Final
"Bebé, déjame ser tu hombre, para así poder amarte. Y si me dejas ser tu hombre, entonces cuidaré de ti, de ti. Por el resto de mi vida, por el resto de la tuya, por el resto de mi vida, por el resto de la tuya, por el resto de las nuestras."
Let Me - Zayn.
(Lean este cap escuchando esa canción porque suena tan yoonmin :'))
Cerca del edificio adyacente al gran palacio Kremlin se encontraba un aeródromo al cual Yoongi y Jimin se dirigieron a la mitad de la fiesta de boda, el acontecimiento se había desarrollado de acuerdo a lo planeado por los chicos, todos estaban complacidos con el resultado, Jungkook y Yoongi no dejaron de agradecer a su amigo en repetidas ocasiones, admitiendo que, aunque al principio les había parecido una idea descabellada ahora pensaban que no podía haber sido una mejor decisión.
Por fin habían unido sus vidas junto a las personas que amaban y tenían la fe de que permanecerían así por el resto de sus días.
Jimin miraba a Yoongi con adoración mientras caminaban por el amplio terreno, pensando en que todo aquello no era más que un sueño y despertaría en cualquier momento, sin embargo, la brisa fría del exterior que lo sacudía le hacía espabilar y entender que no se trataba de una ilusión, todo era real y estaba pasando justo en ese momento.
— ¿A dónde iremos? —preguntó el pelirosa con curiosidad una vez estuvieron frente a un imponente Jet negro estacionado frente a ellos.
—Lo verás en unas horas —respondió el pelinegro con suavidad tomando la mano de su esposo y arrastrándolo hasta las escaleras del vehículo, saludando a Chan que se encontraba al pie de este.
— ¿Todo en orden? —cuestionó el mayor en dirección al chico rubio quién asintió con una sonrisa.
—Vse gotovo, shef. Bronirovaniye gotovo, nomera gotovy, vse soglasno zakazu. [Todo está listo, jefe. La reserva está lista, las habitaciones están listas, todo justo como lo pidió.] —respondió Chan con una sonrisa y Jimin abrió los ojos con sorpresa.
—My sobirayemsya v puteshestviye? [¿Nos vamos de viaje?] —El pelirosa preguntó emocionado, tomando a Chan por sorpresa. Yoongi sonrió con dulzura al menor.
—Ty mnogomu nauchilsya, Jimin. [Has aprendido mucho, Jimin] —soltó el rubio sorprendido y el mencionado asintió con una sonrisa tímida.
No dijeron nada más y directamente Yoongi volvió a caminar sujetando la mano del menor, subiendo los escalones hasta llegar al interior del Jet, una azafata los recibió y les indicó que podían sentarse done gustaran, Jimin examinó el interior con atención, sorprendido al notar que parecía mucho más grande en el interior, con cómodos sofás de color crema a modo de asientos, mesas equipadas con televisión, computadoras, cargadores, e incluso varias armas en un rincón.
—Si desean comer o beber algo, no duden en llamarme —habló la mujer reverenciando frente a ellos, Yoongi sólo asintió y se sentó en uno de los asientos indicándole a Jimin que se sentara a su lado y así lo hizo, aún sin dejar de examinar todo.
—Por el momento estamos bien, gracias —El azabache habló con voz suave y luego devolvió su atención al pelirosa—. Puedes descansar durante el viaje, te recomendaría que lo hagas ahora, a donde vamos no creo que tengas mucho tiempo de hacerlo.
La sonrisa pícara del pelinegro no pasó desapercibida ante los ojos de Jimin, y enseguida captó el doble sentido en sus palabras cosa que le hizo sonreírle de vuelta, acercándose casi de inmediato para besar sus labios acción la cual tomó por sorpresa al pelinegro quién aún no se acostumbraba a que su esposo tomara la iniciativa en aquel tipo de situaciones.
— ¿Tendremos una luna de miel? —cuestionó el pelirosa con ojitos brillantes. Yoongi alzó las cejas mostrándose sorprendido pues no esperaba que Jimin que conociera aquel termino.
— ¿Sabes lo que es una luna de miel? —preguntó el pelinegro inclinándose para abrochar el cinturón de Jimin cuando la azafata indicó que estaban por despegar.
—Vimos una película de vampiros con Asgard, al final de la boda la pareja se iba a una isla y tenían sexo todos los días —comentó el menor con tono inocente—. Bueno, al principio no todos los días, ya que el vampiro tenía miedo de lastimar a la chica porque era muy fuerte.
— ¿Qué clase de películas los hace mirar Asgard? —cuestionó Yoongi con el ceño fruncido abrochándose su propio cinturón.
—Cuando tenían sexo rompieron la cama, el vampiro de verdad tenía mucha fuerza —siguió contando Jimin con una expresión concentrada, cosa que hizo que Yoongi sonriera al percatarse una vez más de lo hermoso que era su chico.
—Bueno, yo no tengo tanta fuerza como para lastimarte mientras tenemos sexo. Y tampoco vamos a romper la cama —respondió Yoongi con tono burlón, Jimin dejó escapar una risa fresca que hinchó el pecho del pelinegro con felicidad.
—Al final tuvieron que terminar su luna de miel porque la chica quedó embarazada del vampiro... —murmuró Jimin mirando al frente, claramente sumido en sus pensamientos mientras recordaba la película. Yoongi le miró fascinado, enternecido por la emoción de Jimin al hablar de la película.
—Pues, esto tampoco nos pasará a nosotros.
— ¿Estás seguro? ¿Qué tal si también eres un vampiro? Ahora que lo pienso hay bastante parecido —comentó Jimin moviéndose un poco para ver mejor a su esposo—. Tienes la piel pálida como el vampiro, y una belleza inhumana. Aparte siempre me estas olfateando el cuello. ¿Seguro que no eres un vampiro?
Yoongi contuvo la risa y siseó sujetándose el mentón como si pensara, Jimin le miraba con una sonrisa encantadora y el pelinegro solo quiso seguirle el juego.
— ¿Y que si lo soy? ¿Vas a dejarme y huir? —cuestionó el pelinegro ladeando la cabeza, esta vez fue el turno de Jimin para fingir que pensaba, mirándolo de reojo con una sonrisa coqueta.
—Hm, no. Creo que ya sé cómo lidiar con vampiros —soltó con simpleza, volviendo a sonreír de forma amplia hacía el mayor.
Yoongi liberó una carcajada desde el fondo de su estómago, la risa le hizo cerrar los ojos y sujetarse el abdomen por el dolor después de tanto reír, Jimin le acompañó riendo de igual forma y luego de eso el ambiente entre ellos pareció volverse más cálido. El mayor se preguntó si alguna vez había reído de aquella manera en su vida, y Jimin se preguntó si se podría ser más feliz en la vida de lo que era en ese momento.
Después de aquello el pelinegro pasó una mano detrás de la nuca ajena y lo atrajo para poder besarlo con cariño, Jimin correspondió al instante colocando su mano en la mejilla de Yoongi para poder acariciarlo mientras compartían aquel momento. La distancia parecía ser demasiada entre ellos por lo que el pelinegro le desabrochó el cinturón y lo invitó a sentarse en sus piernas, cosa que Jimin no dudó en hacer, compartieron largos y tiernos besos hasta que ambos estuvieron duros en sus pantalones, sin embargo, Yoongi le dijo que debían esperar un poco más, él tenía algo mucho mejor ya preparado.
Varios minutos después Jimin se quedó dormido sobre el regazo de Yoongi con la cabeza metida en el hueco de su cuello y el pelinegro le siguió tiempo después sintiéndose completamente en paz, en su lugar seguro.
En el fondo, el alba comenzaba a pintar el cielo indicando el comienzo de un nuevo día mientras ellos descansaban plácidamente junto al otro, recargando sus baterías para empezar una más de sus tantas experiencias juntos.
Una hora más tarde, el gran mar de las islas griegas se iba extendiendo debajo de ellos. La azafata se acercó a ellos y tal cómo Yoongi le había pedido antes de quedarse dormido le tocó suavemente el hombro para despertarlo.
—Señor, ya estamos llegando al destino —informó la mujer y Yoongi asintió medio somnoliento, mirando el cuerpo de Jimin reposando suavemente sobre él, sintiendo cómo la ropa comenzaba a ser demasiada para el clima.
El azabache subió la ventanilla y observó las grandes construcciones del lugar, el mar azul se extendía a través de toda la orilla, creando un contraste espectacular con la piedra blanca, el sol de la mañana reflejaba con tonos naranjas, haciendo que el ambiente luciera cálido. Con mucho cuidado acarició la espalda de Jimin, besando su frente y todo su rostro buscando despertarlo.
Poco a poco el pelirosa se removió y parpadeó varias veces para aclarar su vista antes de mirar a Yoongi quién le dedicó una sonrisa reconfortante mientras señalaba la ventana a su lado con la cabeza, Jimin se movió un poco para mirar mejor y abrió los ojos con sorpresa ante la vista que presenció.
—Bienvenido a Grecia, Jiminnie. —Yoongi susurró cerca de su oreja y luego besó la parte trasera de esta.
Jimin sintió su corazón latir emocionado, en ese momento Yoongi le indicó que se acomodara en su asiento porque estaban a punto de aterrizar y así lo hizo. Una vez en tierra Yoongi lo llevó a la parte trasera del Jet y le indicó que debían cambiarse de ropa antes de bajar. Sin pudor alguno Jimin se desvistió frente a su esposo y este amablemente lo ayudó a colocarse unos pantalones cortos en color blanco, una camiseta a rayas en tonos azules y blanco y en los pies un par de sandalias de piel.
Yoongi también se cambió de ropa, optando por un jean de mezclilla claro y una simple camiseta blanca, seguido de eso se colocó un sombrero de cubo negro e igualmente a Jimin.
—Ahora, protector solar, mucho protector solar —avisó Yoongi tomando la crema en su mano, dejó caer una cantidad en su mano y la esparció por cada parte de piel visible del cuerpo de Jimin, pasando desde sus piernas, brazos, hasta su rostro y cuello, el pelirosa solo reía sintiendo cosquillas por las manos de Yoongi y sintiéndose un poco incómodo ante la gran cantidad de producto que era esparcido por su piel, sin embargo, la sensación fue desapareciendo a medida que esta se secaba.
—Déjame ayudarte —solicitó Jimin arrebatándole el tubo a Yoongi para poder aplicarle la crema tal como había hecho con él. El pelinegro sonrió enternecido y se dejó hacer, una vez listos, se tomaron de las manos y Yoongi guardó su celular junto a su cartera antes de comenzar a caminar para salir del Jet.
Una vez fuera la brisa fresca los recibió, junto al Jet en la pista de aterrizaje se encontraba Hyunjin, uno de los hombres de Yoongi, frente a un brillante Maybach negro. Al verlos enseguida reverenció y corrió a abrir la puerta trasera del auto para ellos.
— ¿Qué tal el viaje? —preguntó el pelirrojo de forma educada. Jimin lo saludó con una sonrisa apenas lo vio.
—Fue muy rápido —respondió el pelirosa emocionado.
—Lo mismo digo, estuvo bien —respondió esta vez Yoongi y esperó que Jimin subiera al vehículo antes de hacerlo él.
—Los llevo al hotel entonces, deben estar hambrientos —comunicó el menor cerrando la puerta antes de correr al asiento de piloto.
En el camino al hotel Jimin se mantuvo pegado a la ventana con Yoongi a su lado, la isla era preciosa, la arquitectura era algo que Jimin aún no había visto ni siquiera en las películas y el clima cálido era bastante agradable. El mar azul se veía desde cualquier punto y el pelirosa se sentía ansioso por poder remojar sus pies alguna vez en el agua.
Al cabo de varios minutos la entrada de un gran hotel les dio la bienvenida, los ojos del menor brillaron una vez más y Yoongi sólo se dedicaba a apreciar cada una de sus reacciones, definitivamente Grecia había sido una excelente idea.
Toda la edificación era de color blanco sólido y liso, había unos cuantos árboles con un hermoso tono verde que combinaba a la perfección con el lugar y una gran piscina enfrente, por donde quiera que miraran todo lucía cada vez más bonito. Bajaron del auto y Jimin casi brincó de la emoción, caminaron directamente hasta el interior del lugar donde les recibieron algunas personas, un hombre alto sostenía una bandeja con algunas copas llenas de champán y enseguida le ofreció una al pelirosa y a su esposo.
—Bienvenidos, señores Min —saludó la mujer a cargo de la recepción—. Acá tienen su llave. Su desayuno acaba de ser servido en la suite, espero disfruten su estancia y no duden en llamar si necesita algo.
—Muchas gracias —dijo suave el pelinegro y tomó la tarjeta blanca la cual era la llave de la habitación.
Caminaron hasta la parte trasera del hotel siendo guiados por uno de los empleados y Jimin se emocionó aún más al ver que estaban justo al lado del mar, subieron unas cuantas escaleras y llegaron una parte abierta del hotel, era un pequeño pent-house que contaba con una hermosa piscina privada, el lugar parecía un sueño, Jimin se quedó sin aliento y Yoongi sonrió satisfecho.
—Si desea algo puede usar el teléfono de la habitación para comunicarse con la recepción, le atenderemos en seguida —explicó el chico antes de asentir y despedirse para dejarles solos en el lugar.
Yoongi tomó la mano de Jimin una vez más y lo llevó hasta el interior del lugar, en la parte inferior se encontraba una mesa rodeada de pétalos de rosas rojas y sobre esta un gran desayuno que estaba compuesto de diferentes platos, la decoración del lugar era moderna, pero sin perder ese toque sutil que acompañaba al resto del lugar, la iluminación era asombrosa debido a los grandes ventanales y las puertas dobles que se mantenían abiertas dejando entrar la luz del exterior también.
— ¿Quieres desayunar? —preguntó Yoongi con intenciones de caminar hasta la mesa, sin embargo, se vio frenado por Jimin quién se plantó en su lugar.
— ¿Dónde está la habitación? —cuestionó el pelirosa con las mejillas sonrojadas y Yoongi ladeó la cabeza sintiéndose levemente confundido.
—Arriba. ¿Quieres verla? —Yoongi preguntó comenzando a caminar hacia la escalera, pero nuevamente fue interrumpido por Jimin.
— ¡No! Espera aquí, ya vuelvo —dijo el pelirosa soltando su mano y alejándose un poco hacía las escaleras sin dejar de verlo—. No se mueva.
Jimin advirtió señalando con su dedo y Yoongi sonrió divertido asintiendo con la cabeza en señal de derrota, y sin más que hacer se quedó de pie en el medio del lugar esperando curioso por lo que sea que estuviese planeando su pequeño.
Arriba, el menor se encontraba rebuscando en su maleta hasta que dio con la bolsa negra con elegante logo, miró dentro y suspiró pensando en qué momento había cedido ante la idea de Asgard aquel día que los llevó a Taehyung y a él a aquella tienda para adultos. Vació la bolsa sobre la cama revelando el conjunto de lencería de encaje en tonos rojos, bufó exasperado y se preguntó nuevamente si aquello no era demasiado o si en realidad a Yoongi le gustaría que usara algo como eso.
De sólo pensar en la mirada ansiosa del pelinegro su piel se erizaba, la forma en que Yoongi paseaba sus ojos sobre su cuerpo como si deseara devorarlo siempre lograba excitarlo, y no necesitaba más para sucumbir ante él y ante sus propios deseos. Al cabo de un pequeño debate mental decidió que usaría el conjunto. Sin muchos rodeos se desvistió y comenzó por colocarse la pequeña tanga de encaje que tenía algunas tiras de más que rodeaban sus muslos y una parte de su cintura, seguidamente se colocó la parte de superior y tomó uno de los albornoces del baño para cubrirse por el momento.
Yoongi sonrió al verlo bajar las escaleras y enseguida se acercó para ofrecerle una mano y ayudarlo a bajar los últimos escalones.
— ¿Quieres ir a la piscina? —preguntó el pelinegro creyendo que ese era el motivo por el que se había cambiado.
—Hm, aún no —respondió el pelirosa de forma suave y con dedos vacilantes comenzó a deshacer el nudo del albornoz.
Los ojos de Yoongi se mantuvieron atentos, poco a poco su mente se fue aclarando, descifrando que era lo que Jimin quería. La tela se deslizó fuerza de los brazos del menor y cayó al suelo revelando lo que había debajo. Yoongi sintió que su garganta se secó, la sacudida de calor fue directamente a su entrepierna, tan rápido que resultó casi doloroso. El pelirosa lo miró con las mejillas sonrojadas, de pie aún en el primer escalón de las escaleras, la mirada de Yoongi se paseó hambrienta desde sus pies hasta sus ojos. El miembro semiduro del menor se transparentaba a través del encaje al igual que sus pezones y sólo tuvo que dar dos pasos para alcanzarlo, enseguida lo acorraló entre su cuerpo y el barandal de la escalera, sus miradas se conectaron y sus respiraciones se mezclaron debido a la escasa distancia.
— ¿Todo eso es para mí? —preguntó Yoongi con voz gruesa.
—Así es. ¿Te gusta? —Jimin le miró con cautela, ansioso por escuchar su aprobación.
En respuesta, Yoongi acercó sus manos a su cintura y lo atrajo más cerca, logrando que su cuerpo se friccionara contra el contrario.
—No sabes lo mucho que quería verte de esta forma —susurró contra sus labios antes de besarlo con una pasión desenfrenada.
Jimin jadeó contra sus labios ante el demandante beso que luchaba por corresponder, la temperatura se elevó rápidamente, el clima cálido de la isla sólo facilitó más las cosas y Yoongi no podía dejar de pensar que el hermoso chico que tenía entre sus brazos era su esposo.
Finalmente, y luego de tantas cosas lo habían logrado. Y ahora nada podría interponerse entre ellos y su felicidad.
Yoongi observó cada centímetro de su piel y no dudó en agacharse frente a él quedando de cuclillas, besó su vientre y acarició sus piernas con parsimonia, Jimin suspiraba complacido mientras enredaba su mano en sus cabellos negros sintiendo como su erección despertaba con cada beso húmedo del contrario sobre su piel.
La lengua de Yoongi delineó su erección sobre la tela de la lencería haciéndole temblar, amasó sus nalgas con devoción mientras frotaba su mejilla con la piel suave de su abdomen, aspirando su aroma y cada partícula de él, Yoongi podía jurar que había nacido para estar de rodillas frente a Jimin, incluso estando a sus pies sería feliz, incluso estando a la altura del suelo que pisaba se sentiría complacido, porque su Jimin era el ser más hermoso del mundo y él había nacido para venerarlo como su dios.
Con una mano apartó la tanga de encaje liberando su erección despierta, enseguida la tomó en sus labios y paseó su lengua por toda su extensión haciendo que Jimin jadeara.
—Y-Yoongi... —murmuró el pelirosa entre gemidos sintiendo la boca húmeda de su esposo chuparlo con esmero.
—No tienes idea de lo mucho que te amo y te deseo, Jimin... Me siento tan lleno de ti, pero aun así siento que jamás será suficiente —habló Yoongi contra su piel, apretando su cintura y subiendo sus besos hasta llegar a sus pezones.
Jimin apretó el barandal de la escalera con una mano y con la otra tiró del cabello de Yoongi hacía su cuerpo, cómo si aún fuese posible que estuviesen más juntos. El pelinegro delineó sus botones con la lengua haciendo que temblara y al mismo tiempo volvió a tomar su trasero en sus manos esta vez alzándolo del suelo haciendo que enredara las piernas alrededor de su cadera.
Compartieron un beso húmedo y apresurado antes de que Yoongi comenzara a subir las escaleras con sumo cuidado hasta la habitación. Sabían que tenían todo el tiempo del mundo, pero aun así, sentían que morirían si no estaban juntos ahora mismo, sus cuerpos estaban calientes, sus hombrías más despiertas que nunca y el deseo rebosaba por cada poro de sus pieles.
Junto a la cama, Yoongi bajó a Jimin haciendo que este volviera a estar de pie, el pelirosa le miró con una sonrisa coqueta y besó su mejilla antes de ponerse de rodillas frente a él.
—Cuidado, espera —advirtió Yoongi entre la calentura inclinándose para tomar uno de los cojines de la cama y ponerlo en el suelo para que su pequeño no se lastimara las rodillas. El pelirosa sonrió y Yoongi atesoró aquella sonrisa en el fondo de su alma.
Con manos expertas Jimin desabrochó los pantalones de su esposo y los bajó de un tirón junto a su ropa interior provocando que su erección saltara erguida frente a su rostro, se relamió los labios, sintiendo cómo su boca se hacía agua y comenzó por tomarla en su mano, besando la punta y pasando la lengua a lo largo de la extensión, delineando cada una de las venas que sobresalían. Yoongi gimió con voz ronca y por auto reflejo embistió el aire sintiéndose ansioso. Observó cada acción del menor con atención, la vista de Jimin de rodillas frente a él era lo más excitante de todo, el pelirosa subía su mirada a su rostro cada tanto mirándolo con esos brillantes y mejillas acaloradas.
Jimin engulló la erección de Yoongi hasta que esta rozó su garganta provocándole una arcada que contuvo con facilidad, se mantuvo atento a las reacciones del azabache, sabía cuánto amaba que lo mimara de aquella manera y a él le encantaba complacer a su esposo. Yoongi sostuvo la cabeza del menor obligándole a tomar lo más que pudiese, Jimin se separó cuando se quedó sin aliento y un hilo de saliva resbaló de sus labios, el mayor no dudó en recogerlo con su dedo y luego chupar el mismo. El menor masturbó la erección dura en su mano y lamió el glande sin apartar su vista del rostro del contrario.
Entre el silencio de la habitación lo único que podía oírse era el sonido de la boca húmeda de Jimin sobre la erección de Yoongi, el sonido de los gemidos y jadeos del mismo y el sonido de la brisa moviendo el mar a la distancia. El momento era simplemente perfecto, parecían ser los únicos en el mundo, en aquella habitación no había más espacio para nada que no fuesen ellos y su amor que crecía cada vez más con mayor intensidad.
Jimin se puso de pie cuando Yoongi tiró de su brazo y volvieron a besarse cayendo juntos en la mullida cama que apenas se hundió bajo el peso de sus cuerpos, había tantas cosas que querían decir en ese momento, pero sentían que la conexión de sus cuerpos juntos era capaz de explicarlo todo.
Yoongi alcanzó el lubricante sobre la mesita y esparció una cantidad considerable en sus dedos mientras miraba el rostro de su amado esposo, su cabello rosa esparcido sobre las sábanas blancas y su piel ligeramente más bronceada que la suya combinando a la perfección con el encaje rojo que cubría parte de su cuerpo.
Y joder, era el hombre más afortunado del mundo.
El menor abrió las piernas para Yoongi y dejó que hiciera la tanga a un lado antes de introducir uno de sus dedos empapado en lubricante. — ¿Se siente bien?
La pregunta del azabache fue sencilla, sin embargo, Jimin globalizó sus palabras y pensó un momento, meditando una vez más en qué momento habían sucedido tantas cosas y en qué momento habían llegado hasta allí. En qué momento había vencido todos sus miedos, en qué momento había renacido y había comenzado a sentirse verdaderamente feliz.
La respuesta estaba frente a sus ojos. Yoongi era la respuesta a todo, el responsable de su felicidad, la medicina que había curado todos sus males, la brisa que le había brindado la paz que tanto habían anhelado por años.
—Estar contigo se siente bien —confesó con voz suave pero segura. Yoongi sonrió y justo en ese momento, dos de sus dedos alcanzaron aquel punto sensible dentro de él.
La espalda de Jimin se arqueó y gimió alto sintiendo la ola de placer que lo sacudió volverlo más dócil en los brazos del pelinegro, su erección goteó y su entrada palpitó, deseosa por tener a su esposo muy pronto dentro de él.
—Siempre estaré contigo, mi esposo —susurró Yoongi cerca de sus labios sellando sus palabras con un beso mientras sus dedos comenzaban a embestirlo con mayor rapidez.
—Te amo, Yoon —murmuró Jimin aferrándose al cuerpo del contrario.
—Yo te amo mucho más, Jiminnie —soltó separándose abruptamente de él. Estuvo a punto de protestar, pero se quedó en silencio cuando vio que Yoongi se había apartado para terminar de desvestirse.
Esparció otro montón de lubricante sobre su erección dolorosamente dura y se acomodó entre las piernas del pelirosa, lo miró buscando aprobación y este solo asintió abriendo más las piernas, era en esos momentos que Jimin agradecía ser tan flexible. Poco a poco Yoongi fue llenando su interior, probablemente nunca dejaría de sorprenderse ante el tamaño de azabache, sin embargo, sabía que solo era cuestión de relajarse para poder tomarlo sin problemas.
El contrario acarició sus muslos mientras se acostumbraba y mantuvo los ojos cerrados, poniendo todo de sí para no mantenerse quieto, por más desesperado que estuviera, lastimar a Jimin nunca sería una opción.
Sus caderas se movieron con suavidad, arrebatándole un pequeño gemido al menor quién miraba el cuerpo de Yoongi arremetiendo contra él, su piel blanca cubierta por la tinta de los tatuajes en varias zonas siempre sería una obra de arte ante sus ojos, la luz suave entraba a través del gran ventanal de cristal que daba una vista perfecta del mar azulado, la piel pálida del mayor parecía brillar e irónicamente Jimin volvió a recordar la película de vampiros. Al cabo de un par de minutos sus gemidos ya se mezclaban entre sí, el sonido de sus cuerpos chocando ahora era parte de la banda sonora del momento, Yoongi acariciaba el pecho de Jimin mientras lo embestía cada vez con más fuerza, el pelirosa rasguñaba los brazos del contrario sintiendo que el placer era tanto que se volvía abrumador.
Entre jalones y tropezones Yoongi lo puso de pie, dieron unos cuantos pasos, sus piernas temblaron y una vez estuvo frente al gran ventanal apoyo las palmas contra este para darse soporte, Yoongi se colocó detrás de él y tiró de sus caderas hacía haciéndole arquear la espalda.
—Qué bonita vista —comentó el azabache mirando hacia abajo. Jimin creyó que hablaba del mar, pero en ese momento no fue capaz de responder, Yoongi volvió a enterrarse en él de golpe.
Jimin lo miró sobre su hombro, gimiendo en voz alta mientras lo miraba con ojos oscuros, una mirada lujuriosa y llena de deseo. Yoongi gruñó sujetando su cadera y golpeando en su interior con fuerza.
—S-Sí, Yoongi... Más —jadeó Jimin sintiéndose mareado por todo el placer que se arremolinaba en su interior.
—Eres tan hermoso, podría tenerte así todo el día —confesó el pelinegro con voz ronca.
Jimin gritó cuando volvió a alcanzar su punto y sintió que caería al suelo. Yoongi le dio la vuelta, esta vez su espalda quedó pegada al cristal y enseguida lo alzó del suelo, Jimin enredó las piernas a su alrededor y gimió cuando volvió a penetrarlo, esta vez sintiéndolo aún más profundo debido a la posición.
—P-Puedes hacerlo... Podemos hacerlo todo el día, ahora soy tu esposo —soltó Jimin entre jadeos aferrándose a la espalda del pelinegro, Yoongi lo sostenía con firmeza mientras lo embestía.
—Yo lo soy... Soy tu esposo, Jimin. Somos. —Las palabras acariciaron sus oídos de forma satisfactoria, la palabra se sentía demasiado bien en su lengua, jamás creyó que podría llegar a decir aquello, pero ahí estaban.
Jimin sintió que su orgasmo estallaría en cualquier momento, su mente estaba nublada debido al placer, jamás creyó que una sensación de aquella magnitud podía existir, pero una vez más Yoongi le demostraba que con él todo era posible. El mayor gimió en su oído cuando el interior de Jimin se apretó y se corrió manchando ambos abdómenes, Yoongi tampoco pudo evitar derramarse abundante en su interior, sintiendo cómo su cuerpo se sacudía debido a la intensidad.
Dio unos cuantos pasos hacia atrás aun sosteniendo a Jimin y se sentó en la cama con el cuerpo del menor a horcajadas, una vez allí rodeó su cuerpo en un abrazo firme mientras intentaba regular su relación.
—Te prometo... Que seguiré a tu lado cada día, voy a amarte cada día más, voy a hacerte feliz todos los días, en todo momento, estoy tan loco por ti, cielo. Jamás podré dejar de amarte y desearte así de tanto. Park Jimin, te has convertido en mi todo desde la primera vez que te vi —confesó el azabache sin soltar su cuerpo, Jimin sonrió con ojos húmedos debido a la emoción que le habían transmitido sus palabras.
En ese momento, todo lo malo que había pasado en la vida de Jimin pareció esfumarse, cómo si una especie de maldición se hubiese levantado. Se sintió liviano y sereno, pero, sobre todo, se sintió seguro y amado. Amado por el mejor hombre que pudo haber conocido en su vida.
Su existencia había cobrado sentido al lado de Yoongi. Ningún casino, ningún mal recuerdo, ningún otro hombre, podría arruinar lo que estaba construyendo con él, con el amor de su vida, su esposo.
—No más Park Jimin. Soy Min Jimin, tu esposo, Yoongi.
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