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35 | La primera canción.

Al despertarme y no notar a Lucca a mi lado me alarmo. Pasó la noche entera levantándose al baño en busca de pañuelos para la nariz y cuando por fin dejó de hacer eso comenzó a toser tanto que parecía un perro viejo. Me pongo uno de sus shorts y bajo a la cocina refregándome los ojos con los dedos para encontrarlo de frente a la mesada preparando té.

—Es temprano aún —lo abrazo por detrás de la cintura y le doy un beso suave en la piel desnuda de su hombro—. Pensé que dormiríamos hasta más tarde.

Son las once menos cuarto y sí, sé que es bastante tarde, pero considerando la hora en la que nos dormimos es tempranísimo.

—No quise despertarte, lo siento.

—No lo hiciste —afirmo—. ¿Hiciste deporte? Estás todo sudado.

—Creo que tengo fiebre —En su voz se nota que está decaído.

Poso mi mano en su frente y la quito al instante al notar la piel que literalmente arde. Efectivamente tiene fiebre y bastante alta.

—Llamaré a mamá para decirle que no iremos a almorzar...

—¿Qué? No, no, sí iremos

Deja el saquito de té en el lavabo y se lleva la taza a los labios.

—Mira cómo estás, deberías quedarte en casa...

—Debería, pero no quiero. Iremos a comer con tu familia y ya luego te prometo que no saldré de la cama.

—¿Seguro que soportarás los gritos? Yo todavía tengo algo de resaca de anoche, de verdad que no estás obligado a ir.

—Sí, tranquila. Además, no voy a dejar solo a Pablo. Recuerda que él también estará.

—Entonces iré a ponerme algo de ropa decente.

—¿Puedo acompañarte? —sonríe de lado.

—Mmm, mmm —digo negando con la cabeza.

—Pero estoy enfermo, necesito amor y una rubia linda que me cuide...

Lo miro por encima de mi hombro y me muerdo los labios sin poder creer la excusa que acaba de soltar.

—Está bien, puedes venir.

Apenas termino de hablar y ya siento sus dedos entrelazados con los míos tirando de mí para que comience a caminar.

[✨]

—Pareces un reno con la nariz colorada —me río.

—Si me hubieras maquillado mejor no se notaría.

—No podía hacer mucho si cada dos por tres me interrumpías para besarme —arrugo la frente abrochándome el cinturón de seguridad.

—¿Puedes culparme? —se encoge de hombros poniendo el auto en marcha—. No pretendas que reprima las ganas de besarte si te pones a dos centímetros de mi cara. En el fondo sé que lo hiciste a propósito.

Puede que tenga razón, un poco nada más.

En estos dos meses le agarré cariño al pueblo y a sus calles, pero eso no quita que a veces se hace un poco monótono el recorrido. Lo único que me salva del aburrimiento es mi compañía y el episodio de estornudos que tiene durante todo el trayecto.

—Hablé con Pablo hoy en la mañana y estaba más nervioso que un testigo falso —comenta mientras caminamos hacia la entrada de mi casa.

—Como mucho pueden hacerles preguntas incómodas a ambos, pero tampoco es para morirse.

—Encontré a mi padre follando con la mujer de servicio cuando tenía cinco años, no hay nada que se me haga incómodo, Sara.

Abro la boca y vuelvo a cerrarla varias veces sin saber muy bien qué decir.

—No necesitaba saber eso —abro la puerta y nos adentramos en la casa.

No hemos siquiera pisado la cocina cuando la abuela cuelga su brazo del de Lucca y lo arrastra hasta el patio trasero en donde están todos sentados alrededor de la mesa.

—¡Con que este es mi otro nieto! —El tata se acerca a él y le palmea la espalda—. Te recuerdo de aquella vez en la iglesia, tengo muy buena memoria y te diré lo mismo que le dije a Drums...

Lo sentencia con el dedo mientras mira a Pablo que parece hacerse chiquito en su silla junto a Klara. Ella ríe divertida y me contagia la risa a mí.

—Como le hagan algo malo a mis nietas les cortaré las bolas.

—Juro que mis intenciones son buenas —dice él y el tata le hace señas para que se siente junto a la tía Aimee.

—Tata, nosotros nos vamos a sentar cerca de mamá —me apresuro a decir antes de que Lucca llegue a tocar la silla.

Perdón mi desconfianza, pero después de verla con Landon no me fío de ella ni un pelo.

—¡Oh, claro! —exclama mamá y aparta su silla para dejar lugar para él y para mí.

—Hola tía —saludo a Emma, la madre de Anna y Sofía.

—Hola, nena —ella le dirige la mirada a Lucca y vuelve a centrarse en mí—. Creo que el resto de la familia merece que nos presentes a tu novio.

Anna sonríe con malicia y Sofía agacha la cabeza algo sonrojada. Estoy por comenzar a hablar cuando Lucca me interrumpe y se presenta él solo, como no.

—Lucca Bianchi —le regala una de sus sonrisas torcidas que me encantan—, es un placer por fin conocerte, Emma.

—Sara ha hablado mucho de mí ¿Eh?

Giro mi cuello hacia Lucca, jamás le he hablado de la tía Emma. Las veces que vino a mi casa solo estaban la abuela, mamá y la tía Tina, así que no puedo hilar una forma en que la conozca.

—De hecho, no —dice él y la tía me mira con los ojos entornados—. Sofía es quien habla muy bien de ti.

La miro a ella algo confundida. ¿De dónde se conocen estos dos?

—¿Landon no vendrá? —le pregunta Aimee sacándole el foco de atención de encima de Sofía.

—Victoria está diseñando la habitación del bebé, él se quedó a ayudarla.

Y con eso zanjan la conversación.

—¿Se conocen? —pregunto con el ceño fruncido.

—Un poco —admite Lucca y me da un beso en los labios.

—¿Se puede saber de dónde? —susurro un poco más bajo mientras el resto de la familia se sume en una conversación sobre fútbol y temas que ahora mismo no demandan mi atención.

—Lucca, no —dice Sofía con tono brusco y fulminándolo con la mirada.

—¿Me van a decir qué mierda está pasando? —Esta vez soy yo quien lo fulmino con la mirada a él.

—Nos conocemos, no importa de dónde y no, no es lo que tú crees —dice ella y vuelve a agachar la cabeza.

—Rubia, déjalo estar.

—Sofía... —Me están ocultando algo y odio que me mientan.

Ya he tenido suficientes mentiras, no quiero más.

—Rubia...

—No te estoy hablando a tí, Lucca.

—Trátame bien que estoy enfermo.

—Idiota —toco a Sofía por debajo de la mesa con el pie—. ¿Me dirás que pasa eventualmente?

—Sí, pero ahora no es el momento y no sé cuándo lo será...no insistas.

El tata pone una fuente llena de carne asada en el centro de la mesa y todos alzan sus copas para brindar. Después de terminar de comer, la abuela saca a bailar primero a Pablo y luego a Lucca, lo que hace que Klara se parta de la risa mientras los graba y sube los videos a su historia. Cuando la abuela se acerca a mi dando pasos a un lado y al otro estirando los brazos para que me le una y tarareando «tararira rira rira rira raira» no dudo en ponerme de pie y seguirle el ritmo.

Había olvidado cuánto extrañaba esto.

Pasé tanto tiempo sumida en mis propios problemas mirándome el ombligo que no me di cuenta de la gente que de verdad me ama. Esta gente, que sin importar cuantas cagadas me mande ni lo mucho que los haga enojar, siempre están ahí para darme trapasos y alentarme a seguir adelante.

Cuando la canción termina la abuela me deja libre. Camino hacia Lucca que no hace mucho se sentó en la mesa algo cansado por estar bailando con mamá y me siento a su lado.

—¿Te cansaste? —pregunta pasando sus brazos por encima de mis hombros y atrayéndome hacia él.

—Un poco —admito—. ¿Te aburriste?

—¡¿Estás bromeando?! —agranda los ojos—. Me agrada más tu familia que la mía.

—¡Ay, Lucca! —exclamo—. ¡No digas eso!

Él ríe y me da un beso suave en la cabeza.

—Es cierto. Creo que los voy a extrañar cuando vayas a Brasil con Eve.

Giro mi cuello hacia él con tanta rapidez que me da un tirón.

—No me voy a ir a Brasil. ¿Cómo sabes siquiera que mamá se va a Brasil?

Otra cosa que jamás le dije.

—Klara se lo comentó a Pablo y él a mi.

—Pues no, hazte a la idea de que me vas a ver la carita todo el año.

—Me alegra —me da un beso en los labios—. Me fuí una semana a Italia y comencé a extrañarte, no quiero ni imaginarme si te vas un año. Lo soportaría, claramente, pero el recurso de las hotcalls lo agotaríamos al primer mes.

—¿Tendrías una relación a distancia?

—No. Pero no quiero perderte, así que lo intentaría —se encoje de hombros.

—Yo creo que no tendría una relación a distancia ni en broma.

La distancia rompe relaciones, y no vengan con que cuando hay confianza y amor eso no pasa, porque eventualmente y por más fuerte que sean los sentimientos, el vínculo termina quebrándose y cuando eso pasa ya no hay marcha atrás.

—¡Aquí no hay tiempo para descansos, mijos! —El tata hace un vago intento de que volvamos a la pista pero la abuela lo toma de las manos y lo arrastra hasta la pista para bailar el tango que suena por el parlante. Si no me equivoco, fue la primera canción que bailaron juntos.

—¿Recuerdas la primera canción que bailamos juntos? —le pregunto a Lucca mirándolo por el rabillo del ojo.

—Next to me. En la fiesta de Pedro.

Ante la mención de su padre se viene a mi mente el recuerdo del pequeño encuentro de hace una semana en las escaleras. Lo incómodo que fue y como él actuó como si nada los días después. Por suerte tuvo que ir a la ciudad a terminar unos negocios, de otra forma no creo que pudiera durar otra semana en aquella casa.

—¿De verdad te estás divirtiendo?

A pesar de que parece que sí, sé que mi familia puede ser abrumadora a veces y no quiero que él se canse de ellos, no quiero que se canse de mi. Y por pensamientos como estos son por los que me daba pánico conocer a alguien y enamorarme, o peor aún, que esa persona al conocer todos los problemas de los que estoy envuelta decida alejarse y buscar algo más fácil.

—¿En qué momento te convertiste en policía? Estás muy preguntona. —sonríe.

—Solo tengo curiosidad. ¿Estás a gusto o no?

—Estoy contigo.

—Estoy hablando en serio, Lucca...

—Y yo también —pasa una pierna hacia el otro lado del banco y acerca su cuerpo al mío hasta que quedo entremedio de sus piernas—. Cuando estamos juntos solo importamos nosotros, podríamos estar tirados en el medio de la nada y aún así estaría contento.

—Me gusta mucho el Lucca que dice cosas lindas

—No te creas, estoy siendo lindo solo porque me quiero quedar a dormir —me besa la nariz.

—Eres consciente de que vivo con casi toda mi familia y comparto cuarto con Klara ¿no?

—Estoy enfermo... —hace puchero y mete su cabeza en mi cuello, dejando besos suaves sobre mi piel—. Necesito una rubia linda que me cuide toda la noche.

—¿Y Klara? —No voy a meter a un chico en mi habitación estando ella ahí, ni siquiera solo para dormir.

—Me contó un pajarito que se va con Pablo en cuanto su madre se descuide...

—Tengo que hacer buena letra, Lucca. Si alguien te ve y la abuela se hace ideas locas no va a querer que me quede con ella cuando mamá se vaya a Brasil.

—Pasaste casi que tres semanas en mi casa, durmiendo en mi cama, duchándote conmigo y desayunando juntos en ropa interior. Se me debería tener permitido quedarme a dormir y más cuando estoy enfermo...

—¡Vengan a bailar! —grita la tía Tina alzando los brazos en el aire.

Lucca asiente con la cabeza y se pone de pie, entrelazando nuestros dedos y arrastrándome hasta donde la abuela y el tata se mueven al ritmo del tango.

—Nunca me sentí tan bien, ni siquiera con mi familia, rubia. —dice haciéndome girar para tomarme por la cintura—. Gracias por esto.

Pega su frente a la mía y deja un beso cálido sobre esta que me llena de amor el corazón. Quisiera decirle que yo me siento igual con su familia, pero la única a la que quiero es a Emily, las pocas veces que vi a su madre me dedicó miradas de arriba abajo sin mucho aprecio, el Landon que me caía bien ya no existe y su padre no es la persona que más me agrade en el mundo. En vez de hablar, decido besarlo y con mi silencio dar a entender que me siento a gusto con la suya también.

Lunes 18 de abril 2022

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