida, quitándome la toalla del cabello. No sólo Jihyo estaba allí, sino que Jeongyeon y Nayeon también. No las veía desde aquella y única prueba sobre cocina, y por alguna extraña razón, me alegraba verlas todavía juntas y con vida.

— No sabía que Momo y tú se duchaban juntas. —Negué con desagrado, agradeciendo a Tzuyu por haber sido quién le aprensó la boca a Momo con las manos. Probablemente diría algo fuera de lugar, como siempre, y no quería ponerme a discutir frente a nadie, menos frente a la capitana.— ¿Por qué Momo tiene fiebre?

— Me da agotamiento por calor, vieja. —Murmuró, desinteresada, dejándose caer en una de los saco de dormir.— No es como si te importase, no seas metiche.

Sabía que a Momo no se le quitaría la molestia con ella por mucho tiempo más, pero tampoco me gustaba que le faltase el respeto de esa manera. Era la capitana después de todo y debía ser degradante para ella que dos Thrice profesionales la estuviesen escuchando y no pudiese hacer nada al respecto.

Aún así, ¿por qué Jihyo nos llamaba por nuestro nombre y no por nuestro número?

— ¿P-por qué están aquí, u-unnies...?

Jeongyeon, casi por instinto fraternal, le acarició la espalda a Chaeyoung, logrando que sus mejillas se sonrojasen.— Ustedes fueron el único grupo que se tomó nuestra prueba con seriedad desde el principio y encima consiguieron el huevo. Creímos que lo indicado, después de ser castigadas por llegar tarde a la última prueba, es venir aquí y contarles lo que se aproxima para ustedes...

— Nosotras nunca somos parte de esta última prueba, Chaeyoung... —Jihyo retomó la palabra, mirándonos una por una, como si quisiese verificar que estábamos prestándole atención.— Muy pocos grupos han tenido avances tan considerables como ustedes, y es grato saber que fui su capitana, aporté y eduqué, y pude admirarlo con mis propios ojos... Pero no han muerto las personas suficientes y no quiero que sorprendan con lo que viene. Es injusto que me vaya sin decírselos.

Estaba completamente confundida, un toque incrédula.

— ¿Te vas, vieja? —Exhalé con pesadez al escuchar a Momo.— ¿Te vas para siempre o te vas de viaje?

— Ninguna. Sólo nos iremos hasta que esto finalice. Jeongyeon, Nayeon y yo jamás hemos valorado esta prueba, porque no estamos de acuerdo con ella... —Se volteó hacia Nayeon, haciéndole un gesto con la cabeza.— Será mejor que tú les expliques.

— Sí... —Nayeon carraspeó, nerviosa, como si fuese su primera vez hablando.— Jeongyeon y yo nos conocimos cuando llegamos aquí buscando ser Thrice. Como saben, dentro de este lugar no pueden mantener lazos fuertes con otros participantes por su propio bienestar, aunque una de las reglas sea llevar una buena convivencia y desarrollar el compañerismo. Jeongyeon y yo cometimos ese error, y en la última prueba... Me tocó asesinarla.

— ¿Q-qué...? 

Chaeyoung estaba llorando.

Y aunque fuese casi enternecedor y divertido, era totalmente justificable. Asumiendo que la prueba trataba de supervivencia, ¿qué tal si debía asesinar a Mina? Ella jamás podría, preferiría morir antes que matar a alguien más. Aparte, todavía no superaba el hecho de haber matado a Leetuk, ni diciéndole que todo había sido en defensa propia y que él era un malnacido.

Su corazón no resistiría algo así otra vez.

— El nivel de esta prueba sale de nuestro alcance, queríamos decirlo...

— ¿Por qué Thrice Jeongyeon sigue viva? —Pregunté, firme, imaginando y creyendo que si ellas podrían haberse salvado, nosotras también.

— Porque quité la insignia de tres personas más.

¿Quitó la insignia de tres personas más? ¿Qué significaba eso?

— No entiendo...

