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Esta historia está terminada, sin embargo, ahora no pueden ver todos los capítulos ya que se encuentra en edición para su próxima publicación en físico, ACTUALIZO TODOS LOS DÍAS. Para mantenerte al tanto de las novedades sígueme en instagram, estoy como: edencarstairs.
La mente humana es tan compleja que los humanos han pasado toda la vida tratando de descifrarla, parece increíble la manera en que una enfermedad mental puede matarte silenciosamente, convirtiéndose a veces en tu mejor amiga para al final arrojarte a un vacío del que no puedes salir por más que luches.
La mente es un arma de doble filo, te engaña, juega contigo, te eleva alto y después te suelta, te hace ahogarte en un vaso de agua y te hace sentir en llamas en el peor de los inviernos. Y es tan discreta, tan silenciosa.
Tan discreta, que cuando te das cuenta ya ha acabado contigo.
Tu propia mente, es tu peor enemiga.
Y Jimin está comenzando a aprender eso, pero no quiere dejarse dominar, está luchando, aunque a veces se le haga demasiado difícil, no quiere dejarse consumir, por eso está allí observando a Yoongi dormir plácidamente. Han pasado al menos un par de semanas desde que los chicos llegaron a Rusia y todo parece marchar con normalidad.
Los chicos trabajan, Jimin y Taehyung pasan las tardes con Asgard paseando por la ciudad, han empezado su terapia y actualmente han conseguido unas cuantas actividades con las que distraerse cuando los chicos no están.
Pero al final siempre vuelven al mismo lugar, a hacerse mil preguntas y la más importante el por qué no pueden sentirse del todo cómodos a su alrededor.
Asgard les ha dicho que pasaran al menos un par de años antes de que puedan volver a la normalidad por completo, que los años que vivieron en el casino no se borraran así de fácil pero que deberán aprender a vivir con los recuerdos, que en lugar de ver todo como si hubiese sido una tortura, debían verlo como una enseñanza, un obstáculo que pudieron superar y que gracias a las experiencias, ahora podrán ser más fuertes.
Pero no es para nada fácil.
Jimin se ha acostumbrado al tacto de Yoongi, al menos un poco, se siente cómodo con su presencia, le deja dormir a su lado e incluso besarlo cuando el pelinegro lo crea conveniente, pero sigue habiendo algo que no le deja ceder del todo, y viéndolo dormir, Jimin solo ve una persona inocente, tranquila, y que no ha hecho nada para lastimarlo, todo lo contrario.
Pero sigue estando ese algo.
El pelimorado se levantó en silencio, camina hasta el espejo de la habitación y observa su reflejo tratando de encontrar algo diferente en él, su cabello ha perdido un poco de color y ahora solo es de un suave tono lila, ha recuperado un poco de peso y sus mejillas están rosadas, su rostro luce vivo y está seguro de que nunca ha lucido mejor, pero las inseguridades y todo lo que lo atormenta en su cabeza sigue ahí.
Se siente bien cuando Yoongi lo mira, cuando lo toca, pero cuando el pelinegro no está, vuelve a quedarse solo con sus pensamientos y no hay nadie que lo saque, y quizá se está volviendo demasiado dependiente pero no es consciente de ello.
Suspiró y revolvió su cabello antes de girarse para observar a Yoongi removerse entre sus sábanas al parecer despertando y enseguida corrió para sentarse a su lado, observando ansioso con ojos brillantes el momento en que el hombre despierta, como ha acostumbrado a hacer cada mañana desde que volvió.
Le encanta apreciar el momento exacto en que Yoongi frunce el ceño antes de abrir los ojos lentamente para luego sonreírle perezosamente antes de jalarlo para abrazarlo, justo como está haciendo ahora.
— ¿Hace cuánto estás despierto? —Inquirió el pelinegro con curiosidad aun manteniendo los ojos cerrados mientras aferraba al menor contra su pecho.
—Hace poco —respondió el menor con una pequeña sonrisa. Eso se ha vuelto una costumbre, las sonrisitas involuntarias de las que ni siquiera es consciente cuando está con Yoongi.
—Hm. Es fin de semana. ¿Qué quieres hacer hoy? —pregunta el mayor como es de costumbre cada vez que tiene tiempo libre.
Jimin frunce el ceño mientras piensa. —No quiero salir de casa hoy.
