❥ (发现) OO7.
*·˚ Capítulo 7: Descubrimiento.˚·*
﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏ ﹏
Meneé un pedazo de mi comida con el tenedor, abrumada. Había despertado con una sensación irreconocible en mí y eso comenzaba a frustrarme. La única pista que mi propio cuerpo se estaba encargando de darme, era que el pecho se me encogía, como si tuviese alguna angustia excesiva, y mi estómago se cerraba a falta de hambre.
Estaba segura de que era por estar tanto tiempo sin mi madre y mi abuela. Las extrañaba más que nada en el mundo y no tenía cómo saber de ellas. No tenía forma de contactarme y ya había sufrido lo suficiente como para aguantar un día más.
— ¿Dónde está Jihyo? No la he visto desde el desayuno. —Alcé la vista al escuchar a Sana, confirmando lo que decía. Jihyo siempre estaba supervisando cualquier inconveniente que surgiese entre nosotros... Pero de pronto, ella ya no estaba más.
Comencé a levantarme para dejar mi bandeja en el cuarto, porque el panda rojo que estaba dormido en mi cama, merecía mucho más esta comida que yo. Aparte, no tenía ganas de hablar con nadie, ni siquiera con ellas y lo mejor sería encerrarme para no molestar.
Momo agarró con firmeza mi antebrazo para detenerme. No me miraba, y fruncí el ceño, siguiendo sus ojos pegados en la puerta. Allí había un hombre alto, vestido con un traje de esmoquin y el cabello húmedo, como si hubiese llegado aquí recién salido de la ducha.— Buenas tardes, participantes. Mi presentación es redundante, por lo que sólo diré la información que se me pidió comunicar. —Que no dijese su nombre, significaba que era digno de desconfianza. Aún así, no podía hacer más que confiar en lo que decía, porque ningún desconocido podía entrar aquí sin ser fiscalizado o expulsado antes.— Es importante que tomen sus bandejas y vayan a dejarlas en la cocina de inmediato. Se resguardarán en sus cuartos hasta que se dé el aviso de que pueden volver a salir. La mansión comenzará su viaje, ya que falta una semana para cumplir su mes de entrenamiento continuo y es hora de que enfrenten su próxima prueba.
— ¿Cuánto tardará el viaje? —El asco en la voz de Tzuyu casi sonó divertido, lo miraba de pies a cabeza como si sintiese verdadero rechazo por él, y claro, me fiaba de su intuición, pero no esta vez.
— Intentaremos no tardar en llegar a nuestro destino. Tenemos un estimado de veinticuatro horas, quizás treinta y cinco. Si ocurren fallas durante el recorrido, llegaremos igualmente después de cuarenta y ocho horas, por la noche.
— ¿Y a dónde iremos, cara de- —Rápidamente tapé la boca de Momo, sabiendo que diría algo que a nadie le importaba escuchar.
— Me temo que esa información es confidencial. —Gracias a Dios ni siquiera le había prestado atención.— En sus cuartos les reservamos la comida necesaria para que se alimenten, porque no tendrán la oportunidad de buscar aperitivos durante ninguna hora del día. Tampoco podrán ir en busca de enfermeras ni baños, por lo que les dejamos un equipamiento de primeros auxilios incluido, y por supuesto, ya había un baño anteriormente en cada uno de los cuartos.
¿Por qué había que resguardarse tanto?
— ¿Qué pasaría si salgo del cuarto? —Preguntó una voz lejana.
— No podrán. Igualmente, si pudiesen, no lo hagan por precaución.
— ¿Cuál precau-
— Lamento decir que mi hora aquí ha terminado y no tengo el permiso necesario para seguir hablando con ustedes. Es hora de que comiencen a moverse y a poner en orden todo lo que crean conveniente. Buenas tardes y hasta pronto, les deseamos suerte.
Hizo una corta reverencia antes de girarse, yéndose por donde vino. Las sillas comenzaron a resonar y cuando desvié la mirada, noté que sus palabras habían provocado un caos; todos parecían asustados, tratando de tragar el almuerzo y correr hacia la cocina.
¿Pero realmente debíamos estar tan asustados?
꒰ ¡ ♡ ! ꒱
— ¿Entonces la mansión vuela o cómo viaja? —Sana se perdió, mirando el suelo, como si sus pensamientos fuesen genuinamente increíbles.— ¡¿La mansión tiene alas o pies?!
— Sana, ya cállate. —Momo le tiró una carta transformada en bola de papel, haciéndola despertar de su ensueño.
— Unnies, ¿pueden hacer silencio? —Chaeyoung alzó la vista de su bosquejo, sonrojándose cuando todas las miradas recayeron sobre ella.— P-por favor...
Todas obedecimos, dejando que un pequeño sonido de la puerta cerrándose permanentemente, llenase la habitación. Como era de esperarse, cada una de nosotras se distanció como siempre hacíamos; Mina se sentó contra la pared, viendo sin ningún disimulo el dibujo de Chaeyoung. Sana forzó a que Tzuyu abriese un poco sus piernas para recostarse entre ellas, jugando con una pelota de lana que originalmente era del panda rojo. Momo estaba sentada en una esquina, colocando una bolsa de gel frío sobre su brazo para calmar el aún incontenible dolor.
Un temblor en la habitación logró que nos mirásemos con confusión, pero a su vez, pareció haber aclarado todas nuestras dudas. La mansión de alguna manera podía moverse, era un hecho, y quizás, no podíamos salir de la habitación porque era imposible caminar afuera.
— Oigan... —Sana fue la primera en romper el silencio, llamando nuestra atención... Menos la de Momo, aunque su desinterés ya era sumamente insignificante después de tantos meses de convivencia.— ¿Nunca hemos hablado de nuestros intereses o metas? —Ahora Momo alzó la cabeza con el ceño fruncido.— Quiero decir, llevamos más de cuatro meses juntas, día y noche escuchando la respiración de la otra, y jamás hemos hablado de lo que queremos. No me importa si ustedes no quieren saber de mí, pero yo sí quiero saber de ustedes. No me gusta pensar que están sufriendo en silencio o que se sienten solas... —Mi sonrisa creció, adorando la forma en que ella podía ser tan dulce aún después de todo lo que habíamos pasado. Carraspeó al darse cuenta de que el silencio seguía en pie, sonriéndome de vuelta con timidez.— ¿Alguna de ustedes quiere empezar...?
— ¿Por qué no empiezas tú, Sana yah? —La voz de Momo había sonado hostil, pero Sana pareció no percibirla de esa forma.
— Pero yo quiero saber de ustedes...
— Si quieres que hablemos, entonces empieza tú. —Momo gruñó, aún más malhumorada.
— Está bien... —Dudó.— Yo-
— No tenemos todo el día.
— Momo, cállate de una vez. —Exhalé, escuchando su burlona risita.— Sana unnie, puedes comenzar cuando tú quieras.
— De acuerdo... ¿No les molesta que comience yo, verdad...?
— Por supuesto que no, hazlo. —Me adelanté a cualquier otra respuesta que le diesen, dándole una de mis mejores sonrisas para alentarla.
— Lo siento si las incomodo con mi historia... —Carraspeó.— En la isla que vivía junto a mi papá, siempre me dijeron que era lenta. Me costaba entender las bromas, y algunos niños odiaban jugar conmigo porque también me costaba mucho correr. Siempre los hacía perder. Yo era la mala suerte y la verdad es que jamás me había dado cuenta de eso, no hasta que el amigo de mi padre mencionó que no me habían invitado a la última fiesta de mis compañeros a propósito, a los quince años. Él me confesó que siempre me habían visto como una inútil, y más que humillante, fue problemático para mí saberlo. —Aunque Sana no lo estuviese contando con pena, Tzuyu se veía gravemente afectada.— No me importaba cómo me viesen ellos, pero sí me importaba cómo me veía a mí misma. ¿Realmente era inútil y débil? ¿Eso tenía que ser algo necesariamente malo? —Con sorpresa, admiré cómo Mina había olvidado el dibujo de Chaeyoung, y Chaeyoung había abandonado su libreta a un lado. Asimismo, Momo se encontró a centímetros de mí, como si quisiese integrarse a nuestro pequeño e íntimo círculo, aunque claro, remarcando su desinterés.— Me decidí a probar artes marciales. El nunchaku siempre había sido algo inalcanzable para mí, así que cuando me dieron la oportunidad de probarlo, acepté sin quejas; las primeras semanas quedé repleta de moretones, pero me di cuenta de que había aprendido mucho más rápido que cualquiera de los que me había llamado inútil. —Sonrió tensa, como si estuviese odiando las miradas que le estábamos entregando.— Estoy aquí porque quería mostrarme a mí misma cuánto puedo avanzar. Sé que siempre he podido. No soy una inútil, sé quién soy y a dónde quiero llegar, y creo que eso está bien para mí... —Se removió, mirando a cualquier lugar de la habitación para no sentirse acongojada.— Me siento algo avergonzada ahora mismo, ¿pueden decir algo, por favor?
— Creo que me gustas, Sana unnie. —Sana rió un tanto nerviosa ante las palabras de Chaeyoung. Mina rápidamente la miró, recelosa.— N-no me refiero a un gusto romántico. Me gusta la personalidad de Sana unnie. Es cálida, alegre y muy dulce. No sé cómo es que nadie pudo ver tu potencial, unnie, y me molesta, pero realmente agradezco que eso te haya hecho venir hasta acá, porque no te hubiese conocido...
Sana se arrastró hacia ella, dándole un sonoro beso en la mejilla que la hizo sonrojar furiosamente. Pronto volvió donde Tzuyu, haciéndola reír con lo que había causado.
— ¿Puedo elegir la siguiente que hable? —Preguntó, logrando un asentimiento por parte de todas.— Me gustaría saber de Momo.
— Olvídalo, rata anormal. —Chaeyoung tembló ante su tono.— Tu historia no es lo suficientemente emotiva para mí como para querer hablar.
Realmente detestaba sus palabras tan a la defensiva. Hablaba como si estuviésemos haciéndole daño, cuando eso estaba lejos de pasar.
— Está bien, Momoring. —Sana sonrió, igualmente alegre.— Entonces quiero escuchar a Chaeyoungie.
— ¿A m-mí? —Chaeyoung se señaló a sí misma, parpadeando.— Pero yo n-no sé qué decir...
— Di lo primero que se te venga a la cabeza. —Mina acarició su espalda, mostrándose inauditamente comprensiva.— Luego comienzas a contar cómo te sientes...
— De acuerdo. —Chaeyoung se quedó pensando, viéndose nerviosa.— Mataron a mi madre. —Mi sonrisa fue decayendo, apenada de que estuviese jugueteando con sus dedos en un signo de ansiedad.— No estuve allí cuando pasó. Había ido a comprar nuestro almuerzo, y cuando volví, me di cuenta de que la habían atacado en la cocina. Me lamento no haber estado para ella, pero me hubiese lamentado más haber estado allí para ella. —Fruncí el ceño, confundida.— Mi torpeza hubiese hecho de las suyas y seguramente me hubiese desmayado antes de ayudar, o de los nervios me hubiese golpeado a mí misma en vez del asesino, y eso sí que me hubiese hecho sentir devastada... De igual manera, verla tirada en el suelo me hizo sentir insuficiente y muy tonta. Me pregunté mucho tiempo por qué tuve que vivir algo así, hasta que me di cuenta de que había pensado tanto que ya me encontraba sumergida en lo más profundo de la miseria. No quería hacer nada por mí misma, porque ella era mi única familia, y sin ella, yo no funcionaba, pero tampoco quería decepcionarla... Ahora mismo estoy aquí porque en un principio quería pensar en mí misma y distraerme, pero ahora que estoy con ustedes en esta habitación, sé que no quiero volver a estar sola nunca más. Tampoco quiero cometer el mismo error de abandonar a alguien. Realmente no se sentiría bien... Nunca se ha sentido bien.
Un sorbeteo de nariz nos hizo mirar con rapidez a Sana, riendo suavemente al verla llorando abrazada al torso de Tzuyu. Tzuyu acariciaba sus hombros con una expresión impenetrable, pero notoriamente neutra. Era la única que se veía así, como si no tuviese emociones rondando por su cuerpo.
Había una probabilidad de que su debilidad fuese ser apática al igual que Momo, pero esa sería una explicación demasiado rebuscada y falsa, porque ella se había mostrado reflexiva y flexible a aprender de nosotras.
Mina se apresuró en envolver sus brazos alrededor de Chaeyoung, besando la coronilla de su cabeza.— Lo siento tanto, Chaeyoungie...
— No quiero sonar imprudente, Chaeyoung. —¿Momo había dicho lo de no sonar imprudente? A veces era muy divertida.— Pero quiero hacer una pregunta, ¿puedo?
— Sí, claro...
— ¿Por qué mataron a tu madre? —Me costaba entender cómo era que nada le afectaba lo suficiente como para remover sus palabras frívolas.— Dijiste que la asesinaron, ¿había razones o sólo...?
Chaeyoung aclaró su garganta.— Mi madre y yo veníamos de una guarida que ya no existe, porque asesinaron a los demás. Ella y yo éramos las únicas que quedaban vivas y aún poseyendo algo que los demás buscaban, pero en ese momento sólo la encontraron a ella, por eso sigo aquí.
— ¿Poseen algo que buscaban? ¿Aún lo siguen buscando? —Asintió.— ¿Quiénes?
— No lo sé...
— Maldita sea, ¿pero cómo no vas a- —Apreté con fuerza el bícep de Momo, sin medir cuánto dolor podía provocarle. Ella le hacía algún daño a Chaeyoung y era capaz de matarla con mis propias manos, sin importarme nada de lo que pasaría luego de eso.— Lo siento, Chaeyoung. ¿Qué se supone que posees?
— Honestamente... —Se encogió de hombros, tragando.— No lo sé. Mi madre sólo decía que no dejase que la rabia me controlase, porque era la única forma en que podía exponer nuestro secreto. —Momo asintió, esbozando una diminuta sonrisa que pronto borró, como si quisiese decirle con eso que era suficiente.— Y Mina unnie... ¿Quieres hablarnos de ti? —Mina la observó, provocando un nerviosismo repentino que la desconcentró.— Es s-sólo si quieres, unnie, n-nadie te obliga...
Mina soltó una ligera risita. Estaba segura de que hablaría y sería directa sobre sus propios conflictos. El ambiente se estaba volviendo agradable y liberador, incluso suplicaba por que Momo se estuviese sintiendo de la misma forma para que no retuviese sus emociones. Quería escucharla a ella también y sacar mis propias conclusiones.
— Mi mejor amigo tenía cáncer. —El pecho se me apretó de lástima al instante.— Él formaba parte de los marginados, por lo que nadie quiso ayudarlo, aparte de que no tenía dinero para pagar su propio tratamiento. Una noche, cerca de la madrugada, sentí lloriqueos a las afuera de mi casa, y cuando salí, lo vi a él sollozando en la puerta. Le pregunté qué le había pasado y por qué estaba ahí, y me dijo que su madre lo abandonó porque ya no podía mantenerlo. —Se lamió los labios, parpadeando como si estuviese escéptica con sus palabras.— Traté de ayudarlo con todo lo que pude. Incluso traté cientos de veces que mi regeneración lo ayudase en algo, pero me di cuenta de que mi habilidad no funcionaba de esa manera. Él necesitaba a un doctor, no a alguien como yo... —Exhaló.— Mi sueño es convertirme en doctora. Quiero ayudar a quienes no los ayudan, y eso sólo puedo conseguirlo volviéndome un Thrice.
