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3 | El pelinegro.

Klara me toma del brazo para cruzar al otro lado de la calle y perdernos entre las sombras que dan los árboles bajo el brillo de la luna. Caminamos dos cuadras en silencio, yo voy respondiendo las decenas de mensajes que me ha dejado Lizzie durante todo el día y ella, supongo que debe de estar hablando con Pablo, porque sonríe y se sonroja cada dos segundos.

—¿Te arrepientes de haber besado a Landon? —pregunta de la nada.

—Cada maldito segundo.

Si no fuera por ese beso no me tendría que haberme alejado de este pueblo, pero lo hecho, hecho está. Ahora solo me queda hacer como si nada hubiese pasado y listo.

—Puedes estar tranquila de que quiero hacerlo, de que quiero tener sexo, Pablo me gusta hace mucho —suelta una risita y se le iluminan los ojos—. Estoy... enamorada. ¿Tú estabas enamorada de Callum cuando follaron?

Callum es amigo de Andy. Él fue mi primera vez, diría que tuvimos un tonto romance de verano, pero no llegó ni a eso, follamos una noche y luego no nos volvimos a hablar. Tenía quince cuando eso pasó y no creía en lo de que para tener sexo se debe de esperar al indicado y mil mierdas más, aún no lo creo, pero me alegro de que Klara haya encontrado a su persona especial.

Seguimos hablando de Pablo todo el trayecto. Me cuenta que trabajará de mozo esta noche y que un amigo de él lo cubrirá para que puedan verse. También habla un poco más del mellizo de Landon, dice que al no hablar bien inglés, no ha interactuado con ninguna chica del pueblo y eso está poniendo nerviosas a unas cuantas.

—Aquí es —Klara se detiene a mitad de cuadra con la vista puesta en la casa frente a nosotros.

Hay una fila de autos estacionados en la entrada y a lo largo de la calle, lo que da a suponer que en la casa hay más personas de las que puedo soportar. Klara pasa su brazo por encima de mis hombros y me conduce entremedio de los autos hacia la puerta. Golpea y esperamos pacientemente a que alguien se decida a abrirnos.

No pasa mucho hasta que un chico en smoking negro y un corbatín ridículo nos abre la puerta y toma nuestros bolsos para luego desaparecer dentro de una pequeña habitación tipo despensa.

—Baños a la izquierda, cocina a la derecha, segundo piso cuatro habitaciones, patio al frente derechito por donde vamos caminando.

Klara me da las indicaciones de todos los lugares dentro de la casa apuntándolos con su dedo índice. No es tan necesario, pues, ya he estado aquí antes, pero de todas formas le agradezco por refrescarme la memoria.

—¿Vamos a por algo de tomar? —propongo.

—Estación cocina, allá vamos —camina por delante de mí y yo la sigo.

La cocina de esta familia es más grande que mi habitación entera y por ello siento algo de envidia, de la buena, pero envidia al fin. Klara rodea la isla de en medio y cruza ágilmente entre los mozos hasta llegar a uno de ellos que está lavando vasos y tomarlo por la espalda para abrazarlo. Por la forma en la que lo agarra me doy cuenta al instante de que es Pablo. El chico se da la vuelta y le sonríe ampliamente dejando ver todos sus dientes, se dan un beso corto y luego él le entrega una botella de cerveza asintiendo con respeto.

—Ella es Sara, amor —le dice Klara señalándome.

—Un gusto —Pablo me da un beso en la mejilla—, Klara ha hablado mucho de ti.

—Igual de ti —comento y Klara abre los ojos como platos.

—¡Ya tenemos con qué embriagarnos, mejor nos vamos antes de que esta chica me exponga! —Klara agita la botella de cerveza en el aire mientras toma mi mano y me arrastra fuera de la cocina.

No, no, no.

—Odio decirlo, pero esta vez paso.

Ella abre la boca y entrecierra los ojos con una mano en el pecho, fingiendo estar ofendida con gravedad, pero luego sonríe y esa expresión de niña buena que hace bien la tarea y se come todas las verduras en su plato regresa a su rostro.

—La tía le contó a mamá de tu borrachera de ayer, y solo por eso te la dejaré pasar —toca mi nariz con su dedo y vuelve a pasar su brazo por encima de mis hombros para arrastrarme fuera de la cocina—. Yo sí tomaré, a ver si así se me van estos nervios que tengo.

