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Esta historia está terminada, sin embargo, ahora no pueden ver todos los capítulos ya que se encuentra en edición para su próxima publicación en físico, ACTUALIZO TODOS LOS DÍAS. Para mantenerte al tanto de las novedades sígueme en instagram, estoy como: edencarstairs.
Estaban estacionados frente a un gran estudio de danza muy popular en la ciudad. Yoongi había rentando el lugar por todo un día sólo para él y ahora que por fin estaban allí de repente se sentía nervioso.
—Puedo irme y luego paso a recogerte si quieres —ofreció Yoongi aún sin apagar el auto.
El pelirosa negó con la cabeza. —Vamos.
Seguido de eso abrió la puerta para salir del auto, Yoongi apagó el motor y copió su acción, el frío habitual los envolvió al estar en el exterior y caminaron para ingresar al lugar. Jimin veía todo a su alrededor maravillado, la estructura moderna, pero con un toque clásico, los cuadros de bailares en las paredes, vitrinas con trofeos, medallas y títulos que habían ganado los alumnos de la academia y las distintas salas para todos los tipos de danza.
Yoongi lo guio siguiendo mentalmente las instrucciones que le había dado la dueña horas antes y atravesaron un gran salón con una cúpula de cristal como techo iluminando el lugar con luz natural, se veía bastante bonito, Jimin estaba emocionado. Llegaron al final de uno de los tantos pasillos y Yoongi sacó una llave del bolsillo de su chaqueta para abrir una de las puertas de cristal en las que ponía un letrero que decía "Pole Dance".
Dejó que Jimin pasara primero mientras él se mantenía detrás atento a las reacciones del pelirosa. Jimin sentía la emoción desbordarse en su interior mientras apreciaba el lugar, los grandes espejos estabas cubiertos por gruesas cortinas de color vino, había solo cuatro tubos en la gran sala, estos eran mucho más altos que los que había visto antes y también había un estéreo al fondo del salón.
—Puedes hacer lo que quieras y tomar el tiempo que quieras —anunció Yoongi sentándose de piernas cruzadas en una silla cerca de los espejos.
—Está bien —asintió Jimin levemente intimidado por la presencia de Yoongi.
Apartó el nerviosismo a un lado y comenzó a quitarse el abrigo y los pantalones hasta quedar con unos simples shorts cortos deportivos y una camiseta, respecto al frío no habría problema ya que la calefacción se encontraba encendida. Yoongi se mantuvo en silencio, mirándolo con ojos curiosos mientras se estiraba, luciendo tan profesional que no podía creerlo.
Luego de unos veinte minutos de estiramiento se levantó y caminó hasta uno de los estantes donde los alumnos guardaban sus pertenencias y tomó una botella de tiza poniendo una cantidad considerable en sus manos.
Caminó hasta el tubo y miró desde abajo hasta el techo, examinando la altura, se sintió un poco asustado, pero bastó con cerrar los ojos y tomar aire para volver a recomponerse. Casi había olvidado que Yoongi estaba ahí hasta que este encendió el estéreo haciendo que sonara Tomboy de Destiny Rogers.
Enganchó su brazo a la barra y dio algunas vueltas alrededor en el suelo, se sujetó con otro brazo y subió cómo si fuese una escalera invisible, tratando de seguir el ritmo de la música, sus músculos se flexionaron cuando llego más arriba de la mitad y se sostuvo con sus brazos elevando sus piernas hasta que su cabeza quedó abajo y sus piernas arriba abiertas a cada lado de la barra, se sostuvo con los muslos y giró aún con la cabeza hacía abajo, luego volvió a su posición inicial sujetándose con piernas y brazos. Yoongi tembló cuando sus brazos soltaron la barra apoyando su hombro de espaldas a esta mientras se sostenía con sus piernas y giraba. Se sujetó con los brazos sobre su cabeza e hizo un Split en el aire, en la parte más alta de la barra, luego se deslizó entre giros hasta la mitad. Yoongi estaba sin aliento.
La canción cambió, esta vez sonó I Feel Like I'm Drowning de Two Feet y Yoongi tragó saliva cuando Jimin se deslizó hasta el suelo, enganchó una pierna en la barra y giró con la cabeza hacía atrás, totalmente perdido en la música. Jimin se movía con seguridad y gracia, él estaba en sincronía con su elemento, se notaba lo mucho que disfrutaba aquello, lo concentrado que estaba en ese momento, cómo si no hubiese nadie más en el mundo. Él no era consciente del efecto que estaba causando en Yoongi.
Se pegó de espaldas al tubo viendo a Yoongi de frente y se sostuvo sobre su cabeza, luego bajó con las piernas abiertas cayendo sobre sus rodillas flexionadas. Se sostuvo con sus brazos y rodó sobre su cuerpo antes de ponerse de pie nuevamente, de un salto volvió a subir a la barra y trepó hasta lo más, viendo el suelo desde allí, su corazón palpitaba extasiado, se sentía drenado, libre en ese momento, pensó que tendría miedo debido a la altura, pero no le asustaba en lo absoluto. Yoongi sólo podía ver los músculos de sus piernas y brazos tensarse con cada movimiento, era una imagen digna de apreciar.
Se sujetó con un brazo a cada lado de su cabeza dejando su cuerpo suspendido en el aire de forma horizontal. Yoongi temió que cayera de allí, pero Jimin tenía brazos fuertes. Jimin volvió a sujetarse con brazos y piernas descendiendo lentamente, cuando estaba por llegar a la mitad de la barra se desconcentró por unos instantes haciendo que perdiera el equilibrio cayendo directo al suelo.
— ¡Jimin! —exclamó Yoongi corriendo hasta él enseguida.
El pelirosa se sentó en el suelo y enterró la cabeza entre sus rodillas sollozando en voz baja, Yoongi se asustó aún más y lo abrazó revisándolo por todos lados.
— ¿Qué pasa? ¿Dónde te golpeaste? —habló el pelinegro alarmado— ¿Vamos al hospital?
Jimin jaló de su brazo cuando el mayor estuvo a punto de incorporarse y lo miró con los ojos llenos de lágrimas, pero al mismo tiempo, con una gran sonrisa.
—No me duele nada, hyung —afirmó. Yoongi se sintió un poco más aliviado.
El menor sorbió su nariz y miró al suelo sonriendo con nostalgia, Yoongi lo miró en silencio volviendo a rodearlo con sus brazos arrodillándose junto a él. Jimin veía las marcas apenas visibles en sus brazos y piernas, todas producto de los múltiples castigos de Jongin, los recuerdos aún eran dolorosos pero ahora estaba seguro de una cosa, y es qué, si todo lo que había sufrido había sido el precio de la vida por encontrarse con Min Yoongi, volvería a soportarlo una y mil veces.
Cuando miraba atrás todo era triste y desgarrador, pero ahora veía a Yoongi y se sentía la persona más afortunada del mundo por tener una persona así a su lado, una persona que lo miraba cómo si fuese un tesoro y que podría hasta dejar de respirar solo para salvarlo. Jimin se había ganado al mundo con solo tener a Yoongi a su lado.
— ¿Por qué lloras? —cuestionó el pelinegro limpiando sus mejillas con los pulgares.
—De verdad estoy muy agradecido con usted —afirmó.
—Ya he dicho qué...
Jimin lo interrumpió. —No es solo por salvarme, hyung. Es porque creo que nada en mi vida hubiese sido mejor que esto. Mejor que usted. Incluso si nunca me hubiesen vendido a aquél asqueroso casino hubiese podido haber sido tan feliz como ahora que estoy con usted.
—Jimin... —Yoongi dejó escapar el aliento.
—Antes de usted jamás creí que pudiera aceptar a una persona, sé que es repetitivo, pero yo de verdad sentía tanto asco, quería acabarlos a todos, incluso a usted lo odié la primera vez —continúo—. Pero ahora, usted no se metió solo en mi corazón, usted se cosió a mí con mis entrañas, no sé qué me ha hecho para hacerme sentir tanto.
Yoongi sonrió, no pudiendo creer las palabras que salían de los labios del menor y no dudó en acercarse para besar su sien, acariciando su nuca con sus pulgares mientras trataba de calmar el latir desembocado de su corazón antes de hablar.
—Eso se llama amor, Jimin —dijo—. Yo tampoco sabía una mierda de sentimientos antes de conocerte a ti, creía que eso de las mariposas en el estómago y los nervios constantes eran sólo cosas de adolescentes inmaduros, pero mírame. Para mí no existía nada más que no fuese asesinar, torturar, vengar.
—Yo quiero asesinar a cualquiera que trate de apartarlo de mi lado —confesó el menor—. ¿Eso también es amor?
—El amor tiene distintos conceptos, pequeño. Yo diría que nuestro amor va totalmente fuera de lo convencional.
— ¿Y eso es malo? —cuestionó con la cabeza ladeada.
—No. Esa es la mejor parte.
Hoseok se encontraba sentado en el salón de la mansión junto a Taemin y Edán quienes lo miraban expectantes.
— ¿Lo dices enserio? —repitió Taemin por enésima vez sin poder creérselo.
—Hoseokie, una boda no es cómo una fiesta de cumpleaños —explicó Edán.
El pelirrojo rodó los ojos con fastidio. —Y dale con que las vacas vuelan. ¿Y eso qué?
—Hoseok. ¿Qué tal que ellos no quieren casarse? —cuestionó Taemin.
—Eso es absurdo. ¿Crees que no conozco a mis hermanos? —Hoseok alzó una ceja.
—Yoongi es mi hermano, no tú hermano —recordó Taemin—. Y Yoongi es la persona más impredecible del mundo. Jungkook por otro lado...
—Jungkook aún cree en los padrinos mágicos, no podemos esperar mucho de él —finalizó Edán entre risas.
Hoseok se frotó los ojos, ya estaba cansado, en primer lugar, él no había pedido la ayuda de nadie, ellos estaban allí porque Asgard les había comentado y ellos habían estado de acuerdo en ayudar, pero ahora sólo se dedicaban a cuestionarlo al igual que Namjoon.
¿Cuál era el problema en que él hiciera hacer una boda sorpresa para sus amigos? Al final se lo agradecerían y todos tendrían que cerrar la boca.
—Yo te ayudaré —comentó Edán luego de un rato cruzando las piernas sobre el sofá. Taemin lo miró ladeando la cabeza.
—Esa es la gente que necesito —afirmó el pelirrojo sonriente señalando al rizado.
Asgard entró en el salón cargando un par de carpetas en sus manos.
—Aquí están los mejores lugares para organizar una boda —dijo entregándoselas a Hoseok. Obviamente que él estaba de su lado.
— ¿Y tú pagaras todo? —cuestionó Taemin con una ceja alzada.
—Por supuesto —respondió mirando aún el contenido de las carpetas.
Edán alzó las cejas. —Sabes, Hobi... A veces me siento solo...
Taemin y Asgard rieron, Hoseok los miró mal.
—No. Tú ya me rechazaste una vez —recordó el mayor.
— ¡Estabas cubierto de sangre y con un arma más grande que mi brazo! —exclamó el menor recordando el traumático evento.
Solo rieron y luego se pusieron manos a la obra, Hoseok le asignó una tarea a cada uno y habló acerca de que iba a convencer a Namjoon de una u otra manera, también dejó muy en claro que debían ser discretos para que ni Jungkook ni Yoongi sospecharan nada.
Si sus amigos no querían casarse pues los obligaría, pero de que se casaban, se casaban.
Jimin estaba sentado sobre el sofá revisando cosas en su celular mientras esperaba pacientemente que Yoongi volviera, últimamente el pelinegro pasaba más tiempo allí que en la mansión y con Taehyung era al revés, pero en ese momento se encontraba dormido en su habitación ya que Jungkook había estado misteriosamente desaparecido durante todo el fin de semana.
Cómo si hubiese sido invocado, la puerta de entrada se abrió y a través de esta apareció Jungkook con un pulcro traje y la máscara de conejo aún puesta mientras arrastraba un rifle en su mano.
—Hola, Kookie —saludó el pelirosa devolviendo su vista al celular—. Taehyung está dormido en su habitación.
Sin embargo, el pelinegro se dirigió directamente a él, y cuando se quitó la máscara pudo ver su rostro cansado con una expresión preocupada.
— ¿Ocurre algo? —preguntó con el ceño fruncido, de repente se sintió asustado— ¿Pasó algo con Yoongi?
—No, no —negó enseguida—. Nada de eso.
Jimin suspiró aliviado. — ¿Entonces qué es?
—Jimin. Sabes jugar póker ¿cierto? —cuestionó tomándolo por sorpresa—. Bueno, no solo eso. ¿Eres bueno?
—Pues sí, supongo. Aprendí a jugar póker cómo aprendí a hablar —explicó con obviedad— ¿Pero eso qué?
—Necesito que me hagas un favor —empezó el pelinegro—. Pero ni Clown ni el resto de los chicos puede enterarse.
— ¿De qué se trata? —De repente se sintió nervioso.
—Hay un tipo que tiene una información que necesitamos, es aliado de uno de nuestros enemigos, pero sólo nos la dará si alguien le gana una partida de Póker, pero él es experto haciendo trampas —explicó el pelinegro bajo la atención de Jimin—. Así que no sólo necesito que juegues, tendrás que hacer trampa para ganar.
—Bien, en eso no hay problema —asintió el menor—. Pero no quiero mentirle a Yoongi...
—Oh, tranquilo. Él lo sabrá después —mintió el pelinegro.
—Bien. ¿Cuándo es?
—Ahora mismo —dijo—. Ah, y otra cosa. Es en un casino...
Jimi tragó saliva y tembló moviendo su cabeza lado a lado para tronar su cuello, un pequeño tic que había adoptado cuando se ponía nervioso. Al final suspiró rendido y se puso de pie.
—Lo haré, deja que me vista —dijo levantándose del mueble— ¿Debería ir formal?
El pelinegro asintió y una vez Jimin desapareció en el piso superior botó el aire que había estado conteniendo. Yoongi iba a matarlo si se enteraba de lo que estaba a punto de hacer, pero no sabía que era peor, si eso o que se enterara de que perdió la mansión en una apuesta.
Jimin volvió al salón vistiendo un traje negro hecho a medida y su cabello rosa bien peinado mientras se colocaba un saco largo para protegerse del frío, Jungkook le hizo una seña y enseguida salieron del apartamento para bajar hasta el estacionamiento donde estaba aparcada la camioneta del pelinegro.
El camino fue silencioso, no se podría decir cuál de los dos estaba más nervioso, pero probablemente Jungkook estaba ganando, Jimin sólo se sentía incómodo respecto al hecho de tener que estar en un casino, pero de lo contrario, no había de qué preocuparse, él confiaba en sus habilidades para jugar más que nadie.
Atravesaron el centro de la ciudad hasta llegar a una calle bastante transitada en la que había varios clubes, bares y casinos esparcidos a los lados de la calle, era la zona fiestera de Moscú.
Aparcaron en el estacionamiento de un gran casino de estructura moderna llamado "Roza" y bajaron del vehículo apenas Jungkook apagó el motor, el pelinegro acomodó una pistola en la cinturilla de su pantalón y caminó junto al pelirosa hasta la entrada del lugar. Jimin se sujetó al brazo del mayor mirando a todos lados cuando las luces neón en tonos rojos los recibieron, a diferencia de los casinos en los que había estado Jimin este olía a champán y perfume caro, claramente no era cualquier lugar.
—La partida será en una sala privada —anunció Jungkook mientras Jimin miraba las distintas mesas de juego y a la gente esparcida por el lugar, tratando de alejar los amargos recuerdos que amenazaban con inundar su mente.
— ¿Cuántos hombres serán? —preguntó el menor cuando ingresaron al pasillo donde se encontraban las salas privadas.
—Serás tú y tres más, pero los otros dos son los hombres de Yixing —explicó el pelinegro.
—Zhang Yixing. Es el hombre del que te hablé —Jimin asintió y justo en ese momento pararon frente a una puerta custodiada por dos hombres.
— ¿Rabbit? —cuestionó uno de los hombres.
—Sí. Pero él es quién jugará —Jungkook asintió señalando a Jimin el hombre asintió y el otro se acercó al pelirosa indicándole que lo revisaría.
—Deberás esperar afuera —dijo uno de los hombres. Jungkook frunció el ceño en descontento—. Estás armado hasta los dientes, hombre.
Jungkook rodó los ojos y miró a Jimin buscando su aprobación.
—No pasa nada, Kookie —asintió el menor—. Sólo quédate aquí.
Mentiría si dijera que no estaba asustado como la mierda, incluso el toque del hombre mientras lo revisaba había puesto sus pelos de punta haciendo que quisiera salir corriendo, pero él ya no era un cobarde.
Los hombres abrieron la puerta indicándole que pasara y así lo hizo, la sala estaba cargada de humo y al igual que el resto del casino había luces rojas y algunas tenues luces amarillas sobre la mesa de juego para poder ver mejor. Era una mesa redonda y dos sofás pegados a la pared, luego de eso y de la mesilla donde reposaba una botella de whiskey junto a un par de vasos no había nada más.
Un hombre alto, de ojos rasgados y aspecto joven se levantó haciendo una pequeña reverencia hacía él, llevaba un traje vinotinto sin camisa y el cabello castaño minuciosamente peinado hacía un lado. Al instante sintió que aquel tipo no le daba buena espina.
—Es un placer. Soy Zhang Yixing, pero llámame Lay —el alto habló en inglés sorprendiendo a Jimin—. ¿Tú eres?
—Soy Park Jimin —respondió el pelirosa auto felicitándose cuando su voz no tembló—. Es un placer.
Los otros dos hombres en la sala también lo saludaron con un gesto de cabeza indicándole que se sentara, Jimin se sentó frente a Lay, viendo la caja con las cartas aún sellada sobre la mesa y las fichas a un lado. Relamió sus labios sintiéndose incómodo bajo la intensa mirada del hombre, pero se negó a mostrarse nervioso.
Ese juego ya estaba ganado, él lo sabía, pero tampoco quería mostrarse tan altanero, mientras sus oponentes más bajaran la guardia, sería mejor. Lay lo miraba curioso, preguntándose de donde había salido aquel apuesto de chico de aspecto angelical y mucho más sin poder creer que él fuese capaz de ganarle.
— ¿Dónde aprendiste a jugar, Jimin? —la pregunta lo tomó por sorpresa—. Oh, disculpa. ¿Puedo tratarte informalmente?
El pelirosa asintió, sintiendo la música ahogada por las paredes zumbar en sus oídos. —Desde pequeño me gustó el Póker, y lo practicamos bastante en mi familia.
Obviamente no iba a decirle la verdad, en primer lugar, ni siquiera debía haber preguntado, estaba ansioso por decirle que empezaran de una puta vez para que pudiese irse.
—Sí, eso veo —volvió a hablar—. Digo, por el tatuaje del trébol que llevas en tu cuello.
Jimin se tensó. — ¿Podríamos empezar ya? Tengo algo que hacer después de esto.
Quizá había sonado más hostil de lo necesario, pero algo en el tono de voz del contrario estaba logrando desesperarlo. El castaño asintió haciéndole una seña a uno de los hombres quién tomó las cartas rasgando la caja para sacarlas y comenzar a barajarlas.
El tipo a su derecha era el encargado de repartir las cartas y una vez que Jimin partió, comenzó a entregarlas hasta que cada uno tuvo sus cinco cartas.
—Apuesta inicial —dijo el chino sin ver sus cartas. Jimin se mantuvo.
—Cien —dijo. Lay asintió.
—Cien —dijo.
—Cien —dijo el otro, y luego el otro igual.
Había cuatrocientas fichas como apuesta inicial. No había reglas específicas, todo se valía en aquel juego, Jimin nunca había jugado con alguien tan arriesgado, era claro que sus trampas estaban bien armadas o al menos eso creía.
Observó su mano de cartas al mismo tiempo que prestaba atención discretamente a Lay y sus compañeros, el castaño tenía una expresión seria, una Póker Face bien practicada, pero no lo suficiente como para que Jimin no notara que estaba dudando. Sonrió de medio lado cuando llegó el momento del descarte y el chico metió una carta debajo de la manga de su saco, creyendo que nadie lo había notado.
Sus trucos eran tan obvios.
Jimin estaba construyendo una buena mano aún sin la necesidad de hacer trampas, él sólo estaba divirtiéndose con la preocupación de los demás en la mesa.
—Quiero elevar la apuesta —dijo el castaño—. Doscientas fichas más.
—Yo igual —anunció otro de los chicos—. Trescientas fichas más.
Joder. Estaban faroleando descaradamente. Jimin se rio sin dejar de ver sus cartas.
—Ochocientas fichas más —dijo el pelirosa tomando por sorpresa al resto. Vio la expresión de expresión de Lay vacilar, tornándose hostil durante algunos segundos.
Una ronda más de descartes y estaría listo, Jimin tenía la mejor mano, eso era seguro, pero no quería solo ganar, quería quebrar la confianza de Lay porque estaba empezando a irritarlo. Le dio un trago a su vaso de whiskey y fingió ahogarse tosiendo agresivamente, se echó hacía atrás en la silla bajo la mirada preocupada de los demás y "tropezó" con la mesilla a un lado haciendo hacer uno de los vasos. Se agachó debajo de la mesa rápidamente para recogerlo y pudo ver las cartas escondidas debajo de los muslos de Lay.
Se incorporó nuevamente aun carraspeando.
—Lo siento —se disculpó palmeando su pecho y volviendo la mirada a las cartas—. Podemos continuar.
—Quinientas fichas más —apostó Lay mirando sus cartas. Sus hombres se miraron, Jimin ya sabía lo que pasaría.
—Me retiro —dijeron los hombres al unísono. Jimin exhaló una sonrisa.
—Quinientas fichas más —igualó el pelirosa haciendo que el contrario lo mirara amenazante. Ahora eran solo ellos dos, tal y como Lay lo había planeado.
Un sudor frío le recorrió la nuca cuando las últimas cartas fueron repartidas. Sabía que Lay tenía armada una escalera real de color, no se arriesgaría a perder, pero Jimin sabía jugar mejor, por lo cual tenía también una escalera real, pero con las cartas de valor más alto. Él estaba sonriendo con seguridad, y pudo ver cómo la vena en la frente de su oponente se hacía cada vez más notoria, estaba molesto.
—Muestren sus cartas —dijo el tipo que estaba repartiendo.
Ambos revelaron sus cartas al mismo tiempo, Lay sonrió con autosuficiencia hasta que observó las cartas de Jimin con detenimiento, su expresión se descompuso al instante.
—Royal flush —anunció el rosado poniéndose de pie con una sonrisa. Todos lucían aturdidos.
Estuvo a punto de salir del lugar cuando uno de los hombres lo tomó haciéndolo retroceder, enseguida Lay se acercó, su sonrisa amable y semblante educado había desaparecido, por un momento se sintió asustado.
— ¿Crees qué no lo sabía? —susurró el castaño entre dientes apretando su garganta—. Eres una de las putas del casino trébol.
Jimin se tensó, de repente volviéndose débil frente a ellos, trató de gritar, pero se vio ahogado por un golpe que lo hizo caer de rodillas.
—Siempre tuvieron chicos lindos, pero contigo se pasaron —jadeó el contrario poniéndose a su altura—. Al final si tendré mi premio.
—Aléjate —sentenció Jimin cuando el contrario se acercó amenazando con besarlo.
—Sosténgalo —ordenó el contrario y enseguida los hombres lo tomaron de los brazos impidiéndole moverse.
— ¿Creíste que me ganarías y te irías, así como así?
Sentía que estaba en una de esas pesadillas donde tratas de gritar, pero tu voz no se escucha, las manos del hombre se escabulleron por su ropa despojándolo de su camisa para tocar su abdomen. El toque se sintió insoportable, se estaba negando con todo su ser, pero al mismo tiempo se sentía cada vez más indefenso.
Eres una puta.
Siempre lo serás.
No eres más que un objeto.
Sollozó cuando sintió los labios del contrario besar su cuello mientras manoseaba su culo con posesividad, se sentía débil, cómo si otra vez fuese el Jimin sumiso del casino.
—No eres más que un entretenimiento sexual, Jimin —susurró contra su oído haciéndole apretar los ojos para contener las lágrimas.
Sucio. Estás eternamente sucio.
Estaba mareándose, tenía ganas de vomitar y cuando sintió como le bajaban los pantalones de sintió desfallecer, se removió entre el agarre de los hombres ganándose un par golpes que lo hicieron jadear.
—Basta —gimió cuando volvieron a golpearlo.
Lay tomó su mandíbula bruscamente haciéndole ladear la cabeza, luego presionó el tatuaje en su cuello. —Estas marcado. Cómo un juguete. Así que cállate y obedece, lindo.
Las voces en su cabeza lo atormentaban, creía que nunca habían sonado tan fuerte, estaba llorando en silencio, no podía emitir sonido alguno, sólo se preguntaba: ¿Por qué? ¿Por qué siempre terminaba así?
Quería defenderse, pero estaba tan cansado, sus defensas estaban agotadas en ese momento, los recuerdos lo azotaban de manera violenta, las veces que había terminado en el piso de las jaulas, cubierto de sangre, sudor, flujos y demás sustancias, las veces que no podía hacer nada más que intentar desaparecer mientras lo golpeaban, mientras lo violaban, mientras lo humillaban.
Yoongi bajó furioso de la camioneta siendo seguido por Hoseok y Namjoon quienes enseguida entró al casino cargando un rifle en su mano, todos los miraban y se hacían a un lado dejándole pasar, los chicos casi tenían que correr para alcanzarlo. Llegaron a la zona de las salas privadas y su sangre hirvió al ver a Jungkook recargado sobre la pared junto a dos tipos custodiando una puerta.
— ¿Dónde está Jimin, Jeon Jungkook? —El alma de Jungkook abandonó su cuerpo cuando escuchó la voz de Clown.
Jungkook trató de hablar, pero las palabras no salían, sólo pudo señalar hacía la habitación, sospechosamente silenciosa. Yoongi apuntó a los guardias y estos se hicieron a un lado dejándole pasar, la puerta se abrió y la escena hizo que el pelinegro se transformara.
— ¡Basta! ¡Basta, por favor! —Apenas la puerta se abrió los gritos de Jimin se oyeron. Jungkook abrió los ojos pasmado.
—Jungkook, vete si quieres vivir —habló Namjoon ingresando a la habitación detrás de Yoongi.
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