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39

Jimin había vivido durante años con la idea de que no era más que un desgraciado, las situaciones en su vida sólo lograron confirmarlo más e incluso creyó que no tendría ninguna esperanza de ser libre de su destino hasta que conoció a Yoongi.

En cierto punto aquel hombre le había dado el coraje que necesitaba, no sólo lo había salvado, le había devuelto las ganas de vivir y sobre todo de acabar con aquellos quienes lo habían hecho sentir miserable. Había jurado odiar a los hombres el resto de su vida, creyó que jamás podría encajar al lado de uno, pero una vez más Yoongi le demostró lo equivocado que estaba, y es que con él encajaba tan bien que creía que habían nacido para estar así.

Yoongi era una persona con demasiados problemas, había estado luchando consigo mismo durante toda su vida, con sus trastornos, sus pensamientos, sus creencias y hasta su forma de ser, pero en el momento exacto que vio a Jimin en aquel casino, con una mirada que imploraba por alguna salvación deseó ser la mejor versión de sí mismo al menos para una persona. Probablemente se había obsesionado, quizá lo que sentía no era del todo sano pero aún así eso no quitaba lo real que era el amor que sentía por el pelirosa.

Y ahora Jimin viendo a Yoongi allí de pie frente a él con su rostro inexpresivo, también estaba más seguro que nunca de que se había enamorado de ese póker face.

— ¿Qué tanto piensas? —preguntó el pelinegro dándose la vuelta en dirección a la cafetera que había avisado que el café ya estaba listo.

—Hay un lugar al que quiero ir —informó Jimin mirando directo a la espalda de Yoongi mientras servía café en un par de tazas.

— ¿A dónde? —cuestionó Yoongi pasándole una taza a Jimin antes de sentarse junto a él en la barra.

—A una tienda de tatuajes —respondió con seguridad y Yoongi alzó una ceja.

— ¿Quieres hacerte un tatuaje? —volvió a preguntar sin entender muy bien, aun así, a él no le quedaba de otro más que cumplir los deseos de su pequeño.

—Lo verá cuando estemos allí —respondió con un asentimiento, Yoongi sonrió.

—De acuerdo. Yo también tenía ganas de hacerme un tatuaje nuevo —dijo el pelinegro en acuerdo y luego comenzaron a beber el café en silencio.

Habían vuelto de Las Vegas ya hacía un par de días y todo parecía haber vuelto a la normalidad, Jimin y Taehyung se habían mantenido tranquilos, la ansiedad que los acechaba constantemente parecía haberse apaciguado y eso también mantenía tranquilos al resto de los chicos.

Realmente Jimin y Taehyung sentían que se había liberado de una gran carga al haber acabado con todos aquellos tipos, era cómo si las huellas de todas esas manos sobre su piel desaparecieran cada vez más, permitiéndoles sanar poco a poco. La enfermedad de Taehyung también se había mantenido a raya gracias a los medicamentos, ahora podía dormir mejor (siempre acompañado por Jungkook) y de a poco iba recuperando su vida normal.

Después de tantos años al fin podían decir con sinceridad que se sentían bien. Y esperaban que de ahora en adelante todo se mantuviera así, ya era hora de empezar a vivir las cosas buenas.

Namjoon, Hoseok, Taemin y Edán se encontraban sentados en el salón de la gran mansión, aprovechando que Yoongi y Jungkook no se encontraban en el lugar ya que estaban en el pent-house con sus novios.

—No puedo creer que realmente nos hayas arrastrado a esto, Hoseok —soltó Namjoon sosteniéndose el puente de la nariz.

Edán había esparcido varias fotos sobre la mesilla de centro en las cuales se podían ver distintos tipos de decoración nupcial. El pelirrojo examinaba cada foto con calma, ajeno a las miradas acusatorias del resto de los presentes.

— ¿Y cuándo se supone que les dirás a Yoongi y Jungkook que les estas organizando una boda? —preguntó Taemin con una ceja alzada mientras mordía la punta de un lápiz.

—Lo sabrán cuando les llegue la invitación. Hablando de eso ¿diseñaste las invitaciones? —cuestionó Hoseok mirando a Taemin. El rubio rodó los ojos y asintió con la cabeza.

—Yo solo espero que todo esto no sea en vano, porque he invertido mucho tiempo, las bodas no son nada fáciles de organizar —se quejó Edán cruzándose de brazos—. Estás en deuda conmigo, Hoseok.

—Te lo pagaré todo cuando seas mi novio —respondió el pelirrojo, Edán rodó los ojos.

—Yo necesito ver la cara de Yoongi y Jungkook cuando lean esas invitaciones —comentó Namjoon con una sonrisa burlona en los labios.

En ese punto ya todos se habían resignado y hasta habían comenzado a creer que quizá, y solo quizá, no era una idea tan descabellada, después de todo Hoseok sólo quería hacer un buen gesto por sus amigos, aunque no fuese una decisión que dependiera de él, él mismo aseguraba que por supuesto que sus amigos querían casarse.

Y no les quedaba de otra más confiar, después de todo él era quien estaba pagando y solo él decidía que hacer con su dinero, ellos solo eran sus cómplices quienes le echaban la mano.

— ¿Y los anillos? —preguntó Namjoon captando la atención de todos.

—Oh, no te preocupes por eso amigo mío. En nuestro último viaje a Suiza Yoongi compró un anillo Graff con un diamante rosa llamado "The Graff Pink" —explicó el pelirrojo con normalidad.

Edán, quién estaba bebiendo un vaso de agua, se ahogó y por poco escupe todo el líquido fuera de su boca observando a Hoseok con los ojos bien abiertos, Taemin palmeó su espalda para ayudarlo.

—Eso quiere decir que Yoongi ya tenía pensado pedirle matrimonio a Jimin —observó Taemin.

—Se los dije, ellos quieren casarse —dijo Hoseok con seguridad.

— ¡¿Un anillo Graff con un diamante rosa dices?! —gritó Edán apenas se recuperó, todos lo vieron raro—. ¿Acaso ustedes saben cuánto cuesta un anillo de esos?

—Yoongi tiene mucho dinero, Edán —comentó Namjoon—. Bueno, tenemos.

—No me acostumbro a convivir con la mafia rusa. Hobi, pensándolo bien si me quiero casar —dijo el rizado haciéndolos reír a todos.

—Cuando quieras —contestó el pelirrojo guiñándole un ojo.

—Entonces, ¿y el anillo para Taehyung? —cuestionó Taemin.

—Nosotros nos encargaremos —respondió Namjoon.

Pasaron el resto de la tarde debatiendo todo acerca de la boda, ya casi estaba todo listo, el último paso era informarles a novios que se casarían, pero esa era lo de menos según Hoseok. Ellos sólo esperaban que todo saliera bien.

Yoongi y Jimin bajaron del auto luego de aparcar cerca de la tienda de tatuajes que frecuentaba el pelinegro y enseguida este le tomó la mano al menor para que pudiesen caminar hasta el lugar, cada vez Jimin sentía que iba adaptándose a vivir en Rusia, las letras ya no le resultaban tan extrañas e incluso ya podía entender gran parte del idioma. Poco a poco le había ido agarrando el gusto a caminar por el centro, con Asgard siempre iban de compras y a veces también a comer cuando los chicos se encontraban trabajando u ocupados con sus asuntos.

Caminar con Yoongi le daba un toque distinto, a Jimin le gustaba la seguridad con la que el pelinegro sostenía su mano, siempre caminaba con lentitud, parando cada que Jimin se detenía a mirar algo en alguna vitrina y atento siempre a sus reacciones para que nada lo incomodara.

Jimin por otro lado aún se sentía fascinado cada vez que salían a la calle, pues para él todo parecía cosa de todo otro mundo, se impresionaba con facilidad y eso a Yoongi le resultaba demasiado tierno por lo tanto siempre estaba pendiente de cualquier cosa que quisiera Jimin, le gustaba consentir al pelirosa, y mientras tuviese dinero no dudaría en seguir haciéndolo.

—Sabes que cualquier cosa que quieras sólo debes pedirla, Jimin —soltó el pelinegro mientras ambos estaban parados frente a una tienda de joyería mirando a través de una vitrina donde se exhibían distintos accesorios.

—Lo sé, es sólo que no me gustaría pedirle algo a menos de que me guste verdad —confesó el pelirosa volviendo a jalar la mano de Yoongi para que siguieran caminando a su destino—. No quiero que gaste dinero de forma innecesaria.

El pelinegro dejó salir una risita y soltó la mano del menor para pasar esta vez su brazo sobre sus hombros para atraerlo más cerca, disfrutando del calor que emanaban sus cuerpos juntos. Jimin probablemente no lo entendería ni aunque se lo explicara, pero él tenía tanto dinero que ni siquiera podría contarlo, y seguía sumándose más cada día. Pese a las numerosas donaciones que hacían constantemente y más aun comprándole al chico cada tontería que quisiera eso no sería nada para él.

El clima aquel día era glacial al igual que siempre, y a medida que iba transcurriendo el día la temperatura iba descendiendo cada vez más, en ese momento estaban a unos -11 °C probablemente. Por suerte ambos iban siempre bien cubiertos, especialmente ese día iban a juego, ambos vestían gruesos jerséis térmicos de cuello alto negros y abrigos largos, el de Yoongi en color negro y el del pelirosa en tono beige. Y obviamente los gorros, guantes y bufandas no podían faltar. A Jimin le gustaba que combinaran sus outfits y Yoongi siempre estaba dispuesto a complacerlo.

Unos momentos más tarde al fin llegaron a su destino y al entrar al lugar la calidez de la calefacción los recibió, Jimin se mantuvo detrás de Yoongi mostrándose un poco tímido, la tienda era bastante grande, todo era de color negro incluyendo el papel de pared, la misma estaba adornada con varios posters y bocetos de distintos tatuajes al igual que una que otra foto de los mismos, tenía una estética bastante interesante y sobre todo lucía muy limpio y ordenado.

—Jay, lamento haber reservado la cita con tan poco tiempo de anticipación —dijo el pelinegro apenas entraron, ayudando a Jimin a quitarse la bufanda y el abrigo para dejarlos en el perchero junto a la entrada.

Enseguida un chico asiático de tez pálida y cubierto de tatuajes se acercó a ellos con una gran sonrisa. —Siempre tendré lugar para mi cliente favorito así que no te preocupes por eso, Clown.

—Bastardo, tú sólo quieres mi dinero —bromeó Yoongi haciendo reír el contrario quién luego centró su atención en el pelirosa—. Él es mi novio. Jimin, él es mi tatuador.

El pelirosa esbozó una sonrisa tímida y estiró su mano para tomar la del chico. —Soy Park Jimin.

Jimin había avanzado bastante en cuanto al contacto con los extraños, cada vez superaba más su fobia social y ya era capaz de interactuar con los demás sin estar al borde de un estado de pánico y sobre todo sin pensar que todos podrían lastimarlo.

—Un placer, Jimin. Yo soy Park Jaebeom, pero llámame Jay —dijo correspondiendo el gesto del chico—. Entonces. ¿Qué tienes pensado para hoy, Clown?

—Oh, bueno. Aún no lo tengo muy claro, creo que empezarás con Jimin. ¿Te parece bien eso, pequeño? —comentó el pelinegro y luego se giró para mirar el pelirosa buscando aprobación por su parte. Jimin pareció pensarlo durante algunos segundos, pero al final asintió.

— ¿Se quedará cerca de mí? —preguntó el pelirosa.

—Claro, aquí estaré, confía en Jay, él será bueno contigo —dijo tratando de tranquilizar al pelirosa y volvió a tomar su mano para llevarlo hasta la camilla donde tendría que recostarse.

Para sorpresa propia, Jimin no se encontraba tan nervioso como pensó que lo estaría, de hecho, lo había pensado muchas veces antes de decirle a Yoongi lo que quería hacer ya que quería estar cien por ciento seguro, así que aquí estaban.

—Entonces, Jimin ¿tienes alguna idea de lo que quieres hacer? —cuestionó Jay mientras preparaba todos los materiales no sin antes colocarse un par de guantes de goma negros.

El pelirosa se aseguró de que Yoongi estuviese lo suficiente lejos cómo para escuchar y asintió cuando lo vio sentado a unos cuantos metros en uno de los muebles mientras revisaba su celular, dedicándole fugaces miradas cada tanto.

—Quiero cubrir un tatuaje —dijo comenzando a retirarse el jersey sin pudor alguno.

Le explicó a Jay la idea que tenía en mente mientras iba haciendo un boceto en una hoja de acuerdo a lo que el pelirosa le iba diciendo y una vez estuvo listo se lo enseñó para que pudiese decidir si le gustaba o no.

Jimin examinó el boceto con calma y al final sonrió asintiendo en dirección al chico, sin más este comenzó a preparar todas las tintas para ponerse manos a la obra.

—Recuéstate —pidió amablemente el chico y Jimin obedeció—. Si te duele demasiado me avisas y paramos.

Jimin asintió y no dijo nada más, sólo ladeó la cabeza para darle un mejor acceso al tatuador y cerró los ojos para evitar ponerse nervioso, el pelirosa tenía una alta tolerancia al dolor y Jay estaba siendo lo más cuidadoso posible así que no había de que preocuparse.

Yoongi esperaba pacientemente, viendo a Jimin cada tanto para comprobar que estuviese bien al mismo tiempo que texteaba cosas en su celular, tenía una sorpresa planeada para el chico desde hacía ya varios días y hoy al fin era el día de llevarla a cabo.

El proceso no duró demasiad, tal vez unos cuarenta minutos en los que Jimin no sentía más que la vibración de la aguja en su piel gracias a la crema anestésica que Jay le había aplicado antes de comenzar, se sentía ansioso por ver el resultado y sobre todo por ver la reacción del pelinegro.

Cuando terminaron Jay limpió el tatuaje con cuidado y le indicó a Jimin que se incorporara para que pudiese ver el resultado. Yoongi también se acercó en ese momento, curioso de ver lo que sea que el chico se hubiese hecho.

—Ya está —dijo Jay dándole tiempo para apreciar el resultado mientras el desechaba las agujas y todo lo que había usado.

Jimin se puso de pie y caminó hasta el espejo que estaba a un costado de la camilla al mismo tiempo que Yoongi se paraba a su lado para echar un vistazo, el pelirosa sonrió en grande conforme con el resultado y Yoongi entreabrió los labios debido a la sorpresa. El trébol había sido cubierto por un corazón y de este salía una especie de infinito en el que iban enlazadas las iniciales "Myg".

Adjunto foto del Tattoo (y arriba en la multimedia pueden ver cómo le queda)

—Jimin... —susurró el pelinegro tratando de decir algo, sin embargo, las palabras no salían de su boca.

El pelirosa tenía demasiados sentimientos encontrados en ese momento, el no ver el trébol allí le había generado un alivio increíble y el hecho de que ahora estuviesen las iniciales de Yoongi le hacía sentir que había tomado una buena decisión. Sin darse cuenta, lágrimas rebeldes comenzaron a resbalar por sus mejillas y se cubrió el rostro con las manos evitando sollozar. Habían sido años llevando aquella marca allí, el simple hecho de verla era una tortura y ahora por fin podía sentir que se había liberado.

Yoongi lo abrazó con cuidado, consolándolo en silencio y besando su coronilla de forma suave antes de apartarse obligando a Jimin a destapar su rostro para poder secar el rastro de sus lágrimas.

—Lo que hiciste es muy lindo, Jimin. De verdad no sabes lo feliz que me siento —habló el pelinegro con voz bajita a modo de que solo el pelirosa pudiese oírlo.

Yoongi sostuvo su rostro entre sus manos y besó una de sus mejillas mientras esperaba con paciencia a que el menor se recuperara.

—Cuando me tatuaron el trébol, Jongin dijo que esa era la marca de pertenencia del casino. Por eso ahora, decidí colocar sus iniciales, porque ahora le pertenezco a usted, y estoy muy feliz de que sea así.

El mayor sintió cómo su corazón se aceleraba ante aquella confesión y tuvo que morder su labio para contener la sonrisa, escuchar algo como aquella era definitivamente satisfactorio, probablemente era un egoísta, pero a él le gustaba vivir con el pensamiento de que Jimin realmente era suyo, aunque él más que nadie sabía que el pelirosa sólo se pertenecía a sí mismo completamente, aun así, él quería seguir viviendo en la ilusión.

Se acercó y besó castamente los labios del contrario, Jimin correspondió el beso con suavidad, abrazándolo con fuerza y disfrutando del calor que transmitía a su torso desnudo.

—Ahora hay algo que debemos hacer —dijo Yoongi separándose del pelirosa no sin antes besar la punta de su nariz.

— ¿A dónde? —curioseó el menor.

—Pronto lo verás.

Jimin asintió no muy convencido y tomó su jersey para colocárselo no sin que antes Jay cubriera el tatuaje con una especie de plástico transparente para protegerlo.

—Ya te dije cuáles eran los cuidados que debías tener —explicó el tatuador—. Aquí tienes una pomada para la cicatrización, aplícala todos los días y no olvides hidratarlo. ¿Yoongi, vendrás la próxima semana?

—Sí. Ya hoy no me queda tiempo, hay algo que debo hacer —respondió el pelinegro ayudando a Jimin a colocarse su abrigo.

Luego de que Yoongi pagara y reservara su cita para la próxima ambos salieron del lugar tomados de la mano para caminar de vuelta al auto que estaba a unos cuantos metros de distancia. En ese momento ya había oscurecido casi por completo y Jimin se pegó más al cuerpo del contrario para alejarse un poco del frío. Cómo de costumbre Yoongi abrió la puerta del auto para él y esperó que subiera para cerrarla antes de dar la vuelta hasta el asiento de piloto.

Encendió el motor y seguido de eso puso la calefacción a tope sabiendo que Jimin tenía bastante frío en ese momento, el pelirosa lo agradeció internamente y se acurrucó en el asiento del auto mientras veía a través de la ventanilla las iluminadas calles de Moscú. A decir verdad, estaba muy alegre, después de tanto tiempo al fin sentía que las cosas estaban mejorando y que esa gruesa nube de pesimismo se estaba alzando fuera de él.

Algunos recuerdos del casino ya no parecían más que horribles pesadillas, como si nunca hubiesen sucedido, poco a poco iba superando cada cosa y sabía que era gracias a Yoongi que las cosas se habían hecho mucho más fáciles. El pelinegro se había convertido en su refugio, su lugar seguro, su protector; al fin había entendido que mientras tuviera a Yoongi en su vida no habría nada que temer, ni nada lo suficientemente malo, él le había dado toda la motivación y la fuerza que necesitaba para seguir adelante.

Para conocer la realidad del mundo y de una vez por todas ver que no todo era tan malo si estaba con las personas correctas, le había enseñado que siempre habría razones para sonreír y que podía haber momentos malos, pero eso no significaba que las cosas no pudiesen mejorar después.

Yoongi conducía con toda su atención fija en la carretera, pero aun así eso no le impedía que de vez en cuando volteara a ver a su chico quién casi dormitaba sobre el asiento. Amaba el silencio en compañía de Jimin. Él nunca había sido una persona de muchas palabras y el pelirosa nunca lo forzaba a hablar, eso le daba la oportunidad de simplemente gozar de su presencia, pues sabía que entre no ellos no hacía falta decir demasiado, ya todo estaba más que dicho.

Varios minutos después aparcó en el estacionamiento de un gran edificio, Jimin examinó el lugar con detalle, era un sitio desconocido para él lo que le generó más curiosidad y apenas Yoongi le indicó bajó del auto cerrando la puerta detrás de sí.

— ¿Qué es esto? —preguntó el pelirosa tomando la mano del pelinegro apenas este estuvo a su lado.

—Es el edificio de nuestra compañía "legal" aquí en Rusia, pero eso no es lo interesante, espera y verás —dijo tomando la mano del menor para caminar hasta el interior el lugar.

Mientras más se acercaban más podía notar lo inmenso que era el lugar, en ese momento varias personas salían y entraban de allí, apenas pusieron un pie dentro el aire tibio de la calefacción los envolvió y Jimin analizó todo el entorno con dedicación, varias personas saludaban a Yoongi de forma cortés en el camino y este respondía de forma amable. La decoración del lugar era bastante llamativa, las paredes eran blancas adornadas por diferentes cuadros, suelos de mármol negro con detalles dorados, había unas cuantas estatuillas a modo de decoración y en el medio una gran fuente con una escultura de un león. Llegaron hasta los ascensores, los cuales eran cuatro, y caminaron hasta uno que sólo podía ser mediante por una tarjeta especial.

En esa misma zona, por encima de los elevadores se alzaba un gran escrito en el que se leía "Sunrise Corporations YNH&J". Jimin fue sacado de su ensimismamiento cuando el ascensor llegó y entró con Yoongi observando como este presionaba el último botón del tablero el cual era el único que no tenía número, aun así, Jimin pudo ver que el edificio contaba con 72 pisos aparentemente.

— ¿Ustedes trabajan aquí? —preguntó Jimin con autentica curiosidad.

—Sí. Aunque no hacemos mucho, hay mucha gente que trabaja para nosotros —explicó el pelinegro de forma simple y Jimin asintió observando que incluso el ascensor lucía elegante.

El menor se encontraba ansioso, curioso acerca de que sería lo que iban a hacer, él confiaba en Yoongi, sus sorpresas eran las mejores y él tenía pruebas de eso. Al cabo de varios segundos el ascensor se detuvo y abrió sus puertas dejando ver un pasillo no demasiado largo con una única puerta al final y no esperaron para caminar directamente hasta allí. Yoongi desbloqueó la puerta con la misma tarjeta que había usado para el ascensor y empujó la misma dejando que Jimin fuera primero.

El pelirosa abrió los ojos con sorpresa al ver que se encontraban en la cima del edificio, lo primero que captaron sus ojos fue el inmenso cielo estrellado que se alzaba sobre su cabeza, a esa altura casi sentía que podría alcanzarlo, se volteó para mirar al pelinegro quién le miraba con una sonrisa cómplice y enseguida se acercaron a un hombre de traje que se encontraba de pie ahí. No fue hasta ese momento que Jimin fue consciente del imponente helicóptero negro que se encontraba en el centro.

—Ya está todo listo, señor Min —informó el hombre—. Puede despegar en cuanto lo desee.

Jimin abrió la boca en señal de sorpresa. ¿Acaso era lo que él creía?

—Bien. Gracias por todo —agradeció el pelinegro tirando de la mano de Jimin en dirección al helicóptero.

— ¿Nos vamos a subir ahí? —cuestionó el menor aún sin salir de su asombro Yoongi asintió y le indicó que subiera el par de escalones hasta el helicóptero, abrió la puerta y le indicó que se sentara para poder abrocharle el cinturón.

— ¿Tienes miedo? —preguntó el pelinegro mientras terminaba de acomodarle el cinturón, luego de eso se separó un poco para mirar al pelirosa a la cara, este tenía los ojitos brillantes y una expresión totalmente fascinada.

—Mmm... ¿Me promete que no nos vamos a caer? —preguntó de forma tímida y Yoongi negó con una risita—. Entonces no tengo miedo. Confío en usted.

El pelinegro sonrió mostrando sus encías y se acercó para besar los labios del menor antes de bajar para dar vuelta y subir al lado del piloto. Yoongi se acomodó el cinturón y se colocó los cascos antes de hacer lo mismo con Jimin, el pelirosa observó todo con fascinación, en especial el momento en que Yoongi se preparaba para despegar, ni siquiera tenía idea de que el pelinegro supiese pilotear un helicóptero, pero ahí estaban.

Jimin escuchó el batir de la hélice y sonrió pegándose a la ventana para poder ver mejor, poco a poco se fueron elevando y no pudo evitar chillar emocionado, Yoongi también sonrió al observar las reacciones del pelirosa y luego de indicar por el micrófono que iba a despegar el helicóptero se elevó aún más alejándolos por completo de la pista de aterrizaje.

La ciudad lucía minúscula desde allí, los montones de luces eran como miles de estrellas y Jimin podía ver la división exacta entre la ciudad y el mar el cuál lucía oscuro como el mismo cielo lo cual hizo que su piel se erizara al saber que estaban justo sobre él.

La sensación que Jimin estaba experimentando en ese momento era completamente nueva, jamás esperó que vería algo como aquello y era totalmente increíble, estaba tan emocionado que sentía que podría llorar de la felicidad, Yoongi piloteó el helicóptero con seguridad, acercándose en algunas veces a las montañas antes de volver a pasar sobre las grandes ciudades.

La sonrisa de Jimin era sin duda la mejor recompensa y estaba feliz de saber que al chico le estaba gustando vivir aquella experiencia.

— ¿De verdad nosotros vivimos allí abajo? —murmuró el pelirosa sin terminar de creérselo.

—Así es, Jimin —respondió el pelinegro dedicándole una mirada cálida—. Somos solo una pequeña mancha en toda esta inmensidad.

—Es asombroso —dijo el menor girándose para ver a Yoongi por primera vez en todo aquel rato—. Gracias, Yoongi.

—No tienes que agradecerme, te dije que te mostraría las cosas buenas de la vida, sólo estoy cumpliendo con esa promesa.

Yoongi respondió y luego colocó el piloto automático del vehículo para poder prestarle más atención a Jimin quién tenía los ojos cristalizados debido a las lágrimas que no estaba dejando salir. Entre las estrellas del cielo y las luces de la ciudad, Yoongi estaba seguro que los ojos de Jimin brillaban mucho más, y él se encargaría de hacer que ese brillo permaneciera por siempre.

Jimin no podía estar más agradecido en ese momento, y es que eran situaciones como aquellas las que lo hacían pensar que quizá todo lo malo que había vivido no era más que el precio que debió pagar por todo lo bueno que estaba viviendo ahora.

Allí arriba, lejos de todo el mundo, siendo solo ellos dos, no había miedos, no había traumas, no había malos recuerdos, sólo eran ellos dos, Jimin y la persona que lo que había rescatado y esa persona era Min Yoongi.

—Nunca voy a poder expresarte todo lo que me haces sentir —susurró el pelirosa dejando caer las primeras lágrimas, incluso el frío parecía ser inexistente allí—. Tu no solo me cambiaste la vida, te convertiste en lo mejor de ella.

—Esto no es nada, Jimin. Dije que merecías el mundo, y aunque no pueda dártelo de forma literal, te daré los pedazos de él más grandes que pueda.

Jimin se liberó del cinturón por un momento y se acercó para abrazarlo, Yoongi copió su acción y correspondió el gesto, sintiendo el latir desenfrenado de su corazón acompasarse junto al del contrario. Yoongi buscó sus labios y lo besó con dulzura, dejando que las lágrimas del menor se mezclaran en el beso.

Puede que para Yoongi aquellas cosas no fueron de otro mundo, pero estando con Jimin cada momento se volvía mágico y para el pelirosa quién había pasado la mayor parte de su vida encerrado, siendo abusado, y maltratado, eran cosas que lograban llenarlo de forma increíble. Aquella noche en especial había más estrellas en el cielo que nunca, Yoongi se había encargado de que fuera así ya que quería que Jimin tuviese una vista inolvidable.

Y él quería asegurarse de que al menos una de todas aquellas estrellas le concediera el deseo que estaba a punto de pedir.

Se separaron del beso por falta de aire y Jimin volvió a sentarse adecuadamente en su asientas mientras veía cómo el pelinegro buscaba algo en el bolsillo de su abrigo.

—Jimin. Quizá el tiempo que hemos estado juntos no es el suficiente para tomar esta decisión, pero luego de pensarlo me tomó sólo un par de segundos saber que eres la estrella que más brilla en mi vida. Estoy enamorado de ti, Park Jimin —Sacó una pequeña caja de terciopelo negro y la abrió frente a Jimin haciendo que este llevara su mano a su boca, cubriéndola debido a la sorpresa—. Probablemente lo he estado desde la primera vez que te vi, y ya no quiero esperar más, estoy seguro de que quiero estar contigo para el resto de la vida, quiero pertenecerte hasta el final de nuestros días. Jimin... ¿Quisieras casarte conmigo?

Las lágrimas de Jimin caían sin control de sus ojos mientras veía el anillo con aquel brillante diamante rosado dentro de la cajita. ¿Casarse? Él nunca había pensado en algo con eso, pero allí estaba, si a Yoongi le había tomado dos segundos saber que quería estar con él para siempre, pues él sólo había necesitado uno.

—Yoongi... —sollozó cubriéndose la boca e intercalando su vista entre el anillo y el pelinegro—. S-Sí. Ya prinimayu.[Acepto]

Volvió a tirarse sobre él para besarlo y Yoongi lo recibió con los brazos abiertos, por primera vez en demasiado tiempo derramó varias lágrimas, por primera vez en mucho tiempo se sintió completo.

Jimin se había enamorado de aquella poker face, había caído por aquel hombre como juró jamás hacerlo y agradecía al cielo el hecho de que hubiese sucedido.

Ahora, Jimin no volvería a vivir en otra jaula, que no fuese en la que le había encerrado el corazón de Min Yoongi. 

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