Yoongi sonríe complacido, él tampoco tenía muchas ganas de salir.
—Entonces, ¿quieres subir un rato a la piscina? No la has visto desde que se mudaron —recuerda el azabache y Jimin alza la cabeza para verlo.
— ¿Piscina? ¿Con este frío? —Jimin habla casi horrorizado y Yoongi ríe.
—Está climatizada, la temperatura del agua se ajusta al clima, Jiminnie. Lo que quiere decir que mientras más frío haga, más tibia estará el agua —aclaró el azabache y Jimin abrió los ojos con sorpresa.
— ¿Por qué nadie me dijo eso antes? —El pelimorado finge indignación.
—Tomaré eso como un sí.
Luego de un rato enredados en la cama, decidieron que debían desayunar algo, y como de costumbre Yoongi era quien preparaba la comida mientras Jimin lo observaba con atención queriendo grabarse cada una de las recetas para poder elaborarlas el mismo algún día. Ese día solo eran ellos en el lugar, Taehyung había pasado la noche con Jungkook y aún no había llegado, tampoco creía que apareciera por el resto del fin de semana.
Luego de comer, se cambiaron de ropa y tomaron un par de toallas para subir a la piscina, Yoongi llevaba a Jimin de la mano como si este pudiese perderse y con cuidado lo guio por las escaleras hasta el piso superior, decir que Jimin se sorprendió al ver el lugar era menudencia. El espacio era más grande que el salón, solo había una pared, el resto eran paneles transparentes al igual que en otras partes de la casa, la piscina era inmensa y ocupaba la mayor parte del espacio, el suelo era una especie de piedra picada y también había algo de grama artificial, en el techo habían pequeños agujeros los cuales eran las luces, había unas cuantas sillas de jardín a un lado y una nevera pequeña, incluso un baño se encontraba al otro lado y al final del otro contrario, las escaleras que llevaban a la terraza.
Jimin se preguntó porque no había subido antes allí.
—Wow —espetó el chico boquiabierto mientras Yoongi lo miraba atento a su reacción. — ¿Cómo es posible una piscina aquí?
—No hay nada que los constructores y diseñadores de interior no puedan hacer —respondió el pelinegro con una sonrisa dejando las toallas sobre una silla.
—No tengo idea de lo que pudo haber costado esto, pero creo que sería al menos una bóveda completa de fichas. —La comparación hizo reír a Yoongi y Jimin le observó con atención cuando el pelinegro se alejó.
Yoongi corrió en dirección a la piscina y Jimin le vio dar una vuelta en el aire antes de caer al agua, luego salió sacudiéndose el cabello y sonriéndole al pelimorado.
— ¿No piensas entrar? —preguntó el azabache estirando un brazo incitándole a entrar.
Jimin se acercó con lentitud, casi con miedo y se sentó en el borde la piscina metiendo las piernas, sintiendo el agua tibia haciéndole estremecer.
—No sé nadar —informó el menor y Yoongi solo sonrió.
—Yo te sostengo.
No lo pensó mucho antes de dejarse caer al agua, siendo sujetado por Yoongi antes de hundirse por completo, el agua les llegaba un poco más abajo del cuello y luego el pelinegro lo jaló hasta el otro extremo donde la piscina no era tan profunda y así Jimin podía pararse por sí solo sin que el agua lo tapara.
Yoongi nadó un poco salpicando a Jimin, quien no pudo evitar reír haciendo que Yoongi lo sintiera como música para sus oídos. Jugaron un rato, Jimin le tiraba agua a la cara y luego se agarraba de su cuello cuando el mayor amenaza con hundirlo. Sus risas hacen eco en el lugar, el agua salpica dentro y fuera de la piscina mientras juegan como un par de niños, por un momento incluso parecía que el tiempo se había detenido a su alrededor.
Jimin le besaba el rostro al alcanzarlo provocándole cosquillas cada tanto y no se dan cuenta de lo a gusto que están en compañía del otro hasta que en un momento el menor tira de su cabello con poca fuerza por hacerlo tragar algo de agua, para después mirarlo fijamente con ojos brillantes y algo rojizos por el cloro del agua.
—Gracias... —susurró Jimin tomando por sorpresa al mayor quién se acerca para envolverlo entre sus brazos y el menor cree que tratará de sumergirlo de nuevo.
