36 | Toda la vida.
—¡Hasta pronto, mijo! —se despide la abuela de Lucca.
—Espero que nos veamos pronto —El tata le palmea la espalda y abre la puerta. Lo invitó a pescar a él y a Pablo antes de que llegue el otoño, para lo que no falta mucho.
Lucca se acerca a mí, pasa sus manos por detrás de mi cintura y me da un beso suave en la frente.
—No me extrañes —susurra sobre mi piel.
—Ya quisieras.
Me aproximo a sus labios para darle un beso pero aparta la cabeza y sonríe de lado con suficiencia.
—Ya quisieras —me imita con una voz patética.
—Bueno, mijo, hasta mañana...
—No seas pesado, Will —lo reprende la abuela, cinchándolo del brazo—. Deja que los niños se despidan.
—Ya me voy, no se preocupen —les dice Lucca y vuelve a besar mi frente para alejarse—. Nos vemos, rubia.
Mi cuerpo siente realmente su falta cuando la puerta se cierra, pero mi mente me dice que aguarde, que la impaciencia no me llevará a ningún lado.
—Hasta mañana tata —digo y le doy un beso a la abuela en la mejilla.
—Duerme bien, mija —me dice ella y pasa su dedo en forma de cruz por mi frente.
Subo las escaleras corriendo y llegando a los últimos escalones casi me caigo. Me meto en la habitación y cierro la puerta detrás de mí con Klara mirándome con los ojos salidos de sus órbitas.
—¡Me acabas de dar un susto de la gran flauta! —chilla en un susurro con una pierna colgando fuera de la ventana y la otra dentro de la habitación.
—¿Pablo está abajo? —pregunto asomándome a mirar.
—Me espera en la reja —replica y me da un beso en la mejilla—. Llegó tu príncipe italiano, chausito, te amo.
Y como si nada, salta de la ventana y aterriza como un gato en el patio.
—Mis habilidades de mujer lobo están por fuera del radar sobrenatural, eh.
Dice desde abajo y me muestra todos sus dientes con una sonrisa de oreja a oreja.
Lucca la mira de arriba a abajo con el ceño fruncido sin entender nada. Y la sigue con la mirada cuando sale corriendo por el borde de la casa casi que fusionada con la pared de tan pegada a ella que va, estoy segurísima de que Klara en su mente está fingiendo ser la agente treinta y tres, no tengo pruebas pero tampoco dudas.
—¡Vamos, sube! —grito entre susurros y tras sacudir su cabeza de un lado al otro parece espabilarse porque comienza a trepar por la enredadera que rodea la casa.
Mantengo la ventana abierta y una vez que entra en la habitación dejo que se cierre con un golpe y corro las cortinas.
—¿Me extrañaste? —pregunta Lucca a la vez que se tira de espaldas en la cama de Klara.
Siempre que me mira de la forma en que lo está haciendo ahora siento los nervios acumularse en mi abdomen.
—Deja de mirarme así —me tiro junto a él.
—¿Así cómo? —gira su cabeza de lado pero no quita esa mirada de su rostro.
—Así como si estuviera en un pedestal de oro.
Suelta un suspiro y se queda contemplando las estrellitas lumínicas que están pegadas en el techo desde que tengo memoria.
—¿En qué piensas? —pregunto luego de unos segundos en silencio.
—En por qué aún estás con ropa si estamos solos en la habitación —vuelve a girar en la cama y se sube encima mío.
—No te llamas Lucca Bianchi si no quieres follar a cada segundo —ruedo los ojos y le doy un beso corto.
—Es mi esencia, rubia. Eso y ser fanático de tu culo.
Los dedos de su mano derecha se aferran a mi cadera y usa su otro brazo para mantenerse sobre su propio peso. Me besa y luego se detiene, apartando un poco la cabeza. En el instante en que nuestras miradas se conectan siento mariposas revoloteando en toda dirección dentro de mí y vuelvo a atraerlo para ser yo quien lo bese esta vez. Se yergue en sus rodillas y mientras se quita la remera yo aprovecho para hacer lo mismo, dejando la prenda a mi lado. Él baja hasta mis labios y mis manos se aventuran en su abdomen descendiendo lentamente hasta llegar al botón de su jean y desprenderlo.
—Si fuera por mí podría acabar ahora mismo solo besándote —dice desprendiéndome el botón de mi short también.
Sonrío sobre sus labios y bajo el cierre de su jean. Él se pone de pie junto a la cama y deja que la prenda se deslice por sus piernas hasta quedar hecha un bollo en el piso, luego me ayuda con el short y me contempla con los ojos ensombrecidos.
—No solo soy fan de tu culo, soy fan de todo tu cuerpo.
—¿Mi fan número uno? —mi mirada sigue sus ojos mientras vuelve a subirse encima de mi.
—Él mismo.
Me besa y sin dejar de hacerlo baja mis bragas hasta la altura de mis muslos. Vuelve a alejarse en busca de su jean, saca un condón del bolsillo trasero y se lo pone para después apoyar su erección contra mi intimidad dando pequeños golpes. Entra en mí llevándose un jadeo de mis labios a la vez que sonríe
Masajea uno de mis pechos hasta que mi pezón se pone duro y se aparta de mis labios sonriéndome con suficiencia. Usa su lengua para lamerlo y luego alza la vista mientras lo muerde delicadamente, haciendo que mi espalda se encorve y se escape un gemido de mis labios.
—Me encanta oirte —Su voz se entrecorta—, pero lo último que quiero es que Marta me saque a escobazos...
Sube su mano hasta mi boca y la cubre, ahogando los gemidos que siguen saliendo de ella sin control. Sus movimientos se aceleran a la vez que mis uñas se clavan en su espalda y entre gemidos, gruñidos y maldiciones terminamos acabando casi que a la vez y se deja caer encima de mí con su pecho subiendo y bajando al mismo ritmo agitado del mío.
—Qué cómodas son tus tetas —dice y les da un beso a ambas.
—Si casi no tengo —No me acomplejan, pero parecen dos limones.
—Por eso mismo, tu pecho queda plano como una almohada...
Suelta una carcajada y se gana un golpe en la cabeza por mi parte. Hace cinco minutos me cubrió la boca para que no nos escucharan y ahora se ríe por lo alto como si fuéramos los únicos en la casa.
—Idiota.
—Perdón, rubia. Perdonen, lindas —Y vuelve a darles un beso a ambas—. Yo las quiero a las dos, pero tengo cierta debilidad por su culo y ninguna puede superarlo.
—Idiota —repito y entrelazo mis dedos en sus rulos.
—¿Sabes a qué universidad irás cuando acabe el año? —pregunta tras unos minutos de silencio y cuando nuestras respiraciones volvieron a su ritmo normal.
—La NYU.
Mamá lleva ahorrando para ello desde que cumplí los cinco años, este nuevo trabajo ayudará a cubrir todos los gastos y si no veré la forma de conseguir una beca o un trabajo para poder ayudar con los ingresos.
—¿En serio? —alza la cabeza y me mira con las cejas alzadas—. Yo también.
—Nos veremos seguido entonces —sonrío.
—Si viviéramos juntos nos veríamos a cada rato.
—¿Es una propuesta? —Ahora quien alza las cejas soy yo.
Siento que convivir con Lucca durante un período largo de tiempo no puede salir tan mal. Quiero creer que no.
—Es una propuesta —afirma—, pero solo si me dejas usarte de almohada cada noche.
—Entonces la voy a aceptar solo si prometes cocinar tu.
—¿Tú lavas los platos?
Definitivamente eso no pasará y no estoy dispuesta a discutirlo, pero no es algo que piense decirle, al menos no por ahora. Ya tendrá tiempo de enterarse.
—¿Te quedas conmigo mientras lo hago?
—¿Puedo darte besos? —arruga la nariz.
Ahora como que creo que no me molestaría tanto tener que lavar los platos, menos si voy a tener tanta atención.
—Todos los que quieras.
—Entonces sí, me quedo contigo para toda la vida.
[✨]
—¡Sara Angelina Dustin Clayson! —siento el grito en mi oído.
Mierda.
Por un segundo, uno muy largo, pienso que es la abuela y me veo camino a Suiza a un colegio de monjas. Luego me da miedo que sea mamá y que le pierda la confianza a Lucca porque se supone que anoche se iría después de la cena y de haber estado todo el día tirados en el sofá haciéndome mimos. Me llevo el susto de mi vida, pero una vez que reconozco la voz el alma me vuelve al cuerpo.
—¡Por qué mierda están desnudos en mi cama! —grita Klara y cincha a Lucca del brazo para que salga de encima de mí.
—Shhh, es muy temprano —gruñe él y pasa los brazos por debajo de mi cintura, aferrándose a mi cuerpo.
—¿Follaron en mi cama? —hace una arcada—. ¡Mierda sí, follaron aquí chanchos, cochinos, cerdos, animales!
—¡Te va a escuchar alguien, cierra la boca! —me quejo agrandando los ojos como platos.
—¡Están todos en la iglesia! —Si grita una vez más me va a explotar el tímpano.
—Ve tú también para allá, pesada.
Lucca tira el acolchado hacia arriba y se tapa hasta la cabeza.
—No me digas que hacer, eh. Les doy tres minutos para que salgan de mi cama y se pongan en marcha hacia la iglesia. ¡O no, mejor quédatela! A partir de ahora tu cama es la mía.
Y con eso sale de la habitación dando zancadas.
—No vamos a ir a la iglesia, ¿o si? —Lucca levanta la cabeza y me mira serio—. Si tu quieres ir puedo dejarte e irme a mi casa.
—¿Y si nos quedamos aquí y vemos una película? —propongo arrugando la boca.
—¿Es en serio lo de la película o vienen segundas intenciones camufladas en ella? —entorna los ojos a la vez que una sonrisa ladina curva sus labios.
—Es en serio.
—Aburrida —se acerca a mi rostro y me da un beso en la mandíbula.
—Leí en algún lado que las parejas con el tiempo encuentran un equilibrio en la relación y las ganas de tener sexo se pasan...
—Dios nos libre de ese castigo —me da otro beso—. Yo siento que nosotros ya encontramos el equilibrio. Para mí esto es equilibrio. No sé que sientas tú al respecto, pero yo estoy seguro de que hace dos meses lo último que me hubiera imaginado es que iba a estar durmiendo en una habitación llena de peluches, abrazado a un pecho y sin querer despegarme de él.
—Eso es muy tierno, Lucca, basta de enamorarme cada vez más.
—Ah, ¿y tú si puedes hacerlo? Eres injusta, Angelina.
—Ay, no me llames así —mi ceño se frunce—. Ese nombre no tiene una historia bonita detrás.
—Es por la chica que se ahogó, ¿no?
—¿Cómo...
—Después de la fiesta de cumpleaños de Landon le pregunté a Emily quién eras y te stalkee un poco...
Me causa gracia que diga «Fiesta de cumpleaños de Landon» como si ese día no celebrara su cumpleaños también, al fin y al cabo son mellizos.
—Me das miedo, Lucca Bianchi.
—Miedo te va a dar la película que tengo en mente, venga, vamos...
Sale de la cama y tras ponerse algo de ropa, me toma de la mano entrelazando nuestros dedos y tira de mí para que lo siga escaleras abajo. Si mi plan para el resto del día, o al menos hasta que mi familia regrese, es tirarme en el sofá y dejar que me abrace estoy más que encantada.
Martes 19 de abril 2022
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro