010°
Una nueva semana estaba comenzando, después de su última charla con aquel simpático y no tan desconocido, se propuso a mirar sus deseos desde la lejanía, si bien era un hecho que jamás lograría imponerse una meta, al menos debía de terminar lo que había iniciado, de ese modo podría tener la satisfacción de tener a sus padres orgullosos de él.
Tomó todas sus cosas y subió en aquel tren, el sol todavía no podía verse, la oscuridad del crepúsculo abrigaba las calles, debía ser un día nuevo, uno distinto.
El sueño le hacía tener mareos repentinos, pero no cayó en su deseo de dormir en el durante el transcurso que tardaba en dirigirse a la universidad, tomó uno de sus libros y comenzó a leer los temas que probablemente habría visto todos aquellos días que por su depresión había inasistido.
Puso su total atención motivándose internamente, incluso se mintió a sí mismo diciendo para que aquellos temas eran de total interés y que estaba enamorado de aquella carrera.
Sus hombros se sintieron pesados con cada palabra leída, su estrés estaba a tope, no entendía nada, se encontró a si mismo atrapado en una cruel mentira, por más que él se esforzara, aquello solo le parecía tedioso, aburrido e incomprensible...
—No sirvo para nada, soy un maldito inútil...
Con la rabia atorada en su garganta cerró los ojos tan fuerte como pudo, se golpeó la frente un par de veces preguntándose por qué no era capaz de entender, termino por cerrar el libro y lo guardó en su mochila. Resignado bajó en la estación que le llevaría a tomar el camino correcto para llegar en total puntualidad para sus clases, caminó tan pesadamente, con los brazos metidos en los bolsillos, su mirada agachada y sus hombros abajo... Parecía solo ser un cadáver vacío arrastrado por el viento.
Cuando se encontró sentado en aquel pupitre hizo un esfuerzo sobrehumano por poner atención, sus pensamientos divagaban y no tenía absolutamente ganas de estar ahí. Miró a su alrededor, todos aquellos arrogantes que estaban a su alrededor parecían tan fascinados, los miraba con aquel entusiasmo desbordante al anotar en sus cuadernos sumamente ordenados con los apuntes de cada clase, echó un vistazo a las hojas que descansaban sobre la paleta de madera, y solo fue capaz de mirar garabatos, sintió vergüenza y cerró con enfado su cuaderno, lo metió en su mochila y salió de aquella prisión que solo le sujetaba a su ferviente pensamiento de su clara inutilidad.
Nadie le miró, nadie protestó porqué había decidido salirse, era totalmente invisible... Con toda aquella impotencia recorriendo cada centímetro de su ser, regresó por aquel camino, bajó las vastas escaleras que iban a la profundidad de aquella solitaria estación y subió al vagón después de unos minutos de espera.
Se sentó en su habitual lugar y miró la ventana, alcanzó a percibir su reflejo, se odiaba tanto, ¿para qué había nacido si no tendría ningún motivo? Él solo quería dormir...
—Oh, ¡hyung! Que agradable verle de nuevo en este vagón.
Jimin se había sentado a su lado, aquella sonrisa se había formado desde el momento que pisó el tren, le había visto desde las puertas, estaba ahí, con el mismo semblante de seriedad. Los ojos de Jimin se iluminaron porque esta vez sí que podía acercarse a él y poder tener una charla sin que fuera presa de su mismo miedo de ser rechazado. Sin embargo, Yoongi no le prestó atención, estaba ahogándose en sus pensamientos, Jimin movió su pequeña mano enfrente de su rostro, pero aquel solo miraba a la nada.
—Hyung... ¿Hyung se encuentra bien? — Yoongi se asustó cuando fue zarandeado de aquella manera, miró a su lado encontrándose con la mirada cuestionante de Jimin quien permanecía mirándole angustiado —. ¿Se encuentra bien?
—Si.
—Oh... ¿Fue a la universidad? — Jimin era un tanto parlanchín, ni siquiera le permitió contestar —. Yo también vengo de ahí, me han dejado un proyecto, debo de hacer un nuevo boceto. Mi boceto debe de describir la belleza, solo que aún no sé qué debería de describir, estoy confundido.
Yoongi le miró con atención, ¿por qué le resultaba tan difícil escuchar a alguien hablar de lo que se dedica?
—Ya que nos hemos encontrado... ¿Te gustaría comer un helado? Tengo ganas de comer un napolitano — le sonrió ampliamente achinando sus ojos.
—No, yo tengo muchas cosas que hacer en casa, no tengo tiempo para eso — Yoongi se mantenía dentro de aquel mecanismo de defensa, no quería salir de su zona de confort, por ello constantemente se negaba a salir por unos segundos de su laguna mental.
—Entiendo, supongo que será en otra ocasión, que lamentable, habría sido divertido — siendo inconsciente, Jimin pronunció un puchero, puchero del cual Yoongi se percató.
—¿Prometes que no llevará tiempo? — Al escuchar aquellas palabras, Jimin asintió frenético, le sonrió de nuevo e impaciente movió sus piernas de frete hacía atrás.
Yoongi comenzó a arrepentirse de aquella decisión, sin embargo ya era muy tarde para arrepentirse, se sentía obligado a hacer algo por él, después de todo el fin de semana en el que Jimin había ordenado su pocilga.
El tren se detuvo por fin, Jimin tomó la manga de la sudadera de Yoongi jalándole hacia la estrecha salida.
—Vamos Yoongi.
Yoongi no pudo escaparse de aquel agarre, solo se obligó a caminar con pesadez por el camino marcado por los pies de Jimin.
Jimin estaba tan nervioso que no sabía que decir, estaba totalmente seguro que tartamudearía al intentar formular alguna oración así que, se contuvo a querer establecer una charla hasta que frente a él encontró su tienda favorita de helados. Al abrir la puerta, una campana pequeñita resonó en el lugar, Yoongi no prestó atención alguna al lugar ampliamente decorado con grandes conos de helado en la pared, cada uno pintado con una carita feliz, los colores pasteles eran un tono choquéante, el lugar era tan dulce y colorido, tan adecuado para alguien como Jimin.
—Quiero un cono de helado por favor —Jimin le sonrió tan amable a la chica que atendía en la barra, levantó su pequeño dedo índice y nada pudo borrarle la alegría de saber que comería un helado —. Quería un napolitano, pero es que la gran variedad me está haciendo dudar.
Jimin había soltado con suavidad la manga de Yoongi, caminaba de aquí hacía allá, mirando las variedades de colores y los nombres peculiares de cada uno.
— ¡Creo que quiero aquel! — La chica llevó su mirada hacía donde Jimin le apuntaba emocionado — ¡sí, ese! ¡Explosión de frutillas rojas!
La chica animada por la emoción de Jimin le devolvió la sonrisa mientras le miraba asentir con felicidad. Dos bolas adornaron la cima de aquel cono crujiente, Jimin humedeció sus labios y se giró para mirar a Yoongi.
—¿Cuál quieres tu hyung? — Yoongi levantó la mirada y miró aquellos colores y nombres, alzo los hombros con poco interés y eligió el que tenía en frente.
—Quiero este, ¿ummh? ¿Beso de ángel?...
🍃Polvo Estelar🍃
¿Hablando de yoonmin, que tal si te invito a leer "Beso prohibido"?
Historia que cuenta con dibujos inéditos, prometo que va a gustarte, si eres amante de las historias ambientadas en los años 1850.
Si te interesa la historia, puedes encontralarla en mi perfil
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