Capítulo 39: Cena con los suegros
—Mamá, deja de moverte de un lado al otro...me distraes —Le pidió Mei mientras trataba de concentrarse en el libro de biología.
Aunque eso era imposible cuando a su madre se ponía a cocinar.
—Hoy viene mi primer nuero y quiero recibirlo con el mejor banquete del mundo —Le explicó con emoción mientras agarraba un libro de recetas.
—Mi cielo hermoso, tú no cocinas desde que empezamos a salir —Se atrevió a decir el castaño, quien estaba sentado en uno de los sillones individuales—. Ahuyentarás a tu querido nuerito...aunque dudo que eso pueda suceder...
Mei sonrío ante el comentario de su padre mientras que Yuu decidió ignorarlo y continuar con la cena de la noche.
— ¿Enserio la dejarás cocinar?
—No quiero morir, Mei, recuerda que yo duermo con ella por las noches —Le respondió él mayor a lo que su hija solo pudo reírse—. En cuanto a ti, ¿No deberías estar ordenando tú cuarto? Si planeas mostrárselo a Mirio no puedes mostrarle la suciedad y desorden que es.
—Esta bien, lo haré —La ojiverde cerró él libro y se levantó de su asiento—. Tampoco es como si estuviese hecho un desastre.
Subió las escaleras con lentitud y luego caminó hasta su cuarto; al abrir la puerta se encontró con él desorden que había quedado tras la pijamada que habían tenido la noche anterior, una en la que habían hecho de todo menos estar tranquilas.
—Mierda, si es un desastre.
Soltó un pesado suspiro y comenzó a acomodar toda la ropa que habían sacado de su ropero; agarró varias bolsas de residuos y comenzó a lanzar toda la basura que había regada por todo él lugar.
Una vez que terminó de limpiar, comenzó a acomodar él escritorio y su cama. Sonrió levemente al ver la gran cantidad de osos de peluches que había sobre su mullida cama, la mayoría eran regalos del ojiazul. Sin embargo, su sonrisa se borró un poco al ver el peluche de que le había regalado Shouto.
Amaba ese peluche, indiferentemente de los problemas que haya tenido y tenga con el bicolor, pero le resultaba un poco incómodo tenerlo ahí. Sería raro que estuviese manoseándose con su novio y él oso de su ex-crush la mirara fijamente. Así que decidió meter es peluche dentro de una bolsa negra y guardarlo dentro del ropero.
Tardó como unas tres horas más en dejar todo su cuarto en orden, además de tirar muchas cosas que consideraba "innecesarias", por lo que tuvo que elegir la ropa que se iba a poner esa noche con rapidez y se metió al baño. Se dio una ducha rápida, se arreglo un poco el cabello y, justo cuando iba a ponerse unas pantuflas que combinaban con él color de su camisola, sonó su teléfono un par de veces. Se acercó rápidamente para ver quien era y sonrió al ver que era Mirio diciéndole que ya se encontraba afuera de su casa, por lo que sonrió con emoción y salió de su cuarto con rapidez. Bajó las escaleras y abrió la puerta para encontrarse con un sonriente Mirio a quien le saltó encima y lo llenó de besos; el ojiazul sonrió entre el beso para luego rodear el pequeño cuerpo con sus brazos, apretujándola con fuerza.
—Adoro cuando me recibes así cada vez que regreso de una misión —Le dio un rápido beso en los labios, haciendo que la menor esbozara una dulce sonrisa—. Creo que tomaré todas las misiones que pueda.
—Ni siquiera se te ocurra hacer eso, Mirio Togata, —Le dijo la menor sin dejar de sonreír con diversión—. Al final terminas pasando más tiempo con papá que conmigo.
Mirio negó con diversión y volvió a basarla, esta vez con más lentitud. Amaba besar esos dulces y suaves labios.
—Bueno, bueno, bueno, basta de compartir saliva —Los dos jóvenes se separaron sin dejar de sonreír para luego mirar a Daisuke—. Me alegra verte recuperado de la misión, chico.
—Lo mismo digo, Daisuke-sama —El rubio hizo una pequeña reverencia.
—Muy bien, antes de sentarnos a la mesa —La sonrisa del castaño desapareció completamente—...tu y yo tendremos una charla...a solas.
La sonrisa de Mirio se borró al tiempo que su cuerpo se ponía un poco tenso.
—Papá, ya hablamos de esto —Comentó Mei con molestia—. Prometiste que no le harías ese interrogatorio tan innecesario.
—Pues mentí —Hizo que los dos pasaran al interior de la casa—. Ahora, este niño vendrá conmigo a mi despacho privado para tener una charla de suegro a nuero.
—Nada de eso, Daisuke Takeyama, la cena ya está servida y no quiero que la coman helada —Exclamó Yuu mientras sujetaba a su nuero por los hombros, evitando que su esposo llevara a cabo su siniestro plan.
Mei suspiró más tranquila y se sentó junto a su novio mientras sus padres se sentaba frente suyo; en cierto momento, mientras su madre servía la comida, pudo notar que el rubio estaba bastante nervioso por lo que sujetó su mano por debajo de la mesa a modo de transmitirle tranquilidad y confianza. El mayor se giró para verla y apretó el agarre de su mano mientras le sonreía.
—Así que dime, Mirio —Comenzó a hablar él ojiverde mientras se llevaba un poco de la comida a la boca— ¿Dónde se conocieron?
La ojivioleta se llevó las manos a la cabeza. Sus intentos de evitar esa maldita charla se fueron a la mierda.
—Nos conocimos durante el festival deportivo, nos cruzamos en la enfermería y la ayudé con su amigo herido —Le respondió sin dejar de mirar a Mei—. No charlamos mucho tiempo, pero fue suficiente como para saber que era la chica con la que quería estar. Siento que no fue coincidencia que estuviéramos en ese lugar al mismo tiempo.
La ultima oración hizo que la sonrisa de Mei se borrara completamente, recordando las siniestras palabras que le había dicho su abuelo. Sin embargo hizo todo en su poder para que nadie de los presentes se dieran cuenta.
Yuu se llevó la mano al pecho mientras exclamada un "awwww" y Daisuke, quien hasta ese momento había mantenido un semblante serio y frío, no pudo evitar sonreír levemente ante las tiernas palabras del rubio.
—Si...se nota que se llevan muy bien —Rápidamente regresó a su pose intimidante, frunciendo el ceño levemente—. Regresando al tema ¿Hace cuanto que salen juntos?
—Hace unos... ¿Tres meses? —Le preguntó la ojiverde a su novio quien asintió firmemente—. Si, como hace tres meses y medio.
Ambos mayores se miraron y solo asintieron con la mirada, Yuu contestó.
—Son una parejita nueva, espero que esos tres meses se vuelvan muchos más.
— ¿Y quien es él que domina en la relación? —El rubio pestañó con sorpresa. Esa pregunta no se la esperaba ¿Qué debía responder?
—De hecho, no es él tipo de relación que queremos para nosotros —Le explicó sin dejar de sonreír con ternura—. Queremos una relación en la que los dos decidamos las cosas que queremos hacer, para evitar hacer sentir incomodo al otro. Nos gusta respetar los tiempos y los espacios del otro.
Boom ¿Cómo te quedó el ojo?
—Ya veo... —El ojiverde bebió un poco de jugo con lentitud— ¿Son cariñosos?
Los tres presentes se quedaron pasmados ante esa pregunta. Claramente tenía doble sentido, esa era la típica pregunta con la que los novios empezaban a cavar sus propias tumbas si no la respondían correctamente.
—Emmm, pues...supongo que somos bastante cariñosos —Le respondió el joven con cierto nerviosismo—. Ya sabe, lo normal, nos gusta andar tomados de la mano, darnos abrazos y besos.
—Si, Mirio es muy tierno y respetuoso —Mei apoyó su mejilla sobre el brazo del mayor mientras que, por debajo de la mesa, colocaba su mano sobre su pierna.
Él nombrado dio un pequeño saltito al sentir como esa manito traviesa subía más y más por su muslo, casi por llegar a cierta parte de su cuerpo que lo hacía ponerse bastante nervioso. No obstante, al girar la cabeza para verla, Mei le sonrió con ternura...como si no estuviese haciendo nada fuera de lugar. En realidad no le molestaba que la castaña fuera así de...cariñosa con él, solo que consideraba que ese no era el momento adecuado para hacerlo, mucho menos cuando tu suegro te escaneaba con la mirada.
Trató de relajarse, ignorando el cosquilleo que crecía en su interior, y sonrió de la manera más calmada posible, fingiendo que esa mano no estaba a pocos centímetros de su amiguito.
—Por los comentarios de mi hija...imagino que aún no han tenido relaciones sexuales ¿O si? —Tras esa pregunta, Míralo se ahogó con lo que estaba bebiendo mientras su rostro se tornaba rojo cual tomate.
Mei, quien hasta ese momento había estado "jugueteando" con el rubio, paró de mover su mano sobre su muslo cuando escuchó a su padre pronunciar esa oración. Inmediatamente su rostro se puso rojo y comenzó a sudar un poco. Trató de alejar su mano de entre las piernas de Mirio pero se dio cuenta de que su maldita pulsera se había enredado con la bragueta del pantalón; comenzó a jalonearlo de una forma que no resultará tan evidente, sin embargo su madre no tardó mucho en darse cuenta de lo que estaba pasando, sobre todo porque él rostro de su nuero se ponía más y más rojo y le costaba disimular.
—Vamos, respondan —Ordenó el castaño, esta vez con mas seriedad.
—P-Pues no, todavía no —Le contesto el ojiazul con nerviosismo. Justo en ese momento, Mei logró destrabar su pulsera, alejándola rápidamente—. Queremos que si sucede sea cuando los dos nos sintamos listos, no queremos forzar al otro a hacer algo que no quiera.
Daisuke lo miró fijamente por varios segundos para luego esbozar una pequeña sonrisa, asintiendo lentamente.
—Buena respuesta, chico —El rubio no pudo ocultar su alegría y sonrió ampliamente—. Me alegra saber que mi hija está con una persona que respeta su espacio y sus tiempos. Ya te lo dije el otro día pero lo volveré a repetir —Inspiró con fuerza—. Apruebo su relación.
Los dos jóvenes ampliaron sus sonrisas y luego se miraron con felicidad, entrelazando sus manos con fuerza.
—Bueno...es hora del postre —Exclamó Yuu con una sonrisa.
—Entonces iré a buscar él suflé que-
—Se quemó.
— ¿Cómo que se quemó? Pero si yo lo vi perfecto hace 30 minutos —Comentó Daisuke con confusión.
—Es una piedra negra —Fue lo único que dijo la rubia—. Tendremos que comprar otro postre.
Eso le pareció bastante raro a Mei, quien arqueó una ceja con confusión. Sabía que su padre había hecho el postre, y a él nunca le salía mal una receta. Su madre había estropeado el postre, eso era más que obvio, ¿Pero con que propósito?
—Bueno, supongo que tendremos que comprar algo —Murmuró el castaño—. ¿Podemos llamar y pedir-
—Es mejor que vayamos nosotros a comprar él postre, para poder elegir mejor —Propuso Yuu mientras le tomaba la mano con dulzura.
Listo, ya sabia cuales eran las intenciones de su madre...y no podía creer que su padre pudiera ser tan inocente, en algunas ocasiones, como para no darse cuenta de lo que estaba pasando.
—Está bien, vamos rápido —Dijo él mayor mientras agarraba las llaves del auto y su billetera—. Laven los platos mientras volvemos.
—Si papá.
Mientras estaban saliendo de la casa, Yuu le hizo una señal a su hija para que se le acercara, quien obedeció rápidamente.
—Escucha atentamente hija, esta es una oportunidad única —Mei la miró sin entender—. Les daré al menos 40 minutos para que pueda divertirse en privado, disfruta de tu Max-Steel rubio lo máximo que puedas.
Yuu le guiñó el ojo con picardía para luego cerrar la puerta, dejando a una muy avergonzada castaña parada en el hall de entrada. Tragó con fuerza y apretó sus manos contra su cuerpo con nerviosismo, sintiendo que los latidos de su corazón se volvían erráticos. Estaba nerviosa, muy nerviosa, si había pensado en como sería su primera vez con Mirio, su amiga se lo recordaba a cada momento, pero no sentía lista. Aun tenía ciertas dudas y miedos, había muchas cosas que quería hablar con el rubio antes de pasar al "siguiente nivel".
Suspiró como fuerza, tratando de calmar su respiración, y se giró nuevamente para encontrarse con que él rubio había empezado a levantar todo de la mesa. Sonrió levemente al verlo juguetear con la cosa negra qué parecía ser el postre, la hacía sentirse un poco más relajada.
— ¿Quieres que te enseñe la casa? —Esa pregunta sacó de su ensueño al ojiazul, quien le sonrió ampliamente a su novia.
—Claro, me encantaría —Dejó los platos y cubiertos en el lavatorio y se acercó a la manejo, depositando un pequeño beso sobre su frente—. Por cierto, debes dejar de manosearme frente a tu padre...a menos que quieras quedarte sin novio antes de tiempo.
—No se dio cuenta, así que eso no pasará —Le dijo la ojiverde mientras le acariciaba la mejilla suavemente—. Además, dudo que te haya molestado que lo hiciera ¿O si?
Mirio negó con diversión para luego entrelazar su mano con la de la menor, quien comenzó a caminar por toda casa. Pasaron más de 15 minutos caminando por todas las habitaciones que conformaban la casa hasta que finalmente llegaron al cuarto de la castaña, quien abrió la puerta con cierto nerviosismo.
—Y bueno...este es mi cuarto —Dijo Mei mientras se movía para dejarlo pasar
—Vaya, es muy... —El rubio hizo una mirada panorámica de todo el cuarto—...es muy femenino y hermoso.
—Gracias, supongo —Murmuró para luego cerrar la puerta con lentitud— ¿No habías entrado al cuarto de una chica antes?
—Nejire no nos permite entrar mucho a su cuarto, según ella tiene cosas que no quiere que vea nadie, así que no —Le explico para luego sonreírle—. Nosotros siempre decimos que esto es como un "jardín prohibido"
— ¿Y a que viene ese apodo tan raro? —Le preguntó la castaña entre risas.
—A que el cuarto de una chica esta lleno de cosas privadas y personales, es un lugar muy intimo... —Le respondió mientras acariciaba el dorso de los libros que estaban en la pequeña biblioteca—. Siento que si tu papá se entera que estuve aquí, me matará.
—No tiene porqué saberlo —Mei se puso de puntitas de pie y le dio un pequeño beso en la nuca, provocándole un escalofrío—. Si tú no se lo dices...yo tampoco lo haré.
—Mei Takeyama, sin dudas eres una chica muy traviesa —Se giró lentamente para luego sujetarla por las mejillas, empezando a repartir besos mariposas por todo el rostro—. Te adoro, eres tan hermosa.
—Tú lo eres más —Sin más volvió a unir sus labios en un lento y suave beso que poco a poco comenzó a tornarse más profundo e intenso.
Mirio deslizó sus manos hasta anclarlos en la cintura mientras que la castaña rodeaba su cuello con lentitud. Se separaron lentamente y, por acto reflejo, los dos se relamieron los labios. Mei deslizó ambas manos, acariciando el pecho y abdomen del rubio en el proceso, hasta llegar a su pantalón desfajando la camiseta para que quedará más holgada. Mirio jadeo al sentir las manos de su novia colarse bajo su camiseta, acariciando la piel de su espalda con suavidad.
Él mayor retrocedió hasta chocar contra la cama de la menor, en donde se sentó. Mei, aún con sus manos bajo la camiseta rayada de su pareja, se sentó sobre sus piernas sin dejar de besar los ya hinchados labios del rubio. Mirio, por su parte, apretó el agarre de sus manos sobre la cintura de la castaña al sentir como esta arañaba suavemente su piel, provocándole varios escalofríos que recorrían su cuerpo como rapidez.
Se separaron por unos segundos, admirando el rostro sonrojado y jadeante del otro; el rubio desvío su mirada hacía el cuello blanco de la menor, el cual lo estaba invitándolo descaradamente a besarlo. Haciendo caso a sus deseos, comenzó a repartir besos sobre la pálida piel, provocando que la ojiverde soltara jadeos casa vez más audibles. Se abrazó al pequeño cuerpo y giró suavemente sobre la cama y la ayudó a recostarse suavemente sobre la mullida cama; se levantó un poco para poder observarla mejor y sonrió de lado al ver como esos verdes ojos lo miraban con deseo.
Sin esperar más, Mirio se quitó la camiseta que llevaba puesta de una forma que solo se podía catalogar como "erótica"; las manos temblorosas de Mei se acercaron al pecho de su pareja, sintiendo lo bien trabajados que estaban esos músculos. No pudo evitar relamerse los labios al verlo de esa forma.
Era como una tableta de chocolate bien antojable .
La ojiverde sintió que sus mejillas hervían ante ese pensamiento...pero no podía evitarlo, esos músculos eran un deleite para su vista. Recorrió de arriba abajo ese cuerpo, acariciando con delicadeza la suave y calidad piel. La yema de sus dedos acariciaron las pequeñas cicatrices que decoraban la piel de mayor, imaginándose que eran resultado de los múltiples entrenamientos que había tenido.
—No dolieron mucho, si es lo que piensas —Se inclinó lentamente para poder rozar sus narices.
El cuerpo de la ojiverde se relajó ante la acción del mayor y, sin esperar mucho más, volvieron a unir sus labios en un apasionado beso; las temblorosas manos de Mei comenzaron a explorar todo el cuerpo de Mirio, hombros, cintura, clavículas, quería grabar en su memoria lo que sentía tocar esa piel caliente. Finalmente sus manos terminaron en la fornida espalda del rubio, usando de vez en cuando las uñas logrando que su novio rompiera el beso y soltara un sonoro jadeo.
Mirio dejó los hinchados labios de la menor y prosiguió a repartir besos por todo el cuello, provocando que la menor soltara un suave gemido. Deseoso de escuchar de nuevo ese sonido, continuó lamiendo y besando con más ímpetu, perdiéndose en el exquisito aroma que emanaba.
—Mmm... —Mei apretó las sabanas que se encontraban bajo su cuerpo al sentir los dientes del rubio sobre su cuerpo.
El ojiazul se alejó un poco para ver de frente a su pareja, perdiéndose en esas gemas verdes que lo miraban con curiosidad y deseo mesclados. No pudo evitar sonreír victorioso al ver el leve color rojo que comenzaba a adornar el palito cuello de la menor, colocó sus manos sobre las sonrosadas mejillas y estampó su boca contra la otra en un profunda beso. Las manos de Mei se enredaron en las doradas hebras de su pareja mientras sus lenguas jugaban afuera de sus bocas, enredándose en un beso húmedo.
Se separaron por la falta de aire para luego mirarse fijamente a los ojos, jadeando sonoramente. Mirio alejó sus manos de las mejillas de Mei y las deslizó lentamente por todo su cuerpo hasta llegar a su abdomen, encontrándose con esos malditos botones que cubrían la piel que tanto deseaba tocar.
— ¿Me permites...?
Mei no puedo evitar sonreír con ternura, Mirio siempre era tan considerado y cuidadoso con ella. Colocó sus manos sobre las del rubio con lentitud, ayudándolo a desabrochar cada botón con lentitud. Sin embargo, justo cuando el rubio iba a abrir la camisa, las manos de la castaña se lo impidieron.
—A-Antes de que abras la camisa, yo debo decirte algo —El rubio asintió rápidamente, reprimiendo sus deseos insanos de arrancarle esa tela roja y besar cada parte ese cuerpo—. Tengo una cicatriz de la que no estoy orgullosa, me he sentido muy incómoda por culpa de eso...
—Una cicatriz no puede cambiar lo hermosa que eres, tanto por dentro como por fuera —Le acarició la mejilla suavemente—. Así que no sientas vergüenza.
La ojiverde asintió con timidez y alejó sus temblorosas manos de su pecho, permitiéndole así al ojiazul poder abrir finalmente su camisa. Inmediatamente, al sentir su piel expuesta a la mirada hambrienta del mayor, Mei ladeó el rostro en señal de vergüenza mientras su respiración se aceleraba de nuevo. Sin embargo, Mirio observaba ese cuerpo con infinita adoración, recorriéndolo de arriba abajo con la mirada; en medio de ese recorrido se topó con la dichosa cicatriz, la cual se extendía por debajo del brasier. Acercó la yema de sus dedos la zona, provocando que la menor se removiera.
—Eres hermosa...
Sin esperar más, comenzó a repartir besos por toda la zona con delicadeza; comenzó por la cicatriz para luego continuar por todo el abdomen, provocando que la menor se removiera sobre las sabanas mientras jadeaba con fuerza. Mirio usó su lengua para tragar una línea imaginaria que partía desde el borde del brasier hasta llegar al borde del pantalón, volviendo a subir nuevamente. Sin dejar de besarte y lamer el abdomen de Mei, las manos del ojiazul se deslizaron lentamente hasta llegar a los voluptuosos senos, apretujándolos con algo de fuerza por eso enzima de la tela.
— ¡Ah...!
El cuerpo de Mei se arqueó de manera exquisita mientras soltaba un sonoro gemido, provocando que el rubio sonriera con diversión. Amaba oír esa voz de una manera diferente, una que nadie más tendrá el privilegio de escuchar, porque él sería el único que provocaría esos sonidos...no la dejaría ir nunca.
Alejó sus manos del pecho de la castaña y sujetó las sonrojadas mejillas, mirándola fijamente; se sonrieron por varios segundos para luego juntar sus labios en un suave y dulce beso. Mei no supo bien en qué momento Mirio había quedado entre sus piernas; cuando sus cuerpos acortaron toda distancia, pudo sentir algo más, algo duro rozar contra su entrepierna. Entró en pánico al escuchar él sonido de la hebilla ser desabrochada y rápidamente alejó al rubio con sus manos.
— ¡No...!
Mei retrocedió rápidamente hasta chocar contra la cabecera de la cama, abrazando sus piernas con fuerza. El silencio se hizo presente en el cuarto, ninguno de los dos tenía ni idea de qué hacer, se había roto todo ese ambiente que habían creado.
—Mei, abre los ojos... —La nombrada sólo negó. Sentía demasiada vergüenza como para poder mirarlo—Por favor.
Sintió y como la mano acunaba su mejilla de manera dulce, cosa que fue suficiente para hacerle abrir los ojos con lentitud. Entonces sintió como su corazón daba un vuelco al ver la forma en la que su amado le sonreía, tratando de calmarla.
—L-lo siento...—Le susurró la menor mientras sus ojos se cristalizaban—. No me siento lista..
—Hey, tranquila —Mirio besó su frente con dulzura—. Dijimos que iríamos lentamente para no incomodar al otro. Todo esto fue mi culpa, me dejé llevar por mis impulsos y no pensé en como te haría sentir esta situación. El que debería disculparse soy yo.
—Mirio... tú no eres virgen ¿Verdad? —Esa pregunta hizo que la sonrisa del mayor se volviera algo pequeña.
—Pues, no...no lo soy —Mei fijó su vista en un punto inexistente, asimilando la respuesta—. Sin embargo, mi primera vez no fue porque estuviese enamorado...fue más por experimentación. Por eso créeme cuando te digo que él día que tú y yo lo hagamos, sentiré que eres la primera chica a la que me entrego por completo...tú eres la única chica a la quiero pertenecer.
Mei sonrió ampliamente para luego lanzarse sobre el mayor, abrazándolo con fuerza. El ojiazul correspondió el gesto con la misma fuerza, apoyando su rostro en él pecho de la menor, disfrutando del calor que este emanaba.
Sin embargo, ese romántico momento se vio interrumpida cuando sintieron como la puerta de la entrada se cerraba con fuerza. Rápidamente se separaron y saltaron de la cama, comenzando a vestirse y arreglarse entre tropezones y risotadas. Los dos se miraron para asegurarse de que el otro estuviera bien arreglado y salieron del cuarto, bajaron rápidamente la cocina, encontrándose con la pareja.
—Oh, ahí están —Dijo Yuu con una sonrisa— ¿Que estaban haciendo, par de traviesos?
—Nada que se pueda malpensar, mamá.
—Eso es cierto, Mei solo me estaba mostrando la casa, la cual es muy hermosa por cierto —Añadió Mirio para luego sonreírle a su novia. Si iban a mentir, debían hacerlo bien.
—Esta bien, ahora comamos este postre antes de que me arrepienta y no les invite nada —Dijo Daisuke con una sonrisa.
Después de comer, se sentaron a ver una película en la sala. La película era bastante entretenida, al punto que no se dieron cuenta cuando el reloj marcó las dos de la madrugada. Sin embargo, solo se dieron cuenta de la hora cuando él cielo tronó con fuerza para luego largarse a llover.
—Oye Daisuke, creo que con esta lluvia no podrás llevar a Mirio a su casa.
—No, creo que no —Se levantó para ver la calle a través de la ventana—. Supongo que te quedarás a dormir esta noche, iré a preparar la habitación de huéspedes y te traeré algo de ropa.
El rubio asintió lentamente para luego sonreírle a la castaña, quien le regresó la sonrisa y entrelazó su mano con la suya. Después de que le entregaran la ropa, se metió al baño donde estuvo casi 15 minutos, hasta que finalmente salió con uno de los pijamas de Daisuke puesto. Los dos mayores lo llevaron hasta él cuarto de huéspedes y se despidieron amablemente.
Como era de esperarse, Mirio se acostó en la cama de dos plazas y fijó su mirada en él techo. Se tomó un pequeño tiempo para recordar lo hermoso que había sido poder recorrer él cuerpo de la castaña con sus labios, sintiendo como estos seguían cosquilleando. Soltó un suspiro y sonrió suavemente, sintiéndose completamente feliz.
Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos al ver como la castaña entraba a su cuarto y cerraba la puerta con mucha lentitud...tratando de no hacer ruido; inmediatamente se sentó sobre la cama y se movió un poco para permitirle acomodarse a su lado, tapándolos una vez que estuvieron pegados.
— ¿Nadie se dio cuenta de que estás aquí? —Le preguntó él rubio en un susurro, mirándola fijamente. Mei sólo negó suavemente.
—Quería estar un ratito más contigo —Le dijo la menor para luego acariciar l mejilla de su pareja—. Además...quería contarte algo.
—Soy todo oídos, mi princesa.
— ¿Recuerdas cuando dijiste que sentías que el conocernos no era una casualidad? —El mayor asintió lentamente—. Pues tenías razón Mirio...no fue casualidad.
— ¿Crees que estábamos destinados a conocernos? —Le preguntó con interés.
—Estoy segura de que fue así —Se removió un poco sobre la cama para luego suspirar—. Hace unas semanas...fui a ver a All For One, ahí me dijo que todas las parejas de mi familia eran formales por él. Mis abuelos se conocieron por él, mis padres se conocieron por él...y nosotros también.
Mirio abrió los ojos con sorpresa, asombrado de escuchar esas palabras, sin embargo esa expresión fue reemplazada por una de alegría.
— ¿No deberías estar sorprendido o hasta molesto?
—Si no fuese por él, quizás no te hubiese conocido...o puede que cuando te haya conocido ya no podríamos estar juntos —Le contestó para luego besarla suavemente—. Se lo tendré agradecido toda la vida.
Mei sonrió con ternura para luego besarlo de manera suave para luego abrazarlo, enredando sus piernas con las del mayor.
Pasaron varias horas charlando sobre cualquier cosa, hasta que él sueño le terminó por ganarle a Mei. Ahora los dos estaban abrazados de cucharita, Mirio la tenía abrazada mientras que Mei tenía su mano entrelazada con la suya. El rubio seguía despierto, sonriendo levemente mientras paseaba su nariz por él cuello y mejilla de la menor.
Disfrutaba él tener él cuerpo de su amada tan cerca del suyo, tantas veces había soñado con él momento en que la tendría entre sus brazos...y ahora se había vuelto realidad.
—Te amo... —Murmuró para luego cerrar los ojos lentamente, dejándose vencer por él sueño.
Sin saber que Mei estaba despierta...y no dejaba de sonreír.
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FINALMENTE PUDE SUBIR ESTE CAPITULO!!!!!!
Hola gentecita bella, Cómo están?
Espero que esten pasando una mañana/tarde/noche genial
Lamento no haber publicado antes, pero esta semana ha sido de terror
He llego a dormir solo 4 HORAS en toda la semana
Amo mi carrera, amo mi carrera
:)
En fin,
Al capítulo
CASI HUBO LEMMON
Me encanta dejarlas siempre queriendo más...
Pero la proxima vez no será asi....
😈😈😈😈😈😈😈😈
Si les gustó, dejen estrellita y comenten, se los agradecería de corazón 💖💖💖💖💖💖💖
Próximo Capítulo:
"pecadores"
SE VIENE EL LEMMON SEÑORES
🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥
Sin más que decir..
Bye Bye
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