— Estoy segura de que tu mejor amigo estaría muy orgulloso de ti, Mina. —Mis palabras parecieron conmoverla más de la cuenta, y cuando trató de reír, dos de sus lágrimas se escaparon por sus mejillas. Chaeyoung se apresuró a limpiarla con sus pulgares, preocupada.
— Se llamaba Namjoon. —Dijo, sonando como si todo estuviese bien.— Jin y yo lo extrañamos mucho.
— Me siento tan mal en este momento. —Sana se limpió la nariz en la camiseta de Tzuyu, provocándole un gesto divertido.— No pensé que tuviesen tantas penas, y quiero que sepan que tienen el derecho de no querer hablar o llorar, pero agradezco que se estén abriendo aquí y ahora como si eso no les costase.
Sabía que todas sin siquiera decir algo, le agradecíamos a Sana por haber iniciado nuestra conversación. Sin ella, nuestro vínculo jamás hubiese mejorado.
— ¿Quieres contarnos tu historia, Tzuyu...? —Preguntó Mina, esperando una respuesta que nunca llegó.— Está bien, no te preocupes... ¿Y tú quieres contarnos tu historia, Dahyun? Como dijo Sana, puedes no hablar si así lo quieres...
— La verdad es que sí quiero hacerlo. —Solté, honesta. Quería hacerlo, porque sabía que no volvería a encontrar una oportunidad como esta para dejarme ir.— Mi padre murió tratando de ser un Thrice. —Mi corazón latió herido, como si una capa externa comenzase a desprenderse de mi ser.— Cuando tenía siete años, desperté junto a mi madre para ir a la escuela. Juntas vimos una nota sobre la mesita de noche, y cuando ella la tomó, leyó en voz alta que mi papá se había ido. Decía que nos amaba, pero que debía cumplir su sueño antes de regresar con nosotras... Y nunca regresó. Me pregunté por años qué es lo que le pudo haber fascinado tanto como para arriesgar su vida en ello, hasta que mi madre y mi abuela me contaron lo que había pasado con él. No estoy siguiendo su camino como si sintiese una responsabilidad por ayudarlo a lograr lo que él no pudo, lo hago porque sé que nací para esto, al igual que él. Me alegraría saber que él está orgulloso de mi avance, pero me gustaría mucho más estar orgullosa de mí misma... Estaría encantada de ser el superhéroe que él siempre me contó que sería, pero que nunca pudo ser.
Una suave mano aferrándose al interior de mi muslo, me hizo sobresaltar. Momo no me miraba, sus ojos estaban fijos contra el suelo, ignorando completamente su propio gesto y dejándome agradecida en el interior. Sabía que ella avanzaba con pasos lentos, y para ser honesta, no me importaba.
Porque ella lo estaba intentando y eso era más que suficiente.
— Llegarás a convertirte en Thrice, Dahyun, no te rindas... —Asentí ante las apretadas palabras de Sana, sonriéndole para que no dijese nada más. No lo necesitaba.— Sé que Momo y Tzuyu no quieren decir lo que sienten... —Era curiosamente agradable que Sana dejase sus lágrimas libres sin importarle que a alguien pudiese molestarle. Por un momento quise ser igual de abierta con mis sentimientos, pero no podría serlo.— Pero quiero que lo hagan. Los vínculos entre nosotras se han formado desde hace meses, quieran aceptarlo o no, y este es el mejor momento para que puedan decir todo lo que pasa en sus vidas.
— Sí... Tienes razón, Sana unnie... —Tzuyu desvió la mirada al decirlo, apretando su mandíbula con una tensión en su rostro.
— ¿Quieres contar tu historia, Tzuyu?
La pregunta la hizo volverse inmutable. Tomó una profunda respiración, debutativa.
— Todas queremos escucharte, Tzuyu. —Hablé, llamando su atención a medias— Ninguna se burlará de tu historia si es lo que crees. Te escucharemos lo que sea necesario.
