6
Estaba recostado sobre la pared de aquel mugroso sótano en el cuál se encontraban las jaulas, en ese momento todos esperaban por Jongin ya que habían sido convocados a una reunión y ahora esperaban para oír lo que tenía por decir el moreno, pero justo minutos antes de que el hombre llegara, dos de las chicas del casino habían decidido que era buena idea comenzar una discusión, mientras Jimin solo observaba en silencio cómo la tensión comenzaba a formarse en el ambiente cómo una gruesa cortina de humo; ambas femeninas se gritaban entre sí, rivalizándose por alguna razón que para Jimin no tenía absolutamente nada de sentido, sin embargo, las peleas entre los chicos y chicas del casino no eran nada extraño, más bien resultaba cosa de todos los días.
— ¡No tienes ningún derecho de criticarme! ¡Todos aquí estamos en la misma posición! —espetó una de las involucradas. Por un lado la pequeña pelirroja tenía razón, nadie allí era más que nadie, al fin y al cabo todos eran la misma basura que no servía para nada más que complacer a los asquerosos hombres que frecuentaban el lugar.
— ¡¿Si todos estamos en la misma posición entonces por qué yo duermo en las asquerosas jaulas cada noche mientras tú duermes en las habitaciones?! —Jimin rodó los ojos con burla, observando como Taehyung se acercaba discretamente a su lado, con su cabello ahora azul cayendo por su frente con delicadeza.
— ¿Ahora por qué discuten? —preguntó el peliazul mirando al par de chicas que parecían estar a punto de lanzarse a los golpes.
—Lo de siempre, el nadie-es-mejor-que-nadie de todos los días —respondió Jimin encogiéndose de hombros al mismo tiempo que pasaba una mano por su melena roja antes de volver a hablar—. Sólo espero que dejen de gritarse antes de que llegue Jongin o se llevaran una buena golpiza.
Taehyung asintió en acuerdo sin apartar la vista de las chicas al igual que el resto de las personas allí, quienes miraban la situación de lejos no queriendo involucrarse y ganarse un lío por culpa de unas perras inconformes.
— ¡Odio este maldito lugar! —El grito de la chica rubia los tomó por sorpresa a todos, en especial a Jimin quién había estado luchando por no quebrar el último nudo de paciencia que le quedaba.
— ¡¿Quieren callarse?! ¡Cuando entenderán que sus malditos espectáculos solo harán que se ganen unos buenos golpes para sus asquerosos rostros! —escupió Jimin con rabia haciendo que todos retrocedieran un paso, hasta la chica pelirroja se hizo a un lado haciendo que la rubia quedara frente a él.
— ¡Para ti es fácil decirlo! ¡Eres quién tiene más privilegios aquí y no haces nada que nosotros no hagamos! —La rubia lo observó furiosa y el pelirrojo no pudo callar la risa que brotó de su garganta.
— ¿Qué no hago nada, dices? ¡¿Acaso sabes toda la mierda que he tenido que soportar para llegar aquí?! ¡Llevo años viviendo en este maldito lugar y me las he arreglado para sobrevivir hasta el momento! —Jimin apretó sus puños con rabia contenida, los ojos de la chica se abrieron con sorpresa, continuó—. Sí tú estuvieses en mi lugar y hubieses tenido que soportar lo que yo he soportado, te aseguro que no hubieses durado con vida más de dos días ni mucho menos estarías quejándote tanto. Aquí nadie tiene ningún privilegio, esto no es un maldito palacio, así que deja tus malditos delirios de perra real y cierra la boca.
Nadie volvió a decir ni una sola palabra, luego de aquello esperaron a Jongin en silencio y Jimin se sintió tranquilo al saber que al menos se habían salvado de un regaño, un par de minutos después la conocida figura de Jongin se hizo presente en el lugar y al mismo tiempo sintió como Taehyung entrelazaba sus dedos con los suyos tratando de mantenerse tranquilo, Jimin le sonrió con dulzura y acaricio su mano con el pulgar antes de devolver su vista al hombre de traje que se quedó de pie en medio del lugar.
—Ah, mis lindas piezas de póker... Como algunos sabrán, se acerca un día muy importante para nuestro casino —Los cuerpos de Jimin y Taehyung se tensaron enseguida ante aquellas palabras, pues ellos sabían perfectamente a lo que Jongin se refería, y no era nada bueno—. En un par de días será el aniversario del casino Trébol, y los nuevos aún no lo saben, pero el día de nuestro aniversario es un gran día aquí en Las Vegas, siempre nos hemos destacado en nuestras fiestas de aniversario por lo que siempre recibimos gente de todo el mundo. No sabemos cuántos días tomará, quizá una semana, quizá más, no lo sé. Ya saben que deben estar preparados y brillar todo lo que sea posible para representar dignamente a nuestro casino.