— No lo harás hasta que la siguiente prueba llegue. —Jihyo miró el reloj digital sobre la puerta reforzada, suspirando.— Quedan ciento cuarenta y tres hora para que puedan salir de aquí, me enorgullece que no hayan enloquecido aún.

— ¿Quién enloquecería con una mujer como yo? Soy el alma de la fiesta.

Jihyo, para mi sorpresa, rio con la broma de Momo.— No lo dudo...

— No trates de darme la razón para volver a llevarte bien conmigo, rata anciana.

Esbozó una diminuta sonrisa, para nada molesta.— Momo, te pido disculpas. —¿Realmente le estaba pidiendo disculpas? No había conocido a nadie tan estólida como Momo lo era, hasta ahora.— El hecho de que Leetuk apareciese y tratase de asesinar a Dahyun, no estaba en mis manos ni en la de ninguno de nosotros. Nuestro entrenamiento es seguro, todas ustedes lo saben, pero lo de la neblina cegante es cierto. No pudimos haber previsto que Leetuk tenía la capacidad de ver a través de la niebla si siempre se mostró como un participante impulsivo y necio, incapaz de hacer muchas cosas.

— Si no pueden controlarlo, entonces deberían colocar más seguridad por los alrededores, Park.

 — Eso fue lo que pedí, Momo. —Momo la observó de reojo.— Mientras ustedes estén en su última prueba, yo estaré aquí, ayudando con la seguridad.

Escucharla decir que no estaría con nosotras en la última prueba, me dolía considerablemente. Quizás era por el miedo latente que tendría al hecho de morir y saber que ella no estaría, que no la volvería a ver y que no sabría qué pasó conmigo. Mirar mi mano, ver mi palma cortada y enrollada en una venda, sentir la boca de mi estómago adolorida, me recordaba a lo propensa que estaba a ser asesinada a sangre fría y lo dementes que estaban algunos participantes con tal de ganar. ¿Qué pasaba si me tocaba matar alguna de ellas?

¿Podría?

— Es su trabajo después de todo, no te agradeceré ni mierda, Jihyo.

— No te pido que me agradezcas, simplemente quería que supieses que escucho tus quejas y la de todos. —Momo chistó, hastiada.— Y si les consuela... Jeongyeon y Nayeon siempre las estarán monitoreando. No podrán interferir ni pedir ayuda por ustedes, pero estarán.

— ¿Y e-esta es una despedida?

Jihyo sonrió hacia Chaeyoung.— Probablemente... —Chaeyoung se abalanzó contra sus brazos, llorando desconsolada. Jeongyeon y Nayeon siguieron acariciándola, como si fuese una niña pequeña sin control de sus emociones.— Si esta es una despedida, quiero que me abracen todas ustedes también.

Esperé, paciente, a que cada una de ellas se abrazara contra la otra hasta crear una bola sofocante de mujeres. Incluso Jeongyeon y Nayeon parecían a gusto en los brazos de resto. Y como siempre, Momo se negaba a ser parte de ello. Sonaba respetable, porque no dudaba en que nos asesinase gracias a que su fiebre la ponía extraña y muy inconsciente, pero tampoco quería que se quedase allí, observando la escena de brazos cruzados.

— ¡Déjame, anormal! —La tiré por el brazo, lanzándola sobre las demás, y cuando creí estar sola en esto, Sana la afirmó por la cintura, apretujándola contra Jihyo. Momo se removió, gruñendo, asqueada.— ¡Ayuda, sáquenme de aquí!

— Cállate, imbécil.

Lo último que quería en un momento como este, era escuchar a Momo gritando como una exagerada.

La despedida. No quería pronunciarlo, me costaba asimilarlo, mas si jamás creí llegar hasta este punto. Siempre lo decía y siempre me lo repetía, pero esta vez era distinto, significativo. Escuchar a Chaeyoung llorar, me hacía consciente de muchas cosas, y una de ella era lo mucho que las estimaba y veneraba, y lo poco que las merecía por ser tan increíblemente capaces de todo... Pero seguía repitiendo un pensamiento repugnante que parecía incesante: Si me tocaba matarlas, ¿qué haría?

¿Lo haría?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro