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19 | Aprender a compartir.

Tengo que hacer buena letra.

No quiero que la abuela me siga mirando con cara fea cada vez que cruzo frente a ella.

Esto es importante para Vicky.

Esas son las cosas que me repito mientras camino con dos cajas en brazos hacia la casa del lago que hace solo unos días visité con un fin diferente al de una mudanza. Al parecer, los padres de Lucca compraron la casa para que Landon y Vicky vivieran en ella y así poder tener finalmente su privacidad como pareja; aunque, según Klara, en realidad es porque los empleados de la casa Bianchi ya no soportan recibir órdenes de Vicky las veinticuatro horas al día.

—Esas déjalas ahí, Sara —dice señalando el sofá grande—. ¿Klara qué hace fuera? ¿Fabricando más cajas?

Yo me encojo de hombros y en respuesta ella rueda los ojos claramente molesta.

—Ve a fijarte, tenemos que cargar todas mis cosas hoy y como se ponga de demorada no acabaremos.

Mientras voy en busca de Klara vuelvo a repetirme los motivos por los cuales estoy ayudándola y llego a la conclusión de que el fin no es justificación suficiente para tal sacrificio.

—Victoria va a arrancarte los ojos si sigues demorando en lo que sea que estés haciendo —murmuro acercándome a ella que está sentada en el asiento del copiloto con la puerta totalmente abierta.

—Todo el camino aquí se la pasó quejándose de lo mal que manejo y, ¿ahora quiere mi ayuda? —me mira con las cejas alzadas y regresa la vista a su celular—. Que ni lo piense. Aquí me quedo.

Yo niego con la cabeza, pero no respondo, solo me dirijo a la parte trasera del auto para tomar otras dos cajas y regresar adentro. No puedo enojarme con Klara por dejarme todo el trabajo a mí sola porque en primer lugar ella ni siquiera tendría que estar aquí, se ofreció a venir para que no tuviera que aguantar veinte minutos en coche a solas con Victoria y ya. Nadie mencionó que debiera hacer otra cosa.

—¿Y bien? —pregunta Vicky al verme entrar.

—Le duele la espalda —miento—. Va a quedarse a descansar un rato y luego se nos une.

—¿Quedan más cajas en el auto? —pregunta sin mirarme y yo niego con un sonido apenas audible—. Bien, entonces solo falta llevar estas cajas al piso de arriba y pueden marcharse.

—Son más de veinte cajas, Victoria —mis ojos parecen desorbitarse mientras repaso con ellos todas las cajas esparcidas por el suelo.

—Cuanto antes empieces antes acabarás —suelta ella encogiéndose de hombros.

Mi mente es atacada por la voz de la abuela y antes de que el clásico sermón comience, tomo la caja grande y como puedo la llevo al segundo piso.

La alegría que siento de saber que Vicky podrá estabilizarse en esta hermosa casa y que su hijo o hija crecerá jugando en el jardín, corriendo por la inmensa sala y demás se ve opacada por la rabia que no para de crecer en mí.

De verdad comienzo a creer que me tocó pagar el karma de alguien más.

Ya voy por el séptimo viaje de ida y vuelta al segundo piso cuando se escucha un auto estacionar en la entrada y a los pocos minutos Landon aparece en la casa como si nada.

—¿No se supone que estabas en Italia? —inquiere Vicky cruzándose de brazos.

—Te extrañaba tanto que tuve que regresar antes —se excusa él yendo a abrazarla.

Klara a sus espaldas me mira y agranda los ojos. Ambas somos testigos de que acaba de mentirle descaradamente y sin ninguna señal que lo delate.

—Podrías haber esperado a que regresara para mudarte —dice viendo las pocas cajas que aún quedan en el suelo—. ¿Las ayudo con las que restan?

Landon nos mira a Klara y a mí y antes de que podamos responder algo se agacha para recoger tres cajas apiladas una encima de otra. Yo hago lo mismo y camino detrás de él en silencio hasta la habitación en donde estaba dejando las cajas.

—Hay que ordenar estas o Victoria va a matarlas cuando vea que las han dejado así nomás —dice comenzando a mover cajas con los pies.

—Yo iré a buscar las otras mientras tanto —me giro para salir de la habitación, pero antes de que logre hacerlo él me toma por el antebrazo evitándolo.

—Espera, no te vayas —sus ojos taladran los míos—. Tenía la esperanza de poder verte en mi cumpleaños, pero al parecer estabas demasiado ocupada con alguien más como para tomarte el tiempo de ir a saludarme.

—Estaba con Klara —comento zafándome suavemente de su agarre y retrocediendo unos pasos.

—No te vayas —pide—. Si no quieres mover las cajas está bien, puedo hacerlo yo, pero quédate y hablemos.

—Hace mucho no hablamos, Landon, no tenemos ningún tema en común del que charlar.

En mi mente no paran de reproducirse imágenes asquerosas de la noche anterior que desearía poder arrancar de mi memoria para siempre.

—No creo lo mismo, Sara —deja la caja que estaba arrastrando y fija sus ojos en los míos—. Lucca es un tema en común que compartimos.

Trago grueso poniéndome nerviosa sin siquiera saber por qué.

—Están saliendo, ¿no? —yo niego con la cabeza y él sonríe—. Entonces deberías decírselo a él porque parece que no se ha enterado.

—¿A qué te refieres? —pregunto yo frunciendo el ceño.

—A que me prohibió que intentara algo contigo ahora que estás de regreso porque según él van a ir en serio.

¿Lucca dijo eso?

—O sea, no estamos saliendo, pero...

—Pero nada, Sara. Si no están saliendo la oración se queda ahí.

—No pienso igual —digo y me encojo de hombros.

No siempre las relaciones deben llevar una etiqueta, quizá sí seamos o seremos algo, solo resta descubrir qué.

—¿Sabes qué pienso yo? —alzo las cejas esperando escuchar su respuesta—. Pienso que Lucca es egoísta y que solo me dijo eso para que no pusiera mis ojos en tí mientras él se está en Italia haciéndole de todo a quien sabe cuantas chicas. Deberíamos enseñarle a compartir. ¿Qué me dices?

—Voy a buscar el resto de las cajas —El aire comienza a ser incómodo y por mi parte no tengo nada más que decir, desde un principio debí no haber abierto la boca.

—¿Ya no quieres nada conmigo, Sara? —pregunta él frunciendo el ceño—. Es triste ver que has cambiado. ¿Qué le pasó a la chica que iba a entregarme su virginidad porque estaba segura de que yo era el chico que amaba?

—Jamás dije que fueras el chico que amé.

—No, pero ambos sabemos que era así.

—No sabes nada, Landon —trago grueso y no tardo siquiera un segundo más en salir de la habitación.

Bajo las escaleras corriendo, tomo otras dos cajas y le hago una seña a Klara con la cabeza para que me acompañe arriba. Ella se excusa con Vicky diciendo que irá al baño y sube las escaleras pisándome los talones.

—¿Qué pasa? —pregunta con el ceño extremadamente fruncido.

—¿Puedo irme con Pablo y contigo? —pregunto en un tono de súplica.

Pablo iba a pasar a buscarla a ella y a mi luego vendría a buscarme el tata, pero dadas las circunstancias no quiero permanecer en esta casa más tiempo del necesario.

—Claro que sí, Sa. ¿Está todo bien?

—Es que Landon...

—¿Qué pasa conmigo? —me giro para verlo parado en el umbral de la puerta de la habitación sonriendo—. ¿Necesitas ayuda con esas cajas que traes?

—Yo la ayudo —Klara no espera a que él se acerque y toma dos de las cajas liberándome del peso—. Gracias de todas formas por preocuparte, Landon.

Va hasta él y le entrega las cajas con mala cara para después regresar a por la que todavía sostengo y arrebatármela de las manos.

—Creo que Sara ya ha hecho demasiado trabajo, deberías encargarte tú del resto que al fin y al cabo son las pertenencias de tu novia, ¿no?

Landon asiente fijando sus ojos en mí y cuando Klara voltea a verme me lanza un beso que se me hace extremadamente asqueroso.

—¿Nos vamos? —pregunta ella—. Pablo ya viene en camino, adelantemos algo caminando así no tiene que llegar hasta aquí.

Yo asiento y la sigo escaleras abajo sin mediar más palabra.

—Nosotras nos vamos, Vicky —dice despidiéndose con la mano en el aire—. Que tengas una linda noche.

—Para ustedes igual —grita ella desde el sofá sin siquiera mirarnos—. Gracias por la ayuda.

Salimos de la casa cerrando la puerta a nuestras espaldas y apenas se escucha el sonido del pestillo bloqueándose Klara me toma por los brazos y me mira fijo a los ojos.

—¿Qué pasó allí adentro? —la ferocidad en sus ojos me asusta—. ¿Qué mierda quería Landon contigo?

—Lucca me dijo que Landon estaba celoso de que él fuera a llevarme a la cena de sus padres y ahora Landon me ha preguntado si estamos saliendo.

—¿Qué mierda le importa? —rueda los ojos y empieza a caminar conmigo a su lado.

—Dijo que Lucca le prohibió que se acercara a mí porque quería ir en serio conmigo —su mandíbula cuelga por el piso—, y que era egoísta por querer reservarme para él mientras está con otras chicas en Italia.

—Que fastidioso —dice ella y vuelve a rodar los ojos—. ¡Y qué molesto! Está claro que no te sige gustando, ¿no? ¡Sara, dime que te dejó de gustar ese orangután peludo ahora mismo o soy capaz de darte con una piedra en la cabeza para...

—¡Obviamente no me gusta, Klara! —exclamo abriendo los ojos como platos—. La gente madura después de los quince y muchas veces se arrepiente de lo que hizo en ese entonces, ¿sabes?

—Por un momento me asusté —se lleva la mano al corazón—. Solo para que estemos en sintonía. Es Lucca quien te gusta, ¿no?

—Lo vuelves a preguntar y otra vez no sé qué decirte. Me siento bien estando con él y la forma en que reacciona mi cuerpo al suyo es evidencia clara de que me atrae, pero no lo conozco tanto como para saber si me gusta o no.

—Luego de la cita vas a conocerlo y ahí sabrás —se encoge de hombros.

—No conoces a una persona en una noche, Klara —ruedo los ojos divertida—. Jamás llegas a conocer completamente a alguien.

—Entonces tendrás que invitarlo a salir tú a él y continuar así hasta que sepas qué es lo que quieres, o sea, si lo quieres.

A lo lejos vemos los faroles de un auto y nos hacemos a un lado de la carretera. Pablo estaciona un poco más adelante de nosotras y se dispone a hacer reversa para girar el auto en dirección a casa.

—¿Vas a contarle a Lucca lo de Landon? —pregunta ella viéndome de lado.

—No creo, no es tan importante y no quiero que piense mal de su hermano por una tontería.

—Entonces no menciones el tema delante de Pablo porque conociéndolo va a decírselo. Siempre que hablo de alguno de sus amigos con él termina contándoselo y lo odio por eso.

—¿Dos chicas lindas solas en la carretera? —Pablo baja el vidrio de su auto y nos mira con una ceja arqueada—. ¿Necesitan que este apuesto caballero las lleve a algún lado?

—Sí —Klara no duda en subirse del lado del copiloto—. A la casa de nuestra abuela, por favor.

Él se tira encima de la palanca de cambios para besarla y ella sonríe sonrojándose un poco.

—Hola, Sara —me saluda Pablo con una sonrisa y yo sacudo la mano para responderle.

Klara lleva su mano al estéreo para encenderlo y una vez la canción de la radio comienza a sonar y ella nota que es una de 5SOS la sube a todo volumen y se mantiene cantando hasta llegar a casa de la abuela en donde yo los abandono para dejarlos seguir con cuales fueran sus planes para la noche.

Capitulo nuevooooooo

24/09/24

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