Asintió, silenciosamente gratificada y recibiendo un abrazo de Sana que jamás pidió.— Aunque no les haya dicho nada, adoro escuchar y analizar a las personas. Me gusta saber lo que piensan y por qué piensan de esa forma... —Se detuvo, respirando entrecortado como si hubiese quedado cegada por un instante. — Mi madre tenía depresión mayor y se suicidó. —Mi propia respiración se entrecortó al imaginarlo. Mi padre también había muerto, pero él se había ido con la esperanza de volver. Su madre se fue sin ninguna esperanza de querer volver. No podía siquiera ser consciente del dolor acumulado que había tenido Tzuyu desde que vivió aquello.— Ella siempre había dicho comentarios indirectos sobre cómo se sentía, pero yo sólo tenía catorce años y nunca fui capaz de comprenderla. Al igual que Mina, mi sueño giró entorno a ayudar a las personas que necesitan ayuda. Detesto saber que hay personas allá afuera que han minusvalorado sus pesares y se han dejado morir con un peso que pudieron sanar. —Una pregunta se atascó en mi garganta, no sabiendo cómo cuestionarla sin sonar igual de insensible que Momo. Pero sin darse cuenta, me la respondió:— Sé que soy arrogante y eso es desagradable, pero el suicidio de mi madre me dejó inseguridades que nunca pude tapar. Siempre me pregunté si alguna vez fui lo suficiente para ella, y si lo fui, ¿entonces por qué me abandonó? —Inhaló.— Me gusta ser seria y distante, porque no quiero que las personas crean que me burlaré de ellas. Mi madre siempre detestó que no supiesen escucharla y que se riesen de lo que contaba. Siempre la hicieron sentir inútil, y yo no quiero que los demás se sientan como ella se sintió. —Sana, una vez más, lloraba con fuerza, haciéndole soltar una risita.— No quiero palabras de aliento, porque eso no me serviría; he aprendido a conllevarme sola y eso seguirá siendo así... Pero si tengo que pedir algo, deseo que Momo sea capaz de liberarse con nosotras también.
Momo alzó la mirada, negando con la cabeza y el ceño fruncido. Aún a pesar de su molesta expresión, habló en voz baja y tranquila.— No creo que...
— Nos importas, unnie. —Momo pareció desconectarse al escucharla, su voz apocándose sin darse cuenta.— No insistiré si no quieres, porque estás en todo tu derecho... Pero sé que es hora de que te liberes y dejes de esconderte.
— Estoy aquí por el dinero. —Dijo, sonando abnegada. Fruncí el ceño, incrédula, notando que sólo Tzuyu la miraba apacible, tratando de entregarle toda la paz que pudiese tener en ese momento.
Momo no me había dicho esos traumas implícitos la noche en la enfermería, y no quería mencionarlo ni por accidente. Sabía que tenía sus razones y entendía si no quería hablar, pero su desapego no era por falta de dinero.
— Unnie... —Repitió Tzuyu.— No es por el dinero. Habla con nosotras, recuerda que estamos aquí para ayudarte.
Momo gruñó, de pronto pareciendo frustrada y desesperada, como si tuviese angustia de soltar lo que sea que tuviese en la punta de la lengua.— Es que yo... No lo sé... —Una de mis manos serpenteó hacia las suyas, entrelazando nuestros dedos con cuidado y firmeza. Momo pareció desconectarse una vez más, y sin siquiera haber dicho algo, sentí las lágrimas picar en mis ojos. Momo se veía demasiado desorientada cada vez que alguien le entregaba afecto, como si nunca hubiese aprendido lo que era eso. No quería pensar lo peor, pero nada me daba el aliento de creer que ella estaba bien.— Yo tenía... Mi casa... —Balbuceó, casi inentendible.
— Momo. —Tzuyu la frenó al notarla desequilibrada.— Empieza por donde tú quieras empezar, no te limites sólo porque creas que no vamos a entenderte.
Momo tembló.
— Tenía... Tenía una hermana, se llamaba Hana. Mi padre, mi madre, mis dos hermanos, ella y yo, vivíamos alejados de las personas. Mis padres siempre se encargaron de encerrarnos dentro de nuestra casa, todo con la ambición de encontrar nuestros mártires sin que nadie pudiese molestar. Para demostrar quién de las dos era lo suficientemente digna de poseer magia, nos sometían a cosas realmente... Detestables. Nos hacían caminar con corrientes eléctricas conectada a los talones, nos colgaban de las muñecas con cadenas, semidesnudas, y luego nos golpeaban con correas hasta dejarnos llena de cicatrices. Habían días en los que mi hermana y yo debíamos dormir abrazadas, ensangrentadas, débiles y sucias, porque olvidaban alimentarnos, bañarnos y llevarnos mantas para dormir y sobrevivir al frío... —Casi dejé escapar un gruñido de frustración. Ella se veía reacia a seguir, pero no parecía tener ganas de llorar o patalear como lo haría cualquier otra persona. Me devastaba saber que no le importaba tanto como debería, y eso era contradictoriamente emotivo.— Por esos días, creí que mi hermana y yo habíamos logrado escapar de esa rutina. Porque aunque la detestásemos, incluso mis padres tuvieron que vivirlo... Pero luego descubrí que mi hermana había muerto. No soportó un choque eléctrico y cayó muerta al piso. Fue cuando supe que ninguno de ellos había pasado por lo que nosotras tuvimos que pasar. Sufrieron, de eso no hay duda; después de todo, el controlar la magia necesita de dolor previo, pero ellos jamás sufrieron los choques eléctricos, los golpes, las muñecas casi quebradas por las cadenas, las noches eternas y frías, nada... Ellos jamás sufrieron nada. —Sorbeteé mi nariz en un desliz, permitiendo que sus ojos se desviasen hasta mí. Creí que se reiría o se mofaría de verme en tal estado, pero no lo hizo. Sus ojos se veían igual o más vacíos que el primer día en que la vi y hubiese preferido cientos de veces que simplemente se burlase antes que esto.— Ellos nos hicieron eso porque éramos chicas. Habían sido el único clan Hirai en tener a chicas, y si los demás se enteraban de eso, hubiese sido una vergüenza incluso para mi madre. Nos dejaron a la suerte porque jamás les importó si seguíamos viviendo o no. Si resistíamos la crueldad y desarrollábamos poder, bien. Si moríamos ensangrentadas en el proceso, bien también. Era irrelevante cómo nos tratasen, y para mí también fue así, hasta que vi a mi hermana morir en mis brazos... —Soltó mi mano, acomodándose y alejándose sólo un poco.—Estoy aquí no porque tenga sueños que quiera cumplir. Estoy aquí porque quería escapar y no sabía a dónde más ir. Si me llegasen a expulsar o no lograse convertirme en Thrice, tendría que volver allí y eso... Eso no es lo que quiero...
Rápidamente todas se alzaron y se sentaron alrededor de ella, acogiéndola en un círculo lleno de compasión. Dudé en acercarme a abrazarla, porque no pensaba forzarla a que me correspondiese o se sintiese bien con ello, así que me negué y no lo hice. Me bastaba con que supiese que nada de lo que contó estaba bien.
— Escucha, Momo, no vamos a dejar que fracases, ¿oíste? —Sana se pasó por el culo todos mis intentos por no presionarla al afecto, y sin aprobación se sentó sobre sus piernas, alzando su barbilla para que la mirase.— Todas aquí llegaremos al final y seremos el mejor grupo del siglo. —Reí, limpiando mis lágrimas con el dorso de la mano.
— Agradezco que me hayan escuchado, pero no puedo decirles que las trataré mejor desde ahora, porque no lo haré. —Momo retomó sus palabras, carraspeando.— Lo que sí puedo decirles, es que no tengo control sobre mí, y eso lo saben. No estoy tratando de decir que las asesinaré algún día o algo así, aunque me gustaría. —Sana se bajó de ella, espantada.— Lo que quiero decir es que la vez en que le corté el cuello a Dahyun, fue porque estaba demasiado molesta y nunca he pensado en las consecuencias que eso pueda causar. Si tengo ganas de hacer algo, simplemente lo hago, no lo pienso.
— No sabes desahogarte de otra manera, ¿no? —Tzuyu preguntó, apoyando una de sus manos sobre el piso.— Buscaremos la forma de que puedas canalizar tus impulsos. Me encargaré de entender tus miedos y tus defectos, y te diré todo lo que he descubierto sobre ti. Lo único que necesito es que estés dispuesta a ser ayudada, Momo. Sin eso, no puedo hacer nada. —Momo la miró con suspicacia, tronando sus dedos.— ¿Lo estarás?
— No. —Vio mi ceño fruncido, esbozando una ridícula, fingida y sarcástica sonrisa.— Lo intentaré.
꒰ ¡ ♡ ! ꒱
Abrí lentamente los ojos, estirándome con el cuerpo adolorido y rígido. Giré la cabeza, mirando a Momo de espaldas en una esquina. Había movido la mesa con ungüentos, por lo que asumí que todo para ella era más fácil estando aislada.
No estaba muy segura de cuántas horas llevábamos encerradas, pero estaba segura de que ya había pasado demasiado. Los segundos se me hacían eternos y el silencio siempre me había incomodado de sobremanera, ya no quería seguir así.
Un peso me cayó encima de golpe, teniendo que soltar todo el aire que contenido, sofocada. Me recompuse cuando me di cuenta de que Sana se había abalanzado, riendo dulcemente mientras me miraba por entre sus largas pestañas.
— Eres la única despierta, Dahyun, lo siento...
— ¿La única? —Negué.— Momo también está despierta. —Metí un mechón de cabello tras su oreja, viéndola encogerse de hombros.
— Traté de abrazarla, pero me empujó.
— Sabes cómo es ella, Sana. Debes hacerlo sin sorprenderla, porque eso la pone alerta y actúa sin pensarlo. —Asintió, pensante.
— ¿Y crees que las demás chicas se enojen si me lanzo sobre ellas también?
Miré a Tzuyu dormir con tranquilidad boca arriba. Mina estaba abrazada a la cintura de Chaeyoung, ambas plácidamente dormidas.— No, no lo creo. —Por supuesto que sí lo creía.
Sana se levantó, dispuesta a hacer lo primero que se le viniese a la cabeza. Esperó unos segundos, acomodándose y poniéndose en posición para arremeter contra cualquiera. Antes de siquiera poder tomar una última respiración, una alarma comenzó a sonar, despertándolas a todas. Gruñó, fastidiada, sentándose a mi lado con los brazos cruzados.
— Se les solicita salir de sus cuartos y dirigirse hacia la puerta de salida.
La puerta dio luz verde y se abrió, agudizando nuestros sentidos aún si nos manteníamos adormiladas.
Rápidamente una a una comenzaron a salir del cuarto, y me dediqué a esperarlas para corroborar que ninguna se quedase atrapada aquí. Una vez tomé mi mochila para salir, noté por el rabillo del ojo que Momo se mantenía en la misma posición, inmóvil.
Cerré la puerta, suplicando para que siguiese abierta luego y el cerrojo no se hubiese activado. Me acerqué con pasos cautelosos hacia ella, tomando una distancia prudente por precaución.— Momo, ¿estás bien? —Su puño cayó con fuerza sobre la mesa ante mi pregunta, haciéndome sobresaltar. Nada podía estar bien si lo había golpeado con el mismo brazo que no pudo mover durante todo este tiempo.— Momo...
— No lo estoy, Dahyun. —Se volteó, mandando avisos y erizándome los vellos desde los pies a la cabeza. Su imagen se veía macabra y sádica; sus pupilas anormalmente dilatadas, mirándome con molestia. La punta de su nariz con un suave tono rojizo y sus labios resecos, mordidos por ella misma.
Tragué pesado.
— ¿Q-qué fue lo que pasó?
— ¡No puedo llorar, Dahyun! —Gritó áspero, incrustando su puño una vez más contra la pared. Sus nudillos se desgastaron al instante y mis manos temblaron ante su dolor.— ¡M-me duele el pecho, no lo soporto! —Gruñó, deslizando su mano dañada y pegando su frente a la fría cerámica.— Ansío golpear a alguien, Dahyun. Necesito hacerlo. No sé liberarme de otra forma.
Percibí el latido de mi corazón en las orejas, sintiendo la desesperación acoplarse en mi pecho al pensar todas las opciones que tuviese al alcance. Si la dejaba a su libre albedrío, era capaz de tomar a cualquiera y matarlo a golpes. Si la dejaba encerrada aquí, su mascota podría ser perjudicada y él no merecía nada de lo que ella pudiese hacer. Si corría a tomar su mascota para luego escapar de aquí, me atraparía sólo por darle una imagen sospechosa. Dejarla sola tampoco parecía buena idea luego de habernos contado todo lo que sentía.
Me ponía temerosa el no saber cómo ayudarla.
La mejor opción parecía dejar que alguien recibiese sus golpes, pero nadie era lo suficientemente fuerte como para resistirla sin caer desmayado... Nadie más que yo.
Era capaz de arriesgarme a ser su saco de boxeo con tal de que pudiese liberarse.
— Momo. —La llamé, aterrorizada de ver sus ojos inyectados de sangre chocando con los míos. Mi sola presencia parecía desatar su rabia.— Úsame... —Gruñó, dando un paso más cerca de mí.— Sólo hazlo, golpéame.
— ¡¿Pero qué mierda estás diciendo?! —Respiró pesado por la nariz, haciéndome tragar sonoramente. — ¡No voy a golpearte, sal de aquí ahora!
Mi corazón se aceleró una vez más con sus palabras. No creía que se negaría a mi propuesta, y ahora que lo había hecho, mi cuerpo pedía a gritos por que me escapase de ahí.
Pero no lo haría.
— Momo, sabes que nadie más podrá contenerte...
— ¡Cállate de una maldita vez!
— Sólo hazlo.
Sus pasos no cesaron una vez que estuvo frente a mí, y cerré los ojos con fuerza, esperando lo peor. Ella me haría pedazos y sabía que ya no había vuelta atrás, mas si no iba a defenderme. Me enloquecía el hecho de querer protegerla y dejar que hiciese semejante atrocidad conmigo aún cuando ella no había mostrado la mínima preocupación por mí, pero no me importaba. Sólo me importaba que ella se recompusiera y dejase de sentir lo que estaba sintiendo.
Sentí una corriente de aire por mi lado derecho y supe que el golpe venía en camino.
Pero nunca llegó.
Sus brazos su envolvieron en mi cintura con fuerza, tomándome y acorralándome contra la pared sin ningún cuidado. Mi corazón dio un vuelco al sentir su entrecortada y persistente respiración en mi cuello, manteniéndome escéptica y desorientada con lo que estaba pasando.
Yo estaba esperando un golpe, no un abrazo.
Antes de que fuese demasiado tarde, forcé mi cuerpo a reaccionar, abrazándola de vuelta y apretándola contra mí tanto como fuese posible. Acaricié su cabello, escuchando sus lamentos una y otra vez, sabiendo que aunque estuviese hablando con la voz rota, no vería ninguna lágrima en su rostro cuando se alzase.
Apoyé mi cabeza sobre la suya, intentando que supiese de todas las formas de que estaba ahí con ella y que no volvería a estar sola mientras yo estuviese cerca. No la soportaba, era una persona insufrible y desgastante, pero verla en ese estado estaba partiéndome el corazón mucho más de lo que ella pudo haberme partido la cara. No me gustaba verla hecha trizas y jamás imaginé que eso me afectaría tanto.
— No puedo hacerlo, no puedo golpearte... —Sus tensos brazos me estrangularon al decirlo, haciéndome suspirar.— No quiero hacerte daño, Dahyun. No quiero saber que te estoy hiriendo. No así.
— Momo, está bien...
