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Esta historia está terminada, sin embargo, ahora no pueden ver todos los capítulos ya que se encuentra en edición para su próxima publicación en físico, ACTUALIZO TODOS LOS DÍAS. Para mantenerte al tanto de las novedades sígueme en instagram, estoy como: edencarstairs.
— ¿Cómo que se irán a las Vegas? —pronunció Jimin con los ojos bien abiertos, no pudiendo creer lo que Yoongi estaba diciéndole.
—Es necesario, Jiminnie. Tenemos unos asuntos urgentes que atender, no será mucho tiempo. —El pelinegro trató de explicar de la mejor forma posible sin dar detalles para no levantar sospechas ante el pelirosa.
Jimin sintió como su estómago comenzaba a revolverse y la bilis subió por su garganta a medida que la ansiedad se iba intensificando.
Iba a quedarse sólo.
Estaría sin protección.
Sin Taehyung. Sin Yoongi.
Podrían aparecer en cualquier momento, podrían hacerle daño otra vez.
Yoongi le vio temblar y suspiró acercándose para rodearlo con sus brazos, sinceramente no quería dejarle, pero era necesario que acabaran con Jongin para que pudieran estar seguros de que Jimin y Taehyung estarían cien por ciento a salvo.
—No estarás solo, bebé. Taemin y Edán vendrán a quedarse contigo. —Yoongi sabía que no era consuelo suficiente, sin embargo, tenía que intentarlo.
Jimin esbozó un puchero y abrazó al pelinegro más fuerte, como si de esta manera pudiera retenerlo. A pesar de que no estaría solo no podía dejar de pensar que estaría desprotegido.
Yoongi lo tomó de las mejillas y lo obligó a verlo a la cara.
—Jimin. Ya no eres el mismo chico que sacamos del casino. Ahora eres más fuerte y valiente. Mucho más de lo que crees. —Las palabras de Yoongi le dieron un poco más de seguridad al menor quien asintió lentamente con la cabeza.
—De acuerdo...
—Aparte estás aquí, a kilómetros de las Vegas, nadie podrá hacerte daño aquí —aseguró el pelinegro—. Volveremos en una semana más tardar.
Después de asentir Jimin se acercó y besó sus labios, queriendo calmar sus latidos y las emociones que comenzaban a alterarse en su interior, no se había dado cuenta de cuan acostumbrado estaba a la presencia del pelinegro hasta ese momento en el que se veía obligado a dejarlo ir.
Se dijo mentalmente que sólo serían unos días y que todo estaba bien al mismo tiempo que observaba al mayor preparar una maleta mientras él permanecía sentado en la cama.
—Taemin y Edán deben estar por llegar, no dudes en pedirles lo que quieras, les dejé una tarjeta de crédito y también podrán llevarte a visitar a Taehyung cuando Asgard lo autorice.
Jimin iba asintiendo a todo lo que el tatuado decía, y después de unos quince minutos en los que terminó de ordenar todo escuchó como la puerta principal se abría y las voces de Taemin y Edán se colaban en el salón mientras saludaban al resto de los chicos, el pelirosa miró al mayor con cierta pena sabiendo que ya era hora.
Yoongi tomó por último la pistola que le había obsequiado y la dejó junto a él en la cama acercándose para besar sus labios por última vez en unos días.
—Te amo. Y voy a extrañarte mucho —murmuró el pelinegro mientras apoyaba su frente con la contrario.
Jimin sonrió y acarició las muñecas del otro que estaba sujetando su rostro.
—Y yo a ti. Te amo.
El pelinegro sonrió debido a la naturalidad con la que Jimin había soltado aquello, se envolvieron en un abrazo que duró un par de minutos y luego Jimin siguió a Yoongi hasta la planta baja dónde se encontraban los demás chicos esperándole.
Edán y Taemin corrieron a saludarle apenas lo vieron y Jimin correspondió con una sonrisa tímida.
—Pero mira qué bonito estás —halagó Taemin acariciando su cabello.
—No te preocupes, Jiminnie. Con nuestra presencia ni siquiera notarás la ausencia de estos payasos —afirmó Edán.
Los demás rieron y procedieron a despedirse no sin antes una última charla por parte de Yoongi.
—Manténganlo seguro. Pero denle su espacio, Jimin no es un bebé, solo necesita un poco más de comprensión. A veces querrá pasar tiempo solo y se pondrá rebelde, cuando sea así, déjenlo. Al rato volverá a estar como siempre. Le gusta ver los programas en ruso con subtítulos, el cereal con Yogurt en lugar de leche y el pijama recién sacado de la secadora para dormir —explicó Yoongi.
—Woah. Mira cómo has aprendido, estoy orgulloso. —Hoseok se limpió una lágrima imaginaria.
—Bueno, pórtense bien. Ya es hora de irnos. —Se despidió Namjoon.
—Suerte chicos. Jimin, saluda a Taehyung de mi parte —habló está vez Jungkook antes de que empezarán a caminar para salir del lugar.
Una vez solos los tres se miraron y Edán miró luego a su reloj.
—Bueno, ya es tarde. A la cama, niños —habló el pelinaranja. Taemin y Jimin asintieron en acuerdo y subieron juntos las escaleras.
—Jimin, no dudes en llamarnos, en cualquier caso, estaremos en la habitación de al lado —dijo Taemin una vez estuvieron frente a la habitación de Jimin, el pelirosa solo asintió.
— ¿Estás seguro de que estarás bien durmiendo solo? —preguntó Edán por tercera vez desde que habían subido.
—Si. No se preocupen, estaré bien. Les llamaré cualquier cosa. —Quizá no era del todo cierto, pero solo quería que los chicos se relajaran un poco.
—Bien. Feliz noche, Jiminnie. Descansa.
Una vez se despidieron Jimin entró a su habitación y cerró la puerta detrás de él suspirando con cansancio. Se acercó hasta el ventanal y observó las calles iluminadas, amaba aquella vista.
Se dijo a sí mismo que aquellos días serían una prueba de autosuperación, debería demostrarse a sí mismo que podía estar lejos de Yoongi y de Taehyung, no necesitaba a nadie para sentirse seguro más que a sí mismo.
Se sentó en la cama viendo aún hacia el ventanal. ¿A quién quería engañar? apenas habían pasado minutos y ya se sentía totalmente deprimido, aquellos días serían eternos y tendría que fingir un montón si quería aparentar estar bien frente a Edán y Taemin.
Tomó la pistola que aún estaba sobre la cama y la dejó en la mesita de noche para después meterse debajo de las sábanas. Después de que habían internado a Taehyung, Yoongi había estado durmiendo con él cada noche, por lo que en ese momento la cama se sentía fría, vacía y demasiado grande.
El perfume del pelinegro permanecía impregnado en la almohada y en las sábanas, Jimin enterró la cabeza en ellas aspirando el aroma, estuvo dando vueltas por un rato, ni siquiera cerró las persianas, temiendo de la oscuridad, así al menos la luz del exterior reflejaba tenuemente en su habitación.
Una hora más tarde logró quedarse dormido al fin, sin embargo, no fue una buena noche, múltiples pesadillas lo molestaban y le obligaban a despertarse cada tanto, se consoló a sí mismo diciéndose que solo era porque era la primera noche.
Se acostumbraría.
No se estaba acostumbrando. Ya habían pasado tres noches y no había ninguna diferencia, a excepción de que cada vez le costaba más trabajo dormirse.
Taemin y Edán lo veían mientras desayunaban en silencio, ambos podían ver que Jimin no se encontraba bien, oscuros círculos se habían formado debajo de sus ojos e incluso su humor estaba por el suelo por más que el pelirosa tratase de hacer como que no.
Claramente no lo estaba pasando bien.
Aparte para terminar de completar la situación, Asgard aún no tenía noticias acerca de cuándo podrían visitar a Taehyung.
Yoongi llamaba todos los días por videollamada, ese parecía el único momento del día en el que Jimin era capaz de sonreír auténticamente. Por más que Taemin y Edán hubiesen estado intentando sacarlo de casa se había negado todas las veces y pasaba los días en la piscina o encerrado en su habitación viendo alguna película.
El pelinegro les había dicho que no se preocuparan y solo lo dejaran ser, mientras Jimin estuviese cómodo no había ningún problema, pero incluso él podía ver a través de la pantalla de su celular que el chicho no lo estaba pasando bien.
Por otro lado, los chicos tampoco habían tenido gran avance estando en las Vegas, si bien ya habían aniquilado a gran parte de los hombres de Jongin, aún no habían logrado dar con el mismo y eso les preocupaba cada vez más, y por más que torturaran a aquellos tipos ninguno parecía saber el paradero del Joker.
Los días se estaban volviendo eternos y el estrés hacía todo mucho peor, Yoongi necesitaba tener a Jimin entre sus brazos para poder sentirse tranquilo, necesitaba cuidar del pequeño él mismo o no estaría conforme. Sin embargo, el tiempo les había servido para completar una que otra tarea que habían dejado pendiente en las Vegas, pero aun así no habían bajado la guardia.
Esa tarde Jimin había accedido por fin a comer con Taemin y Edán fuera de casa, lo hizo un poco a regaña dientes pero podía ver que los chicos sólo se preocupaban por él así que decidió complacerlos. Comieron comida coreana en un acogedor restaurante mientras escuchaba algunas anécdotas por parte de los diseñadores.
— ¿Edán, tú eres ruso? —preguntó Jimin con curiosidad luego de que el pelinaranja finalizara una cómica historia.
—Hm. No lo sé, supongo que sí. Mis padres me dejaron abandonado en la puerta de alguien cuando era un bebé, me crie en un orfanato en otra ciudad pero nunca supe acerca de mi verdadero origen —explicó el chico detalladamente para que Jimin pudiese entender.
— ¿O sea que no tienes familia?
—Taemin y los chicos son mi familia, y unos cuantos amigos que hice en el orfanato. —La sonrisa del chico era auténtica, no se veía afectado por aquella historia en absoluto y Jimin se sintió celoso del muchacho.
¿Cómo había aceptado su triste destino con tanta facilidad? Peor aún. ¿Cómo es que sonreía aun recordando todo aquello?
— ¿Y estás bien con todo eso? —cuestionó con voz ahogada el pelirosa.
—No elegimos nuestro destino, Jimin. Pero sí podemos hacerlo nuestro. Todo lo que pasé, bueno o malo, es lo que me hizo quien soy.
—Las cicatrices también son parte de la vida, Jiminnie. También nos sirven de experiencia —habló Taemin está vez con una media sonrisa.
Jimin analizó sus palabras en silencio y se dijo a sí mismo que quizá los chicos tenían algo de razón, probablemente si sería una persona más fuerte en el futuro cuando aprendiera a aceptar sus heridas y su pasado.
La tarde se les fue rápido, terminaron su almuerzo y luego pidieron postre, a Jimin le gustaba el helado de brownie y conversar con los chicos, tenían muchas historias alegres e interesantes que le hacían reír cada tanto.
Casi era de noche cuando decidieron volver a casa, el clima estaba ya bastante frío y el abrigo que llevaba no era suficiente para mantenerlo del todo alejado. Taemin conducía con prudencia hasta el apartamento, Edán iba a su lado en el asiento de copiloto y Jimin estaba atrás moviendo la cabeza al ritmo de una canción que había oído varias veces en la radio.
En una parte del camino la camioneta se tambaleó de forma brusca haciendo que se exaltaran, Taemin maldijo entre dientes.
—Yebat. Creo que se ha pinchado una rueda. —El rubio golpeó el volante con sus puños y abrió la puerta. —Voy a revisar.
Jimin suspiró y saco su celular de su bolsillo para mirar la hora mientras esperaba pacientemente, eran poco más de las siete. Edán también se bajó para ayudar a su amigo y pasaron unos cuantos minutos antes de que Jimin se percatara de que no estaba oyendo nada.
Sintió el vello de su nuca erizarse con un extraño presentimiento presionando en su estómago, tragó saliva y se quedó quieto, casi por inercia sus dedos se movieron por la pantalla del celular y marcó el número de Yoongi, justo después del tercer timbre la puerta a su lado se abrió y apenas alcanzó a emitir un quejido dejando caer el celular antes de sentir un trapo húmedo cubrir su nariz y boca.
Se removió con fuerza, sin embargo, sus sentidos se iban adormeciendo con rapidez, sintió como lo sacaban del vehículo y el sonido de la voz de Yoongi en la lejanía a través del altavoz, fue lo último que pudo oír antes de caer en la inconsciencia.
N/A: Yebat; mierda en ruso.
El pulso de Yoongi se disparó a través de sus venas mientras aún sostenía el teléfono contra su oreja, su vista pareció volverse borrosa por algunos segundos en los que creyó que iba a tener un ataque de pánico.
Algo estaba mal, algo había sucedido, estaba seguro de que su instinto no se equivocaba y ahora más que Taemin ni Edán contestaban sus llamadas.
—Hoseok. Hoseok —llamó el pelinegro casi con desespero, el pelirrojo volteó a mirarle y se asustó al verlo casi transparente trastabillando sobre sus pies.
— ¿Qué está ocurriendo? —preguntó el contrario posando una mano sobre el hombro del pelinegro creyendo que podría caer en cualquier momento.
—Debemos volver. Algo ha pasado con Jimin, estoy seguro.
— ¿Te ha llamado? —cuestionó Hoseok enseguida y Yoongi asintió, el pelirrojo le arrebató el celular de la mano y enseguida lo conecto a su computadora rastreando la ubicación.
Tan pronto como la obtuvo buscó la cámara más cercana en la zona y la hackeó con una rapidez impresionante, Yoongi se acercó a él cuando la imagen apareció en la pantalla, el auto de Taemin estaba en medio de la calle con las puertas abiertas y unas cuantas herramientas esparcidas a los lados, no había rastros de ninguna persona cerca.
—Trataré de retroceder la grabación —dijo el pelirrojo mientras movía las manos sobre el teclado, en un momento dio con ello y pudieron observar el momento es que dos autos se detenían junto a ellos, varios hombres bajaron tomando a Taemin y Edán mientras cubrían sus rostros con trapos que de seguro estarían empapados con yodoformo.
Yoongi apretó el puño en el momento en que vio a uno de los hombres (difícil de reconocer ya que todos iban encapuchados) abrir la puerta trasera y sacar a Jimin arrastras después de unos cuantos segundos, luego lo subieron en uno de los autos y a Taemin y Edán en otro.
—Creo que la situación es obvia... —murmuró Hoseok tratando de captar la placa de los vehículos o algo que les pudiese dar una pista.
Namjoon y Jungkook entraron en la habitación luciendo confundidos.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó Jungkook acercándose a los demás.
—Lo que tanto temíamos... Han encontrado a Jimin.
Abrió los ojos con algo de esfuerzo parpadeando repetidas veces tratando de disipar el dolor de cabeza, la habitación estaba escasamente iluminada y se sentía confundido al tratar de recordar que había sucedido.
Su cuerpo dolía como si hubiese sido arrastrado y el aire tibio hacía que su ropa se sintiera asfixiante.
Aspiró por la nariz, el conocido olor a humedad le revolvió el estómago y le hizo reaccionar de golpe, sintiendo el pánico calentar su sangre. Estuvo a punto de vomitar sobre el suelo antes de que una mano fría tomara su rostro obligándole a mirar, aquella conocida risa que creía que solo escucharía en sus pesadillas hizo un eco desagradable en su cabeza.
—El buen hijo siempre vuelve a casa, Jiminnie.
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