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41 | Deber de buen novio.

Klara se pone de pie a mi lado y escucho como le dice a su madre que irá al baño para después girarse hacia mí y pedirme que la acompañe. Mamá me fulmina con la mirada y por medio de señas trato de recordarle hacia dónde nos dirigimos.

—Vamos agente treinta y tres —susurra Klara mientras caminamos abriéndonos paso entre la gente amontonada a los laterales de la iglesia esperando recibir su plato de comida.

—Aún no terminamos —comento casi pegándome a ella.

—Los chicos nos esperan afuera, Sa —me toma de la mano para que no nos separemos—. Esto está aburridísimo, no aguanto pelar otra papa.

Doy gracias a Dios porque los baños estén fuera de la iglesia, porque de otra forma no podríamos salir por la puerta grande así como lo estamos haciendo ahora sin levantar sospechas.

—¿A qué bar iremos? —pregunto.

—No lo sé, fue Pablo el de la idea, yo solo me encargué de invitarlos en realidad.

Subimos ambas en los asientos traseros del auto de Pablo y Klara se extiende hacia adelante para darle un sonoro beso a su novio.

—Hola, rubia —dice Lucca tirando el respaldo del asiento hacia atrás y frunciendo la boca—. ¿Yo no tengo un beso?

Klara se nos queda viendo con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro a la vez que yo pego mis labios a los de Lucca.

—Es lindo que demuestren que se quieren —dice—. Para que Pablo deje que lo bese en público y delante de sus padres tuvo que pasar medio año.

—Llevábamos saliendo una semana y Klara ya quería besarme hasta delante de mis abuelos que son los más conservadores del mundo y quieren que me guarde para el matrimonio completamente.

—A esta altura de su relación ya deben de suponer que han follado, ¿Cuánto llevan juntos? ¿Un año? —Es la primera vez que escucho a Lucca interesarse por una relación ajena.

—Un año y cuatro meses —aclara Klara.

—¿Qué harán el año que viene con la universidad? —pregunto yo.

Por lo que sé Klara irá a la NYU como yo y Lucca, pero sobre qué hará Pablo no tengo ni la menor idea.

—Pablo irá a Stanford —contesta ella resolviendo mi duda—. Nos visitaremos los fines de semana y haremos videollamada cada noche.

—Igual, falta un año entero. Todavía estoy a tiempo de cambiar de rumbos —Pablo le sonríe a Klara y ella le responde con el mismo gesto.

—Podríamos vivir los tres juntos —dice Klara y Lucca niega al instante con la cabeza.

—Ni pensar —acompaña sus palabras negando con el dedo índice—, como tenga que escuchar 5SOS cada vez que me levante y cada que me acueste me corto la cabeza del pene.

—Sería lindo de todas formas —me mira a mí—. ¿No, Sara? ¿No te encantaría vivir con tu prima favorita?

—No le pongas esa presión sobre los hombros —Lucca le echa la lengua—. ¿No te gustaría vivir conmigo, rubia?

—¿Quién es el que la presiona ahora? —se queja Klara.

—Basta ambos, no sean pesados —Los reprende Pablo y los dos se echan la lengua mutuamente como dos niños peleando por un dulce.

Una vez que bajamos del auto Lucca pasa su brazo por encima de mis hombros y caminamos hacia el bar con Pablo y Klara besándose a nuestras espaldas. Él rueda los ojos riéndose, últimamente se besan a cada rato y a veces puede ser un poco incómodo para los que los rodean, supongo que el hecho de que a Pablo no se le tenga permitido ir a casa los puso hormonales.

Ese fue el castigo de Tina para Klara, ella tampoco puede ir a quedarse a su casa o estar allí hasta muy tarde. Y si, sé cuán ridículo es.

—¿Agregarán aceitunas a su pizza? —pregunta la camarera.

—Solo a la mitad —Klara lo mira a Pablo casi ofendida—. Bueno, a un cuarto. Sabes, mejor no le pongas nada.

Quiero creer que las miradas fulminantes de Klara no tuvieron nada que ver con su decisión.

—¿Ustedes chicos? —se dirige a nosotros—. ¿Le pongo jamón a tu porción, Lucca?

Mi ceño se frunce sin mi autorización. ¿De dónde lo conoce?

—Si, gracias Nat —responde él y yo alzo mis cejas confundida.

—¿De dónde la conoces? —digo con un tono desinteresado que me sorprende hasta a mi misma.

—¿Recuerdas la fiesta de Gigi? —asiento con la cabeza—. A ella es a quién se le tiene que declarar de una vez por todas. Así que quita esa cara y no malpienses.

Choca su nariz con la mía y me da un beso tierno, al alejarse sonríe de lado y termina de derretirme. Abro mi boca y vuelvo a cerrarla otra vez sin saber bien qué decir. Que a Giovanna le gusten las chicas es algo que está fuera de mis pensamientos, o sea, jamás lo habría sospechado, menos si me dejo guiar por estereotipos.

Pablo le comenta a Klara algo sobre el taller de su abuelo y ella lo escucha con atención, sonriendo de vez en cuando como la tonta enamorada que es. De verdad espero no exponer mis sentimientos de esa forma cada vez que miro fijamente a Lucca, porque desde fuera se ve vergonzoso.

—¿Vendrás a dormir a casa? —pregunta Lucca sacándome de mis pensamientos.

Asiento y él me regala una sonrisa torcida para después volver a centrarse en Klara y Pablo que ahora comienzan a hablar sobre los preparativos para la fiesta de despedida de mamá. Faltan cuatro días, tres descontando el de hoy, y son tantas las cosas que debemos preparar que el tiempo no parece ser suficiente.

—Yo arreglaré lo del dj, por eso no se preocupen —dice Lucca—. Sofía me ayudará con las canciones para que haya estilos que a todos les guste.

Ahora que lo recuerdo. ¡Sofía tampoco me ha dicho de donde se conocían ella y Lucca!

—Un tango seguro, la abuela y el tata la gozan bailando —En eso concuerdo con Klara. No puede faltar el tango.

—Yo pongo el catering —propone Pablo—. Mis padres ya me deben muchos favores, robarles el personal una noche será mi forma de cobrarlos.

—Siento que faltan un mundo de cosas y me estoy comenzando a estresar —Klara se lleva ambas manos a la cabeza y suelta un largo suspiro.

—Tranquila, amor —Pablo le soba la espalda—. Todos ayudaremos en algo y verás cómo para este fin de semana ya tendremos todo listo.

—Tenemos que buscar vestidos, ustedes pónganse lindos se los ruego —dice Klara, señalando a Pablo y a Lucca. Vamos a morir antes de poder siquiera bailar una canción.

Sin duda, Klara está destinada a ser una drama queen desde que nació, nada va a cambiar su naturaleza.

—Aquí tienen —interrumpe Nat, la camarera, dejando los platos con porciones de pizza enormes delante de cada uno—. Espero que lo disfruten.

Cenamos conversando sobre nada y todo a la vez, un tema surge tras otro y las risas vienen como compañía de ellos. Así estamos hasta que Nat nos avisa que el bar cerrará pronto y los chicos se ponen de pie peleando por quien llega a pagar primero, acordando a mitad de camino que pagarán a medias entre los dos por el bien de la armonía del grupo.

—¡Al fin nos dejan solas! —exclama Klara sentándose junto a mí donde antes estaba Lucca.

—Estás rara hoy, Klari —la miro con el ceño fruncido.

—Calla, te tengo un chisme y lo tengo que contar antes de que ellos vuelvan.

Les dedica una mirada fugaz a los chicos por encima de su hombro y vuelve a centrarse en mí.

—Pablo me contó que Lucca le preguntó cómo había hecho para pedirme que fuera su novia, él le contó con detalle la cita que preparó y las flores y lo mágico que fue el momento y dice que Lucca escuchó todo con atención...

—¿Puedes resumir? —Tengo el corazón en la boca con tantas palabras.

—Le dijo que quiere pedirte que seas su novia, oficialmente, porque dice que es como si solo lo hubieran dado por asimilado y que ya no quiere decir que están juntos, que cuando te presente a alguien quiere decir que eres su novia...

Mis cejas forman un arco en mi frente por la sorpresa.

—¿Es en serio? —De verdad no me lo creo—. ¿Por qué Pablo te lo contó?

Si va en serio no creo que Lucca quisiera que lo sepa.

—Es mi novio, es su deber contarme todo. El mío era no decírtelo pero no pude aguantarme, lo siento.

—¿Qué sientes? —pregunta Pablo parándose a nuestras espaldas.

—Que ayer sin querer se me cayó su taza favorita y se astilló un poco —miente.

—Ahhh —dice él no muy convencido—. ¿Nos vamos?

—Vámonos antes de que cierren el bar con nosotros dentro —Lucca me toma de la mano y entrelaza nuestros dedos para arrastrarme con él.

—No estamos muy lejos de mi casa —comenta él al salir del bar—. ¿Quieres caminar?

—Mmmm, ¿un paseo romántico bajo las estrellas? —Klara alza y baja las cejas con rapidez—. ¿Acaso tienes algo que decirle?

Pablo le da un golpe suave en las costillas y ella se queja mirándolo con la boca abierta y los ojos como platos.

—Lo único que puedo decirle bajo las estrellas es que la follaría hasta que cada una deje de brillar —me guiña un ojo y yo me sonrojo como tomate.

—Lo llaman Romeo —dice Pablo abriéndole la puerta del auto a Klara.

—No te hagas si tu a veces dices cosas peores —Klara le sonríe con picardía.

—Amooor —suelta él en un quejido—. No me expongas así.

—Ya vámonos que quiero llegar de una vez a casa —Lucca tira de mi mano y yo comienzo a caminar a su lado.

—¡Nos vemos, Sa! —grita Klara, sacudiendo su mano en el aire para despedirse—. ¡Luego me cuentas!

—¡Nos vemos! —grito yo en respuesta sin mirar atrás tratando de seguir el paso acelerado de Lucca—. ¿Por qué tan apresurado?

—Nosotros teníamos planes antes de que Klara propusiera lo de la cita, ¿lo olvidaste?

No, claramente no lo olvidé.

Lunes 25 de abril 2022

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