Daegu
Yoongi se encontraba sentado en un pequeño parque donde no había nadie, solo era él y sus pensamientos. No podía aceptar o comprender cómo todo eso lo había imaginado; Las caricias de Jimin, sus besos, las tantas veces que tuvieron intimidad estaban grabadas como huellas en su cuerpo ¿Cómo era posible que eso hubiera sido falso? ¿Acaso nunca salió de Daegu? Todo indicaba que lo que dijo el médico era real. Los cuatro chicos no existían, él nunca fue a Busan y lo más doloroso de todo, el amor de su vida sólo era producto de su imaginación.
Decidió dejar de pensar en eso y darle un vistazo a su vida: Seguía siendo un ladrón, seguía siendo buscado por la policía como todo un criminal, no tenía el amor de Jimin, el chico el cual no existía. Su vida volvía a ser un caos, volvía a ser una vida sin sentido. Yoongi muchas veces había deseado volver a Daegu y dar un paseo con Jimin recordando su vida de mierda ¿Quién iba a creer que iba a volver? Pero... Sin Jimin, sin vida, sin nada.
—Suga — mencionó Namjoon un poco preocupado — te veo diferente.
—Lo soy — musitó cancino — ¿Me creerías si te dijera que imaginé toda una vida? Una vida que ahora no existe.
—¿Te arrepientes de haber despertado? — masculló con tristeza. Yoongi negó.
—Tengo que aceptar que ésta es mi realidad, no la que vivía en mi mente.
Namjoon trató de darle ánimo, pero Yoongi se encontraba desbastado, sentía que su vida había dado otro rumbo. Un rumbo que no le gustaba o simplemente no le hacía feliz. Yoongi trataba de verle el lado positivo, había recuperado a Namjoon y J-hope, otra vez tenía a sus padres ¿Qué más podía pedir? ¡Ah! Claro. Jimin.
Namjoon le pidió que fuera con J-hope y con él a su casa, sus padres habían arreglado una pequeña fiesta celebrando que su hijo había vuelto. Yoongi asintió sin ánimo preocupando aún más a los chicos, ese no era el mismo Yoongi rudo, sin corazón, sin emociones, aquel que una muestra de amor solo era una perdida de tiempo; Ahora Yoongi estaba sentimental, hablaba con tristeza sobre su vida falsa y sobre todo, sus ojos se cristalizaban cada que le decían que Jimin no era real.
—¡Hijo! — exclamó con emoción al ver a Yoongi — creí que te había perdido para siempre.
—Mamá — mencionó tratando de animarse — nunca pensé volverte a ver.
—La vida siempre te regresa a dónde fuiste feliz.
—Claro.
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