—Gracias a ti, Jiminnie —respondió el mayor aún rodeándolo con sus brazos y Jimin ladeó la cabeza confundido.
Yoongi sonrió antes de volver a hablar.
—Has sacado una parte de mí que no sabía que aún vivía —agregó el azabache y Jimin se alejó un poco para mirarlo mejor.
—Usted fue quién me salvo. —La voz de Jimin fue tan suave que pareció apenas un susurro.
—Te lo prometí.
— ¿Por qué? ¿Por qué quiso hacerlo en primer lugar?
—Porque la primera vez que te vi, fue la primera vez que quise a hacer algo por alguien más, la primera vez que te vi, quise ser bueno, al menos una vez... Y tú no merecías estar allí, nadie merece estar allí.
La sonrisa de Jimin tembló.
—Cuando estoy con usted, no tengo miedo, cuando estoy con usted me siento seguro, y eso me asusta —confesó.
—Yo voy a estar aquí siempre, Jimin.
El mencionado lo miró fijamente y pudo ver ese brillo en sus ojos que tanto amaba y que siempre lo hacía sentir en paz. Y era una promesa, no eran simples palabras, su plan era pertenecer a Jimin todo el tiempo que fuese posible.
— ¿Dónde está su familia? —preguntó Jimin tomándolo por sorpresa.
—Depende de a quién te refieras exactamente —respondió tratando de no sonar demasiado brusco.
—Su madre, su padre, hermanos.
—Mamá, muerta. Papá, probablemente igual. Y mis hermanos... Espero que teniendo una buena vida. —Se encogió de hombros tratando de restarle importancia, pero eso solo aumentó la curiosidad de Jimin.
Yoongi nunca le había hablado a alguien acerca de su familia que no fuesen Hoseok, Namjoon o Jungkook, no lo creía necesario y tampoco podía imaginarse porque a Jimin podría interesarle aquel tema.
— ¿Cómo que probablemente? —El pelimorado cuestionó una vez más haciendo referencia a su padre.
—No veo a papá desde hace algunos años, él solo aparece cuando le da la gana.
— ¿No se lleva bien con su padre? —El menor esbozó una mueca de confusión y Yoongi suspiró tratando de organizar sus ideas antes de hablar.
—Mi papá no es... Una buena persona, ¿sabes? Pero aun así creo que es el mejor papá del mundo, tal vez no me enseñó las cosas buenas, pero todo lo bueno que puedo ser hoy en día en gracias a él. Él siempre quiso que siguiera su ejemplo, pero a mi manera, me enseñó que si soy malo eso no me impide hacer cosas buenas y de pequeño siempre fue mi ejemplo a seguir yo... Lo quiero, supongo... Pero él siempre fue bastante ¿Individual? Como un lobo solitario, pero siempre estaba cuando lo necesitaba y siempre sabía que decir. —Yoongi hablaba pausadamente y Jimin le prestaba suma atención procesando cada una de sus palabras.
—La última vez que lo vi fue hace unos tres años quizá, estaba en las vegas para ese entonces y me dijo que debía desaparecer por un tiempo si no quería que lo asesinaran, eso era algo común en él —Yoongi rio como si estuviese hablando del clima y Jimin no dijo nada—. Desde entonces no lo veo y mamá... Simplemente se quitó la vida al ver que yo seguiría los pasos de mi padre, dijo que prefería morir ella antes de vernos morir a los dos. Y mis hermanos, se fueron de casa apenas pudieron para hacer sus vidas, papá nunca se los impidió, cada quien era libre de tomar sus decisiones.
—Eso es... No me lo esperaba, lo siento por tu madre Yoonie —Jimin esbozó un puchero antes de seguir—. ¿No has visto a tus hermanos desde entonces? ¿Cuáles son sus nombres?
-Hm, Taemin y Yerim —respondió el azabache ignorando la otra pregunta y luego jaló a Jimin para sentarse en la orilla de la piscina antes de preguntar—. ¿Qué hay de ti? ¿Tus padres? ¿Hermanos?
Yoongi sabía cada detalle de la vida de Jimin, sin embargo, quería oírlo de sus propios labios, saber si algo se le había escapado, si había algún otro miedo o inseguridad que no conociera.
Jimin tragó antes de hablar, de repente sintiéndose amenazado, la mano que cubrió la suya le dio tranquilidad y se dijo a sí mismo que Yoongi tenía derecho de saber.
—Yo... Soy hijo único, mis padres siempre fueron... ¿Cómo decirlo? Ellos no me querían, nunca lo hicieron, mamá se arrepentía cada día de mi existencia al igual que mi padre, me recordaban diariamente que era un desgraciado, que no debía nacer y sería miserable para siempre, que no merecía nada. Todo empeoró cuando descubrí que era homosexual, nunca me dijeron que fuese algo malo, creí que era normal, me parecía absurdo. ¿Qué puede tener de malo que me gusten los hombres? Pero al parecer era una aberración, o al menos para ellos lo era, por lo que empezaron a hacerme creer que estaba enfermo, me enseñaron todo lo contrario a lo que en realidad era, me enseñaron a temerle a todo, a vivir creyendo que el mundo era un asco —No se dio cuenta de que estaba llorando hasta que Yoongi le limpió una lágrima—. Me decían que no podía salir porque en las calles la gente era mala, que iban a lastimarme, que no tenía nada que hacer allí afuera, dijeron que no podía ir a la escuela porque no lo merecía por ser un desgraciado, me enseñaron que las personas que te tratan bien es porque esperan algo de ti, me enseñaron que nadie podría amarme porque era un enfermo, dijeron que estaba sucio y- y yo... Intenté suicidarme cuando cumplí quince.
Cerró los ojos un momento, los sentimientos de aquella vez volviendo a apoderarse de su ser y en ese punto las lágrimas ya caían sin control por sus mejillas, su mente era un lío, los recuerdos eran asfixiantes, pero por suerte los brazos de Yoongi lo sostuvieron antes de caer en ese pozo sin fondo que era su mente.
—Tranquilo... Estoy aquí, Jiminnie, ya pasó. —La voz del mayor lo relajó y tomó una bocanada de aire antes de continuar aún sin separarse del abrazo.
—C-Cuando desperté, estaba en una habitación de hospital, esposado a la cama y luego de que mi madre me recordara lo que sucedió, un hombre entró a la habitación y le entregó un maletín con dinero a mis padres, allí entendí que me habían vendido y ese solo fue el comienzo del infierno... El resto ya te lo imaginas, cuando desperté otra vez estaba en el casino, estaba desnudo y así estuve durante unos meses, si no obedecía o hablaba de más, me golpeaban, pasaba la noche en las jaulas, a veces ni siquiera comía más de una vez al día. Todo mejoró un poco cuando conocí a Taehyung, él siempre ha sido como mi motivo para mantenerme fuerte, nunca había conocido alguien que me quisiera como TaeTae... —Jimin pausó un momento pensando si debía contar lo siguiente—. Yo fui quien le quitó su virginidad... Me lo ordenaron, pero no quise que su primera vez fuera como la mía, quería que no tuviese un recuerdo tan malo, Taehyung tenía dieciséis y yo acababa de cumplir dieciocho, no tenía idea de qué hacer, pero creo que lo hice bien —Jimin soltó una risita y Yoongi estaba demasiado sorprendido ante la confesión más no le interrumpió—. Tae dice que se enamoró de mi desde esa vez, o eso era lo que él creía hasta que conoció a Jungkook... Dijo que había sido amor a primera vista.
Suspiró quedándose en silencio algunos minutos moviendo sus pies en el agua, disfrutando del eco que provocaba el sonido, nunca creyó que se sentiría tan cómodo contando aquello, ese era el efecto que tenía Yoongi en él, lo hacía sentir seguro, a su lado tenía valor. A su lado podía destapar sus heridas y contarle acerca de cada una de ellas.
—Podría pasar todo el día hablando del casino, pero no hay nada demasiado interesante que contar, con el tiempo me acostumbré, o al menos eso me gustaría creer, acepté mi destino por decirlo de otra manera y mantuve una pizca de esperanza de salir de allí algún día, más por Taehyung que por mí, y aquí estoy...
— ¿Extrañaste a tus padres alguna vez? —preguntó Yoongi al cabo de varios segundos en silencio con expresión indescifrable.
Jimin mantuvo silencio, meditándolo antes de negar con la cabeza.
—Sé que sonará demasiado perturbador, pero hubiese querido asesinarlos con mis propias manos —La voz de Jimin bajó una octava y su mirada se oscureció mientras hablaba—. Ellos fueron los culpables principales. Ellos me desgraciaron la vida... Todo lo que sufrí, el lugar al que me arrojaron... Dios, los odio tanto.