— No lo está. —Se alzó, y mi corazón se detuvo al ver una simple y dolorosa lágrima rodando por su mejilla. Ella había llorado, por más poco que pareciese, lo había hecho. Estaba segura de que mis ojos la estaban mirando con total admiración, brillantes de afecto, y no me avergonzaba admitirlo.— Hablaré con Tzuyu, porque estoy dispuesta a dejar que me ayude. ¿Eso está bien? —Asentí con frenesí, tomando sus mejillas de manera inconsciente, acariciándola. Ella estaba avanzando y ni siquiera parecía darse cuenta de ello.— Acabas de hacer mucho por mí, aunque no sepas con exactitud lo que haz hecho...
— Momo, yo-
— Gracias, Dahyun. —Plantó un suave beso en la comisura de mi labio, haciéndome temblar, expectante con su cercanía. Se alejó casi dejando su frente apoyada contra la mía, mirándome complacida.— Te lo agradezco tanto.
Antes de que pudiese decirle algo más, me soltó, dirigiéndose hacia la puerta y abriéndola para salir sin mirar atrás. ¿Momo me había besado? Mi estómago se revolvía de los nervios, repitiendo la escena muchísimas veces dentro de mi cabeza. Momo me había dado un simple beso y eso me había dejado con las piernas temblando como gelatina.
꒰ ¡ ♡ ! ꒱
— ¿Estás bien? Te ves más pálida de lo que ya eres. —Reí fingida con lo que había dicho Mina, encogiéndome de hombros y divisando a Momo a la lejanía. Suspiré suavemente al verla junto a Moonbyul y Solar, contenta de que tuviese un pequeño grupo con el que se sentía genuinamente cómoda.
— Estoy bien, sólo... —Dudé al ver sus miradas acusatorias, como si supiesen que algo había pasado y que yo no iba a contar.— Corrí un poco al salir del cuarto y estoy algo agitada.
Parecieron conformarse con eso aunque no tuviese sentido, y mi cuerpo se relajó cuando la atención se dirigió hacia el entrenador. No quería responder nada, estaba demasiado hiperventilada como para decir algo más.
— Hoy no es su prueba, no se adelanten. —Una ola de suspiros resonó, haciéndolo alzar una de sus cejas.— Es un tanto decepcionante que estén actuando de esa forma tan mediocre. Están en camino para volverse Thrices y no deberían resignarse al descanso. Deberían exigir más y pedir que nos adelantemos más, pero lo perdonaré por esta vez. Sé que quizás no han descansado lo suficiente por el nerviosismo y eso puedo justificarlo. —Caminó por detrás de la mansión, y sin decir nada, lo seguimos, haciéndonos detener sorprendidos ante una neblina espesa e impenetrable.— Esto será sólo una advertencia para ustedes. Cualquier persona que cruce aquí sin autorización o sin preparación, desaparecerá. Es por eso que sus ojos deben estar puestos en mí, todos sus sentidos deben estar puestos en mí, escuchando cada paso y cada susurro que dé.
— ¡Es sólo neblina!
El arrogante Kangin escupió, chupando una paleta dulce que de seguro había robado de la cocina antes de venir.
— ¿Eso crees? ¿Quieres hacer la demostración? —Kangin se encogió de hombros, acercándose al entrenador y tirando la paleta a un lado de sus zapatos.— Párate aquí y camina dos pasos hacia la neblina. Cuando estés dentro, da una vuelta. Sólo una.
— Sí, como sea. —Rodó los ojos, obedeciendo cada palabra. Una vez desapareció por la neblina, el entrenador contó los segundos en voz alta, deteniéndose en el quinto.
— Vuelve aquí, Kangin. —En un inicio, la impresión se había quedado en lo informal e irrespetuoso que había sonado al llamarlo por su nombre, pero luego eso quedó atrás y la atención se dirigió al hecho de que Kangin no aparecía.— Una vez más: Kangin, puedes regresar... —Suspiró, chistando con la lengua.— No lo llamé por su nombre por nada. Sabía que eso le molestaría y lo haría querer buscar la salida más rápido, pero como ven y como ya advertí, desapareció. Soy la única persona que conoce este recorrido en todas sus formas y deben obedecerme cuando les diga lo que deben o no hacer, ¿entendido? —Unos murmuros a su favor resonaron.— La neblina en esta zona es inusualmente densa, como una habitación sin ventanas ni luces. Aunque no se muevan de su lugar, se desorientarán y se perderán de un camino en línea recta. Para que accidentes como este no vuelvan a ocurrir, necesito que sean disciplinados. No desobedezcan nuestra palabra. La capitana Park Jihyo pareció ser lo suficientemente clara, pero veo que no todos entendieron. —Señaló hacia la mansión, encaminándose por delante de nosotros.— Entren ya. Han pasado veintisiete horas viajando y necesitan entrenar y volver a comer de manera saludable. Es seguro que sus piernas ya se han relajado más de la cuenta por el descanso mínimo y no podemos permitir que eso suceda.
No quería pensar que una de nosotras desaparecería para nunca ser encontrada. La mera idea me ponía aprensiva y no sabía cómo tratar de seguirle el paso a todas. Con facilidad podría decirles que me siguiesen, porque mis sentidos jamás fallarían, pero sabía que Momo, Mina y Tzuyu jamás me seguirían.
Y para ser honesta, yo tampoco quería desaparecer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro