Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

33 | Corazón ciego.

Me siento como si estuviera caminando hacia mi veredicto final y no hacia una larga charla con mamá.

Me detengo un segundo y miro a Lucca por encima de mi hombro. Él auarda junto a su auto, recostando la espalda en este con los brazos cruzados por delante del pecho como si el mundo estuviera a su disposición.

Odio decirlo, porque no tendría que ser así, pero estas últimas semanas Lucca se convirtió en alguien demasiado importante para mí, de verdad. Sus brazos me recibieron con tanta calidad que me gustaría crearme una casita entremedio de ellos y quedarme a vivir ahí para siempre.

—¡Sofía ve quien es! —Escucho gritar a la tía Tina una vez que golpeo la puerta.

En cuanto Sofía abre la puerta me abraza. Y no, no creo que necesariamente sea porque me haya extrañado, tengo el feo presentimiento de que ella también sabía lo de papá y por eso la aparto sin responder a su abrazo.

—Te juro por mi vida que no estaba al tanto, no de que tenía otra familia, sí de que la había engañado...

—¿Mamá está aquí? —pregunto haciendo caso omiso a sus palabras.

—Está en su habitación...

—¡Ay, Sara, por fin has vuelto! —La tía Tina se acerca a mí con los brazos abiertos, pero la esquivo y me dirijo hacia las escaleras—. ¡Fue todo por tu bien!

Mamá parece escuchar los gritos de la tía porque sale de su habitación y en cuanto me ve se echa a llorar. Corro, corro hacia ella y la abrazo, porque aunque no lo parezca, no estoy aquí para juzgarla.

—Ya mamá, ya —paso mi mano por su pelo.

—Perdóname, en serio.

La acallo mientras froto su espalda y la aprieto más a mi cuerpo. La entiendo, entiendo su dolor porque en menor medida lo estoy viviendo, porque a ella no es a la única que abandonaron y cambiaron. Papá me hizo a un lado como si fuera un perro que puedes dejar tirando en la carretera cuando ya no quieres esa responsabilidad y si me pongo a pensar en ello no puedo evitar que duela.

—Tenemos que hablar, y por una vez quiero saber toda la verdad.

Escucho como la puerta de su habitación se cierra mientras camino hacia su cama y me siento en ella. Mamá arrima una silla y se sienta frente a mí con sus rodillas chocando las mías.

—¿Hace cuánto lo sabes?

—El día que nos encontraste a Gloria y a mí abrazadas fue por esto. Ella estaba en Malibú y entre medio de tanto murmullo en la playa le pareció escuchar una voz conocida, no fue sino hasta que prestó atención a la familia de al lado que se dió cuenta de que era Steven con... Bueno, con ellos.

Mis ojos se cristalizan, pero me niego a llorar, tengo que ser fuerte, por mamá y por mi.

—Es un hijo de puta.

—Es tu padre, Sara —Ella sonríe de lado como si el hecho de que sea mi padre lo solucionara todo—. No quería que te enteraras de esta forma, se suponía que él te lo diría cuando estuviera listo. Por eso fue mi insistencia en que te vinieras a vivir conmigo, porque tu padre aún no encontraba las palabras para decirte que...

—Que nos estuvo cagando encima toda la vida. Mamá, la chica tiene quince años —Ya no puedo contener las lágrimas—. Todo ese tiempo él... él nos vió la cara de idiotas con sus viajes de negocios y casos importantes en la ciudad.

—No es "la chica" es tu hermana, cariño.

—Ni siquiera sé su nombre, mamá...

—Naomi Dustin.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque hace un tiempo, cuando todavía estábamos juntos, revisé las cuentas de tu padre y vi que habían tres apoderados. Para ese entonces yo ya sabía que él tenía más hijos y otra mujer, pero recién estábamos hablando el divorcio.

—¿A qué te refieres con más hijos?

—Tienes dos hermanos, Sara. Naomi y Axel Dustin.

Esto no es para nada lo que esperaba.

—Axel creo que tiene nueve años, no estoy completamente segura...

Esto definitivamente no me lo esperaba.

—¿Te engañó por tanto tiempo y aún así intentaste hacer todo esto más fácil para él? Mamá, te juro que no entiendo como siendo una mujer inteligente, independiente y con tu personalidad te dejaste hacer eso...

—Estaba enamorada. El corazón no sabe de traiciones, es ciego para el amor, nena, solo siente y el mío estaba perdidamente enamorado de tu padre.

—Te odié cuando prácticamente me obligaste a venir aquí porque estaba frustrada contigo, con la vida y conmigo misma. Porque creía que la culpa de su divorcio era yo, por haber dicho que estabas con Gloria, por ser una metiche.

—No eres una metiche, amor, y ahora sabes que nuestra separación no tuvo nada que ver contigo, era algo irremediable que iba a ocurrir tarde o temprano. Yo sé que no debí ocultarlo tanto tiempo, pero no era mi deber decírtelo...

—Por eso te pusiste como la mala, dejaste que creyera que estabas en contra de mí para protegerlo ¿Porque lo amabas? ¿Porque querías proteger mi punto de vista sobre él?

—Y porque en el fondo tenía vergüenza. Me sentía —Su voz se quiebra al instante—, me sentía como una mierda, poca mujer, insuficiente. Oía comentarios en el supermercado sobre, bueno, sobre cualquier tipo de cosas que me hacían sobre pensar mucho la situación. Bien podríamos habernos quedado en el pueblo, pero yo no quería seguir viviendo en ese ambiente tóxico que nos envolvió.

—No debiste ocultarlo. Y la gente del pueblo que se haga follar...

—¡Sara! ¡Cuida la boca!

—¡Pero si es la verdad! ¡Son todos unos metiches de mierda!

Bien dicen que pueblo chico es un infierno grande.

—Si lo son —admite arrugando la nariz—. Hija, en cuanto a lo de tus hermanos, ellos no tienen la culpa de las acciones de tu padre, recuerda eso.

—No les tengo rencor a ellos, les tengo lástima. Al fin y al cabo no soy a la única que le mintieron —suelto un suspiro—. ¿Su otra mujer sabrá de nuestra existencia?

—No tengo ni la menor idea —se encoge de hombros—. Ahora tenemos que hablar de algo más.

Ay no, por favor que no sea otro secreto del que deba enterarme.

—Sé que cumpliste la mayoría de edad y tal pero, ¿dos semanas en la casa de tu novio? Creo que es un buen momento para que visitemos un ginecólogo que te recete pastillas anticonceptivas, ¿no? Aunque eso no quiere decir que no deban seguir usando preservativo.

—Lo sé —la abrazo—. Te amo, ma.

—Te amo, hija. Pero ese piercing roñoso hace que te ame menos.

—Me lo hizo Em, la hermana de Lucca —digo girando la cabeza de lado para que pueda verlo bien.

—No me gusta, pero te queda lindo —me sonríe y yo le devuelvo una sonrisa a modo de respuesta.

Me pongo de pie y camino hacia la puerta. Quedé de salir a despedirme de Lucca si las cosas salían bien o de lo contrario, de volver a su casa, idea que claramente le gustó más.

—No quiero abrumarte con mucha información, pero me voy en tres semanas.

Me detengo y me giro hacia ella rápidamente.

—¿Qué? ¿A Brasil?

—Sí. El traslado se adelantó y mis jefes me quieren allá para principios de agosto.

—¿Puedo quedarme aquí? —La idea de dejar a Klara, al grupo y a Lucca me desanima.

—Si eso es lo que quieres no me voy a interponer, cariño. Eres libre de hacer lo que quieras, pero me gustaría que pasáramos la navidad juntas.

—¿Navidad y año nuevo en Río? No puedo esperar.

Mamá sonríe y mira hacia la calle a través de la ventana.

—Ahora ve, que el que parece no poder esperar es él.

Salgo de la habitación de mamá con la cabeza gacha para ocultar el rubor de mis mejillas. La tía me detiene al llegar a la puerta, interponiéndose entre esta y mi cuerpo para que no pueda salir de la casa.

—Oh no, señorita. Usted no va a volver a irse dos semanas más.

—No me voy a ir a ningún lado, voy a despedirme de Lucca y a entrar mi mochila.

La tía me mira con los ojos entrecerrados.

—Te dejo pasar solo porque el chico me cae bien y ya lleva rato esperando, pero como te subas a ese auto y se vayan juntos créeme que me convertiré en el mismísimo Judas y te perseguiré hasta encontrarte.

Se corre de en medio y me deja el camino libre. En cuanto salgo de la casa y Lucca me ve, se endereza y descruza los brazos. Me mira fijo a los ojos con una interrogante en ellos a la que respondo con una sonrisa.

—¿Me vas a dejar? —hace una mueca con sus labios—. Nos duró poco la vida de casados, rubia. Dos semanas, podría decirse que batimos récord.

—Debería devolverte el anillo de bodas supongo —Hago amague de quitarme la pulserita y él acorta la distancia entre nosotros para agarrar mi muñeca.

—Ni lo pienses —dice agrandando los ojos—, porque me sentiré traicionado si lo haces.

—No iba a hacerlo, tonto, jamás lo haré —acerco mis labios a los suyos y lo beso.

Alguien se aclara la garganta muy cerca de nosotros y yo me aparto como si de repente su tacto me quemara.

Es la abuela.

Mierda, no.

—Me alegro de que hayas recuperado la cabeza y volvieras a casa, niña —dice y camina hacia mí para abrazarme.

Lucca y yo fruncimos el ceño a la vez. La abuela de hace dos semanas me habría pegado con el trapo que lleva en el hombro sin dudarlo, y de ser posible le habría dado una patada en el culo a Lucca para mandarlo por el mismo camino por el que vino.

—Y a ti muchas gracias por cuidar a Sarita, de verdad mijo, te lo agradezco. Creo que me equivoqué contigo.

La abuela lo abraza a él también.

—No se preocupe, no tiene nada que agradecer —Lucca niega con la cabeza y le dedica una sonrisa.

—Ahora que eres parte de la familia tendrás que venir a almorzar los domingos.

Reprimo una sonrisa a la vez que lo miro de cejas alzadas. Le advertí que decirle a mamá que estábamos saliendo iba a traer esta clase de consecuencias, el que avisa no traiciona.

—No hay nada que me halague más, Marta —le contesta él y la abuela se gira hacia mí.

—Deberían decirle a este otro chico, al novio de Klarita, que se nos una. Es tiempo de que la familia esté junta de una vez —mira hacia el cielo como con nostalgia y luego vuelve a fijar la vista en nosotros—. ¿Iban a salir? No los molesto más.

Se aparta, dando unos pasos hacia la casa.

—De hecho, recién habíamos llegado.

—Ohhh, hornee algunas galletas de manteca hoy a la mañana. Pasa y pruébalas, mijo.

—No, abue, él ya se iba...

—Será un placer —El muy descarado me guiña un ojo y alcanza a la abuela en su camino a la casa para tomarla del brazo y caminar junto a ella.

—Alcahuete —le susurro por lo bajo caminando detrás de ellos.

—Devo guadagnarmi la fiducia della nonna —dice mirándome por encima del hombro.

Cuando la abuela y Lucca cruzan por la sala la tía se los queda mirando a ambos y luego se persigna, poniendo cara de pena.

—Pobre niño en las manos que vino a caer.

La abuela le tira el trapo que le da en medio de los ojos y la tía se queja, soltando una carcajada a la que pronto se le une mi risa acallada por mi mano porque no quiero ganarme un trapazo también. Me dejo caer junto a la tía mientras Lucca y la abuela avanzan hacia la cocina. Él quiso meterse en el mundo de las galletitas, pues que lo afronte solo.

—Quiere que Lucca y Pablo vengan a almorzar el domingo —comento soltando un suspiro.

—De seguro les pone veneno en sus platos —me susurra.

—Es muy probable.

Al cabo de unos cinco minutos Lucca aparece con una bolsa de galletas colgando de su mano y la abuela a su lado haciéndole el cuento de la vez que me negué a bajar del árbol del patio trasero a menos que ella horneara galletas con forma de osito.

Sí, en esos niveles de malcriada y berrinchuda me manejaba a los siete años.

—Si supieras la diarrea que le dio después de comer una bandeja entera...

—¡Abuela! —me pongo de pie y cincho a Lucca hacia la puerta—. Eso es un dato irrelevante que para nada le interesa.

—¿Ya se van? ¿Tan pronto? —hace un mes la abuela no quería saber nada con Lucca y ahora parece que de pronto lo ama.

—Vamos a subir mis cosas a mi habitación, y después él tiene que irse a su casa.

—Fue muy amable, Marta. Mi madre va a estar encantada con las galletas —alza la bolsa en el aire y asiente con la cabeza mientras yo me dirijo hacia su auto.

Me meto en el asiento del copiloto y me estiro hacia atrás para agarrar mi mochila. La dejo en la vereda y vuelvo a estirarme hasta alcanzar la cajita que contiene mi regalo de cumpleaños. No dejaré que Steven me arruine los recuerdos lindos que hice en Los Ángeles, porque quitándolo a él, todo fue perfecto.

—¿Te llevo esto? —pregunta Lucca agachándose para recoger la mochila.

—¿No que no eras mi esclavo? —Le recuerdo sus palabras.

—Solo estoy buscando una excusa para volver a entrar en tu habitación.

—Bien, aquí tienes una más.

Le lanzo el mini bolsito que Emily me prestó para meter mi uniforme y algunas cosas que por arte de magia no entraron en la mochila y camino hacia la casa únicamente cargando mi regalo como si fuera la reina del mundo.

Martes 12 de abril 2022

———— ✨ ————
Holiwis. Anduve media desaparecida PIDOPERDON, pero es que taba con mucha tarea #launiesunakaka jsjsjaja

Me da miedo no llegar al final de PDE paara el 27 porque quedan pocos días y aki tamos lay de la vida. Igual estoy en vacaciones así que aprovecharé para escribir.

Espero que les haya gustado, no de olviden de votar feitas, las kiero.😘❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro