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Esta historia está terminada, sin embargo, ahora no pueden ver todos los capítulos ya que se encuentra en edición para su próxima publicación en físico, ACTUALIZO TODOS LOS DÍAS. Para mantenerte al tanto de las novedades sígueme en instagram, estoy como: edencarstairs.
— ¿Qué hacemos? —preguntó Hoseok mientras los paramédicos subían a Jongin a la camilla.
Yoongi examinó la sala con minuciosidad, ya había sido lo suficientemente considerado, era hora de volver a poner las cosas en su lugar.
—No digas que no te lo advertí —murmuró el pelinegro a un Jongin casi inconsciente al mismo tiempo que lo sacaban de allí—. Llama a Suho. Vamos a quemar todo.
— ¿Y los miembros del casino? —preguntó Jungkook con el ceño fruncido.
—Diles que salgan. El que no lo haga morirá calcinado.
— ¿El dinero de las bóvedas? —cuestionó esta vez Namjoon. Yoongi se relamió los labios pensándolo por unos segundos.
—Repártanlo entre los miembros, que lleven todo lo que puedan cargar, el resto lo quemamos —finalizó.
Acto seguido todos comenzaron a moverse, en menos de diez minutos los hombres de Clown entraban al lugar para ayudar a sacar a todos y repartir el dinero, todos lucían confundidos sin embargo nadie protestaba, incluso los «leales» hombres de Jongin no habían dudado ni siquiera un segundo en tomar su parte y largarse.
—Tengo la gasolina en la camioneta —avisó Suho llegando junto a Yoongi.
—Bien. Bájala y comienza a esparcirla desde los pisos de abajo hasta arriba —ordenó el pelinegro. El contrario solo asintió con la cabeza y se puso manos a la obra.
Yoongi se paró en el lugar donde estaban las famosas jaulas viendo como cada vez el lugar se vaciaba más, la situación lo tenía emocionado, sabía lo feliz que estarían Jimin y Taehyung cuando les dijera que había acabado con ese asqueroso lugar de una vez por todas.
Vio los suelos de las jaulas manchados de sangre y algo se revolvió en su interior, imaginando todo lo que habría sufrido su pequeño antes de que lograse salvarlo, tantas cosas que habían logrado romperlo al punto de creer que no valía nada... Pero haría que Jongin se arrepintiera y pagara cada una de las cosas que había hecho y que más que empezar por destruir su amado casino, consumido por las llamas hasta que no fuese nada más que escombros y cenizas.
—Ya se ha repartido la mayor parte del dinero, todos se han llevado varias bolsas, pero aún sobra. ¿Seguro que quieres quemar el resto? —preguntó Hoseok parándose a su lado.
—No quiero nada que ver con ese dinero que fue ganado a costa de la tortura de personas inocentes —soltó Yoongi con simpleza—. Aparte, ¿cuánto puede haber? ¿Unos cientos de miles?
Hoseok soltó una risita y miró cómo los chicos se movían de un lado a otro trabajando con rapidez.
—Sí, más o menos —respondió el pelirrojo.
—Ese es mi sueldo diario, Hoseok —El pelinegro exhaló una sonrisa—. Dile a Suho que ya es hora.
Yoongi cargó el arma sobre su hombro y caminó con Hoseok por todo el lugar mientras se aseguraban de que no quedara nadie en el interior, el aroma a gasolina generaba en Yoongi cierta satisfacción, sus labios se curvaron en una media sonrisa y una vez lista la inspección salieron por la puerta trasera.
—Do svidaniya, klever kazino. [Adiós casino trébol] —Se despidió el pelinegro una vez estuvieron en la calle.
—Uvidimsya nikogda. [Hasta nunca] —soltó Jungkook al mismo tiempo que Yoongi disparaba al inicio del camino de gasolina.
El líquido ardió y se expandió enseguida desde el suelo hasta el interior, con rapidez se subieron a los autos y dieron la vuelta para salir del lugar antes de que todo comenzara a estallar. Un par de minutos después el humo ya se hacía denso y los reflejos naranjas dentro del establecimiento eran cada vez más intensos.
—Hoseok, retrasa los bomberos al menos una hora. Quiero asegurarme de que no quede nada —ordenó Clown desde la ventanilla hacía al casino al otro lado de la calle.
—Entendido.
Cuando estuvo seguro de que las llamas eran lo bastante abrasivas decidió que era momento de abandonar el lugar, su pecho creía con una latente emoción, no sabía cuánto tiempo había estado esperando para hacer aquello y ahora se sentía tan feliz cómo un crío en navidad.
— ¿Y ahora qué? —preguntó Jungkook desde el asiento de copiloto.
—Yo iré a buscar a Jimin. Ustedes averigüen que hará Seokjin con Jongin, hay que mantenerlo vigilado —explicó mientras conducía por las calles en dirección a la mansión—. ¿Crees que es Jimin el que se registró en el hotel con tu nombre? —cuestionó el pelirrojo.
—No me queda duda, amigo mío —finalizó el pelinegro antes de estacionar frente al gran portón de la mansión.
Sin decir nada más Hoseok y Jungkook bajaron del auto observando al mismo tiempo cómo se abría el portón dejando pasar a Namjoon y el resto de los chicos que los habían acompañado. Luego de despedirse el pelinegro volvió a arrancar el auto conduciendo directo al hotel «Brilliant».
Eran alrededor de las diez de la noche, las calles estaban muy transitadas y los letreros alumbraban por todas partes generándole un ligero dolor de cabeza, por alguna razón el ambiente se sentía diferente por el solo hecho de saber que ya no estaba más ese mugroso casino. Volvió a pasar frente al lugar que ahora no era más que escombros envueltos en humo, los bomberos apenas estaban llegando al lugar, apagando las leves llaman que aún ardían débilmente.
Al cabo de un par de minutos entró al estacionamiento del lugar y entregó las llaves al valet parking, bajó del auto y se acomodó el saco guardando una pistola en la cinturilla de su pantalón, se peinó el cabello con los dedos y entró al lobby dirigiéndose directo a la recepción.
La chica detrás del mostrador hizo una pequeña reverencia mostrando respeto y luego se inclinó un poco sacando una tarjeta negra de un cajón.
— ¿En qué habitación está? —preguntó el pelinegro tomando el pedazo de plástico.
—En la 122 —informó la chica y Yoongi solo asintió en respuesta para después retirarse en dirección a los ascensores.
Subió hasta el piso correspondiente y al cabo de unos segundos las puertas se abrieron dándole paso a un elegante pasillo que atravesó con un caminar decidido, conocía aquel hotel tan bien cómo su casa, después de todo él había estado presente en todo el proceso de la construcción, por lo que no le fue difícil encontrar la puerta con el número ciento veintidós y sin nada de dudas pasó la tarjeta por el contacto especial de la puerta haciendo que esta se abriera con un clic.
Ingresó a la habitación observando que parecía no haber nadie en el interior si no fuese por el sonido de la regadera y la ropa ensangrentada sobre la cama, con tranquilidad caminó hasta el pequeño bar de la habitación y se sirvió un vaso de whiskey con hielo mientras esperaba pacientemente que el chico saliera del baño, se sentó en uno de los muebles y miró su reloj mientras le daba un largo trago a su bebida.
Cruzó las piernas una sobre la otra y se acomodó mejor una vez que escuchó el agua cesar. Un minuto después el pelirosa salió del baño con una toalla envuelta en su cintura. El chico saltó en su lugar apenas se percató de su presencia, pero en seguida se tranquilizó al darse cuenta de quién era.
Su reacción fue espontánea, enseguida tiró la toalla con la que se secaba el cabello al piso y casi corrió hacía el pelinegro montándose a horcajadas sobre su regazo para abrazarlo, el perfume amaderado de Yoongi llenó sus fosas nasales y se sintió como una especie de consuelo, verle después de todos aquellos días, después de todo lo que había sucedido, se sentía irreal.
Yoongi mentiría si dijera que no lo había tomado por sorpresa, sin embargo, no lo dudó antes de dejar el vaso sobre la mesita y rodear la espalda desnuda del chico con sus brazos.
—Lo siento mucho, pequeño... —murmuró contra el cabello mojado del chico.
Y es que por más que tratara de ignorarlo había un gran remordimiento de consciencia en su interior, por haber dejado sólo a Jimin y haber permitido que le hicieran daño una vez más; apretó los ojos con fuerza sintiendo su corazón latir desenfrenado al sentir el cuerpo tibio del menor contra el suyo.
—No es tu culpa, Yoongi. Tarde o temprano iba a pasar —habló el pelirosa separándose un poco para verlo a la cara—. Aparte me siento más liberado después de lo que hice.
—Estoy orgulloso de ti. Te dije que eras muy fuerte —murmuró el pelinegro apreciando su rostro a la perfección estando tan cerca, sus mejillas sonrojadas probablemente a causa del agua caliente.
—Es todo gracias a ti. Tú me enseñaste que no debo dejar que nadie me lastime, tú me hiciste confiar en mí mismo. —Yoongi lo escuchó atentamente—. No sabes cuanto te lo agradezco, Yoongi. Desde el momento en que me sacaste de ahí hasta ahora que aún sigues luchando por mí.
Los ojos del pelinegro brillaban fascinados, estaba ligeramente sorprendido, jamás creyó que Jimin le hablaría de aquella manera tan sincera, mirándole a los ojos directamente cuando antes ni siquiera podía verlo a la cara por más de un par de segundos, había madurado tanto que Yoongi sentía que el tiempo estaba pasando demasiado rápido.
—No sabes cuánto te amo, Jimin —Soltó con voz ronca—. Desde el primer momento en que vi tus ojos, temblando de miedo, pero aun así siendo tan feroz. Aun cuando me mirabas con asco, desprecio, no podía dejar de pensar que eres el chico más hermoso que he visto. La joya más brillante y valiosa de todo el mundo.
—También te amo, Yoongi —Jimin tragó grueso tratando de aliviar el nudo que se formaba en su garganta—. Gracias por salvarme.
Yoongi estiró una de sus manos acariciando su mejilla sin dejar de mirarle, relamió sus labios sintiéndose ansioso, podía sentir cómo Jimin se acercaba cada vez más a su tacto incluso de manera inconsciente.
— ¿Puedo? —murmuró el pelinegro cerca de sus labios haciendo que la piel del pelirosa se erizara al sentir su aliento chocar con sus labios.
Para sorpresa de Yoongi, el menor se acercó enseguida uniendo sus labios en un beso tímido, las manos de Yoongi volvieron a aferrarse a su cintura y correspondió el beso con frenesí sintiéndose extasiado por el sabor de su saliva, estaba en una nube, sintiendo nada más que los mullidos labios de Jimin devorarle con placer, se sentía seguro, estaba totalmente cómodo con lo que estaba haciendo.
Por primera vez en la mente de Jimin no había espacio para dudas, inseguridades, miedos, nada negativo. Yoongi lo sostenía con firmeza y lamía sus labios haciéndole desear nada más que fundirse con él, juntarse tanto que no pudiese circular el aire entre ellos.
Se comían la boca con desespero, Yoongi se obligaba a mantener las manos quietas pero su autocontrol se fue por un tubo en el momento en que Jimin abandonó sus labios para besar su mandíbula, el pelirosa lo tomó del cuello obligándolo a echar la cabeza hacia atrás y el pelinegro sentía que estaba soñando.
Los besos húmedos del menor se deslizaron por todo su cuello haciéndole jadear, la dureza del mayor era perceptible debajo de Jimin quién no dudó en mecer las caderas arrancándole un gemido ronco al pelinegro.
—Jimin... —exhaló como una plegaria sintiéndose mareado.
Por primera vez en toda su puta vida Yoongi se sentía sometido, débil, dejándose manejar por alguien para su propio placer. Jimin estaba comenzando a amar cada una de las reacciones del mayor, quería ver cómo su rostro cambiaba, cómo fruncía el ceño y parecía estar perdiendo el control cada vez que lo tocaba. Jimin amaba ser el causante de su placer.
Lamió los tatuajes su cuello y detrás de su oreja dejando caer allí su aliento tibio, la piel del pelinegro se erizó y su entrepierna palpitó haciendo que alzara las caderas de forma inconsciente, necesitaba atención, necesitaba con urgencia ser tocado allá abajo.
Jimin pareció leer su mente porque no tardó es deslizarse hasta al suelo, arrodillándose entre las piernas del mayor, quién le miró con ojos vidriosos y juró que podría correrse allí mismo, viendo al pelirosa con las mejillas sonrojadas, labios húmedos e hinchados y la lujuria brillando en sus ojos castaños.
Yoongi se desabrochó el cinturón con lentitud bajo la atenta mirada del menor y eso sólo lo ponía más, Jimin se relamió los labios y le ayudó a desabrochar el botón de sus pantalones para después bajar el cierre, se bajó los pantalones sólo lo necesario sintiéndose demasiado ansioso cómo para tomarse el tiempo de retirarlos por completo.
Jimin observó los tatuajes que asomaban en el abdomen firme del pelinegro y no dudó en pasar una mano tibia por su piel, Yoongi volvió a jadear sintiendo su miembro increíblemente duro, no entendía como podía estar tan caliente con unos simples roces.
Bueno, la verdad si lo sabía, era Jimin.
Las manos de Jimin se deslizaron sobre el bulto en la ropa interior del pelinegro, sintiéndolo duro, caliente, perfecto para querer sentirlo hasta su garganta. Bajó la prenda a la misma altura de sus pantalones y la venosa longitud del pelinegro cayó pesada sobre su abdomen. Yoongi no desviaba la vista del menor en ningún momento, atento a sus reacciones, al pendiente por si llegaba a ver algún indicio de incomodidad por su parte.
Pero Jimin no podía estar más seguro con lo que estaba haciendo, sin ánimos de torturar más al mayor tomó la erección en su mano y movió su mano de arriba a abajo masturbándolo con lentitud, escupió en el glande y Yoongi rodó los ojos sintiendo cómo la humedad hacía más placentera la fricción.
Jimin levantó la mirada viendo directamente al pelinegro con los labios entreabiertos, Yoongi jadeó.
—No voy a aguantar mucho más si sigues mirándome así... —avisó el mayor con voz ronca.
—Nunca había deseado tanto que me follara cómo lo estoy haciendo ahora.
Yoongi creyó que no aguantaría más en ese momento, y al mismo tiempo el pelirosa tomó la erección en su boca llevándola hasta lo más profundo de una sola vez, haciendo que el pelinegro blanqueara los ojos y soltara un gemido ahogado, la mano de Yoongi se posó en el cabello de Jimin, sus dedos se apretaron jalándolo un poco.
El pelirosa subió y bajó la cabeza haciéndole una mamada como todo un profesional, lo estaba disfrutando, las venas acariciando su lengua y las arcadas que lo asaltaban cuando no podía tomar más. La excitación que lo recorría en ese momento era gigante y peligrosa, se sentía capaz de hacer cualquier cosa.
Se separó cuando sintió que se había quedado sin oxígeno y un hilo de saliva se deslizó por su labio, Yoongi se inclinó y lamió su boca, besándolo de manera desordenada, mordiendo su labio inferior hasta casi hacerlo sangrar, estaba perdiendo el control.
—Yoongi, fóllame la boca —jadeó el pelirosa con las mejillas ardiendo.
Yoongi gruñó y enseguida lo tomó del cabello obligándolo a chupar nuevamente, hizo lo que le pidió y enseguida alzó las caderas comenzando a embestir su garganta, Jimin apretó las manos apoyándolas sobre sus piernas para darse equilibrio, los gemidos del menor enviaban vibraciones deliciosas a su entrepierna, sentía que podría correrse allí mismo pero eso no era lo que quería, así que resistió un poco más y luego de embestir un par de veces más sin piedad mientras aun sujetaba su cabeza lo obligó a separarse atrayéndolo hacia su rostro. Jimin se sintió mareado sin embargo no dudó en corresponder el beso que Yoongi plantó con agresividad en su boca.
—Mierda, me tienes tan mal. Te voy a coger tan bien, que vas a llorar de placer —murmuró el pelinegro contra sus labios al mismo tiempo que soltaba la toalla alrededor de su cintura y la lanzaba al suelo.
Acarició sus nalgas y esta vez no se cohibió de recorrer todo su cuerpo con sus manos, Jimin gemía y se retorcía entre sus brazos sintiendo que entraría en combustión en cualquier momento por lo caliente que estaba, sus manos temblorosas fueron hasta la camisa de Yoongi dispuesto a terminar de desnudarlo mientras el pelinegro besaba su cuello, dejando chupones cerca de la marca del trébol.
Yoongi ayudó a Jimin a terminar de retirar su camisa revelando los tatuajes de su pecho y brazos, el menor se sentía fascinado cada vez que veía la obra de arte que era el cuerpo de Yoongi desnudo, tan perfecto, delgado pero fibroso, con los músculos suficientes para hacerlo ver malditamente caliente.
El pelinegro les dio la vuelta dejando a Jimin de rodillas sobre el sofá, no dudó antes de separar sus nalgas y lamer su entrada tomando al pelirosa por sorpresa, sin embargo no pudo hacer más que gemir, Yoongi realizaba su tarea con gusto y esmero, chupando aquella zona al mismo tiempo que atendía la erección del menor con una mano, Jimin sentía el músculo húmedo deslizarse en su interior haciéndolo temblar, sus manos se aferraban al brazo del sofá mientras inconscientemente echaba las caderas hacía atrás.
—Yoongi por favor —suplicó el menor entre jadeos sintiendo que podría correrse en cualquier momento si no se detenía—. Voy a acabar...
—Te follaré aunque lo hagas ahora, pequeño.
Yoongi soltó una risa ronca y se alejó un momento, luego lo tomó de la cintura cómo si no pesara nada llevándolo hasta la cama, la espalda del menor quedó contra el colchón y Yoongi tomó un sobre de lubricante que se hallaba sobre la mesita abriéndolo con los dientes y untándolo en sus dedos bajo la atenta mirada de Jimin, el pelirosa abrió las piernas sujetándolas con sus brazos y cerró los ojos cuando Yoongi introdujo sus dedos con lentitud, el pelinegro no podía estar más feliz en ese momento, sentía que podría volverse adicto a Jimin, a su cuerpo, a sus gemidos, todo en él era como una maldita droga.
—Me gustas tanto... —suspiró el pelinegro sin dejar de mover los dedos en su interior.
Jimin sonrió tímidamente dejando escapar pequeños jadeos de vez en cuando, observando al pelinegro con adoración, la forma en que lo cuidaba aún en momentos cómo aquel. Después de un par de minutos Yoongi untó el resto del lubricante en su erección y se acomodó entre las piernas del menor alineándose con su entrada.
Entró lentamente y aguantó la respiración al sentir cómo lo apretaba, si no se controlaba iba a acabar en ese mismo instante.
—Maldición —gruñó el mayor apoyando los antebrazos a cada lado del cuerpo del menor.
—Yoongi, yo... —Trató de decir el pequeño mientras apretaba los puños tratando de contenerse.
—Lo sé, cielo... Yo también —susurró besando su frente. Yoongi no podría estar seguro de lo que iría a decir Jimin, pero él también, el también sentía tantas cosas en aquel momento que se sentía desfallecer.
Comenzó a moverse de forma perezosa, haciendo que Jimin mordiera su labio tratando de acallar los gemidos, era demasiado bueno, la fricción entre sus cuerpos, el sudor comenzaba a formarse como una fina capa sobre sus anatomías, Yoongi se inclinó sin dejar de moverse y besó los labios del menor, sus miradas estaban conectadas, los jadeos se oían con claridad en la habitación, el choque de las pieles y la fría brisa apenas perceptible gracias a la elevada temperatura de sus pieles.
Jimin rodó los ojos cuando Yoongi redujo la velocidad, pero al mismo tiempo golpeó con más fuerza en su interior tocando aquel punto que le hacía subir al cielo. Apretó uno de los bíceps de Yoongi con sus manos y el pelinegro sujetó su cabeza desde atrás obligándole a besarlo. Estaban tan cerca, las embestidas eran cada vez más placenteras, Jimin abría las piernas tratando de darle el mayor espacio posible, estaba ansioso, desesperado por llegar a su orgasmo.
—Te amo, Jimin —jadeó Yoongi mientras se incorporaba un poco para darle con más ganas al menor.
—Y yo a ti, Yoongi.
Aquello hizo que el pelinegro se sintiera aún más motivado y alzó las piernas del menor dejándolas sobre sus hombros, sus caderas se movieron con frenesí, los movimientos se volvieron más rápidos, cada vez más erráticos, Jimin acabó sin necesidad de siquiera tocarse y Yoongi lo masturbó haciéndolo correrse más fuerte, el pelirosa lloriqueó cuando Yoongi siguió embistiendo su próstata en busca de su propia liberación.
—Yoongi, por favor... Oh mi Dios. —El pelirosa blanqueaba los ojos sintiéndose al borde la inconsciencia por la intensidad de los estímulos.
El pelinegro sólo necesitó oír su nombre entre gemidos un par de veces más para venirse a chorros en el apretado interior del menor, dejándose caer enseguida a su lado totalmente exhausto. El clímax los sedó por completo por al menos unos cinco minutos en los que solo trataban de recuperar el aliento.
—Yoongi —murmuró el pelirosa al cabo de un tiempo. El pelinegro lo miró—... Quiero ser tuyo.
—Eres mío, Jimin —habló en voz baja el mayor recostándose de costado para verle mejor.
—Quiero ser tu novio. —Aquello tomó por sorpresa al mayor.
— ¿Quieres ser mi novio? —repitió como si no pudiese creérselo.
—Sí —respondió el menor abrazando el cuerpo del pálido.
Yoongi sonrió y acarició el cabello de Jimin, no podía sentirse más lleno en aquel momento, definitivamente aquello tendría que ser un sueño.
—Entonces serás mi novio, mi vida.
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