Jimin quiso reír ante la manera en que el Jóker había explicado la situación, cómo si aquel casino fuese un trabajo digno o cualquier mierda así que pasara por su cabeza, hablaba de aquellos días como si fuesen una maravilla, una verdadera celebración, mientras que para los chicos y chicas allí era como una especie de tortura, los que ya lo habían vivido, cómo Jimin y Taehyung, sabían de lo que estaba hablando.
El día del aniversario del casino era casi una fecha patria en Las Vegas debido a que recibían a todo el público que pudiese pagar la entrada, la cual no era muy costosa y con ello daban bebidas gratis cargadas de drogas y cualquier sustancia que fuera ilegal, la música sonaba fuerte todo el día y toda la noche mientras los shows se presentaban uno detrás de otro, los cuales obviamente eran llevados a cabo por ellos mismos, también se realizaban subastas, juegos especiales, sorteos y más; aparte todo tenía hasta un 50% de descuento, incluyendo los servicios sexuales.
Lo cual era la peor parte para los chicos y chicas encargados de complacer a los hombres, pues en una sola noche debían complacer alrededor de 10 tipos como mínimo, cada uno, una tras otra, tras otra ronda.
En el último aniversario Jimin había quedado tan maltratado y debilitado que tuvo que ver al médico y guardar reposo por unas tres semanas. Taehyung había quedado incluso peor, su cuerpo parecía haber recibido una paliza, haber sido víctima de agresión de sexual y sufrido un accidente automovilístico.
Y todo eso sin mencionar que debían luchar con peleas, asesinatos, apenas tenían tiempo para comer y como si fuera poco, el mal humor de Jongin.
Sin duda lo peor para las personas allí (y con esto me refiero a los trabajadores) era ese maldito aniversario.
Jimin se dedicó a ignorar el resto del palabrerío de Jongin, pues ya se sabía aquel monólogo casi de memoria. Quería llorar de la frustración, pero estaba tan cansado que se sentía incapaz hasta de soltar lágrimas, solo espero a que el hombre se retirara para poder irse a dormir de una vez por todas.
—J, K, hablaré con ustedes luego para planear el show —habló el hombre trajeado antes de salir y los mencionados solo se dedicaron a asentir con obediencia y una vez el hombre estuvo fuera Jimin tomó la mano de Taehyung para caminar hasta a la habitación.
Una vez dentro Jimin dejó escapar un largo suspiro, sintiendo que no podría si quiera mantenerse en pie mucho más tiempo, estaba tan cansado que sentía que caería dormido apenas tocara el colchón y el saber que no tendría suficiente tiempo para descansar debido a la llegada del maldito aniversario hacía que quisiera llorar y hacer un berrinche al igual que un niño pequeño.
—Jiminnie... ¿Todo estará bien, cierto? —La voz de Taehyung lo sacó de sus pensamientos y enseguida centró su atención en él quien se encontraba jugando con sus dedos evidentemente nervioso. Jimin podía saber lo que pasaba por la mente del peliazul en ese momento, así que sentó junto a él y acarició su cabello lentamente ganándose una mirada de su parte.
—Sí TaeTae, todo estará bien, no será fácil, pero sabes que al final todo pasa. —Jimin le sonrió con sinceridad, deseando con desesperación darle un poco de confort al pequeño y borrar esa mueca de preocupación de su hermoso rostro.
Taehyung asintió con suavidad y cerró los ojos soltando un suspiro, relajándose luego de unos cuantos segundos. Jimin se sorprendió un poco al ver al menor acercarse hacía el con intenciones de besarle, hacía mucho no tenía aquel gesto, sin embargo no se lo negó y se inclinó para tomar su nuca uniendo sus labios en un beso tranquilo hasta que Taehyung comenzó a mover sus labios con mayor intensidad buscando profundizar el beso. Jimin trató de borrar aquella inseguridad que sentía respecto a las acciones del menor y lo besó con firmeza, delineando su belfo con la lengua e introduciendo esta para explorar su cavidad bucal.
Un pequeño gemido por parte de Taehyung fue ahogado contra la boca de Jimin y de a poco la temperatura de sus cuerpos comenzó a elevarse, el pelirrojo recostó al menor sobre la cama sin dejar de besarle, acariciando todo su cuerpo y desviando sus besos a su cuello, haciendo que este arqueara la espalda y ladeara la cabeza para darle un mayor acceso.
—Jiminnie... —jadeó Taehyung acariciando los cabellos de Jimin mientras este tanteaba sus pezones bajo la tela de su camisa.
— ¿Qué es lo quieres, Tae? —preguntó el mayor con la voz ronca, sintiendo como el menor alzaba sus caderas buscando más contacto con su cuerpo.
Las manos de Jimin apretaron sus caderas sacándole un gemido, el menor abría y cerraba la boca tratando de decir algo, pero no podía controlar el calor abrazador que recorría su cuerpo ante las caricias que estaba recibiendo.
—Q-Quiero... Quiero... ¡Tócame, Jiminnie! —pidió el menor casi con desespero. Jimin siempre había amado la sensibilidad de Taehyung, la manera en que un simple roce de la persona correcta podía encenderlo y llevarlo al límite de rogar por más.
Jimin llevó sus manos al borde de la camisa de Taehyung y se la sacó de un tirón lanzándola a un lado de la cama, luego se dedicó a explorar el torso del contrario con sus labios, sintiendo como se desconectaba de la realidad por un momento, siendo consciente solamente de los jadeos y suspiros entrecortados que escapaban de la boca del chico debajo suya, la forma en que se sentía su piel tibia y suave contra sus manos y el aroma dulce de su perfume que lo hacía sentirse mareado. Ambos se consideraban el escape del otro, cuando sentían que no podían más y que todo estaba cayendo sobre ellos siempre se tendrían mutuamente, Jimin podía decir que Taehyung era la única persona a la cual había amado verdaderamente en esta vida, su sonrisa dulce y aniñada le entregaba la calma por la que tantas veces rogaba, Taehyung había sido el responsable de mantenerlo cuerdo en aquel lugar, era la única persona que lo hacía pensar de nuevo cuando estaba a punto de abandonarlo todo, Taehyung era la única persona por la que quería luchar y mantenerse fuerte.
Por otro lado Taehyung veía a Jimin cómo su súper héroe, así como los de los cuentos que les leen a los niños antes de dormir, Taehyung no conocía demasiado de sentimientos, le era difícil comprender las emociones ajenas, pero aun así sabía que lo que sentía por Jimin era demasiado fuerte, demasiado bonito y demasiado real. Ni siquiera Jungkook había conseguido hacer que se sintiera tan querido al tocarlo como cuando Jimin lo hacía.
Se sumergieron en su mundo, en aquella burbuja que creaban para escapar de los problemas, se besaron con cariño y se dedicaron a hacerlo con calma mientras reían totalmente en confianza, allí se sentían seguros, el uno al lado del otro, pues ese era su pequeño paraíso en aquel horrendo infierno.
De a poco la ropa desapareció hasta que estuvieron totalmente desnudos, sus pieles se rozaban haciéndolos jadear y Jimin agradeció que las paredes fuesen lo suficientemente gruesas o podrían escuchar con facilidad los gemidos de Taehyung, no les importaba, no es como si aquello pudiese traerles problemas, Jongin sabía que ellos se acostaban de vez en cuando y aun así los dejaba dormir juntos, nunca pareció molestarle y Jimin silenciosamente le agradecía aquello.
Dos de los dedos de Jimin previamente lubricados con su saliva tantearon la entrada de Taehyung y no lo pensó mucho antes de introducirlos, sacándole un suspiro entrecortado al peliazul quién arqueó su espalda y movió sus caderas incitándole a mover sus dedos, así lo hizo, los movió dentro y fuera del apretado agujero del menor, agregando un tercero cuando creyó que ya podía soportarlo.
Lo preparó durante algunos minutos mientras que sus labios lo besaban con calma, buscando distraerlo de cualquier incomodidad que pudiese sentir, Taehyung correspondía lo mejor que podía, tratando de callar los gemidos que escapaban de forma involuntaria.
El menor contuvo la respiración cuando el miembro duro de Jimin presionó contra su entrada, luego se acercó para volver a besar los labios contrarios al mismo tiempo que se enterraba hasta lo más profundo de su interior.
—Te amo, Tae... —susurró Jimin comenzando a mover sus caderas de forma lenta para luego marcar un ritmo más intenso a las embestidas.
—T-También te amo, Jiminnie... —Taehyung se aferró a su espalda y gimió en su oído cuando las embestidas se volvieron más duras.
Sus pieles sudadas se rozaban y la fricción de sus cuerpos se sentía exquisita, el sonido del chapoteo de las caderas de Jimin con los glúteos de Taehyung era la mejor música que podía existir, no luchaban por contener los sonidos, estaban inmersos en aquellos sentimientos cálidos en su pecho que se acompañaban del latir desenfrenado de sus corazones.
Estaban escapando de la realidad, por un momento estaban olvidando dónde se encontraban, en aquel asqueroso casino donde no valían nada, por un momento habían olvidado que los retenían allí a la fuerza, que no podían escapar y que por más que quisieran luchar debían resignarse. Jimin por un momento olvidaba que había sido vendido por sus padres, que no tenía más que desgracias en la vida y que cada día tenía más ganas de morir. De repente recordó a Yoongi, sus promesas ridículas y sin sentido, su sonrisa socarrona y esa habilidad que tenía para descolocar su mundo.
Por un momento se entregaron al placer de sus cuerpos, por un momento solo se entregaron a sus sentimientos, que si estaban bien o mal, ahora no les importaba.
El orgasmo los golpeó después de varias embestidas y se expandió por su cuerpo cómo una anestesia, haciéndolos caer acostados uno junto al otro, enredaron sus cuerpos y disfrutaron del calor corporal del contrario. Jimin besó por última vez esa noche la frente de Taehyung antes de que ambos se entregaran por completo al sueño sintiéndose en paz.
Los últimos disparos resonaron antes de que se diera la vuelta para salir del lugar, caminó hasta la camioneta y se apoyó sobre esta encendiendo un cigarrillo dándole una larga calada, espero pacientemente hasta que Hoseok y Jungkook salieran del lugar, y al cabo de unos cuantos minutos los dos chicos ya estaban frente a él.
No dijeron nada y solo se subieron al vehículo, Yoongi lanzó la colilla al suelo y la aplastó con su pie antes de subir al asiento de copiloto de la Range Rover.
— ¿Todo listo? —preguntó el mayor de los tres mientras Hoseok encendía el vehículo.
—Sí, listo. No quedaron más que las cenizas de los cadáveres de tus suegros —Jungkook rio y Yoongi se limitó a asentir.
—El aniversario del Trébol es mañana, ¿cierto? —recordó Yoongi mirando a sus amigos, estos solo asintieron en respuesta.
— ¿Qué tienes planeado ahora? —preguntó Jungkook con curiosidad.
—Nada del otro mundo, pienso negociar con Jóker. —El pelinegro se encogió de hombros y Hoseok lo miró antes de devolver su vista a la carretera.
—Pero, el chico ni siquiera te quiere cerca... —murmuró Jungkook inseguro de si debía estar diciendo aquello o no.
Yoongi gruñó. —Sólo se está resistiendo.
—Claro, y por eso prefiere estar muerto antes que tenerte cerca —habló esta vez Hoseok burlándose de su amigo.
—Créanme, tal vez ahora no quiera ni verme, pero en el futuro, les aseguro que no podrá siquiera respirar sin tenerme cerca.
Yoongi habló con calma, dedicándose a observar a través de la ventanilla todo el trayecto de vuelta a Nevada, mientras en su cabeza pensaba en cualquier cosa que lo pudiese ayudar a acercarse a Jimin.
Jimin no era alguien con quién fuese fácil lidiar, pero aun así Yoongi sabía que solo estaba resistiéndose debido a que estaba asustado, había sufrido demasiado en su vida y ya no creía que pudiesen haber personas buenas que quisieran ayudarlo de verdad.
Claro que Yoongi no era precisamente una "buena persona" pero estaba seguro de que para Jimin podía ser lo que él quisiera, y si el pequeño quería que se convirtiera en un maldito sacerdote solo para estar a su lado, entonces lo haría.
Porque Jimin era más de lo que podía merecer y en el momento en que lo vio por primera supo que estaba atado de rodillas, de manos y pies, totalmente dispuesto a dar todo por salvar a ese chico y verlo fuera de toda esa mierda de una vez por todas, sonriendo sinceramente y sin ninguna preocupación.
Pero había un problema, siempre lo había...
La descripción de amor de Yoongi era totalmente distinta a la de cualquier persona, o a la de cualquier persona cuerda al menos. ¿Quién le decía a Yoongi que no podía amarrar a la persona que quería para mantenerla a su lado? ¿Quién le decía a Yoongi que no podía obligar a nadie a estar con él? ¿Quién le decía a Yoongi que el amor no se demostraba matando a tus padres y trayéndote sus ojos como regalo?
Yoongi no tenía idea de cómo se debía tratar a las personas, y menos a una a la que quería, él tendía a destruir todo lo que tocaba y no conocía nada de sentimientos bonitos, lo que podía ocasionar que terminara rompiendo aún más a Jimin mientras intentaba repararlo.
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