A cualquiera le hubiese provocado cierto malestar oír aquello, tener tanto rencor hacía tus progenitores hasta el punto de querer acabar con sus vidas iba mucho más allá de cualquier cosa, pero no a Yoongi, Yoongi no era cualquiera y su mente distaba de lo mentalmente sano, así que sólo se levantó y Jimin lo observó con el ceño fruncido.
—Quiero que esperes aquí un momento. ¿Puedes? —preguntó el pelinegro con voz calmada y Jimin asintió dudoso, pero lo dejó marchar.
Su vista se fijó en el agua de la piscina apenas el azabache se marchó y se preguntó que estaría haciendo, aún estaba sorprendido con el lazo que ambos parecían estar formando, la forma en que se sentía tan completo estando con Yoongi, cómo sentía que podría decir lo que fuera porque el otro no iba a juzgarlo, a pesar de lo que pudiese decir Yoongi no dejaría de mirarlo como lo hacía. Y ese era el único confort que podría necesitar.
Se pasó la mano por el cuello sintiendo el lugar exacto donde estaba el tatuaje del trébol y es que podría ubicarlo sin tener que verse en un espejo, la marca era sentimentalmente dolorosa, pero aquellos días había logrado ignorarla casi por completo y tenía la esperanza de que el futuro pudiese verla solo como una cicatriz más.
Luego de unos cuantos minutos Yoongi volvió sosteniendo algo en sus manos que Jimin no podía ver con claridad, el pelinegro volvió a sentarse a su lado y alejó el objeto de los ojos curiosos del pelimorado carraspeando un poco antes de hablar.
— ¿Sabes, Jimin? H-Hay muchas cosas en mi cabeza, si supieras al menos la mitad de ellas te aseguro que saldrías corriendo. Aprendí muchas cosas por mi cuenta y en el entorno en el que me crie las cosas no eran muy correctas, por lo que mi forma de ver las cosas es bastante especial, no sé tratar con las personas, no sé cómo lidiar correctamente con las emociones ajenas y lo que para mí puede ser normal para ti puede ser una locura... —Yoongi trató de que su voz no temblara, recitando las palabras que tanto había ensayado—. Pero cuando te veo, quiero entenderte, quiero ser bueno para ti y yo que siempre alejo a todos, no quiero alejarte a ti. Quiero aprender a ser bueno para ti, pero no sé hacerlo, estoy enfermo Jimin, psicológicamente estoy mal de la cabeza y espero puedas entenderme.
La mirada ansiosa de Jimin se pasó de Yoongi al objeto detrás de él, el pelinegro la atrajo a su regazo y Jimin observó la caja de cristal cuando Yoongi la dejó en su regazo, el contenido lo sorprendió, más no lo espantó, dos pares de ojos dentro, cuatro esferas viscosas, ni siquiera sabían si eran reales y Yoongi esperaba que Jimin saliera corriendo y le arrojara la caja a la cara, pero en su lugar el pelimorado solo la alzó para examinarla, detallando el contenido.
—Son los ojos de tus padres, Jimin. Yo los asesiné. Y esta es la prueba de que estoy dispuesto a hacer lo que sea por ti, porque te amo.
Jimin debió haber salido corriendo en ese momento, debió haber huido y alejarse de Yoongi, quizá eso le hubiese ahorrado un par de problemas, pero no lo hizo, tampoco tuvo intenciones de hacerlo.
Una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla, no era de tristeza, eran demasiado sentimientos en esa sola lágrima, pero sobre todo era gratitud. Estaba pasmado debido a la noticia, pero por otro lado cierto calor reconfortante se había instalado en su pecho.
Jimin entendió muchas cosas en ese momento.
Y era demasiado enfermo, demasiado bizarro, pero a Jimin aquel gesto le pareció la prueba más grande de amor.
Allí, alguien debió haberles dicho lo insano de todo aquello, o lo mal que terminaría todo eso, o quizá no. Quizá tendrían un buen final después de que todo se rompiera, quizá todo podría reconstruirse o aprenderían a vivir entre los escombros.
Jimin había entendido que detrás de esa cara de poker de Yoongi se encontraban demasiadas cosas que podría amar quizá demasiado. Y estaba dispuesto a ceder.
—También te amo, Yoongi.
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