Ahora nos dirigimos al patio, no es un trayecto largo, pero aún así tenemos que detenernos varias veces a saludar a conocidos que nos dicen lo grandes y lindas que estamos y esa clase de cumplidos que todos los adultos les dicen a las jovencitas después de un tiempo sin verlas.

—Deberíamos perdernos antes de que otro viejo se nos acerque a hablarnos —Me susurra Klara al oído.

El enorme patio que recuerdo está lleno de mesas y sillas decoradas con telas color rosa pálido que en vez de parecer una simple fiesta de cumpleaños la hacen ver como la recepción de una boda. A lo lejos identifico a la familia de Landon; Débora, su madre está enfundada en un vestido verde coral y lleva su cabello negro como la noche recogido en un moño que le queda precioso. Emily, su hermana, lleva una falda azul y un top blanco que deja ver más de lo que la abuela nos permitiría a cualquiera de sus nietas. Algo que me encanta de esta chica, aparte de como se viste, es como combina sus accesorios con su outfit, ahora, por ejemplo, tiene un colgante de media luna y al menos cinco pendientes con formas de guitarras y micrófonos que le rodean todo el arco de la oreja.

Ojalá a mi me dejaran hacerme tantas perforaciones.

Al lado de Emily hay un hombre y supongo que ese es su padre, o padrastro debido a la infidelidad de su madre. Cuando mis ojos se detienen a contemplarlo no puedo evitar soltar un «Oh». El hombre es apuesto, ha de tener unos cuarenta y pico pero aparenta mucho menos, su cabello sin una pista de vejez lo ayuda un montón también, es castaño y en sí se parece mucho a Landon. Tiene músculos lo bastante definidos como para que se le noten por debajo del traje que está usando y la ligera barba le da un toque masculino y también un tanto hogareño.

Habla con Emily y cuando sonríe deja ver sus dientes blancos como si trabajara para una empresa de modelaje facial en vez de ser otro aburrido empresario atrapado por la rutina.

Mis ojos pasan del hombre esperando ver ahí al mellizo de Landon, pero no está.

—¿Cuál es Lucca? —Le doy un suave codazo a Klara tras rastrear todo el lugar con mis ojos y todavía seguir sin ubicarlo.

—No lo veo por ningún lado, pero estoy segura que está aquí, Pablo me dijo que estuvo en la cocina hace un rato.

La miro con desconfianza.

—¡Eh! No me mires así, nunca te he mentido. Ya verás que son totalmente diferentes. Lucca es mucho más lindo...

Eso es cierto. No lo de que el chico sea más lindo, sino la parte en que nunca me ha mentido y por eso es una de las personas en quien más confío.

—Decidiré creer en tu palabra —digo entrecerrando los ojos.

Me toma del brazo y me guía hasta una de las mesas en el fondo del jardín, junto al alto muro que separa un terreno del otro. Desde esa posición tenemos visión de todo el panorama, quién entra y quién sale, así como también qué hace cada uno aquí presente, es magnífico.

A medida que los minutos van pasando, la botella de cerveza disminuye la cantidad de su contenido y mi aburrimiento aumenta. En general, me gusta ir a fiestas, pero en situaciones como estas donde está todo muy tranquilo es cuando prefiero haberme quedado en casa comiendo galletas mientras hago maratón de Harry Potter. Y disfruto de repetir los diálogos de mi amor platónico, Draco Malfoy.

No he dejado de observar al padre de Landon, la forma en que le habla y le sonríe a Emily me parece tierna y me hace pensar en cómo era mi relación con papá ante de que yo descubriera lo de la infidelidad y que su matrimonio se fuera a la basura junto con nuestra familia.

—Eh —me susurra Klara—. ¿Ya no debería haber llegado Victoria?

Alzo los hombros. Lo que haga o deje de hacer Vicky me tiene sin cuidado

—Iré a buscar algo para tomar —comento poniéndome de pie. El vaso de Coca cola que me agarré de la mesa de bebidas hace un rato ya está vacío.

Ella hace el ademán de levantarse también, pero se tambalea demasiado y no quiero cargarla hasta la cocina, por lo cual le indico que se quede sentada y me pide que le traiga un vaso de agua con mucha, mucha, énfasis en mucha, bosta de ballena, cosa que claramente no haré.

Identifico a Pablo lavando algunas bandejas y depositándolas en un escurridor blanco inmenso a su lado y me acerco a él. Le toco el hombro con la punta del dedo y cuando se da vuelta le sonrío.

—Hola —vacilo—. ¿Puedes darme agua para Klara?

—¿Ya está borracha? —él me sonríe y estira su brazo hacia el escurridor para tomar un vaso y llenarlo con agua.

—Algo así —Me aparto un poco para dejar pasar a un chico con una bandeja cargada de platos diminutos con caviar.

—Supongo que sabes lo que teníamos planeado para esta noche —Me da el vaso y yo asiento—. Será mejor que lo dejemos para otro día, no quiero que no recuerde nada de lo que pase.

Vuelvo a asentir y me doy media vuelta para salir de la cocina.

Al volver con Klara y darle el vaso con agua me doy cuenta de que no me he traído nada para mí.

Si me pagaran por despistada en este preciso momento sería millonaria.

—¿Me ayudas a llegar al auto de Pablo? —dice Klara intentando ponerse de pie otra vez.

—No sé si en ese estado deberías quedarte con un chico... Además, me dijo que lo dejarían para otro día —repongo.

—No me lo follaré, tranquila Ange —balbucea.

—No importa, te llevaré a casa y punto —le digo y ella asiente—, solo déjame pedirme algo para mí y ya vuelvo.

—¡Dile a Pablo que me llame cuando acabe!

Asiento y con eso me alejo de ella tomando rumbo hacia la cocina por tercera vez en lo que va de la noche.

Pablo no está en su lugar de siempre, ni siquiera está en la cocina, por lo que apoyo la espalda contra la pared y me dispongo a esperar a que vuelva mientras a través de la ventana veo como la hermana de Landon se acerca a Klara y se sienta con ella en la mesa.

Llevo más de cinco minutos parada cuando comienzo a quitarme el esmalte de las uñas, levanto la vista y mis ojos se conectan con los del pelinegro al otro lado de la cocina. Está parado junto al refrigerador y me sonríe, una sonrisa ladina que revoluciona mis hormonas.

Sin dejar de mirarme, se endereza para decirle algo al chico pelirrojo a su lado, a él lo conozco, se llama James, Klara mencionó que es amigo de Pablo, pero no mucho más. James lo sentencia con su dedo índice y el pelinegro solo sonríe y relame sus labios clavándome la mirada.

Me veo obligada a apartar la vista y la regreso a mis uñas, esta vez rasco el esmalte con mayor fuerza y decisión, buscando quitarlo todo, distraerme y no volver a subir la mirada. Pero no puedo, algo en sus ojos azules me atrae. Tiene un piercing sobre la ceja derecha y otro en el labio que le da un aire a chico malo, un tatuaje sobre su hombro y clavícula se trasluce a través de su camisa blanca, lo he mirado tan poco tiempo que no sabría decir qué figura es.

Levanto la cabeza otra vez y él aún me está mirando. Sonríe con sus dientes perfectamente alineados, y señala con la cabeza hacia la puerta a mi lado mientras alza las cejas.

Si eso es una propuesta para hacer cualquier cosa indecente, no pienso negarme.

Le sonrió y juego con uno de los mechones de cabello que Klara dejó por fuera de mi peinado. Mis nervios se ponen a flor de piel cuando lo veo cruzar la cocina, acercándose a mí, con una sonrisa lujuriosa invadiendo su rostro.

—Esto está demasiado aburrido, creo que nosotros solos podríamos divertirnos mucho —su voz gruesa y la lentitud con la que habla guarda cierta magia que lo hace irresistible.

—Estaba pensando lo mismo... —suelto.

Pone una mano en la pared detrás de mí dejándome acorralada entre su cuerpo y esta para llevar la otra mano a mi mejilla y acomodar el mechón con el que yo jugaba detrás de mi oreja.

Tu tranquilo, eh ¡Que no hay una decena de personas a nuestro alrededor!

—Y yo pensaba en lo linda que te verías mientras te follo.

Debería ser ilegal que me hablara así. ¿Qué no piensa en los estragos que sus palabras causan en mi mente?

Al ver que no contesto vuelve a acercarse a mí, esta vez viene dirigido a mi boca, pero no, no dejaré que me bese. Al menos no frente a toda esta gente.

—Vayamos a un lugar más... privado.

Una sonrisa tuerce su boca, entrelaza sus dedos con los míos y me arrastra a través de la casa y hacia las escaleras.

Espero que la chica siga con Klara, porque sé que dejarla sola en el estado en que está es horrible, pero ahora mismo tengo muchas voces en mi cabeza que me gustaría apagar y este pelinegro me está ofreciendo una forma muy atractiva que pienso aprovechar.

Domingo 12 de diciembre 2021

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