37
Alerta de lemon bien largo.
El sol aparecía poco a poco por el oeste, ambos chicos estaban sentados en una acera cercana al hotel donde habían estado minutos antes, estaban sudados y cubiertos de sangre, con el cabello despeinado y quizá algo ebrios, pero liberados.
En tan solo una noche habían acabado con seis personas y no podían estar más felices al respecto, cada muerte era cómo una sutura a una de sus heridas, un rencor menos, un poco más de paz.
— ¿Deberíamos volver ya al hotel? —murmuró Taehyung junto a Jimin quién terminaba de fumar un cigarrillo.
—Sí, ya fue suficiente por hoy —respondió arrojando la colilla al suelo antes de ponerse de pie y tenderle una mano a su amigo para ayudarlo a levantarse.
Se colocaron las máscaras nuevamente y tomaron el bolso que llevaban con las armas y esas cosas antes de comenzar a caminar al hotel en el cual se hospedaban, que no quedaba demasiado lejos, por cierto. Pararon cerca de un callejón poco iluminado debido a la hora y se adentraron en este para cambiarse las camisas antes de tener que entrar al hotel, un par de minutos después doblaron en la esquina y caminaron directamente a la entrada del gran lugar donde se alojaban.
Taehyung cargaba el bolso en su hombro y ambos se quitaron las máscaras al entrar al lobby, encontrándose con una imagen que los hizo frenar en seco.
— ¿Corremos? —preguntó Taehyung en un susurro mirando a Jimin de reojo, este tragó saliva.
Yoongi y Jungkook se encontraban ambos parados en el medio del lugar mientras veían sus celulares, aún no habían notado su presencia gracias al cielo.
—Yo creo que sí, aún no nos han visto —murmuró el pelirosa mientras ambos se preparaban para echar a correr por donde habían entrado.
Se dieron la vuelta en silencio y caminaron a paso rápido hacia la salida con el corazón latiendo fuerte en el pecho.
— ¿A dónde tan apurados? —preguntó una voz conocida al mismo tiempo que Taehyung chocaba contra otra persona, pues ambos habían estado mirando hacia atrás asegurándose de que no los viesen y qué fallo.
—Hola, Hobi —saludó Taehyung al pelirrojo que se encontraba de pie frente a ellos junto a Namjoon, ambos con una mirada seria, pero más allá de eso parecían divertidos.
—Qué sorpresa —dijo Jimin rascándose la nuca con una mirada nerviosa, esperando el momento en que Yoongi apareciera detrás de él.
— ¿Qué les parece si entramos y nos cuentan su aventura en las vegas? —preguntó esta vez Namjoon con una ceja alzada, Taehyung y Jimin aún no podían creer que los hubiesen atrapado tan pronto.
—Oh, también quiero oírlo. —La piel de Jimin se erizó al escuchar a Yoongi detrás de él.
—Ah, claro. Vamos —accedió Taehyung dándose la vuelta con intenciones de echar a correr otra vez, pero se vio interrumpido por Jungkook quien estaba parado detrás de él con una sonrisa ladina.
— ¿Y ahora donde es la fiesta? —cuestionó Jungkook.
Jimin miró a Yoongi quién estaba sin expresión alguna, en ese momento estaban rodeados, ya no tenían de otra más que empezar a confesar, pero estaban demasiado cansados para eso, ahora lo que más querían era un baño y una siesta de ocho horas.
—Les contaremos —dijo Jimin rendido—. Pero ahora queremos descansar.
—Por supuesto que sí, no hay problema —asintió Hoseok dándoles paso.
Jimin suspiró y tomó a Taehyung del brazo dispuesto a caminar de nuevo hasta su habitación.
—Eh, alto ahí —avisó Yoongi tomando a Jimin del brazo—. Tú vienes conmigo.
—Y tú conmigo —habló esta vez Jungkook tomando la mano de Taehyung para arrastrarlo hasta el ascensor seguidos de Yoongi y Jimin.
Jimin y Taehyung compartieron una mirada durante su viaje en el elevador, como si fuesen dos niños que habían sido atrapados haciendo alguna travesura y pues, más o menos así era.
Pararon en el último piso del lugar y ambas parejas salieron tomando las manos de los contrarios, Taehyung le había dado el bolso y las máscaras a Jimin antes de seguir a Jungkook hasta la otra habitación, los cuatro se habían mantenido en silencio, ambos mayores sabían que los chicos no tenían nada de ganas de hablar aún y eso era entendible.
Yoongi abrió la puerta con una tarjeta y la empujó dejando que el pelirosa entrara primero, Jimin paró frente a la cama sorprendiéndose al ver una bandeja tapada sobre la mesilla, varias bolsas sobre el colchón y una caja negra a los pies de la cama.
— ¿Qué es todo esto? —preguntó con voz suave en dirección al pelinegro quién estaba quitándose los zapatos junto a la puerta.
—Después lo verás, ahora ven —respondió acercándose a él mientras se quitaba también el saco del traje para dejarlo sobre la cama.
Yoongi tomó su muñeca y lo jaló en dirección al baño de la habitación, una vez allí Jimin observó la bañera llena y varios productos de limpieza (que no eran los que daban en el hotel) sobre una mesilla que siempre ponían allí.
Jimin se mantuvo quieto mientras Yoongi se dedicaba a sacarle la camisa, luego se agachó y desabrochó los pantalones antes de bajárselos mientras él se sostenía con una mano en su hombro. Lo desnudó por completo y una vez así tomó un paquete de toallitas húmedas para sacar una y comenzar a limpiar su rostro y cuello aún manchados de sangre. Pasó las toallitas con delicadeza sobre sus brazos o cualquier lugar que lo ameritara, todo bajo la atenta mirada de Jimin quién se sentía protegido en ese momento.
—Metete a la bañera —dijo el mayor mientras desabrochaba el botón de las mangas de su camisa para poder doblar estas un poco más arriba de sus codos.
Jimin obedeció en silencio y se sentó allí dejando que el agua tibia le cubriera hasta los hombros, un suspiro agradecido brotó de sus labios cuando sintió como el agua relajaba sus músculos alejando su mente de todo por unos segundos.
Yoongi se arrodilló junto a la bañera y comenzó a mojar el cabello de Jimin junto al resto de su cuerpo con toda la dedicación del mundo. No era la primera vez que Yoongi lo aseaba, pero sí era la primera vez que lo hacía de aquella forma, como si solo quisiera cuidar de él.
—Quiero que sepas que no estoy molesto contigo —dijo el pelinegro luego de haber mojado su cabello por completo y ahora estaba poniendo un poco de gel de ducha sobre una esponja—. Pero sí me hubiese gustado que me contaras lo que querías hacer. Sabes que yo no sería capaz de interponerme, Jimin.
El pelirosa tragó saliva, sintiendo una punzada de culpa en su pecho al escuchar a su hyung tan sincero.
—Tenía miedo de que pensaras que había enloquecido —confesó el pelirosa en voz baja mientras Yoongi frotaba su pecho y espalda con la esponja, este rio antes sus palabras.
—Jiminnie, yo fui quién te regaló los ojos de tus padres —recordó—. Yo soy el sicario psicópata que mata gente casi a diario, a veces solo por diversión. Jamás podría juzgarte.
Jimin sonrió. —Aun así no creí que fueses a apoyarme. Lo siento.
Yoongi mantuvo silencio algunos instantes, pensado bien en qué decirle mientras ponía un poco de champú sobre su cabello rosa para lavarlo. ¿Cómo le explicaba a Jimin lo orgulloso que se sentía de él por haber tomado esa decisión?
—Voy a apoyarte en lo que sea, mi amor. No dudes de eso —Jimin sonrió ante el apodo—. Estoy orgulloso de ti, y quizá suene bastante extraño, pero es valiente de tu parte que hayas decidido enfrentarte a todos esos malditos por última vez, estás reviviendo tu pasado, pero esta vez, sabes que tú tienes el control. Te admiro por eso.
Cualquiera que escuchase aquello diría que ambos estaban mal de la cabeza sin duda, pero para Jimin y Yoongi todo se sentía correcto. Sin darse cuenta, Yoongi le había dado todo el valor que necesitaba, le había hecho entender muchas cosas y aunque tal vez no fuese la manera correcta, siempre sería la correcta para ellos.
Jimin miraba atrás, todo lo que había sufrido, su infancia, cuando llegó al casino, todo lo que pasó, el momento en que conoció a Yoongi y no podía estar más agradecido. Ahora Yoongi estaba allí, junto a él, un hombre despiadado, cubierto de tatuajes, cicatrices, un completo desgraciado, estaba allí, junto a él, cuidándolo como si fuese lo más preciado del mundo, y eso hacía que Jimin se sintiera más valioso que nunca.
—Yoongi —llamó Jimin haciendo que el pelinegro lo mirara a la cara—. Te amo.
Yoongi sonrió. —Yo te amo, Jimin. Y como siempre te he dicho, aquí estoy, a tu lado o atrás, como tú lo prefieras, pero estoy. Para ayudarte o solo animarte.
—Nunca podré terminar de agradecerte. Sólo quiero que te quedes a mi lado por siempre. —No se dio cuenta de que estaba llorando hasta que Yoongi limpió su rostro con un poco de agua.
—Y así será —finalizó el pelinegro mientras terminaba de enjuagar su cuerpo.
Una vez listo, se puso de pie y buscó una toalla abriéndola para que Jimin pudiese envolverse en ella, lo ayudó a secarse y luego volvieron a la habitación para que Jimin pudiera vestirse. Yoongi rebuscó en una de las bolsas sobre la cama y sacó un paquete de ropa interior nueva junto con una camiseta simple dejándola sobre la cama para acercarse nuevamente al pelirosa con intenciones de ayudarlo a vestirse.
—No quiero vestirme —murmuró el pelirosa cuando estuvo frente a él haciéndole ladear la cabeza confundido.
— ¿Entonces qué quieres? —preguntó Yoongi.
—Quiero que te desvistas —respondió haciendo que lo mirara fijamente, como si no estuviese entendiendo lo que quería decir.
— ¿Por que quieres que me desvista? —Yoongi se hizo el tonto. Jimin dejó caer la toalla que envolvía su cuerpo y se acercó a él poniendo una mano sobre su pecho.
Yoongi tragó duro, sintiendo como su pulso se disparaba. Acababa de ver al pelirosa desnudo, pero no estaba pensando en nada sucio en ese momento, ahora las cosas parecían haber cambiado y la forma en que Jimin lo miraba no estaba mejorando las cosas.
—Quiero que me folles. —Mas que una petición, aquello había sido una orden, Yoongi lo sabía perfectamente.
Jimin sabía que lo tenía a sus pies, y en ciertas ocasiones le gustaba abusar de la situación. Situaciones como esa. Muy pocas veces Yoongi era quien empezaba los actos sexuales entre ellos, él se dedicaba a dejar caer pequeñas insinuaciones, toques discretos, roces sobre la ropa y poco más, pero siempre trataba de que fuese Jimin quien eligiera cuando sucedería. Yoongi nunca quería incomodarlo y mucho menos hacer que se sintiera presionado.
Salió de sus pensamientos cuando Jimin comenzó a desabrochar los botones de su camisa, él lo ayudó dejando que la prenda resbalara fuera de sus brazos antes de comenzar a desabrochar sus pantalones para ahorrarle trabajo a su pequeño novio. A Jimin le gustaba ver a Yoongi, su piel pálida cubierta por la tinta negra de los tatuajes y el relieve de sus cicatrices en algunas zonas, su torso plano, bien definido y demasiado sexy a su vista, aquel porte varonil y el perfume que se mezclaba con su aroma natural haciendo que se sintiera embriagado.
Se acercó a él y besó los tatuajes de su cuello haciéndolo jadear, la voz ronca de Yoongi siempre era música para sus oídos, él podría correrse con solo oírlo gemir, de eso no tenía duda. Las manos de Yoongi se enredaron en su cintura acariciando a lo largo de su espalda hasta la curva de su culo. A Jimin le gustaba tomarse su tiempo para provocarle, para llevarlo al borde, hasta que no resistía el tener que reprimir sus deseos.
Jimin amaba ver a Yoongi contenerse, hasta que terminaba cogiéndolo como si su vida dependiera de ello, duro y seco, pero aún sin dejar de preguntarle cómo se sentía cada dos segundos.
Una vez que ambos estuvieron completamente desnudos Jimin se dejó caer al suelo de rodillas, Yoongi se estiró un poco y jaló una de las almohadas de la cama hasta el suelo indicándole al menor que se arrodillara sobre esta para que no se lastimara.
Y esos pequeños gestos eran los que hacían que Jimin se enamorara cada vez más de Yoongi.
Jimin sostuvo el miembro de Yoongi en su mano, él apenas lo había tocado, pero este ya se encontraba duro como una roca. Lo acaricio con su mano escuchando como el mayor respiraba agitadamente, humedeció sus labios y luego lo tomó en su boca no estando conforme hasta que lo sintió en la parte de atrás de su garganta.
Sus ojos lagrimearon cuando Yoongi empujó las caderas hacia adelante, comenzó a mover su cabeza sobre su extensión mientras ahuecaba sus mejillas, la mano del pelinegro se enredó en su cabello mientras gemía, no pudiendo apartar la vista del hermoso chico de rodillas frente a él.
—Ahg, eso es bebé —halagó Yoongi con voz ronca—. Sigue así.
Jimin gimió complacido aún con el miembro ajeno en su boca, se excitaba demasiado cuando Yoongi le hablaba durante el acto, halagándolo o simplemente gruñendo palabras inentendibles. Tosió un poco cuando el mayor embistió su boca y se separó un momento sin dejar de mover su mano sobre su polla, escupió sobre la punta haciéndolo temblar y movió su mano con más rapidez mientras lo miraba a la cara.
— ¿Quieres correrte en mi boca? —preguntó tímidamente.
Yoongi asintió frenéticamente. No entendía si Jimin le había preguntado si quería irse al infierno o si era otra cosa, pero él quería cualquier cosa tan solo si él se lo preguntaba de esa forma.
Jimin volvió a mover la cabeza, esta vez chupando solo la punta sin dejar de prestar atención a las reacciones del pelinegro.
—No te oí —insistió una vez más antes de lamer en círculos su glande, Yoongi jadeó.
—Sí —gimió ronco—. Mierda sí. Trágalo todo.
Dicho eso tomó el cabello del pelirosa y comenzó a embestir su boca con fuerza, Jimin se dejó hacer, conteniendo las arcadas que lo asaltaban al sentirlo tan profundo, Yoongi respiraba con fuerza, halando su cabello con un poco de fuerza de más cada tanto, a él no le importaba demasiado la verdad, él se entregaría siempre de la forma que fuese si era Yoongi.
Supo que estaba cerca cuando sintió su miembro palpitar dentro de su boca y lo ayudo masturbando la parte que no entraba en su boca y acariciando sus bolas. Yoongi gimió alto y Jimin se apresuró en tragar todo su semen cuando llenó su boca, no queriendo dejar escapar ninguna gota.
—Ah... Jimin —jadeó vencido mientras lo tomaba de un brazo haciendo que se pusiera de pie—. Ven aquí.
Yoongi se recostó de espaldas en la cama y Jimin se subió a horcajadas sobre él, estaba dispuesto a montarlo, pero el pelinegro cambió sus planes haciendo que subiera un poco más, hasta que estuvo con una pierna a cada lado de la cabeza de Yoongi, casi sentado sobre su cara.
—Yoongi qué... —trató de hablar cuando sintió su respiración tibia contra su entrada, pero se vio interrumpido por un gemido cuando este lamió aquella zona, haciendo que su cuerpo temblara.
—Quiero que grites —ordenó con la cara perdida entre sus muslos.
Jimin chilló cuando sintió su lengua invadirlo, las manos de Yoongi sujetaron sus muslos obligándole a bajar las caderas y de esa manera pudo sentir con más intensidad como chupaba esa zona, sus piernas temblaron y tuvo que sujetarse a la cabecera de la cama, el pelinegro hizo círculos con su lengua, lo embistió con la misma y azotó sus nalgas un par de veces. Él parecía totalmente entretenido y Jimin no podía sentirse mejor, estaba desesperado, la sensación la estaba enloqueciendo y podía sentir como su entrada húmeda palpitaba ansiosa.
— ¡Ah! ¡Yoongi! —gimió empuñando su mano en el cabello del pelinegro cuando uno de sus dedos acompaño a su lengua, abriéndolo cada vez más.
Yoongi metió un segundo dedo sintiendo que uno no era suficiente y los movió con fuerza mientras humedecía la zona con su saliva, le encantaba comerle el culo a Jimin de esa forma, y la forma en que este gemía y se restregaba contra su cara solo hacía que amara más su trabajo.
Su mano libre fue hasta el miembro duro de Jimin y lo masturbó con fuerza haciendo que el menor lloriqueara. Era demasiado placer, su lengua, sus dedos y ahora su mano atendiendo su erección estaba llevándolo al borde. Estaba conteniéndose, él de verdad se sentía tan cerca.
—Voy a... Yoongi, voy a acabar —murmuró con voz rota mientras halaba el cabello del pelinegro.
Sus movimientos se incrementaron, ahora tres dedos se movían en su interior de forma casi agresiva, el pelinegro mordió sus nalgas y lamió la zona sin dejar de masturbarlo.
—Vamos, pequeño. Quiero oírte cuando lo hagas.
Jimin tembló sobre él sintiendo que no podría aguantarlo mucho más. —Y-Yoongi...
Trató de alejarse cuando estuvo a punto de acabar, pero el pelinegro se lo impidió tirando de él hacia abajo sin dejar de masturbarlo. Su semen salió disparado directo al rostro del contrario quien no hizo más que cerrar los ojos mientras el pelirosa terminaba de liberarse, gimiendo alto y con las mejillas rojas al ver lo que había hecho.
—Lo siento —susurró bajito, pero Yoongi no lucía molesto en lo absoluto.
Yoongi recogió los hilos de semen de su rostro y luego los llevó a su boca para limpiarlo todo bajo la atenta mirada de Jimin, luego terminó el trabajo con la camisa que había estado usando.
—No te avergüences —dijo Yoongi a Jimin quien ahora estaba sentado en su pecho—. Me encanta todo de ti.
Jimin iba a responder, pero se vio cortado cuando Yoongi lo jaló a su lado, creyó que ya habían terminado, pero el pelinegro lo colocó de costado y luego pegó su pecho a su espalda haciendo que su polla dura se friccionara contra su culo.
Sin que se diera cuenta Yoongi se enterró en él, el pelinegro aferró una mano a su cadera y comenzó a moverse arrancándole un gemido entrecortado, Jimin apretó las sábanas entre sus dedos sintiendo como Yoongi chocaba con fuerza contra él. La preparación previa sin duda había facilitado las cosas, se sentía jodidamente bien.
—Ah... —gimió Yoongi cerca de su oído—. Tan bueno.
Jimin pegó más su espalda a su pecho, sintiendo como Yoongi escondía la cara en su cuello, besando y succionando allí. Él quería quedarse allí para siempre, la forma en que Yoongi lo tomaba era demasiado placentera, pero al mismo tiempo era un recordatorio de todo lo que el pelinegro sentía por él. De lo que ambos sentían.
—T-Te quiero encima —dijo Jimin entre jadeos.
¿Y quién era Yoongi para negárselo?
Jimin se giró sobre el colchón quedando de espaldas y Yoongi se colocó entre sus piernas para volver a embestirlo, estaba jadeando, con el cabello pegado a la frente y una fina capa de sudor cubriendo su cuerpo, era simplemente perfecto.
El pelirosa arqueó la espalda cuando Yoongi se enterró de golpe, sujetando sus caderas para darle más duro, chilló cuando sintió su próstata ser maltratada por el miembro del pelinegro y mordió su labio para no gritar, Yoongi perdió el control, la calidez del interior de Jimin y sus gestos lo ponían mal, comenzó a embestirlo con brutalidad, sus caderas golpeaban creando un sonido que acompañado con los gemidos de Jimin se convertían en la mejor melodía.
—Mírame —gruñó a Jimin quién tenía los ojos cerrados—. Mierda, eres tan jodidamente caliente.
—Háblame, Yoongi —Jimin murmuró mientras comenzaba a masturbarse—. Me encanta tu voz.
Yoongi exhaló una sonrisa sin dejar de embestirlo. —Qué lindo te ves tocándote para mí. ¿Quieres que te folle más duro?
—Sí, por favor, Yoongi —gimió en el momento en que Yoongi se inclinaba apoyando un brazo a cada lado de su cabeza.
Jimin levantó las caderas y Yoongi colocó una almohada debajo de estas luego salió de él y volvió a enterrase de una, lo sintió más profundo haciendo que su mente se nublara, ambos estaban demasiado excitados, persiguiendo su orgasmo con desesperación. Yoongi lamía los labios de Jimin y este gemía con los ojos cerrados, demasiado perdido como para mantenerlos abiertos.
—Te amo, Jimin —murmuró el pelinegro sintiendo cómo estaba cada vez más cerca.
—Y yo a ti, Yoongi —respondió en un hilo de voz—. Te amo como nunca creí amar a alguien.
Y con eso Yoongi se vino con fuerza dentro él, haciendo que Jimin se corriera también al sentirlo derramarse dentro suyo, ambos temblaron ante el orgasmo que los golpeó con brutalidad sin siquiera avisar y se mantuvieron un rato así tratando de recuperar la respiración.
Se acostaron uno junto al otro y Yoongi pensó en que necesitarían otro baño, pero ahora había que descansar. Aunque algo se le estaba escapando.
—Secuestré a Jongin para ti.
Y si eso no era amor entonces no tenía idea de qué era.
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